Período de entreguerras (tercera etapa)

Te explicamos qué fue el período de entreguerras y cómo fueron los años 1933 a 1939.

El ascenso de Hitler al poder en Alemania señaló el camino hacia la guerra.

¿Qué fue el período de entreguerras?

El período de entreguerras fue la etapa que comenzó tras el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y que terminó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Los años finales de esta etapa, entre 1933 y 1939, fueron testigos del ascenso al poder de Adolf Hitler en Alemania y del comienzo del rearme y la expansión nazi en Europa, así como de la formación de la alianza entre la Alemania nazi, la Italia fascista y el Imperio del Japón.

Esta alianza, conocida como Eje Roma-Berlín-Tokio, se enfrentó en la Segunda Guerra Mundial con las potencias aliadas (lideradas por el Reino Unido, Francia, la Unión Soviética, Estados Unidos y China).

Algunos hechos críticos que tuvieron lugar en los años finales del período de entreguerras fueron: la invasión italiana de Etiopía, la remilitarización de la región alemana de Renania, la guerra civil española, el inicio de la guerra chino-japonesa y la anexión alemana de Austria (conocida como Anschluss).

Puntos clave

  • La fase final del período de entreguerras (1933-1939) estuvo caracterizada por el ascenso del nazismo en Alemania, que impulsó el rearme alemán (lo que vulneró el Tratado de Versalles firmado en 1919) y comenzó una política expansionista en Europa que derivó en la Segunda Guerra Mundial.
  • Durante estos años, Alemania remilitarizó Renania, se anexó Austria (Anschluss) e invadió Checoslovaquia. Además, forjó una alianza con la Italia fascista y el Imperio del Japón, y firmó un pacto de no agresión con la URSS.
  • Hacia el final del período de entreguerras estalló la guerra civil española (1936-1939) entre el gobierno republicano y el bando “nacional” o sublevado. Italia invadió Etiopía (1936) y en Asia estalló la guerra chino-japonesa (1937-1945).
Línea de tiempo del período de entreguerras

La política alemana (1931-1935)

A partir de 1929, el impacto de la Gran Depresión y la muerte de Gustav Stresemann (ministro de Asuntos Exteriores alemán, que había promovido un acercamiento entre Alemania y Francia) provocaron en Alemania un endurecimiento de su política externa, perceptible incluso antes de la llegada al poder del nazismo. 

La política iniciada por el canciller Heinrich Brüning en 1930 estuvo marcada por tres propósitos:

  • Acabar con el pago de las reparaciones de guerra que Alemania debía a los Aliados desde el fin de la Primera Guerra Mundial (este propósito fue alcanzado con la Moratoria Hoover de 1931 y la Conferencia de Lausana de 1932).
  • Establecer una unión aduanera con Austria (este proyecto fue frenado por la acción conjunta de Francia y el Reino Unido).
  • Conseguir la igualdad de derechos con las demás potencias en el terreno armamentístico (frente a las limitaciones que le había impuesto el Tratado de Versalles de 1919).

Sin embargo, el nombramiento de Adolf Hitler como canciller alemán en 1933 inauguró una nueva política exterior que reflejaba las ideas expansionistas y militaristas expresadas por el líder nazi en su libro Mein Kampf (Mi lucha). El objetivo central de Hitler era destruir el orden creado en Versalles, y para ello se planteó dos metas inmediatas: crear unas fuerzas armadas poderosas y anexionar al Reich (estado alemán) los territorios fuera de sus límites, que estaban habitados por población germana.

En 1933, Alemania abandonó la Conferencia de Desarme y la Sociedad de Naciones, e inició el rearme clandestino. Sin embargo, Hitler necesitaba consolidar su poder en Alemania, por lo que sus primeras políticas diplomáticas fueron moderadas. 

En enero de 1934, Alemania y Polonia firmaron un pacto de no agresión por el que ambos países acordaban la exclusión de las medidas de fuerza para resolver sus conflictos territoriales. De este modo, Hitler consiguió debilitar los lazos de Francia con Polonia.

