Democracias populares en la Guerra Fría

Te explicamos qué fueron las democracias populares de la Guerra Fría. Además, su historia, sus características y su final.

Las democracias populares eran regímenes unipartidistas controlados por el Partido Comunista.

¿Qué fueron las democracias populares de la Guerra Fría?

Las “democracias populares” fueron los regímenes de gobierno de los países de Europa central y oriental que quedaron bajo la órbita de la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Se formaron luego de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y funcionaron como “estados satélites” de la Unión Soviética.

Las democracias populares formaron parte del bloque oriental o comunista de la Guerra Fría, enfrentado al bloque occidental o capitalista (dominado por Estados Unidos). Quedaron separadas de las naciones occidentales de Europa por una línea divisoria que recibió el nombre de “telón de acero”.

Las democracias populares eran regímenes unipartidistas dominados por el Partido Comunista local, que era controlado por el Partido Comunista de la Unión Soviética. Tenían una forma de gobierno centralista y autoritaria, y su economía era organizada según el principio de la planificación económica estatal, característica del comunismo de estado.

Algunas democracias populares europeas se alejaron de la órbita soviética, como Yugoslavia y Albania, y cuando comenzó la desintegración de la Unión Soviética y del bloque comunista a fines del siglo XX, los países de Europa oriental viraron hacia gobiernos parlamentarios y economías de mercado.

Puntos clave

  • Las democracias populares fueron una forma de dictadura dirigida por los partidos comunistas de los países de Europa central y oriental (liderados por la URSS) luego de la Segunda Guerra Mundial y durante más de cuarenta años.
  • Los regímenes autoritarios de las democracias populares se establecieron en Europa central y oriental para enfrentar al capitalismo (liderado por EEUU) durante la Guerra Fría.
  • Fueron un tipo de gobierno basado en la vigilancia política, la persecución de la disidencia y la falta de libertades. Además, tuvo dificultades para satisfacer las demandas económicas de la población.
  • A partir de la mitad de la década de 1980, una sucesión de hechos contribuyó a que las democracias populares cayeran: las reformas liberalizadoras de Gorbachov en la Unión Soviética, la orientación hacia la economía de mercado, las elecciones libres y la caída del muro de Berlín en 1989 fueron algunos de los desencadenantes de esta caída. 

Ver además: Bloques de la Guerra Fría

El contexto histórico

El comunismo es una ideología política que surgió en Europa en el siglo XIX e inspiró la Revolución bolchevique de 1917 en Rusia. Tras la muerte de Lenin (líder de la revolución bolchevique) en 1924, recayó en Stalin la autoridad sobre la Unión Soviética (que integraba a Rusia y a otras repúblicas socialistas que eran parte de un solo estado federal, gobernado por el Partido Comunista de la Unión Soviética).

Durante el gobierno de Stalin, la Unión Soviética (URSS) alcanzó un grado de industrialización sin precedentes, aunque con un gran costo humano. Durante los años treinta, Stalin instauró un sistema totalitario basado en el control de la población y la represión contra cualquier disidencia (lo que incluyó la Gran Purga de 1936-1938). La economía soviética se fundamentó en la colectivización forzada de la agricultura (expropiación de tierras de cultivo, que fueron convertidas en granjas estatales, y requisas de granos), la planificación económica centralizada y la primacía de la industria pesada.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), a fin de promover la unidad patriótica contra el invasor alemán, la represión soviética disminuyó y miles de prisioneros fueron liberados. La intervención de la Unión Soviética y Estados Unidos en la guerra definió el triunfo aliado contra los nazis. 

La victoria de 1945 incrementó el culto a Stalin, quien era considerado, dentro de la Unión Soviética, el “padre de la victoria”. Esta victoria también dividió al mundo en dos bloques, presididos por las dos grandes potencias vencedoras: la Unión Soviética (bloque oriental o comunista) y Estados Unidos (bloque occidental o capitalista). Estos dos bloques protagonizaron la Guerra Fría que duró hasta 1991.

El surgimiento de las democracias populares

Las democracias populares fueron implantadas por la URSS en las zonas ocupadas por el Ejército Rojo.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el triunfante Ejército Rojo extendió el sistema soviético a la Europa central y oriental, es decir, a las zonas ocupadas por sus tropas. Pronto se constituyó un imaginario “telón de acero” que separaba a los estados satélites de la Unión Soviética (en el este) de los países occidentales que habían quedado bajo la hegemonía de Estados Unidos y tenían regímenes parlamentarios y economías de mercado. 

Alemania, por su parte, quedó partida en una zona occidental, bajo control de las naciones capitalistas, y una zona oriental, bajo control soviético.

