Te explicamos qué fue la Revolución Industrial y cuáles fueron sus características. Además, las causas y consecuencias de este proceso.
¿Qué fue la Revolución Industrial?
La Revolución Industrial fue un proceso histórico de transformaciones económicas y sociales que tuvo lugar aproximadamente entre 1760 y 1840, y que desencadenó cambios sin precedentes en las sociedades occidentales y luego en todo el mundo. Para diferenciarla de otros procesos de industrialización posteriores se la suele llamar Primera Revolución Industrial.
Este proceso se caracterizó por el uso de nuevas tecnologías aplicadas a la producción a gran escala y la concentración de fábricas en ciudades. La invención más importante del período fue la máquina de vapor, cuyo combustible era el carbón mineral y cuyo uso aumentó la producción y el transporte a niveles sin precedentes. También fueron importantes otros inventos, como las máquinas hiladoras y el telar mecánico, que permitieron producir más textiles en menor tiempo.
La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra, donde habían confluido una serie de condiciones económicas, políticas, sociales y tecnológicas favorables a este gran cambio. A lo largo del siglo XIX, se extendió a otros países de Europa occidental, así como a Estados Unidos y Japón.
Puntos clave
- La Revolución Industrial fue un proceso histórico de transformaciones económicas y sociales, y desencadenó cambios sin precedentes.
- Surgió en Inglaterra entre 1760 y 1840, y se extendió posteriormente a gran parte del mundo.
- Algunos de los inventos más importantes fueron la máquina de vapor, las máquinas textiles y el alumbrado público a gas.
- Reemplazó la producción manual en talleres por la producción mecanizada en fábricas.
- Ver además: Industrialismo
Características de la Revolución Industrial
Entre las principales características de la Revolución Industrial, se destacan:
- La producción industrial a gran escala, especialmente textil, metalúrgica y de alimentos (gracias a la llamada “revolución agrícola”).
- El reemplazo de talleres artesanales y sistemas domésticos de producción de manufacturas, por el sistema fabril (mecanizado y concentrado en fábricas).
- La migración masiva de población del campo a las ciudades.
- El enriquecimiento de la burguesía (industrial, comercial y financiera) y su creciente dominio sobre la economía y la política, en detrimento de la nobleza.
- El surgimiento de una nueva clase social: el proletariado.
- El desarrollo de innovaciones tecnológicas (como la máquina de vapor) y de industrias mecanizadas, como la textil, la metalúrgica, la siderúrgica (hierro y acero) y la minera.
- La progresiva sustitución del hierro por el acero, una aleación de hierro y carbono más dura y resistente que adquirió más importancia durante la Segunda Revolución Industrial.
- El desarrollo del comercio a nivel mundial, debido a la gran capacidad de producción y a las innovaciones en el transporte terrestre y marítimo.
- El predominio del capitalismo británico, que se benefició del comercio internacional gracias a su poder marítimo y al acceso a materias primas baratas, especialmente el algodón del sur de Estados Unidos y de la India.
Origen de la Revolución Industrial
La Revolución Industrial comenzó aproximadamente en 1760 en Inglaterra. La burguesía comercial pujante, enriquecida gracias a la superioridad naval británica, tenía el control del comercio colonial y, además, poseía otras condiciones económicas y políticas que le permitieron invertir su capital en invenciones tecnológicas y en la instalación de fábricas.
El sistema de fábricas, orientado a aumentar la productividad, cambió la organización del trabajo. Este cambio fomentó el crecimiento de grandes ciudades industriales, como Manchester, Birmingham, Liverpool o Sheffield.
Esta primera etapa de innovaciones productivas concluyó aproximadamente en 1840 y apenas tres décadas después comenzó la siguiente etapa del proceso de industrialización, que suele ser llamada Segunda Revolución Industrial.