El momento más grave de esta fase tuvo lugar en Austria cuando el canciller austríaco, Engelbert Dollfuss, fue asesinado en un intento de golpe de Estado de los nazis de Austria (apoyados por el nazismo alemán) en julio de 1934. 

Benito Mussolini, líder de la Italia fascista, aspiraba a que Austria estuviera bajo la influencia italiana, por lo que envió tropas a la frontera ítalo-austríaca. El golpe nazi fracasó y Hitler comprendió las dificultades que acarreaba intentar llevar a cabo el Anschluss (la anexión alemana de Austria) sin el acuerdo de Mussolini.

En 1935 se produjeron dos hechos importantes:

  • En primer lugar, en cumplimiento de lo estipulado en el Tratado de Versalles, se celebró un plebiscito en el territorio del Sarre, hasta ese momento administrado por Francia. La victoria de la posición partidaria del retorno al Reich alemán y la consiguiente recuperación alemana del Sarre reforzaron la política nacionalista de Hitler.
  • En segundo lugar, Hitler anunció el restablecimiento del servicio militar obligatorio en Alemania.

La reacción diplomática francesa (1934-1935)

Francia era el país más amenazado por la política revisionista de Hitler (es decir, la política que buscaba revisar y desafiar el Tratado de Versalles). El 17 de abril de 1934, el gobierno francés publicó una nota diplomática en la que denunció el rearme alemán y proclamó la determinación francesa de defenderse por sí misma.

Francia inició una vigorosa actividad diplomática a lo largo de toda Europa, a través del nuevo ministro de Asuntos Exteriores francés, Louis Barthou, quien desde febrero de 1934 intentaba conseguir que Alemania garantizara el respeto a sus fronteras orientales. Fruto de esta actividad diplomática fue la aproximación del gobierno francés a la Unión Soviética (URSS) y a la Italia de Mussolini.

Louis Barthou (1862-1934). Louis Barthou fue un político conservador francés que ejerció diferentes funciones de gobierno a comienzos del siglo XX, entre ellas la de Primer Ministro, Senador y Ministro de Justicia. En el periodo de entreguerras, fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores y trabajó por el reconocimiento de las fronteras francesas dentro de Europa. Gracias a su labor diplomática, logró que la Sociedad de las Naciones aceptara a la Unión Soviética. 
Louis Barthou murió en octubre de 1934, a causa de un atentado contra el rey Alejandro I de Yugoslavia. Ambos se encontraban en una reunión diplomática, cuando un militante de extrema derecha entró al recinto, disparó contra el monarca y ambos resultaron muertos.

El reingreso de la Unión Soviética en el concierto internacional (1933-1935)

El antibolchevismo del gobierno nazi y el rearme alemán provocaron un cambio en la orientación de la diplomacia soviética. A partir de 1933, el gobierno soviético proclamó que no aspiraba a revisar los tratados de 1919 y firmó acuerdos bilaterales de no agresión con casi todos sus vecinos. La culminación de este proceso llegó en septiembre de 1934 con el ingreso de la Unión Soviética en la Sociedad de Naciones.

La amenaza nazi también motivó un cambio en la orientación política de la Komintern o Internacional Comunista (la organización que agrupaba a los partidos comunistas de diversas partes del mundo). Iósif Stalin, líder de la Unión Soviética, ordenó el abandono de la táctica de clase contra clase y, en agosto de 1935, el VII Congreso de la Komintern declaró que el fascismo constituía una grave amenaza para la Unión Soviética y para la paz mundial.

De este modo, se autorizó la búsqueda de alianzas con otros sectores de la izquierda y con la burguesía progresista para construir alianzas antifascistas. Los ejemplos más claros de esta orientación fueron los Frentes Populares formados en Francia y España.