Mientras tanto, dado que en la posguerra aparecieron nuevas dificultades en la Unión Soviética, como el hambre de 1946 que afectó a millones de soviéticos, Stalin dio nuevo impulso a las deportaciones masivas al Gulag (campos de concentración y trabajos forzados) que provocaron que más de dos millones y medio de personas fueran detenidas en muy corto tiempo. Las políticas represivas se implementaron también en los estados satélites (que adoptaron el nombre de “democracias populares”).

El estallido de la Guerra Fría precipitó el establecimiento, en las zonas de Europa central y oriental ocupadas por el Ejército Rojo, de las “democracias populares” (que, a pesar de su nombre, eran regímenes unipartidistas dominados por el Partido Comunista del país y bajo estricto control del gobierno de la Unión Soviética). Con la excepción de Albania y Yugoslavia, donde la triunfante guerrilla comunista autóctona llevó a los comunistas directamente al poder, las autoridades soviéticas de ocupación instalaron las democracias populares en un corto período que culminó en 1948 con el golpe de Praga (que permitió la imposición de un gobierno comunista en Checoslovaquia).

La construcción de las democracias populares siguió etapas similares en todos los países. Tras la “desnazificación” (la eliminación o el arresto de los colaboradores del Eje, que afectó esencialmente a las clases más acomodadas), se formaron gobiernos de “Frente Nacional” en los que los comunistas se reservaron los ministerios más importantes. En pocos meses, los demás partidos fueron prohibidos y se estableció una dictadura comunista al estilo soviético. Polonia, la República Democrática Alemana (que se constituyó como tal en 1949, pero ya funcionaba como una democracia popular en 1948), Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria se convirtieron en estados satélites de la Unión Soviética.

La relación de la URSS con las democracias populares

La formación de las democracias populares en Europa oriental se consumó con el golpe de Praga.

En el terreno económico, el gobierno soviético estableció un verdadero sistema de dominación sobre las democracias populares. En Alemania oriental y otros países que habían formado parte del Tercer Reich, se desmontaron y transfirieron a la Unión Soviética fábricas completas y productos de todo tipo.

En todas las democracias populares se estableció, con alguna ligera variable, el modelo económico implantado por Stalin en la Unión Soviética. Mediante la firma de acuerdos bilaterales entre la Unión Soviética y las democracias populares, las actividades económicas se organizaron siguiendo las directrices y los intereses de Moscú. Algunos organismos, como la Kominform (1947) y el COMECON (1949), tenían la función de coordinar políticas culturales y económicas entre los países del bloque oriental bajo supervisión soviética.

Los nuevos países comunistas vivieron una oleada de purgas (destitución o persecución de funcionarios y dirigentes políticos) durante los últimos años de la dictadura de Stalin (1948-1952). Cualquier intento de iniciar una vía nacional al socialismo que no siguiera al pie de la letra el modelo soviético fue acusado de “desviacionista” y señalado como “trotskista” o “titoísta”, en alusión al líder yugoslavo Tito (quien había roto relaciones con la Unión Soviética en 1948, aunque mantuvo un gobierno socialista en Yugoslavia). La represión en las democracias populares llevó al encarcelamiento y la ejecución de muchos dirigentes y militantes comunistas.

Las purgas en las democracias populares

El inicio de la Guerra Fría y el cisma yugoslavo provocaron una nueva oleada de purgas en el mundo comunista, especialmente en las nuevas democracias populares. A partir del verano de 1948 y en solo tres años se calcula que el 25 % de los militantes comunistas fueron afectados por las purgas promovidas por el gobierno soviético.

Una verdadera campaña de terror se extendió por Europa oriental. Se alentó la delación y se utilizó la tortura. Centenares de militantes veteranos que ocupaban altos cargos, como Traicho Kostov en Bulgaria, Rudolf Slansky en Checoslovaquia y Laszlo Rajk en Hungría, fueron juzgados y ejecutados, acusados de crímenes como “trotskismo”, “titoísmo” e incluso “sionismo”.

Estos antiguos militantes fueron sustituidos por recién llegados que debían toda su carrera política a la voluntad de Stalin. Mediante esta campaña se produjo la sovietización de los partidos comunistas nacionales, que en adelante se convirtieron en correas de transmisión de las órdenes emitidas desde Moscú.

Las democracias populares tras la muerte de Stalin

Las democracias populares recurrieron a las intervenciones militares para reprimir las protestas.

