Período de entreguerras (segunda etapa)

Te explicamos qué fue el período de entreguerras, su contexto histórico y cómo fueron los años 1924 a 1933. Además, los tratados que se firmaron y alianzas que se formaron.

Entre 1924 y 1929 fueron años de concordia, entre 1929 y 1933 de escalada del conflicto.

¿Qué fue el período de entreguerras?

El período de entreguerras fue el lapso de tiempo que transcurrió entre el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Durante los primeros años de este período se firmaron tratados entre los países vencedores y los vencidos (como el Tratado de Versalles con Alemania), que establecieron acuerdos territoriales y reparaciones de guerra (especialmente onerosas para Alemania). También fueron años de dificultades económicas e intentos de reconstrucción en Europa luego de la devastación material provocada por la guerra.

A partir de 1924 se abrió una etapa de recuperación económica en Europa y de concordia entre estados, en ocasiones llamada “era Briand-Stresemann” (por el nombre de los ministros de asuntos exteriores de Francia y Alemania). Esta etapa de concordia comenzó a cerrarse con la Gran Depresión iniciada en 1929 y con una serie de acontecimientos que trazaron el camino hacia la Segunda Guerra Mundial, como la invasión japonesa de Manchuria en 1931 o el nombramiento de Adolf Hitler como canciller de Alemania en 1933.

Puntos clave

  • El período de entreguerras fue un lapso de tiempo de casi 21 años entre el final de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
  • La segunda etapa del período de entreguerras tuvo lugar entre los años 1924 y 1933 en la que se establecieron acuerdos entre los países vencedores y los vencidos, y hubo intentos de reconstrucción económica
  • A pesar de los acuerdos, se generaron nuevas situaciones de tensión política, debido a diferencias de intereses entre los países, que se combinaron con la crisis económica iniciada en 1929 y llevaron al ascenso del nazismo en Alemania en 1933.

El contexto histórico

A principios de 1924, luego de las dificultades económicas derivadas de la Primera Guerra Mundial que había concluido en 1918, las grandes potencias buscaban un acuerdo que permitiera alcanzar la estabilidad monetaria internacional:

  • Reino Unido trataba de restablecer el patrón-oro (que había abandonado durante la Primera Guerra Mundial).
  • Estados Unidos necesitaba que hubiera estabilidad monetaria en Europa para colocar allí sus excedentes financieros.
  • Alemania necesitaba préstamos internacionales para tratar de asentar su nueva moneda, el Rentenmark, que acababa de sustituir a un marco que había perdido su valor por la hiperinflación.
  • Francia debía tomar medidas para salvar su moneda, el franco, muy debilitada tras la invasión del Ruhr (región alemana ocupada por franceses y belgas en 1923).

Los gobiernos de Reino Unido y Estados Unidos forzaron a Francia y Alemania a negociar. En adelante, Francia inició una política exterior de subordinación a Reino Unido, consciente de su propia debilidad y de que la recuperación económica de Alemania convertiría nuevamente a este estado vecino en una amenaza.

El problema de las indemnizaciones: el plan Dawes (1924)

Un comité presidido por Charles Dawes redactó un plan de reducción de indemnizaciones.

En julio y agosto de 1924 se reunió la Conferencia de Londres con el objetivo de aplicar el denominado Plan Dawes. El plan, redactado por un comité presidido por el financiero estadounidense Charles Dawes, significó una notable reducción del volumen total de las deudas alemanas y un importante flujo de inversiones estadounidenses en Alemania con el objetivo de reflotar la economía alemana.

Se trataba básicamente de poner nuevamente en funcionamiento el sistema financiero mundial: los estadounidenses prestaban e invertían en Alemania, para que su renacida economía fuera capaz de cumplir con la obligación de las reparaciones o indemnizaciones de guerra y, así, los países europeos de la Entente (Francia, Italia, Reino Unido) pudieran pagar las deudas adquiridas con Estados Unidos durante el conflicto.

