Te explicamos qué es el Romanticismo literario y cuáles son características fundamentales. Además, su origen y sus principales obras y autores.
¿Qué es el Romanticismo literario?
El Romanticismo literario es la vertiente literaria del Romanticismo, un importante movimiento estético, filosófico y artístico surgido en la Europa del siglo XVIII. El Romanticismo se opuso a los planteamientos racionalistas y cosmopolitas de la Ilustración, así como a la sociedad que estaba construyendo el incipiente capitalismo burgués.
El Romanticismo literario, también llamado “literatura romántica” o “literatura del Romanticismo”, tiene como rasgo central todo aquello vinculado al “espíritu romántico”: el énfasis en la subjetividad artística, la inspiración del autor, lo onírico, lo original y lo local. Por eso, la literatura romántica recuperó el valor del folklore de cada país y exaltó el nacionalismo, el cristianismo y el genio creador del poeta, entendido como una persona sensible e iluminada por las musas.
El Romanticismo literario no fue un movimiento uniforme ni unitario, sino que ocurrió a lo largo de distintas etapas. Tuvo su apogeo a comienzos del siglo XIX, en plena entrada a la modernidad contemporánea, y su declive hacia finales del mismo siglo, cuando cedió paso a otras vertientes literarias, como el simbolismo y el parnasianismo. Sin embargo, a pesar de tratarse de una tendencia literaria decimonónica, su influencia estética alcanza mucha de la literatura del presente.
- Ver además: Arte en el Romanticismo
Origen del Romanticismo literario
Breve historia del término “romántico”
El término “romántico” proviene del latín romanice (“habla de los romanos”), que fue como se llamó, alrededor del siglo VIII, a las nuevas lenguas nacidas del latín, o sea, a las “lenguas romances”. Por extensión, también se llamó “romances” a las primeras composiciones literarias escritas en esas lenguas, como los cantares de gesta y los poemas líricos amorosos.
Más tarde, en el siglo XVII, el término se rescató como sinónimo de “pintoresco”, sobre todo para describir las pinturas paisajísticas que remitían al pasado medieval; y con ese sentido se extendió a “literatura romántica”, dada su revalorización del romance medieval. Desde entonces, la palabra se asoció con los amores trágicos e idealizados que se representaban con frecuencia en esas obras, y con ese sentido llegó hasta el presente.
A diferencia del resto de las vertientes del Romanticismo, la literatura romántica surgió de manera tardía, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, como la cristalización de un movimiento prerromántico sumamente diverso en sus valores estéticos.
Su punto de partida se suele ubicar en Alemania, tras las obras de diferentes poetas paisajistas como Albrecht von Haller (1708-1777) y Friedrich Gottlieb Klopstock (1724-1803). Estos influyeron en la obra de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), quien es considerado como el precursor directo del Romanticismo literario alemán.
La publicación en 1774 de la novela de Goethe Las penas del joven Werther, así como la de los Himnos a la noche (1800) de Novalis (1772-1801) se consideran hitos iniciales en la historia de la literatura romántica. A ellas se suma, en 1798, la aparición en Inglaterra de Baladas líricas y otros poemas, de William Wordsworth (1770-1850) y Samuel Taylor Coleridge (1772-1834).
En los años posteriores, el movimiento se extendió a Francia, España, Polonia, Escandinavia y el resto de Europa.
Características del Romanticismo literario
En términos generales, las características del Romanticismo literario pueden resumirse en: el predominio de la pasión; la revaloración de lo nacional y lo folklórico; la exaltación de la individualidad y la libertad creativa; la recurrencia a la fantasía, el terror y lo siniestro; y cierto pesimismo y solemnidad en la representación del sufrimiento. Además, el movimiento tendió a ser muy diverso en cuestión de géneros literarios.
La pasión en contra de la razón
La literatura romántica heredó de los movimientos previos un predominio de la pasión y la acción como fuerzas humanas centrales, por encima de la racionalidad. Es decir que su visión del ser humano se centraba en las pasiones y las emociones, así como en el sueño y la inspiración, como alternativas a la visión racionalista de la Ilustración.
Por lo tanto, son comunes los relatos oníricos y apasionados, en los que aparecen sustancias como el láudano, el opio y el alcohol. Asimismo, sus personajes suelen verse envueltos en crímenes, misterios, aventuras y otras situaciones excepcionales y extraordinarias.
La revaloración de lo nacional y lo folklórico
Si la Ilustración defendía el cosmopolitismo y lo universal del ser humano, el Romanticismo valoró más bien lo nacional, lo individual y lo popular. Apostaba por los valores populares, y no por el mundo preindustrial y la idea del progreso a través de las ciencias.
En ese sentido, sus obras literarias se propusieron recuperar los relatos folklóricos y las leyendas locales, y abrazaron la poesía paisajística que enaltecía la geografía nacional. Así, se privilegió el escenario rural por encima del urbano, dado que se consideraba que los valores de lo patrio se hallaban lejos de las ciudades y de la sociedad burguesa.