Los regímenes comunistas en Europa central y oriental se caracterizaron por una gran inestabilidad. En general, eran percibidos por gran parte de la población como sistemas políticos “impuestos” por el Ejército Rojo. A su vez, la planificación estatal de la economía, si bien en algunos casos garantizaba el acceso a servicios públicos, alimentaba un sistema burocrático muchas veces ineficiente. A pesar de la creación de organismos de coordinación económica, las democracias populares tuvieron dificultades para satisfacer las demandas económicas de su población.

A esto se sumó el grado de vigilancia política, la persecución de la disidencia y la falta de libertades que, en cierto modo, explican la fragilidad política de las democracias populares y la represión que tuvieron que aplicar la Unión Soviética y los partidos comunistas de estos países para mantener su dominio. En ocasiones, se recurrió para dicha represión al Pacto de Varsovia (1955), una alianza militar firmada entre los gobiernos socialistas del bloque oriental.

Tras la muerte de Stalin en 1953, se sucedieron diversas revueltas en las democracias populares:

  • En 1953, las protestas surgidas por las duras condiciones económicas a las que se veían sometidos los obreros de Berlín oriental se extendieron a la mayor parte de la República Democrática Alemana. El ejército soviético, que ocupaba el país, reprimió duramente la rebelión.
  • En 1956, animados por el proceso de desestalinización promovido por Jruschov (el nuevo líder soviético), dos movimientos de reforma triunfaron en Polonia y Hungría. Mientras que el líder polaco, Gomulka, cedió prudentemente ante las exigencias soviéticas y evitó el enfrentamiento, Imre Nagy en Hungría se puso al frente de una revolución democrática. Los tanques soviéticos pusieron fin a la rebelión, con enorme violencia.
  • En 1968, el líder comunista reformista checoslovaco Dubcek trató de aplicar un “socialismo con rostro humano”. La primavera de Praga fue un corto período de libertad, interrumpido por la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia en agosto de ese año.
  • A partir de la década del setenta, Polonia se convirtió en el centro de la contestación. En 1980, una gran oleada de huelgas forzó al gobierno comunista a reconocer un sindicato independiente, Solidaridad, dirigido por Lech Walesa. Ante las amenazas soviéticas, el propio ejército polaco intervino y estableció en 1981 un gobierno militar comunista, dirigido por el general Jaruzelski.

Líderes comunistas a favor y en contra del estalinismo

Enver Hoxha en la República Popular de Albania

Hijo de un mercader de telas musulmán, el dirigente comunista albanés Enver Hoxha (1908-1985) estudió en Montpellier (Francia) y Bruselas (Bélgica). Volvió a Albania en 1936 y trabajó como profesor. En 1939 se enfrentó a la invasión italiana y, tras la invasión alemana de Yugoslavia en 1941, diversos comunistas del país vecino lo ayudaron a fundar el Partido Comunista de Albania, posteriormente llamado Partido del Trabajo.

Durante la guerra se convirtió en secretario general del partido y comisario político del Ejército de Liberación Nacional controlado por los comunistas. Cuando las tropas del Eje fueron expulsadas en 1944, se estableció en Albania una dictadura comunista con una economía planificada basada en el régimen de Stalin.

En 1948 rompió con la Yugoslavia de Tito y se alineó con la Unión Soviética. Sin embargo, tras la muerte de Stalin sus relaciones con su sucesor, Nikita Jruschov, se deterioraron paralelamente a la ruptura chino-soviética.

En 1961 Albania rompió con la Unión Soviética y estableció lazos con la China de Mao Zedong. En 1968 se retiró del Pacto de Varsovia y, tras la muerte de Mao, rompió también con China. Hoxha declaró que en adelante Albania establecería un modelo de república socialista propio.

Albania se convirtió en el último bastión del estalinismo más cerrado. En 1981, Hoxha llevó a cabo una importante purga de líderes de su partido, que incluyó varias ejecuciones, y luego se retiró de la vida política hasta su muerte en 1985.

Wladyslaw Gomulka en la República Popular de Polonia

Wladyslaw Gomulka (1905-1982) ingresó en el entonces clandestino Partido Comunista polaco en 1926. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue un héroe de la resistencia contra los nazis

En 1945 fue nombrado vicepresidente del gobierno provisional polaco asentado en Lublin, apoyado por las tropas soviéticas que ocupaban Polonia. En diciembre de 1945 fue elegido secretario general del Partido Obrero Polaco (partido comunista).

La oposición de Gomulka a algunas decisiones del gobierno de la Unión Soviética, como la creación de la Kominform y la colectivización forzada de la agricultura, provocó que fuera acusado por el régimen estalinista de “desviación nacionalista”. En 1948 perdió sus cargos y en 1951 fue arrestado.

