Revoluciones burguesas

Te explicamos qué fueron las revoluciones burguesas, sus aspectos políticos e institucionales y cuáles fueron sus características principales.

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Las revoluciones francesas de 1789, 1830 y 1848 se cuentan entre las revoluciones burguesas.

¿Qué fueron las revoluciones burguesas?

Las revoluciones burguesas fueron movimientos revolucionarios dirigidos por sectores de la burguesía, que tuvieron lugar en distintos escenarios desde finales del siglo XVIII hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y consolidaron el poder político de la burguesía. El término fue adoptado por historiadores marxistas para agrupar una serie de fenómenos que tenían similitudes pero también diferencias.

El ejemplo paradigmático fue la Revolución francesa (1789), aunque también fueron incluidas en esta categoría historiográfica las revoluciones de 1820, 1830 y 1848 en distintas zonas de Europa o los procesos de independencia en las regiones americanas bajo dominio inglés o hispano. Algunas corrientes sostienen que su origen puede remontarse incluso a algunas revueltas de la naciente burguesía europea en el ámbito urbano medieval.

El fin del período de las revoluciones burguesas es marcado por algunos historiadores en la primera etapa de la Revolución rusa en 1917, que contó con un papel destacado del proletariado y fue seguida de una segunda etapa en la que se impuso el partido bolchevique.

El propósito de las revoluciones burguesas, inspiradas en las ideas de la Ilustración y el liberalismo, era la conquista del poder político por parte de sectores burgueses con ideas liberales, con el objetivo de acabar con las limitaciones impuestas por el absolutismo monárquico al desarrollo del comercio y los negocios, abolir los privilegios de la nobleza y el clero, establecer el respeto irrestricto a la propiedad privada, y constituir formas de gobierno democráticas y representativas.

Historia de las revoluciones burguesas

Las revoluciones burguesas del siglo XVIII

Si bien el término “revoluciones burguesas” suele aplicarse a los procesos revolucionarios que tuvieron lugar a partir de fines del siglo XVIII, un antecedente es la Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra. Este episodio consolidó un sistema de monarquía parlamentaria, fomentó una declaración de derechos que estableció límites a la monarquía y a la nobleza, y promocionó libertades como la tolerancia religiosa y la libertad de prensa. Además, facilitó medidas favorables a los intereses de comerciantes y banqueros, como la creación del Banco de Inglaterra.

Las revoluciones burguesas de fines del siglo XVIII son en ocasiones agrupadas en un “ciclo atlántico”. Según esta interpretación, la primera de ellas fue la independencia de Estados Unidos (1776), que rompió los lazos de dependencia política respecto al Imperio británico y formuló una Constitución (1787) republicana y federal, afín a las ideas liberales y a los intereses económicos de los colonos estadounidenses.

La Revolución francesa (1789) fue el otro episodio destacado de este ciclo. Burgueses y campesinos se levantaron contra el Antiguo Régimen representado por la monarquía absolutista y el orden socioeconómico feudal. Influida por las ideas de la Ilustración y por el naciente liberalismo, la burguesía francesa (mercaderes, fabricantes de manufacturas, profesionales e intelectuales) aspiraba a detentar el poder político y a instaurar un orden basado en la inviolabilidad de la propiedad privada y en la libertad política y económica. Si bien existieron distintos movimientos y tendencias políticas durante los años de la Revolución francesa, se destacó el lema de “libertad, igualdad, fraternidad”, que fue adoptado por la República instaurada en 1792.

Las guerras revolucionarias se extendieron hasta que el general Napoleón Bonaparte, quien había conducido a las tropas francesas en nombre de la República, terminó con el gobierno republicano en 1799 y se proclamó emperador en 1804. Cuando Napoleón fue derrotado en 1814 por una coalición de monarquías europeas, Francia y otras naciones vivieron un período de restauración absolutista.

También se suele incluir en este ciclo atlántico de revoluciones burguesas a la Revolución haitiana (1791) y a los procesos revolucionarios e independentistas hispanoamericanos de comienzos del siglo XIX.

Las revoluciones burguesas del siglo XIX

Revolución burguesa
Las revoluciones de 1848 fueron conocidas como “la primavera de los pueblos”.