Por otro lado, el paisaje dejó de ser el mero escenario de la acción y pasó a ser un tópico en sí mismo, dotado de un halo simbólico que operaba como reflejo de la emocionalidad y la subjetividad del poeta.
La subjetividad y la individualidad por encima del método
Entre los valores del Romanticismo literario, se halló la exaltación de la originalidad de la obra, comprendida como un reflejo del genio del artista, o sea, de sus tormentos, sus sufrimientos y su sensibilidad individual. En consecuencia, los poetas y escritores románticos se alejaron de los métodos y las reglas, para explorar libremente su subjetividad.
Esto se tradujo en obras que perseguían la libertad, es decir, que sometían sus formas no a la idea de lo correcto, de lo que se rigiera por el canon, sino a la libre expresión del carácter único del autor.
Así, por ejemplo, en el teatro, se rompió con la máxima aristotélica de las tres unidades dramáticas (acción, tiempo y lugar), y se procedió a mezclar lo trágico, lo cómico, la prosa y el verso, dando origen al llamado drama romántico. De modo similar, la poesía volvió a la métrica del medioevo o creó la suya propia, empleó sobre todo el verso corto y dio origen a novedosas formas líricas, muchas de las cuales no sobrevivieron al propio Romanticismo.
El pesimismo y la exaltación del sufrimiento
En su empeño por retratar los sentimientos, la literatura romántica exaltó los sentimientos y la emocionalidad. Así, creó las figuras del artista atormentado por su sensibilidad y del enamorado torturado por su amor. Este último a menudo acompañado de una amada enferma, muerta o moribunda.
Los relatos románticos suelen tener desenlaces lúgubres y trágicos, sometidos a la idea del destino inexorable. Los suicidios son comunes entre sus protagonistas, siendo el ícono al respecto el joven Werther de Goethe. También abundan los versos oscuros y melancólicos, como los de Himnos a la noche de Novalis, en los que la amada muerta se equipara simbólicamente con Jesucristo.
Al mismo tiempo, el amor libre y el rechazo a la moral burguesa son temas comunes en las obras literarias del Romanticismo.
La fantasía, el terror y lo siniestro
Como consecuencia de su rechazo al realismo, en la literatura romántica abundan los seres fantásticos, como monstruos, fantasmas, hadas, duendes, demonios y otras criaturas provenientes de distintas tradiciones culturales.
Sus relatos suelen abordar temas siniestros y tabúes, como el suicidio, el tiranicidio, las invocaciones, entre otros, lo cual hizo que estas ficciones fueran consideradas en la época como de “mal gusto”. El mejor ejemplo de ello fueron las llamadas novelas góticas, como Frankenstein o el moderno Prometeo (1818),de Mary Shelley (1797-1851); El vampiro (1819), de William Polidori (1795-1821); o incluso Drácula (1897),de Bram Stoker (1847-1912).
De modo similar, sus héroes suelen ser rebeldes, antihéroes, piratas, libertinos, bandoleros o marginales que rechazan las normas de la sociedad. En su lugar, optan por volver a las raíces y a lo natural.
La enorme diversidad de géneros
Dos géneros literarios protagonizaron la literatura romántica: la poesía y el teatro. Cada uno de ellos abarcó un conjunto diverso de subgéneros y variantes, dado que el movimiento romántico fue muy dado a la innovación y a la ruptura de las formas. El ensayo fue también un género muy importante, ya que muchos escritores románticos eran también filósofos y pensadores.
Sin embargo, en el siglo XIX, la novela ganó una importante predominancia, especialmente en Francia y América Latina, regiones a las que el movimiento llegó un poco más tarde que al resto.
Las vertientes nacionales del Romanticismo
El Romanticismo literario fue sumamente popular en Europa y luego en América, continente al que llegó tarde pero con fuerza, sobre todo a América Latina. Dados sus intereses nacionalistas, es común estudiarlo según países o regiones.
Romanticismo alemán
El Romanticismo literario alemán fue el primero en originarse. Gracias a él, el movimiento se expandió por Europa.
Entre sus principales obras y autores, destacan:
- Los bandidos (1781) y La doncella de Orleans (1801), de Friedrich Schiller (1759-1805).
- Hiperión o El eremita en Grecia (1797), de Friedrich Hölderlin (1770-1843).
- Himnos a la noche (1800), de Novalis (1772-1801).
- El libro de las canciones (1827), de Heinrich Heine (1797-1856).
- Fausto (1832), de Johan Wolfgang von Goethe (1749-1832).
- Woyzeck (1837), de Georg Büchner (1813-1837).
Romanticismo inglés
El Romanticismo inglés fue una de las vertientes literarias románticas más conocidas y celebradas. Surgió casi a la par que en Alemania y manifestó cierto apego por la Edad Media y sus relatos, la novela histórica y la desconfianza ante el naciente imperio de las ciencias humanas.