El Frente de Stresa y el pacto franco-soviético (1935)

En octubre de 1934, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Louis Barthou, fue asesinado por un nacionalista croata y fue sucedido por Pierre Laval. El nuevo ministro cambió las prioridades: la alianza con Italia adquirió más importancia que el pacto con la Unión Soviética. Además, Laval adoptó una política más conciliadora con Alemania.

La aproximación entre Francia e Italia se inició en enero de 1935, cuando se puso fin a las diferencias en los asuntos coloniales y en torno a la región del Danubio. Este acuerdo franco-italiano se amplió rápidamente al Reino Unido. 

La implantación del servicio militar obligatorio en Alemania precipitó una reunión el 11 abril de 1935, llamada Conferencia de Stresa. Las tres potencias declararon su apoyo a la independencia de Austria, su crítica a la política armamentística de Hitler y su oposición a cualquier abandono de los tratados de 1919 que pudiera poner en peligro la paz en Europa. A este acuerdo se lo llamó Frente de Stresa.

En mayo de 1935, se firmó el Pacto franco-soviético, que estableció la ayuda mutua en caso de agresión no provocada. Sin embargo, Laval se negó a añadir una convención militar que definiera la forma de coordinar las acciones de sus ejércitos, lo que le quitó vigor al pacto.

La actitud británica tampoco ayudó a proyectar una imagen de firmeza ante Hitler. También en mayo de 1935, se firmó el Acuerdo naval germano-británico por el que el Reino Unido dio su reconocimiento al desarrollo naval alemán, aun cuando el acuerdo lo limitaba a una flota que no debía superar el 35 % de la armada británica.

Pese a todo, el pacto entre Francia y la Unión Soviética fue un paso importante a la hora de construir la gran coalición antihitleriana que había sido ideada por Barthou. La firma de un pacto de ayuda mutua entre la Unión Soviética y Checoslovaquia reforzó la red de alianzas promovida por Francia.

Las tres crisis de 1935-1936

La crisis de Etiopía (1935-1936)

La invasión italiana de Etiopía distanció a Mussolini de los gobiernos francés y británico.

Entre 1935 y 1936 se produjeron tres grandes crisis que determinaron la ruptura del Frente de Stresa (entre Francia, el Reino Unido e Italia) y desencadenaron la configuración del bloque germano-italiano que prefiguró el bando del Eje de la Segunda Guerra Mundial.

La primera crisis se inició en 1935 en Etiopía (también llamada en ese entonces Abisinia), que junto a Liberia era el único territorio africano libre de la dominación europea y formaba parte de la Sociedad de Naciones.

Mussolini aspiraba a la anexión del territorio y, pese a las amenazas británicas (que se concretaron con el despliegue de la armada británica en el puerto de Alejandría), Italia inició el ataque en octubre de 1935. El 7 de octubre, la Sociedad de Naciones condenó el ataque italiano y acordó sanciones económicas contra Italia. 

Sin embargo, las medidas no tuvieron mayor efecto dado que no se adoptó el embargo de petróleo (una medida que podía haber afectado a la industria italiana) debido a la negativa de Estados Unidos.

En diciembre de 1935, como reacción a la actitud franco-británica, Mussolini denunció el Frente de Stresa. En mayo de 1936, las tropas fascistas conquistaron la capital Addis-Abeba y el gobierno italiano proclamó la anexión de Etiopía. La Sociedad de Naciones se mostró impotente mientras que Italia se alejó de Francia y del Reino Unido y comenzó a acercarse a la Alemania de Hitler.

La remilitarización de Renania (1936)

La segunda crisis de este período comenzó el 7 de marzo de 1936 con la reocupación militar alemana del territorio desmilitarizado de Renania (la región junto al río Rin). Se trataba de una ruptura flagrante del Tratado de Versalles (1919) y del Tratado de Locarno (1925).

