Comercio colonial

Te explicamos qué fue el comercio colonial y por qué fue tan importante. Además, cuáles fueron sus características generales y consecuencias.

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El comercio colonial se basaba en la extracción de recursos en tierras colonizadas.

¿Qué fue el comercio colonial?

Se entiende por comercio colonial a la dinámica de intercambio de mercancías y recursos que se establece entre un centro de poder hegemónico (o metrópoli) y sus asentamientos dependientes o colonias.

En las épocas de expansión e imperialismo europeo, las grandes potencias de Europa (sobre todo España, Portugal, Gran Bretaña, Alemania y Francia) se establecieron en el territorio de otros continentes. Allí instalaron a funcionarios o colonos e impusieron a sus poblaciones un sistema político, social, económico y cultural que las sometía a una relación de dependencia respecto a la metrópoli.

El comercio colonial consistía fundamentalmente en la extracción de los recursos naturales de la región colonizada y su envío a la metrópoli colonizadora. Solía ir acompañado de reglas y restricciones que favorecían a la potencia colonial y rechazaban la intromisión de otras potencias. Además, era el escenario de numerosos intercambios culturales y étnicos.

También existía toda una cultura de mediadores y de peligros, ya que los territorios colonizados eran considerados fuentes de riqueza fácil e inmediata. Así prosperaron tanto los comerciantes como otros intermediarios y también grupos que aprovechaban el movimiento de recursos para capturarlos por la fuerza, como los famosos piratas del Caribe.

El comercio colonial europeo fue particularmente activo en América, pero también se desarrolló en África, Asia y Oceanía.

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Historia del comercio colonial

El colonialismo europeo moderno comenzó con las exploraciones ultramarinas del siglo XV. Los viajes de portugueses y españoles inauguraron una etapa de exploración, conquista, asentamiento y explotación de recursos naturales y humanos que durante los siglos siguientes fue continuada por otras potencias europeas como Países Bajos, Gran Bretaña, Francia y Alemania.

El comercio colonial afectó a áreas en América, África, Asia y Oceanía, y perduró con variaciones regionales hasta mediados del siglo XX cuando se concretaron los últimos procesos de descolonización en Asia y África.

Uno de los ejemplos más significativos de comercio colonial es el que involucró a España, Portugal e Inglaterra con las tierras americanas, a partir de la conquista que siguió a la llegada de Cristóbal Colón a las Antillas en 1492. El comercio colonial americano subsistió hasta al menos comienzos del siglo XIX, si bien en la actualidad persisten unos pocos territorios considerados colonias.

Las colonias americanas

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Los blancos eran la élite dirigente y los indígenas americanos eran utilizados como mano de obra.

España, Portugal y Gran Bretaña se repartieron la mayor parte del continente americano en los siglos XVI y XVII. Este proceso de conquista y colonización estuvo acompañado de guerras, resistencias indígenas y competencia entre las potencias europeas.

Así nacieron las colonias americanas tanto en las regiones de Norteamérica —que quedaron bajo el poder de la corona británica— como en Brasil —bajo la corona portuguesa— y en las áreas desde el sur de América del Norte hasta buena parte de Sudamérica —que quedaron bajo el dominio de la corona española—. Allí los conquistadores fundaron ciudades que en ocasiones llevaban los nombres de ciudades europeas. La corona española integró los territorios colonizados en un sistema de virreinatos y capitanías generales.

Además se estableció un sistema de castas (sobre todo en la América hispana) que diferenciaba a los habitantes a partir de criterios formulados en términos raciales. Los “blancos” (como podían ser los españoles peninsulares o los criollos) eran la élite dirigente o privilegiada que participaba del comercio colonial, mientras que los “indios” (término genérico para los indígenas americanos) estaban sometidos a la autoridad y explotación de los blancos y los “negros” (como se denominaba a los africanos y descendientes de africanos) eran esclavos. Los descendientes de “mezclas” entre estos grupos sociales eran llamados genéricamente “castas”.

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¿Cómo era el comercio colonial en América?

En América la mayor parte del territorio colonial pertenecía a la corona española, que ejercía su dominio desde el sur del actual territorio de Estados Unidos hasta el Río de la Plata y sus adyacencias, excluidas algunas áreas como Brasil. Aunque el estatus de sus posesiones en América era el de virreinatos y capitanías generales, en la práctica estos cumplían la función de colonias.