Primeras industrias de la Revolución Industrial
La Revolución Industrial se originó en algunas industrias principales:
- La industria textil. Antes de la Revolución Industrial, la producción textil ya era muy importante en Gran Bretaña y funcionaba principalmente mediante el sistema “putting-out”, por el que un empresario entregaba las herramientas y la materia prima (lana o algodón) a familias campesinas que se encargaban de producir textiles en sus hogares. La Revolución Industrial introdujo máquinas como la lanzadera volante, la hiladora Jenny, la máquina de hilar de Arkwright y el telar mecánico. Estas innovaciones permitieron el nacimiento del sistema fabril de trabajo, por el que la producción se concentraba en fábricas equipadas con grandes máquinas y amplios grupos de trabajadores asalariados. La industria textil alcanzó una escala sin precedentes.
- La industria minera. A partir del siglo XIX, el carbón vegetal que provenía de la madera fue sustituido por el carbón de coque o mineral. El carbón era especialmente importante porque era el combustible empleado en las máquinas a vapor para el transporte (por ejemplo, el ferrocarril y el barco a vapor) y para la producción en fábricas (especialmente para alimentar los hornos de las industrias metalúrgica y siderúrgica). Esto impulsó la industria de la minería, que supuso la introducción de un sistema de ventilación y rieles para vagonetas, al mismo tiempo que incrementó los niveles de explotación de mano de obra y promocionó el trabajo infantil (debido a los estrechos caminos que conducían hacia el interior de las minas).
- Las industrias metalúrgica y siderúrgica. El hierro y el acero fueron las principales materias primas de la época, que se utilizaron para la producción de herramientas agrícolas, máquinas textiles, locomotoras, rieles de ferrocarril y barcos. Era posible trabajar el hierro y el acero debido al uso de hornos industriales que funcionaban a muy altas temperaturas gracias al combustible del carbón mineral. El procesamiento del acero se desarrolló inicialmente en las acerías de Sheffield (Inglaterra) en 1740, aunque su despegue se dio a mediados del siglo XIX y durante la Segunda Revolución Industrial.
- La industria del transporte. Hasta el siglo XVIII, el sistema de transporte se basaba en medios de tracción animal o navegación a vela. En el siglo XIX, se pasó del transporte con caballos al ferrocarril, gracias al surgimiento de la máquina de vapor y al desarrollo de la industria siderúrgica que permitió elaborar las locomotoras y los rieles. El ferrocarril revolucionó el comercio y el transporte de personas. También se desarrolló el barco a vapor.
- La expansión comercial. La Revolución Industrial generó un crecimiento comercial sin precedentes que impactó en todo el mundo. La invención del ferrocarril y el barco a vapor facilitó el transporte de materias primas a los centros de producción, así como el traslado de los productos fabricados a mercados internos y externos, a veces en países lejanos. De este modo, el comercio internacional se expandió y favoreció a los sectores burgueses (especialmente de Gran Bretaña) dedicados a la industria y el comercio.
Causas de la Revolución Industrial
La Revolución Industrial se produjo por la interacción de una serie de factores que tuvieron lugar inicialmente en Inglaterra. Las causas principales de la Revolución Industrial fueron la revolución agrícola (que aumentó la productividad en el campo), el crecimiento demográfico, el traslado de población rural hacia las ciudades, la disponibilidad de materias primas, el ascenso político de la burguesía y las innovaciones tecnológicas (como la máquina de vapor).
La revolución agrícola
Hasta el siglo XVIII, la actividad agrícola era muy similar a las prácticas de la Edad Media. Se empleaba el trabajo manual y la tracción animal, existían tierras comunales (pertenecientes a la colectividad para obtener leña o pastos) y el nivel de producción era modesto debido al sistema de “barbecho” (que consistía en dejar descansar la tierra luego de la cosecha, para que se regeneraran los nutrientes del suelo).
La revolución agrícola introdujo cambios que ampliaron la disponibilidad de recursos alimenticios y promovieron el movimiento de la población hacia las ciudades:
- Comenzó a utilizarse maquinaria para el trabajo de la tierra, y, una vez iniciada la industrialización, se incrementó esta mecanización.