Varios historiadores coincidieron en que, si los países aliados hubieran frenado a Hitler en ese momento, la situación internacional posterior hubiera sido muy diferente. Sin embargo, el gobierno francés, presidido por el primer ministro Albert Sarraut, vaciló y se limitó a aceptar el hecho consumado. Por su parte, el gobierno británico protestó pero no reaccionó.

En 1936, Mussolini decidió concentrar su política expansionista en el Mediterráneo y evitar enfrentamientos con Alemania por la región del Danubio en Europa (dadas las aspiraciones de Hitler sobre Austria). En adelante, Mussolini y Hitler serían aliados. La guerra que estaba a punto de estallar en España fue la primera demostración de esta nueva situación.

La guerra civil española (1936-1939)

Alemania e Italia apoyaron al bando de Franco con material militar y tropas.

La tercera gran crisis de este período fue el estallido de la guerra civil española el 17 de julio de 1936. En este conflicto se entrecruzaron los intereses estratégicos de las potencias con los compromisos ideológicos del momento.

La Alemania nazi y la Italia fascista decidieron desde un principio ofrecer su ayuda militar a los rebeldes o “nacionales”, dirigidos por Francisco Franco. De este modo, conseguían ventajas estratégicas (Italia continuaba su política de expansión mediterránea y Alemania conseguía un aliado que amenazara la retaguardia francesa). Además, colaboraban con un aliado ideológico en su lucha contra los sistemas democráticos y las ideologías socialistas y obreras. El gobierno de Portugal también prestó su ayuda a Franco.

La Unión Soviética, por otro lado, decidió apoyar al gobierno de la Segunda República. De este modo, no solo se enfrentaba a la expansión del fascismo, sino que alejaba el conflicto hacia el otro extremo de Europa.

Las grandes potencias democráticas tuvieron una actitud muy distinta. El Reino Unido estaba decidido a mantenerse neutral. La influencia fascista en la península ibérica ponía en peligro la base británica en Gibraltar y eso generaba preocupación en el gobierno conservador.   Los británicos veían con preocupación la influencia fascista en España pero decidieron no apoyar a la Segunda República por temor a la orientación revolucionaria del bando republicano. Por otro lado, el gobierno francés, pese a estar presidido por el Frente Popular, siguió la decisión del gobierno británico.

Se creó así el denominado Comité de No Intervención, que tenía la misión de supervisar el cumplimiento del pacto de no intervención en el conflicto español por parte de las potencias democráticas. 

El Eje Roma-Berlín y el pacto Antikomintern (1936)

La intervención conjunta en la guerra civil española estrechó el acercamiento entre los gobiernos alemán e italiano. En octubre de 1936 fue firmada una declaración de amistad y comunidad de puntos de vista en el terreno internacional entre Alemania e Italia. Mussolini se refirió a este entendimiento como la “Vertical Roma-Berlín”, que pasó a ser conocida como el Eje Roma-Berlín.

En noviembre de 1936, Alemania y el Imperio del Japón firmaron el Pacto Antikomintern, un acuerdo contrario a la Internacional Comunista (aunque, en principio, no se proclamaba antisoviético). Italia se unió al pacto en 1937 y la España de Franco lo hizo en 1939, pocos días antes de vencer en la guerra civil española.

Los acontecimientos de 1936 habían fortalecido a las potencias fascistas y totalitarias. Las potencias occidentales habían visto seriamente debilitada su posición, mientras que la Unión Soviética continuaba aislada.

La guerra chino-japonesa (1937-1945)

La política agresiva de las potencias totalitarias dio un paso decisivo en 1937. Fortalecido por sus nuevos lazos con la Alemania de Hitler, el Imperio del Japón (que había adoptado una política militarista y expansionista en Asia oriental) inició en julio de 1937 la invasión de China desde Manchukuo. Comenzó así la guerra chino-japonesa.

La reacción de las potencias occidentales fue pasiva. Estados Unidos emitió protestas pero el presidente, Franklin D. Roosevelt, no quiso comprometer a su país en una aventura exterior. El Reino Unido y la Unión Soviética, que eran las potencias europeas más implicadas en Asia oriental, tenían demasiadas preocupaciones en Europa con el creciente expansionismo alemán.