Las oleadas revolucionarias del siglo XIX, reconocidas por algunos historiadores como revoluciones burguesas, fueron:

  • Las revoluciones de 1820. Fueron una reacción liberal contra la restauración monárquica que había seguido a la derrota de Napoleón en 1814. Este fenómeno revolucionario tuvo su principal manifestación en España contra el absolutismo borbónico, lo que dio como resultado el trienio liberal (1820-1823) que luego fue reemplazado por una nueva restauración absolutista. En Grecia comenzó la guerra de independencia (1821-1830) contra el Imperio otomano que contó con el apoyo de potencias europeas y dejó el camino abierto a la instauración de una monarquía constitucional.
  • Las revoluciones de 1830. Fueron una sucesión de movimientos con tendencias liberales y nacionalistas que se difundieron en países como Bélgica (que obtuvo su independencia frente a los Países Bajos), Italia, Alemania y Polonia, la mayoría de ellos fracasados. Estos episodios se originaron en Francia, donde la llamada “Revolución de Julio”, protagonizada por burgueses y sectores populares de París, derrocó al monarca de la casa de Borbón, estableció una monarquía constitucional presidida por Luis Felipe de Orleans, y se propuso restablecer derechos y libertades que habían sido conquistados durante la Revolución francesa, entre ellos el principio de la soberanía nacional.
  • Las revoluciones de 1848. Fueron una serie de levantamientos contra las monarquías europeas, conocidos genéricamente como “la primavera de los pueblos”, que se inspiraron en el nacionalismo y el liberalismo e involucraron a sectores burgueses y populares. Por ejemplo:
    • La lucha por la unificación de Alemania, que llevó a la redacción de una Constitución para instaurar una monarquía constitucional, pero se frustró cuando el rey de Prusia rechazó ser nombrado emperador de Alemania.
    • Las revoluciones en Italia contra el dominio austríaco y a favor de un modelo republicano y de unificación, que fueron pronto derrotadas.
    • La revolución húngara contra el Imperio austríaco, que llegó a proclamar la independencia pero fue finalmente vencida.

En Francia, una coalición de sectores de la pequeña burguesía y el proletariado se manifestó contra la monarquía de Luis Felipe de Orleans y logró instaurar la Segunda República francesa. Esta se hizo eco inicialmente de demandas sociales y, tras la celebración de elecciones con sufragio universal masculino, el triunfo de sectores conservadores provocó cambios en la dirección del gobierno que alentaron protestas de las clases bajas y una reacción represiva del gobierno. En 1852, el presidente electo, Luis Bonaparte (hermano de Napoleón), abandonó el sistema republicano y se proclamó emperador.

La revolución de febrero de 1917 en Rusia (que tuvo lugar en marzo, según el calendario gregoriano) también es considerada por algunos historiadores como una revolución burguesa, por su tendencia liberal que llevó a la instauración de un gobierno provisional integrado por liberales y socialistas moderados.

Sin embargo, en noviembre del mismo año, una insurrección dirigida por el partido bolchevique, conocida como Revolución de Octubre (según el calendario juliano), estableció un cambio de régimen afín a la idea marxista de “dictadura del proletariado”.

Características de las revoluciones burguesas

Revoluciones Francesas
Una de las formas políticas propiciadas por las revoluciones burguesas fue la república.

Si bien cada proceso revolucionario tuvo sus particularidades, se pueden resumir algunas características generales de las revoluciones burguesas:

  • Las revoluciones burguesas fueron protagonizadas por sectores burgueses y, en algunos casos, también por sectores populares (como campesinos o trabajadores urbanos). El objetivo general era la conquista del poder político por la burguesía y la implementación de reformas liberales.
  • Las revoluciones burguesas fracasaron en algunos casos y triunfaron en otros, pero en general propiciaron cambios en el orden jurídico e institucional, por lo que permitieron el cambio del Antiguo Régimen (sostenido en los privilegios feudales de la nobleza, el clero y las monarquías absolutas) por un estado liberal o burgués.
  • Las formas que adquirieron los regímenes liberales y democráticos, instaurados por las revoluciones burguesas, fueron la república (con la elección de un presidente a través del sufragio) o la monarquía constitucional, que conservaba la figura de un rey pero limitaba su poder a través del parlamento.
  • Las revoluciones burguesas conllevaron un cambio en la estructura jurídica, que amplió derechos políticos, económicos y sociales. Se redactaron constituciones que pasaron a ser la ley suprema del estado y que proclamaron los derechos y deberes de los individuos, la igualdad ante la ley, la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), y las libertades civiles y económicas como la defensa de la propiedad privada.
  • Las revoluciones burguesas impulsaron el principio de la soberanía nacional, que negaba el derecho divino a gobernar asumido por los monarcas absolutistas y, en cambio, depositaba el poder en los ciudadanos. Esto justificaba la celebración de elecciones democráticas en detrimento de los derechos hereditarios. Sin embargo, en muchas ocasiones el ejercicio de esta soberanía no alcanzó a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, pues si bien hubo momentos en que se implementó el sufragio universal masculino, fue muy común el sufragio censitario (es decir, limitado a las personas que tenían cierta cantidad de propiedades o que sabían leer y escribir).
  • En algunos casos, las revoluciones burguesas lograron la satisfacción de demandas sociales de sectores populares, pero a la larga se amplió la separación de intereses entre burgueses y trabajadores (como obreros y jornaleros), lo que motivó la organización obrera y la difusión del socialismo.
  • Las revoluciones burguesas podían o no recurrir al uso de la violencia, pero la mayor parte del tiempo esta fue habitual. Por otro lado, los cambios podían implementarse de forma inmediata o paulatina, pero dadas las dificultades de su aplicación debido a las reacciones restauradoras, en general se fueron concretando de forma gradual.

Consecuencias de las revoluciones burguesas

Revolución Burguesa
El protagonismo político de la burguesía fue irreversible.

En Estados Unidos, la independencia respecto al Imperio británico instauró un régimen republicano y federal que no estuvo exento de conflictos militares, como la Guerra de Secesión  (1861-1865) que enfrentó a los estados industriales del norte contra los estados esclavistas del sur. El triunfo del norte permitió la abolición de la esclavitud y la consolidación de la burguesía industrial.

En Europa, algunas de las revoluciones burguesas fueron exitosas en un primer momento, pero las reacciones conservadoras hicieron que los triunfos revolucionarios fueran efímeros (como demuestran la proclamación en Francia del Primer Imperio en 1804 y del Segundo Imperio en 1852, o las victorias de la restauración absolutista luego de las revoluciones de 1820 y 1830 en diversos países).

Sin embargo, en un contexto de modernización de la economía y de expansión a nivel mundial del capitalismo (por efecto de la Revolución Industrial y de la Segunda Revolución Industrial), el creciente protagonismo político de la burguesía se convirtió en un fenómeno irreversible. Luego de 1848, algunos regímenes monárquicos se vieron obligados a adoptar medidas liberales o democráticas, y los privilegios feudales fueron en general suprimidos, lo que para algunos historiadores marcó el fin de la época de la restauración en Europa.

Algunos procesos de cambio, como las respectivas unificaciones de Italia y Alemania o la formación de una república en Francia, se concretaron en la década de 1870. La participación política de sectores burgueses (liberales o conservadores) caracterizó a las décadas finales del siglo XIX y al siglo XX.

Las revoluciones burguesas también fueron importantes para la historia del socialismo  y la organización obrera. Según algunas interpretaciones, la participación conjunta de sectores obreros y burgueses en algunos episodios como la Revolución de 1848 en Francia, y la posterior separación de estos sectores cuando el gobierno republicano dio un giro conservador, contribuyeron a otorgar una conciencia al proletariado como clase, con intereses contrarios a los de la burguesía. Esto pudo incidir en el despliegue de la actividad política del movimiento obrero durante la segunda mitad del siglo XIX.

Referencias

  • Britannica, Encyclopaedia (2022). French Revolution. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com
  • Britannica, Encyclopaedia (2022). Revolutions of 1848. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com
  • Hobsbawm, E. (1997). La era de la revolución (1789-1848). Crítica.
  • Jones, P. (1991). The 1848 Revolutions. Routledge.

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Gayubas, Augusto (24 de octubre de 2024). Revoluciones burguesas. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 5 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/revoluciones-burguesas/.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 24 de octubre de 2024
Fecha de publicación: 24 de febrero de 2017

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