- Los campos se convirtieron en propiedad privada acumulada por grandes terratenientes mediante cercamientos, lo que provocó que campesinos sin tierras se convirtieran en obreros urbanos.
- Se reemplazó el viejo sistema de cultivo por el “sistema de rotación Norfolk”, que consistía en rotar las variedades de cultivos, de modo que no se saturaran siempre los mismos nutrientes del suelo.
El crecimiento demográfico
Debido a los cambios en la alimentación, a partir del siglo XVIII se experimentó un importante incremento de población. Cuando comenzó la Revolución Industrial, esta población se concentró cada vez más en las ciudades industriales.
La Revolución Industrial introdujo, a su vez, cambios que impactaron en el crecimiento de la población, como la disminución de la mortalidad (debido a la mayor producción de alimentos), el mayor desarrollo de la medicina (por ejemplo, el invento de las vacunas) y el consecuente incremento de la tasa de natalidad.
La disponibilidad de recursos
Inglaterra contaba con dos ventajas que explican que fuera en este país donde comenzó la industrialización. Por un lado, el suelo inglés contaba con recursos como el carbón mineral y el hierro, indispensables para la transformación productiva.
Por otro lado, gracias a sus vínculos coloniales y a la posición dominante en el comercio mundial, los ingleses accedían a materias primas fundamentales para la industria textil, especialmente el algodón de la India y el sur de Estados Unidos.
La influencia política de la burguesía
Tras la Revolución Gloriosa de 1688, en Inglaterra se estableció una monarquía parlamentaria que limitó el poder del rey y de la nobleza, al tiempo que concedió una creciente capacidad de intervención política a la burguesía.
A partir de este hecho, se impulsaron medidas que favorecieron a los comerciantes y banqueros, incluida la creación del Banco de Inglaterra. En otros países europeos, la toma del poder político por parte de la burguesía liberal comenzó recién hacia fines del siglo XVIII, mediante hechos más dramáticos, como la Revolución francesa, que algunos historiadores incluyen en el grupo de las revoluciones burguesas.
La Revolución Industrial dependió en gran medida de la acumulación de capitales de la burguesía inglesa, pero también de ciertas leyes de liberalización económica que la favorecieron. Esto permitió la creación de emprendimientos y la circulación del capital, el desarrollo de la industria mediante la defensa de la propiedad privada, la innovación tecnológica y el comercio (muchas veces respaldado por el poder naval británico).
Consecuencias de la Revolución Industrial
La Revolución Industrial supuso un cambio notable en la forma de producir, en la organización del trabajo y en las condiciones de vida de la población. Algunas de las consecuencias de la Revolución Industrial fueron la mecanización del trabajo en las fábricas, el crecimiento de las ciudades, la contaminación ambiental, la división social en dos clases (burguesía y proletariado), el auge económico y político de la burguesía, la organización obrera y sindical y la aceleración de las comunicaciones y el transporte.
La mecanización en las fábricas
El trabajo manual en talleres fue mayormente reemplazado por el trabajo mecanizado en las fábricas. Este cambio aceleró los tiempos de producción, redujo los costos y mejoró el rendimiento de las empresas.
Al mismo tiempo, los artesanos fueron reemplazados por obreros industriales que trabajaban para el dueño de la fábrica a cambio de un salario. A principios del siglo XIX, algunos artesanos descontentos, llamados luditas, se dedicaron a destruir máquinas como protesta contra el reemplazo de la mano de obra artesanal. Sin embargo, el trabajo en las fábricas continuó y se expandió.
El auge de la burguesía
La Revolución Industrial provocó una inmensa generación y acumulación de riqueza, generalmente concentrada en los sectores burgueses que tenían la propiedad de las fábricas o se dedicaban al comercio y las finanzas. Este cambio también influyó en las posteriores innovaciones tecnológicas y productivas que expandieron el capitalismo a nivel mundial.