Entre sus principales obras y autores, destacan:
- Balada del viejo marinero (1798), de Samuel Taylor Coleridge (1772-1834).
- Baladas líricas (1798), de William Wordsworth (1770-1850).
- Canciones de inocencia y de experiencia (1798), de William Blake (1757-1827).
- Ozymandias (1818), de Percy Bysshe Shelley (1792-1822).
- Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), de Mary Shelley (1797-1851).
- Las peregrinaciones de Childe Harold (1818), de Lord Byron (1788-1824).
- Oda a una urna griega (1819) y Oda a un ruiseñor (1819), de John Keats (1795-1821).
- Ivanhoe (1820), de Walter Scott (1771-1832).
- Confesiones de un inglés comedor de opio (1821), de Thomas de Quincey (1785-1859).
Romanticismo francés
El Romanticismo francés tuvo su auge durante el siglo XIX, y echó mano a las lenguas provenzales y a la tradición francesa previa a la Revolución francesa y al pensamiento racionalista.
Entre sus principales obras y autores, destacan:
- Los mártires (1804) y Memorias de ultratumba (1848, póstuma), de Francois-René de Chateaubriand (1768-1848).
- Los tres mosqueteros (1844) y El conde de Montecristo (1845), de Alexandre Dumas (padre, 1802-1870).
- La dama de las camelias (1848), de Alexandre Dumas (hijo, 1824-1895).
- Las quimeras (1854), de Gérard de Nerval (1808-1855).
- Los miserables (1862), de Víctor Hugo (1802-1885).
Romanticismo italiano
La vertiente italiana, aunque tardía, estuvo fuertemente inspirada en el Romanticismo alemán. Tanto fue así que la primera novela italiana moderna, escrita en este periodo, se hizo a imagen y semejanza de Las penas del joven Werther, de Goethe.
Entre sus principales obras y autores, destacan:
- Canciones (1821) y Cantos (1831), de Giácomo Leopardi (1798-1837).
- Adelchi (1822) y Los novios (1827), de Alessandro Manzoni (1785-1873).
Romanticismo ruso
El Romanticismo ruso fue una vertiente de gran importancia, pues autorizó la lengua rusa a la creación literaria, algo que no se estilaba hasta su llegada. Surgió a principios del siglo XIX y se caracterizó por grandes poemas épicos y nacionalistas.
Entre sus principales obras y autores, destacan:
- Experiencias (1817), de Konstantin Batiushkov (1787-1855).
- Eugenio Oneguin (1825), deAlexander Pushkin (1799-1837).
Romanticismo español
Dada la historia de oscurantismos de España, el Romanticismo literario llegó tarde, a mediados del siglo XIX, y sostuvo allí una vertiente más íntima, poco dada a los temas sociales y políticos.
Entre sus principales obras y autores, destacan:
- Don Juan Tenorio (1844), de José Zorrilla (1817-1893).
- Rimas y leyendas (1871), de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870).
- Cantares gallegos (1863), de Rosalía de Castro (1837-1885).
Romanticismo estadounidense
El Romanticismo estadounidense estuvo encabezado principalmente por la figura de Edgar Allan Poe y sus seguidores, dando pie a la novela policial y a la novela gótica.
Entre sus principales obras y autores, destacan:
- La caída de la Casa Usher (1839) y Los crímenes de la calle Morgue (1841), de Edgar Allan Poe (1809-1849).
- Una semana en los ríos Concord y Merrimack (1849), de Henry David Thoreau (1817-1862).
Romanticismo latinoamericano
A lo largo de sus distintos países, América Latina heredó de España la literatura romántica. El Romanticismo literario fue allí especialmente prolífico, muy vinculado con el espíritu político nacional. Se destacó sobre todo en países como México, Argentina, Colombia, Cuba y Venezuela.
Entre sus principales obras y autores y obras, destacan:
- La cautiva (1837) y El matadero (1871, póstumo), del argentino Esteban Echeverría (1805-1851).
- Facundo (1845), del argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888).
- María (1867), del colombiano Jorge Isaacs (1837-1895).
- Cuentos morales para niños formales (1869), del colombiano Rafael Pombo (1833-1912).
- El gaucho Martín Fierro (1872), del argentino José Hernández (1834-1886).
- Vuelta a la patria (1877), del venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde (1846-1892).
- Flores del destierro (1878-1895) y Nuestra América (1891), del cubano José Martí (1853-1895).
- Los de abajo (1916), del mexicano Mariano Azuela (1873-1952).
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Referencias
- Melián Lafinur, A. (1954). El romanticismo literario. Editorial Columba.
- The Editors of the Encyclopaedia Britannica. (2024). Romanticism. Encyclopaedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Ward, G. (1994). Romantic Literature. A Guide to Romantic Literature, 1780-1830. Bloomsbury.
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