Te contamos cómo fue la expansión de la Alemania nazi antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
¿Cómo fue la expansión alemana antes de la Segunda Guerra Mundial?
En 1933, con el nombramiento como canciller de Alemania de Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (más conocido como Partido Nazi), Alemania comenzó a desafiar el Tratado de Versalles que, tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), había impuesto una política de desarme al estado alemán. Así comenzó a configurarse el Tercer Reich alemán.
Ese año, Hitler abandonó la Conferencia de Desarme y la Sociedad de Naciones e inició el rearme secreto. Poco después, en 1935, recuperó, gracias a un plebiscito, el control de la región del Sarre, que había quedado bajo control de Francia, y restableció el servicio militar obligatorio en Alemania.
En 1936, la Alemania de Hitler reocupó militarmente la región de Renania, que por las disposiciones de los tratados de paz debía permanecer desmilitarizada, y brindó ayuda militar al bando sublevado o “nacional” en la guerra civil española (1936-1939). Además, formó alianzas con la Italia fascista (el Eje Roma-Berlín) y con el Imperio del Japón (el Pacto Antikomintern).
El paso siguiente fue la expansión alemana hacia el este de Europa, que Hitler justificó como la búsqueda del Lebensraum: espacio vital para que se instalara población alemana y permitiera hacer frente a los problemas económicos de Alemania. Frente a la pasividad de las potencias occidentales, Alemania se anexionó Austria en 1938 y ocupó Checoslovaquia en 1939. Finalmente, cuando las tropas alemanas invadieron Polonia en septiembre de 1939, el Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania y comenzó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Ver además: Período de entreguerras (segunda etapa)
Los inicios de la expansión alemana
Tras impulsar el rearme alemán, recuperar la región del Sarre (en el oeste de Alemania) mediante un plebiscito, restablecer el servicio militar obligatorio y ocupar militarmente la región de Renania, Hitler inició una política expansiva con el objetivo de extender la dominación del Tercer Reich a la mayor parte de Europa central y oriental.
A partir de 1936, se observaron dos tendencias contrapuestas en la política exterior de las potencias europeas. Mientras que las democracias occidentales vacilaban y buscaban apaciguar a Hitler para garantizar la paz, la Alemania nazi y la Italia fascista iniciaban una política expansionista.
La guerra civil española (1936-1939), lejos de comprometer a los gobiernos occidentales en la lucha contra el fascismo, estimuló su política de no intervención, en contraposición con el apoyo militar proporcionado por Alemania e Italia al bando sublevado.
El Memorándum Hossbach
El mejor ejemplo de la actitud expansionista alemana fue la reunión que celebró Hitler el 5 de noviembre de 1937 con su ministro de Asuntos Exteriores, Konstantin von Neurath, su ministro de Guerra, Werner von Blomberg, y los jefes militares de la Wehrmacht (fuerzas armadas alemanas). De esta reunión tomó acta el coronel Friedrich Hossbach, de quien tomó su nombre este documento: el Memorándum Hossbach.
En la reunión, el Führer atacó tanto al bolchevismo como a Francia y el Reino Unido, considerados “antagonistas movidos por el odio”. Hitler afirmó que era necesario conseguir un espacio vital (Lebensraum) para la comunidad alemana antes de 1943-1945, para que las presiones sobre la economía de Alemania no se incrementaran, el material del ejército alemán no quedara obsoleto y el movimiento nazi no perdiera su vitalidad. A corto plazo, Hitler consideró que los objetivos inmediatos eran Austria y Checoslovaquia.
La posición de Hitler causó alarma en Von Neurath, quien alertó de los riesgos que suponía para Alemania esta política agresiva. Hitler decidió reemplazar a Von Neurath por un nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Joachim Von Ribbentrop, y la política exterior alemana estuvo en adelante orientada a objetivos expansionistas.
El Anschluss (la anexión alemana de Austria)
El problema al que se enfrentaba Hitler al intentar la anexión de Austria (el Anschluss) era la posible reacción de Benito Mussolini (líder de la Italia fascista que aspiraba a mantener su influencia sobre el territorio austríaco). Desde 1934, el canciller austríaco Kurt von chuschnigg se había apoyado en Italia para frenar la agitación del movimiento nacionalsocialista de Austria y las ambiciones del gobierno alemán.