La vasta extensión del Imperio español ofrecía ventajas comerciales derivadas del control de la extracción de recursos naturales valiosos en América y el monopolio de su envío en embarcaciones hacia Europa a través del Atlántico.

Este sistema beneficiaba tanto a los comerciantes, que actuaban en nombre de la corona o con su permiso, como a la monarquía, que recibía importantes ingresos de las tasas e impuestos al comercio. Los comerciantes también lucraban con la venta en las colonias de mercancías elaboradas en la metrópoli. Las poblaciones indígenas sufrían, en cambio, diversas formas de explotación para la obtención de los recursos y eran perjudicadas cuando se veían obligadas a comerciar.

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Monopolio español del comercio

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España extraía de suelo americano metales preciosos como el oro y la plata.

El comercio colonial en América tenía un carácter marcadamente extractivista. Esto significa que los funcionarios y colonos europeos o criollos extraían del suelo americano los recursos naturales codiciados en Europa, y generalmente empleaban para ello mano de obra indígena o africana. Entre los recursos obtenidos se destacaban:

  • Metales preciosos: principalmente oro y plata.
  • Textiles y alimentos: tabaco, algodón, maíz, cacao, etc.
  • Otros productos, como perlas y animales exóticos.

Durante la mayor parte del tiempo que duró el comercio colonial de España con América, la corona mantuvo un rígido sistema de monopolio. Los recursos americanos solo podían salir de unos pocos puertos (como El Callao y Veracruz) y eran enviados al puerto de Sevilla o Cádiz en la metrópoli, de donde a su vez partían otros barcos con productos europeos hacia América.

Para evitar los ataques de corsarios y piratas en el Atlántico, se empleaba el sistema de flotas y galeones: varias embarcaciones mercantiles salían juntas, acompañadas por barcos de guerra.

Este control se sostenía en leyes dictadas por la corona y en el nombramiento de funcionarios de confianza en las posiciones de poder en suelo americano. La prohibición del comercio con otras naciones fomentó prácticas de contrabando y, a medida que aumentaba la población en América, los sectores criollos se mostraron descontentos frente a los privilegios de los peninsulares en el monopolio. Ello, sumado a los altos costos del sistema de flotas y galeones y de las pocas rutas comerciales habilitadas, estimuló unas reformas comerciales implementadas por los Borbones en el siglo XVIII.

Liberalización del comercio colonial

En el siglo XVIII, la corona española, que había estado en manos de la casa de Habsburgo, pasó a la casa de Borbón. En este período se implementaron las llamadas reformas borbónicas que, entre otras cosas, dieron origen a una relativa liberalización del comercio colonial. Se flexibilizaron algunas de sus reglas y se habilitaron más puertos.

El sistema de flotas y galeones fue reemplazado por el sistema de navíos de registro, que permitía la navegación de barcos mercantes autorizados por la Casa de Contratación de Sevilla (luego instalada en Cádiz) para comerciar en los puertos de América, sujetos a una rigurosa inspección para impedir el contrabando.

Durante el reinado de Carlos III se promulgó el Reglamento para el comercio libre (1778), que autorizaba el comercio directo entre trece puertos de España y veinticuatro de América. Esta medida incrementó los flujos comerciales. De todos modos, más que una liberalización económica fue una modernización del sistema previamente existente, pues mantuvo el monopolio español del comercio colonial.

Fin del comercio colonial americano

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Las Guerras de Independencia pusieron fin a las colonias en América.

El comercio colonial en América concluyó a medida que triunfaban los movimientos independentistas. En Estados Unidos esto sucedió a finales del siglo XVIII y en las colonias hispanas a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, no fue un proceso pacífico sino que estos territorios atravesaron insurrecciones y conflictos militares conocidos como Guerras de Independencia.

Los promotores de estos movimientos independentistas solían ser criollos que habían nacido o residían en América. Algunos se habían visto perjudicados por el control monopólico del comercio, la presión impositiva de los Borbones y los privilegios políticos y económicos que solían usufructuar los peninsulares. Esto, sumado a otros factores, estimuló los impulsos de emancipación.

Entre los primeros países de América hispana que proclamaron su independencia se cuentan México, Argentina, Paraguay y Venezuela. Los últimos fueron Cuba y Puerto Rico, que habían quedado bajo dominio estadounidense tras la Guerra hispano-estadounidense de 1898 (aunque Puerto Rico mantiene el estatus de Estado libre asociado de los Estados Unidos).