El nuevo ambiente de concordia y colaboración llevó a partir de 1924 a un corto período de bonanza económica en Europa. La euforia económica tuvo su correspondiente euforia política.

Los Tratados de Locarno (1925)

Los Tratados de Locarno garantizaron las fronteras occidentales de Alemania.

La propuesta de Gustav Stresemann (ministro de relaciones exteriores de Alemania) en febrero de 1925 de llegar a un reconocimiento legal de las fronteras occidentales de Alemania (establecidas en el Tratado de Versalles) encontró una rápida respuesta de Aristide Briand, recién nombrado ministro de asuntos exteriores de Francia.

Las negociaciones culminaron con la reunión de los representantes de las grandes potencias en la ciudad suiza de Locarno durante el mes de octubre de 1925. Gustav Stresemann por Alemania, Aristide Briand por Francia, Austen Chamberlain por Reino Unido, Benito Mussolini por Italia y Émile Vandervelde por Bélgica debatieron los grandes temas que afectaban a la seguridad europea. 

Los Tratados de Locarno fueron finalmente ratificados y firmados en Londres en diciembre de 1925.

El principal de los tratados era un pacto de garantía mutua de las fronteras occidentales de Alemania, que incluía la zona desmilitarizada de Renania (limítrofe con Francia y Bélgica). Alemania aceptó jurídicamente por primera vez sus fronteras con Francia y Bélgica aprobadas en el Tratado de Versalles (1919). Los tres países interesados firmaron el tratado, junto a Reino Unido e Italia como garantes.

La debilidad de los Tratados de Locarno fue la negativa de Alemania a firmar pactos similares con respecto a sus fronteras orientales, por lo que nunca reconoció sus nuevas fronteras con Polonia y Checoslovaquia. Precisamente en las fronteras orientales se inició posteriormente la crisis que llevó a la Segunda Guerra Mundial.

De todos modos, los Tratados de Locarno marcaron el inicio de un nuevo período de distensión, conocido como la era Briand-Stresemann, por el papel clave que jugaron los jefes de las diplomacias francesa y alemana en esos años. Un nuevo espíritu de concordia (el “espíritu de Locarno”) dominó la escena internacional hasta la llegada de la depresión económica en 1929.

La era Briand-Stresemann (1925-1929)

El primer hecho importante de la era Briand-Stresemann fue el ingreso de Alemania en la Sociedad de Naciones. La sesión en Ginebra tuvo una gran resonancia internacional: Briand dio la bienvenida a su colega alemán y Stresemann respondió con un discurso en el que exclamó: “¡Abajo los fusiles, las ametralladoras y los cañones! ¡Paso a la conciliación, al arbitraje y a la paz!”. El ingreso de Alemania dio mayor credibilidad a la Sociedad de Naciones, y significó el reconocimiento del país germano como una gran potencia.

En este nuevo ambiente internacional, Briand entró en contacto con su colega estadounidense Frank Kellogg en 1927, y de este encuentro nació el Pacto Briand-Kellogg, firmado por quince países en agosto de 1928. Este acuerdo tenía un importante valor simbólico y ejemplificador: Francia y Estados Unidos renunciaban a la guerra como medio para solucionar diferencias entre ambos, e invitaban a los demás estados a adherirse al pacto. En 1929, más de 60 países, entre ellos Alemania, habían firmado el pacto.

Briand también proclamó en 1929 la necesidad de constituir una Unión Federal Europea, pero el estallido de la crisis económica hizo que la propuesta quedara relegada. Por su parte, Stresemann aprovechó que la posición internacional de Alemania estaba fortalecida porque contaba con la comprensión de los países anglosajones y con una economía en crecimiento. Aplicó entonces su labor diplomática para conseguir la evacuación en 1930 (cinco años antes de lo estipulado en el Tratado de Versalles) de las tropas aliadas que aún quedaban en Renania.