El crecimiento de las ciudades
A raíz de la Revolución Industrial, los grandes conglomerados urbanos multiplicaron su población y se produjo una notable separación entre la ciudad y el campo. Si bien las innovaciones técnicas y científicas promovieron avances médicos o sanitarios que ayudaron al crecimiento poblacional, la concentración de la población facilitó la transmisión de enfermedades infecciosas, especialmente en los barrios obreros.
La contaminación ambiental
La vida urbana provocó la concentración de contaminantes propios de las ciudades: residuos orgánicos y contaminantes atmosféricos provenientes de las estufas. Tanto en la primera etapa de la industrialización como en la llamada Segunda Revolución Industrial, la producción en fábricas dependió en gran medida del uso de combustibles, con la consecuente contaminación del aire. Por otro lado, la producción masiva de manufacturas aceleró la producción de residuos.
La división del trabajo y la organización obrera
La Revolución Industrial introdujo una división laboral basada en dos clases sociales:
- la burguesía, dueña de las fábricas y otros medios de producción, se dedicaba tanto a la industria como al comercio y las finanzas;
- el proletariado, proveniente de la ciudad o del campo, vendía su fuerza de trabajo en las fábricas a cambio de un salario.
Antes de que se conformaran las organizaciones obreras dedicadas a la defensa de los trabajadores (como los sindicatos), no existían leyes que regularan el trabajo del proletariado.
Dado que había un amplio sector de la población sin empleo ni recursos económicos, muchas personas aceptaban trabajos en condiciones muy desfavorables. Las jornadas laborales eran tan largas que se tornaban insalubres, y estaba permitido el trabajo infantil (muchas veces preferido por los dueños de las fábricas, porque a los menores de edad se les pagaba un menor salario).
A lo largo del siglo XIX, esta situación fomentó la organización obrera y la legislación del trabajo, así como el surgimiento de nuevos movimientos políticos e ideologías (socialismo, anarquismo, comunismo) que impulsaron cambios en estas condiciones. Sin embargo, muchos de los problemas laborales surgidos con la Revolución Industrial persistieron en mayor o menor grado hasta comienzos del siglo XX.
Principales inventos de la Revolución Industrial
Las nuevas tecnologías aplicadas a la producción y el transporte marcaron un cambio radical en la economía y la sociedad. El trabajo manual fue reemplazado por el uso de máquinas, mientras que los talleres artesanales y el trabajo doméstico fueron mayormente reemplazados por la fabricación a gran escala en fábricas. Las principales invenciones que desencadenaron la Revolución Industrial fueron las máquinas textiles, la máquina a vapor y el alumbrado público a gas.
La máquina de vapor
Patentada en 1769 por el escocés James Watt, la máquina a vapor resultó el invento más importante de la Revolución Industrial. Sus primeros usos fueron:
- en el transporte (aceleró y mejoró el traslado de materias primas y productos gracias al ferrocarril y los barcos a vapor, y fomentó el comercio);
- en la industria textil (permitió incrementar la producción a gran escala mediante maquinarias);
- en la industria metalúrgica y siderúrgica (facilitó el bombeo de minas de carbón y el trabajo del hierro y el acero).
Las máquinas textiles
Las innovaciones en la industria textil fueron las primeras impulsoras del proceso de industrialización, pues permitieron ampliar la escala de producción y reducir el tiempo dedicado a cada pieza mediante el uso de máquinas. Esto supuso para los propietarios una reducción de los costos de producción y un incremento de las ganancias, lo cual impulsó la acumulación y reinversión de capital.
Los inventos más importantes fueron la lanzadera volante (creada por John Kay en 1733), la hiladora Jenny (patentada por James Hargreaves en 1770), la hiladora hidráulica (patentada por Richard Arkwright en 1769), el telar mecánico (introducido por Edward Cartwright en 1785), y la desmotadora de algodón (patentada por Eli Whitney en 1794 ).