La expansión de la Alemania nazi (1936-1939)

El argumento de Hitler para la expansión alemana era conseguir un espacio vital (Lebensraum) en el este para la comunidad alemana, con el objetivo de hacer frente a las dificultades económicas en Alemania. Los objetivos inmediatos fueron Austria y Checoslovaquia.

  • El Anschluss. Gracias al acercamiento entre Hitler y Mussolini, la anexión alemana de Austria (el Anschluss) se hizo  posible, pues el gobierno austríaco ya no contaba con la protección italiana contra el expansionismo alemán. El 12 de marzo de 1938, las tropas nazis invadieron Austria y al día siguiente se proclamó el Anschluss. Francia y el Reino Unido no reaccionaron, pues aplicaron la política de apaciguamiento (appeasement), defendida por el primer ministro británico, Neville Chamberlain. Esta política sostenía que había que ceder ante algunas reivindicaciones de Hitler para evitar una nueva guerra en Europa.
  • El Pacto de Múnich y la invasión de Checoslovaquia. La región de los Sudetes, poblada mayoritariamente por población alemana, había quedado incluida en Checoslovaquia tras los tratados de paz de 1919. Luego del Anschluss, Hitler amenazó con su anexión al Reich alemán. El Pacto de Múnich, firmado en septiembre de 1938 entre Francia, el Reino Unido, Alemania e Italia, decidió que Checoslovaquia cedería las zonas con mayoría alemana y Hitler no invadiría el resto del territorio checoslovaco. El 15 de marzo de 1939, Hitler incumplió el pacto, ocupó Checoslovaquia y estableció el Protectorado de Bohemia y Moravia. Eslovaquia se declaró independiente pero quedó bajo el patronazgo alemán. Alemania también anexó el puerto báltico de Memel y, en mayo, firmó el Pacto de Acero (un acuerdo militar) con Italia. 

La crisis polaca y el pacto de no agresión germano-soviético

Alemania y la URSS firmaron un pacto de no agresión y acordaron el reparto de Polonia.

En abril de 1939, Hitler exigió la restitución a Alemania de la ciudad báltica de Danzig (que en el Tratado de Versalles había sido declarada ciudad libre) y la construcción de un ferrocarril y una carretera extraterritoriales que cruzaran el “corredor polaco” para poner en contacto dicha ciudad con el territorio del Reich.

La tensión que surgió entre la amenaza alemana y la resistencia polaca continuó hasta que, el 23 de agosto de 1939, en un giro inesperado, la Alemania nazi y la Unión Soviética firmaron un Pacto de no agresión.

De este modo, Hitler se garantizaba la pasividad soviética ante un ataque alemán a Polonia, y Stalin obtenía importantes ganancias territoriales., El acuerdo incluía un arreglo secreto que implicaba el reparto del territorio polaco y la aceptación de la recuperación rusa de los territorios perdidos en 1918 (Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Besarabia).

Garantizada la neutralidad soviética, el ejército alemán invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. El 3 de septiembre, Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania.

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Referencias

  • Britannica, Encyclopaedia (2022). German-Soviet Nonaggression Pact. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Britannica, Encyclopaedia (2022). Nazism. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Cabrera, M., Juliá, S. & Martín Aceña, P. (comps.) (1991). Europa en crisis. 1919-1939. Editorial Pablo Iglesias.
  • Sevillano Calero, F. (2020). La Europa de entreguerras. El orden trastocado. Síntesis.
  • Stone, N. (2013). Breve historia de la Segunda Guerra Mundial. Ariel.

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Gayubas, Augusto (24 de octubre de 2024). Período de entreguerras (tercera etapa). Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 5 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/periodo-de-entreguerras-tercera-etapa/.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 24 de octubre de 2024
Fecha de publicación: 28 de septiembre de 2023

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