Stresemann también consiguió una nueva renegociación del pago de las reparaciones de guerra, que se concretó en el Plan Young de 1929. El  Plan Young reducía el monto total de las reparaciones y preveía que Alemania pagaría indemnizaciones a los vencedores hasta 1988. Sin embargo, la depresión económica que estalló en Estados Unidos en octubre de 1929 puso fin a las previsiones del Plan Young y al corto período de concordia internacional.

Los últimos momentos de concordia: la evacuación de Renania y el Sarre (1930)

Cuando el 17 de mayo de 1930 se firmó el protocolo definitivo del Plan Young, estaba teniendo lugar uno de los últimos momentos de concordia en Europa. Inmediatamente Édouard Herriot, el primer ministro francés, ordenó la evacuación de las últimas tropas de ocupación en Renania. En diciembre las tropas francesas abandonaron también la región del Sarre que, sin embargo, continuó bajo la administración económica francesa hasta 1935.

Estas medidas no pudieron ocultar el rápido enfriamiento de las relaciones franco-alemanas. La muerte de Gustav Stresemann el 3 de octubre de 1929 distanció a ambos países, y la repercusión de la crisis de 1929, especialmente virulenta en Alemania, puso fin definitivo al edificio diplomático construido en los efímeros años de concordia.

La trayectoria de Aristide Briand ejemplifica el dramático cambio que vivía Europa: duramente derrotado en las elecciones presidenciales de Francia de 1931, abandonó la política y murió en marzo de 1932. Los tiempos no estaban para la concordia ni para proyectos de unidad europea. Eran tiempos de nacionalismo y de soluciones violentas.

De la concordia a la escalada del conflicto

No es fácil establecer en qué momento exacto se pasó del “espíritu de Locarno” (la época de concordia europea) a la escalada del conflicto que llevó al inicio de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939. Algunos historiadores ponen el límite en la Moratoria Hoover de 1931 o la Conferencia de Lausana de 1932, hechos que pusieron prácticamente fin al pago de reparaciones alemanas. Otros señalan la invasión japonesa de Manchuria en 1931, el fin de la solidaridad económica en la Conferencia Económica Internacional de 1933, el fracaso de la Conferencia Internacional de Desarme en 1933 o el establecimiento del servicio militar obligatorio en Alemania en 1935.

En cualquier caso, se puede señalar que el año 1933 marca un antes y un después. Entre todos los acontecimientos de ese año hay uno que destaca: el ascenso de Adolf Hitler a la cancillería alemana el día 30 de enero.

El expansionismo japonés: la ocupación de Manchuria (1931)

Tras un incidente menor, el Imperio del Japón invadió Manchuria.

En 1931 tuvo lugar la primera de una serie de crisis que marcaron el camino hacia la Segunda Guerra Mundial. El Imperio de Japón, que tenía antiguas aspiraciones expansionistas en el Extremo Oriente, fue fuertemente golpeado por la crisis económica que comenzó en 1929. Era un país superpoblado y con escasas materias primas, que sufrió especialmente la contracción del comercio mundial.

El nacionalismo agresivo y expansionista se convirtió en la corriente ideológica dominante en Japón, especialmente en el ejército. Desde 1930, el partido ultranacionalista presidido por Inukai Tsuyoshi puso sus ojos en China, un enorme país debilitado por una larga guerra civil. En septiembre de 1931, el ejército japonés aprovechó un incidente menor (la voladura de un tramo del ferrocarril gestionado por japoneses, conocido como el “incidente de Mukden”) para invadir Manchuria.

La reacción china fue inmediata y apeló a la Sociedad de Naciones. Esta formó una comisión, presidida por el británico Lord Lytton, que procedió a estudiar la situación. Sin embargo, el gobierno japonés, cuyo primer ministro desde diciembre de 1931 era Inukai Tsuyoshi, decretó en marzo de 1932 la independencia de Manchuria respecto a China con el nombre de Manchukuo y estableció en ella un gobierno títere a cargo del emperador Puyi, antiguo emperador chino destronado en 1912 por la revolución que dio origen a la República de China.