El alumbrado público a gas
La instalación de lámparas a gas en las calles revolucionó las ciudades, que se convirtieron en lugares más seguros para transitar al estar iluminadas en horarios en los que ya no había luz solar (aunque se hicieron frecuentes los robos).
También favoreció a los propietarios de fábricas, cuyos trabajadores asalariados podían trabajar más horas gracias a la iluminación artificial, especialmente en los meses de invierno. A fines del período de la Revolución Industrial, las ciudades se habían transformado y sus poblaciones se habían duplicado o triplicado.
Etapas de la Revolución Industrial
Aunque la primera fase de la Revolución Industrial tuvo lugar entre 1760 y 1840, el proceso de industrialización continuó a lo largo de los siglos XIX a XXI. Por esta razón, algunos historiadores dividen la Revolución Industrial en cuatro etapas.
Primera Revolución Industrial
La primera etapa de la Revolución Industrial tuvo lugar en Inglaterra entre 1760 y 1840. Introdujo novedades tecnológicas que revolucionaron la producción, el transporte y el comercio.
Los principales inventos fueron las máquinas textiles y la máquina de vapor, y esta permitió el desarrollo del ferrocarril, los barcos a vapor (que dejaron de depender de los vientos y las corrientes), la fundición del hierro con coque (combustible obtenido a partir de carbón mineral) y diversas máquinas. La industrialización cambió el trabajo manual en los talleres por el trabajo mecanizado en las fábricas.
Segunda Revolución Industrial
La segunda etapa de la Revolución Industrial comenzó en 1870 y terminó en 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Se desarrolló principalmente en Europa occidental, en Estados Unidos y en Japón.
Algunas de sus características fueron la producción en serie mediante la cadena de montaje, el incremento de la producción de acero, el uso de nuevos recursos y fuentes de energía (petróleo, electricidad), la invención del automóvil y el avión, y el desarrollo de las telecomunicaciones (el teléfono, la radio, el fonógrafo y el cinematógrafo). Estas innovaciones implicaron un aumento de la productividad y el consumo de masas.
- Sigue en: Segunda Revolución Industrial
Tercera Revolución Industrial
La Tercera Revolución Industrial tuvo lugar principalmente en las décadas de 1970 y 1980. Se caracterizó por la incorporación de la tecnología digital y la informática en las empresas, la automatización industrial (el uso de máquinas automáticas para la producción) y la simplificación del procesamiento de la información.
Favoreció la constitución de grandes empresas multinacionales, la comercialización de ordenadores personales, el desarrollo de internet y los primeros teléfonos celulares y el impulso de la biotecnología y la ingeniería energética.
- Sigue en: Tercera Revolución Industrial
Cuarta Revolución Industrial
El concepto de Cuarta Revolución Industrial hace referencia a los cambios experimentados en la tecnología y la economía a nivel mundial a partir de comienzos del siglo XXI. Sus principales características son el desarrollo de la robótica y la nanotecnología, los avances en la inteligencia artificial y el procesamiento informático de macrodatos (Big Data), la multiplicación de dispositivos interconectados y la extensión del uso de plataformas para tareas personales y laborales.
Algunos estudiosos rechazan el concepto porque consideran que no se trata de una nueva revolución sino de una profundización de la Tercera Revolución Industrial.
- Sigue en: Cuarta Revolución Industrial
Referencias
- Britannica, Encyclopaedia (2022). Industrial Revolution. Encyclopedia Britannica. Britannica
- Hobsbawm, E. (2001). Industria e imperio. Crítica.
- Hunt, L., Martin, T. R., Rosenwein, B. H. & Smith, B. G. (2016). The Making of the West. Peoples and Cultures. 5th edition. Bedford/St. Martin’s.
- Rule, J. (1990). Clase obrera e industrialización. Crítica.
- Stokes Brown, C. (s.f.). The Industrial Revolution. Khan Academy. KhanAcademy
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