Colonización y descolonización en Asia y África

La colonización europea en Asia y África cobró un gran impulso en los siglos XVIII y XIX, especialmente con el empuje de la Revolución industrial y el auge marítimo de Gran Bretaña. El reparto territorial entre británicos, franceses, alemanes y otras naciones europeas desencadenó guerras pero también procesos de descolonización que, a mediados del siglo XX, llevaron a la independencia de la mayor parte de las colonias europeas.

En muchos casos, esto condujo al surgimiento de nuevas repúblicas de lo que fue llamado el Tercer Mundo. Muchas de ellas padecieron las consecuencias del colonialismo y se incorporaron a la modernidad y al comercio mundial en condiciones desventajosas respecto a las potencias que las habían dominado.

Impuestos coloniales

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El quinto real era un impuesto con el que se gravaba la extracción de oro y plata.

El sistema de tasas y recaudaciones con el que España controlaba el comercio americano consistía en diversos tipos de impuestos, como:

  • Diezmo. Era un tributo que cobraba la corona española a los propietarios de tierras en América, y que consistía en una décima parte de lo que producían, de donde salía el dinero para las labores religiosas en las colonias.
  • Quinto real. Era un impuesto por el que se debía destinar a la corona española una quinta parte de lo que se extraía en oro, plata y otros recursos de América.
  • Almojarifazgo. Era un arancel que se imponía a la entrada y salida de mercancías de los puertos de América y España.
  • Alcabala. Era un impuesto a la compraventa de bienes (muebles, inmuebles y esclavos) en las colonias.

Corsarios y piratas

La respuesta de los intereses internacionales frente al monopolio español del comercio colonial americano fue la conformación de unidades navales militares o el permiso concedido a particulares para saquear las naves enemigas. Se trataba de embarcaciones sin bandera nacional, conocidas como corsarios.

Estos corsarios tenían patente de corso, es decir, permiso legal de otros gobiernos (especialmente de Inglaterra) para emplear sus territorios y asaltar las rutas comerciales españolas. Secuestraban, robaban y asesinaban amparados en dicha legalidad.

Esta actividad también era practicada por piratas, quienes no tenían un aval legal, es decir, actuaban para satisfacer sus propios intereses y no servían a un gobierno. Abordaban embarcaciones, asolaban ciudades costeras americanas y vendían los recursos capturados al mejor postor.

Consecuencias del comercio colonial

Comercio colonial
Las condiciones desiguales del comercio colonial fomentaron las guerras independentistas.

El comercio colonial favoreció a las casas reinantes y a los comerciantes de Europa. En muchos casos proveyó a las naciones europeas de materias primas necesarias para impulsar la economía y un mercado colonial para vender productos elaborados, lo que en naciones como Inglaterra favoreció al despegue de la Revolución industrial.

Cuando esta revolución cambió definitivamente la economía mundial en los siglos XIX y XX, los estados que habían llevado adelante la colonización quedaron en general en posiciones ventajosas, incluso después de perder sus colonias. Por el contrario, la mayor parte de las colonias debieron hacer frente a numerosas dificultades para integrarse al comercio mundial una vez que alcanzaron la independencia tras siglos de subordinación y explotación de sus recursos.

Los mismos movimientos independentistas fueron una de las consecuencias del comercio colonial. Las condiciones desiguales en los intercambios económicos incentivaron el descontento con los poderes centrales. Por ejemplo, cuando las tropas napoleónicas invadieron España y apresaron al rey Fernando VII a comienzos del siglo XIX, las élites criollas vieron la oportunidad de reclamar mayor autonomía, libertad comercial y finalmente proclamar su soberanía.

El enfrentamiento entre los realistas, que defendían el monopolio comercial español, y los patriotas, que reclamaban libertad comercial y mejores condiciones políticas o la independencia para las colonias, fue uno de los aspectos de las Guerras de Independencia americanas.

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    Gayubas, Augusto (17 de noviembre de 2024). Comercio colonial. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 17 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/comercio-colonial/.

    Sobre el autor

    Autor: Augusto Gayubas

    Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

    Fecha de actualización: 17 de noviembre de 2024
    Fecha de publicación: 22 de noviembre de 2018

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