La tibia reacción de la Sociedad de Naciones no impidió que, en marzo de 1933, Japón abandonara dicha organización. En octubre la Alemania de Hitler también abandonó la Sociedad de Naciones. Posteriormente, durante la crisis de Abisinia, que llevó a la invasión italiana de Etiopía en 1935-1936, la Sociedad de Naciones no pudo hacer cumplir las sanciones económicas impuestas a Italia (que finalmente abandonó el organismo en diciembre de 1937). La Sociedad de Naciones, creada para garantizar la paz entre las naciones, se reveló como un organismo inoperante.

La ocupación japonesa de Manchuria cambió el equilibrio de poder en el Pacífico. Japón se liberó de las restricciones sobre armamento naval acordadas en la Conferencia de Washington de 1922 y se colocó en una posición estratégica favorable para una guerra contra China (que comenzó en julio de 1937).

La repercusión de la crisis económica: el fracaso de la Conferencia Económica Internacional (1933)

La devastadora crisis iniciada en Estados Unidos en octubre de 1929 arrasó cualquier idea de cooperación y solidaridad económica. Las grandes potencias se embarcaron en políticas económicas basadas en la elevación de aranceles para limitar las importaciones y en la devaluación de las monedas para facilitar las exportaciones. Estas políticas de nacionalismo económico se dieron en un marco de desorden monetario general. 

El último intento de conciliación tuvo lugar en la Conferencia Económica Internacional, que se celebró en Londres entre junio y julio de 1933. Su fracaso fue rotundo:

  • Reino Unido se replegó en su imperio y adoptó una política de preferencia imperial, lo que puso fin a una larga tradición librecambista.
  • El “New Deal” de Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos tuvo una clara tendencia aislacionista
  • En Alemania, duramente golpeada por la depresión, se impuso una política de autarquía y rearme dirigida por el gobierno de Hitler.

La fallida Conferencia Internacional de Desarme (1932-1933)

En 1933 Hitler fue nombrado canciller y Alemania abandonó la Conferencia de Desarme.

En febrero de 1932 se reunió en Ginebra la Conferencia Internacional de Desarme, en la que estaban representados 62 países. Alemania exigió la igualdad de derechos con las demás potencias y la reducción de armamentos de los demás países al mismo nivel que el Tratado de Versalles le había impuesto al estado alemán.

Los países anglosajones, mientras tanto, parecían más preocupados por la posible hegemonía francesa que por el posible rearme alemán. La Unión Soviética, por su parte, pedía un desarme total e inmediato.

En este ambiente caótico se discutieron diversos planes contrapuestos. El 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania. El 14 de octubre, Alemania abandonó la Conferencia de Desarme y, pocos días después, se retiró de la Sociedad de Naciones. En adelante, la perspectiva de una nueva guerra se fue haciendo cada vez más nítida en las cancillerías europeas.

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Referencias

  • Cabrera, M., Juliá, S. & Martín Aceña, P. (comps.) (1991). Europa en crisis. 1919-1939. Editorial Pablo Iglesias.
  • Morsey, R. (2022). Gustav Stresemann. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Sevillano Calero, F. (2020). La Europa de entreguerras. El orden trastocado. Síntesis.Swift, J. (2022). Mukden Incident. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/

¿Cómo citar?

"Período de entreguerras (segunda etapa)". Autor: Augusto Gayubas. De: Argentina. Para: Enciclopedia Humanidades. Disponible en: https://humanidades.com/periodo-de-entreguerras-segunda-etapa/. Última edición: 2 octubre, 2023. Consultado: 27 abril, 2024.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 2 octubre, 2023
Fecha de publicación: 28 septiembre, 2023

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