Sin embargo, la conquista italiana de Etiopía (Abisinia), que alejó a Italia de las potencias occidentales y la acercó a la Alemania de Hitler, dejó sin protección al gobierno de Austria. En una entrevista que tuvo lugar en abril de 1936, Mussolini le aconsejó al canciller austríaco que negociara con Hitler.
El 12 de febrero de 1938, Hitler y Schuschnigg se entrevistaron en la mansión del Führer en los Alpes bávaros, a pocos kilómetros de la frontera con Austria. El canciller austríaco comprendió que Hitler se proponía la invasión de Austria. Cedió a las presiones del Führer y nombró a Arthur Seyss-Inquart, líder nazi austríaco, ministro del Interior. Aun así, hizo un último intento de resistencia y convocó un referéndum sobre la independencia de Austria que debía celebrarse el 13 de marzo.
No obstante, las presiones de Hitler forzaron la dimisión de Schuschnigg, quien fue sustituido por Seyss-Inquart como canciller, y este nuevo líder llamó a las tropas alemanas, que el 12 de marzo de 1938 invadieron Austria. El 13 de marzo se proclamó el Anschluss.
Francia y el Reino Unido no reaccionaron, pues habían adoptado la política de apaciguamiento formulada por el primer ministro británico.
La política de apaciguamiento británica
La política de apaciguamiento (appeasement) fue la política exterior británica aplicada por el líder conservador Neville Chamberlain, quien accedió al cargo de primer ministro en mayo de 1937.
La política de apaciguamiento se basaba en una serie de ideas compartidas por muchos británicos de la época:
- que el Tratado de Versalles había sido demasiado duro con Alemania y era necesario revisarlo
- que Hitler era una útil barrera que impedía la expansión del bolchevismo a Europa central
- que, si se negociaba y se cedía ante algunas reivindicaciones de Hitler (tales como la integración en el Reich de las poblaciones alemanas que habían sido dejadas fuera por las disposiciones territoriales del Tratado de Versalles), se conseguiría apaciguar al Führer y así evitar una nueva guerra en Europa.
Entre los pocos líderes británicos que se opusieron a esta política de apaciguamiento se contó otro líder conservador: Winston Churchill.
Las iniciativas del gobierno británico fueron seguidas por el gobierno francés, que necesitaba asegurarse el apoyo del Reino Unido. La política de apaciguamiento tuvo como antecedentes la inacción ante la remilitarización alemana de Renania y la formación del Comité de No Intervención en la guerra civil española en 1936.
Los Sudetes y el Pacto de Múnich
Por disposición de los tratados de paz de 1919, la región de los Sudetes, poblada mayoritariamente por población alemana, había quedado incluida en Checoslovaquia. El ascenso de Hitler en Alemania, su política exterior y la crisis económica de los años treinta alentaron el desarrollo de un importante movimiento nacionalsocialista en la región. Su líder, Konrad Henlein, proclamó su intención de separar los Sudetes de Checoslovaquia y unirlos al Reich alemán.
Tras el Anschluss de marzo de 1938, Henlein recrudeció sus demandas. La respuesta del gobierno checoslovaco fue la movilización de sus tropas y Hitler amenazó con anexar los Sudetes al Reich.
Francia tenía el compromiso de intervenir militarmente en Checoslovaquia en caso de ataque alemán. Sin embargo, la remilitarización alemana de Renania había debilitado su posición militar y, en adelante, el gobierno francés fue más proclive a preservar la paz que a defender al gobierno checoslovaco.
Por su parte, el Reino Unido estaba comprometido con su política de apaciguamiento.
Por último, la Unión Soviética buscaba desde 1935 la alianza con las potencias occidentales para frenar la expansión nazi. El gobierno soviético, directamente amenazado por la política de Hitler, estaba dispuesto a intervenir en defensa de Checoslovaquia. Sin embargo, para ello el Ejército Rojo debía atravesar países como Polonia o Rumania, cuyos gobiernos eran anticomunistas y contrarios a colaborar.
Chamberlain se entrevistó con Hitler y, ante su postura inflexible, convenció al primer ministro francés, Édouard Daladier, de presionar al gobierno checoslovaco para que cediese a las exigencias alemanas.
Mussolini intervino y propuso la celebración de una conferencia de las cuatro potencias (el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) para dar una solución al problema de los Sudetes. El resultado de la Conferencia de Múnich del 28 de septiembre de 1938 fue el Pacto de Múnich, la máxima expresión de la política de apaciguamiento.