La muerte de Stalin permitió que en 1954 saliera de la cárcel y fuera políticamente rehabilitado en 1956, al calor de la desestalinización impulsada por Jruschov. Su persecución lo había hecho muy popular en Polonia, por lo que cuando los trabajadores de la ciudad de Poznan iniciaron una oleada de protestas en 1956, hubo un reclamo de que Gomulka volviera al poder.

La presión social y la aceptación de Jruschov permitieron que fuera nombrado primer secretario del Partido Obrero Unificado Polaco (partido comunista) y, por lo tanto, jefe del Estado de la República Popular de Polonia, cargo que mantuvo hasta 1970, cuando una nueva ola de protestas obreras llevó a su renuncia. Murió en 1982 a la edad de 77 años.

Dificultades económicas de las democracias populares

La economía planificada que fue implementada en Europa oriental arroja un balance más bien pobre y desigual. Esto se debió en parte a la ineficiente implantación de un sistema económico imitado de la Unión Soviética, pero también a razones más profundas que se remontan a la historia anterior a la Segunda Guerra Mundial.

El nivel de desarrollo económico de los países de Europa oriental era muy heterogéneo: mientras que el producto per cápita de Checoslovaquia, Hungría y la República Democrática Alemana no desentonaba con el de sus vecinos industrializados, Rumania y Bulgaria eran, junto con Albania, los países más pobres de Europa. Aunque, a comienzos de la década de 1980, estos habían acortado distancias, seguían siendo países pobres poco antes de la caída del bloque socialista.

Además, el crecimiento económico del bloque socialista no fue mayor debido a su escasa integración en la expansiva economía internacional de esas décadas. Pese a la existencia del COMECON (organismo de coordinación económica del bloque oriental), algunos países socialistas aprovecharon que el clima político internacional había mejorado a finales de los años setenta, con el objetivo de estrechar relaciones económicas con Occidente. Para mantener los intercambios, algunos de ellos se endeudaron y luego tuvieron dificultades para devolver los préstamos.

Así, mientras que a mediados de los setenta se dio una fase de crecimiento económico rápido (gracias al acceso a petróleo barato soviético y al amparo del COMECON), a fines de los setenta se inició una fase de estancamiento que amplió las diferencias entre las economías socialistas y las occidentales. 

La disolución del bloque soviético coincidió con una coyuntura poco favorable para las economías del centro y el este de Europa, lo que agravó los serios problemas de la transición hacia gobiernos parlamentarios y economías de mercado.

El fin de las democracias populares

La permanencia del sistema comunista en las democracias populares se basó durante más de cuarenta años en el control político y militar soviético. En el transcurso de este período, algunas democracias populares abandonaron el bloque soviético: Yugoslavia rompió relaciones con la Unión Soviética en 1948, mientras que Albania y Rumania dejaron de participar en algunos de los organismos del bloque en la década de 1960.

Sin embargo, fue en la segunda mitad de la década del ochenta que, debido a las reformas liberalizadoras de Gorbachov en la Unión Soviética (que aliviaron la presión de Moscú sobre Europa central y oriental), las democracias populares cayeron una tras otra. Este proceso de transición a regímenes democráticos parlamentarios, con elecciones libres y orientación hacia la economía de mercado, hizo que los estados dejaran de llevar el nombre de “república popular”.

En abril de 1989 se legalizó el sindicato opositor Solidaridad en Polonia, que se presentó a elecciones libres como partido político y venció por una amplia mayoría. En octubre de 1989 Hungría aprobó medidas para celebrar elecciones libres. En noviembre cayó el Muro de Berlín, hecho que desencadenó la reunificación de Alemania en octubre de 1990. En diciembre de 1989 fue derrocado y asesinado el líder comunista rumano Nicolae Ceaucescu, y se produjo la “revolución de terciopelo” que terminó con el régimen comunista en Checoslovaquia. En junio de 1990, Bulgaria celebró elecciones libres. En 1991 quedó sin efecto el Pacto de Varsovia y se desintegró definitivamente la Unión Soviética y el bloque oriental.

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Referencias

  • Britannica, Encyclopedia (2022). collapse of the Soviet Union. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Britannica, Encyclopaedia (2023). Enver Hoxha. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Bromke, A. (2023). Władysław Gomułka. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
  • Cabrera, M. & Juliá, S. (coords.) (1992). Europa 1945-1990. Fundación Pablo Iglesias.
  • Kulik, R. M. (2022). Eastern bloc. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Powaski, R. E. (2000). La Guerra Fría: Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991. Crítica.

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Gayubas, Augusto (13 de noviembre de 2024). Democracias populares en la Guerra Fría. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 13 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/democracias-populares-en-la-guerra-fria/.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 13 de noviembre de 2024
Fecha de publicación: 28 de septiembre de 2023

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