El Pacto de Múnich determinó que Checoslovaquia debía ceder inmediatamente al Reich las zonas donde más de un 50 % de la población fuera alemana. Hitler se comprometía a cambio a respetar el resto del territorio checoslovaco.
La invasión nazi de Checoslovaquia
Tras la firma del Pacto de Múnich, las ambiciones de los países limítrofes sobre el territorio checoslovaco crecieron, animadas por las promesas alemanas. El 1 de octubre de 1938, Polonia se anexionó Teschen, y el 12 de noviembre Hungría se anexionó más de 12.000 kilómetros cuadrados de Eslovaquia y Rutenia. En lo que quedaba de Checoslovaquia, los independentistas eslovacos, dirigidos por Josef Tiso, incrementaron sus demandas nacionalistas.
Muy pronto, Hitler incumplió el Pacto de Múnich. El 15 de marzo de 1939, las tropas alemanas entraron en Praga y establecieron el Protectorado de Bohemia y Moravia. Inmediatamente, Eslovaquia se declaró independiente, bajo el patronazgo alemán. Además, el 22 de marzo el ejército alemán obligó a Lituania a cederle el puerto báltico de Memel.
La disolución de Checoslovaquia llevó a los gobiernos francés y británico a proclamar su compromiso de intervención en caso de que Alemania atacara a Polonia, su siguiente objetivo.
Mientras la Unión Soviética (liderada por Iósif Stalin) y Estados Unidos (gobernado por Franklin D. Roosevelt) se mantenían desvinculados de los acontecimientos que se sucedían en Europa central, Italia y Alemania firmaban el 22 de mayo de 1939 el Pacto de Acero, un acuerdo de carácter militar.
La crisis polaca y el pacto de no agresión germano-soviético
El 28 de abril de 1939, Hitler pronunció un discurso en el Reichstag (parlamento alemán) en el que exigió la restitución de la ciudad báltica de Danzig a Alemania y la construcción de un ferrocarril y una carretera con carácter extraterritorial (es decir, de soberanía alemana pero atravesando territorio polaco). Esta vía extraterritorial debía cruzar el “corredor polaco” para conectar Danzig con el territorio de Alemania. Polonia aceptó la construcción de la carretera, pero se negó a la cesión de Danzig y a la cláusula de extraterritorialidad.
Se iniciaron así las tensiones entre las amenazas alemanas y la resistencia polaca, alentada por franceses y británicos. Sin embargo, el 23 de agosto de 1939 la situación dio un giro inesperado cuando la Alemania nazi y la Unión Soviética firmaron un Pacto de no agresión (conocido como Pacto Ribbentrop-Molotov por los nombres de los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países).
En mayo de 1939, Viacheslav Molotov había asumido como comisario de Asuntos Exteriores del gobierno de Stalin. Molotov continuó la política de su predecesor en el intento de negociar con los países occidentales para detener el avance alemán, pero Polonia se negó a permitir el paso de tropas soviéticas por su territorio. Esto llevó a la suspensión de las conversaciones el 21 de agosto. En ese momento, Stalin aceptó firmar un pacto de no agresión con el gobierno alemán.
Este pacto tenía sus ventajas para los dos gobiernos. Por un lado, Hitler se garantizaba la pasividad soviética ante un ataque alemán a Polonia. Por otro lado, Stalin conseguía importantes ganancias territoriales pues el pacto incluía un acuerdo secreto que implicaba un reparto del territorio polaco entre Alemania y la Unión Soviética y el regreso de las tropas rusas a los territorios perdidos por la Unión Soviética en 1918 (Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Besarabia).
Una vez que quedó asegurada la neutralidad soviética, y tras el fracaso de las últimas negociaciones británicas, el ejército alemán invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. El 3 de septiembre, Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania.
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Referencias
- Britannica, Encyclopaedia (2022). Anschluss. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Britannica, Encyclopaedia (2022). German-Soviet Nonaggression Pact. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Britannica, Encyclopaedia (2022). Munich Agreement. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Britannica, Encyclopaedia (2023). Third Reich. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Cabrera, M., Juliá, S. & Martín Aceña, P. (comps.) (1991). Europa en crisis. 1919-1939. Editorial Pablo Iglesias.
- Sevillano Calero, F. (2020). La Europa de entreguerras. El orden trastocado. Síntesis.
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