Baja Edad Media

Te explicamos qué fue la Baja Edad Media, cómo era su sociedad e innovaciones. Además, sus características, comercio y más.

Baja Edad Media
En la Baja Edad Media tuvieron lugar importantes cambios sociales, tecnológicos y políticos.

¿Qué fue la Baja Edad Media?

La Edad Media fue un período de la historia europea que se extendió desde el siglo V hasta el siglo XV. Se lo suele dividir en:

  • Alta Edad Media. Desde el siglo V hasta el siglo X.
  • Plena Edad Media. Desde el siglo XI hasta el siglo XIII.
  • Baja Edad Media. Desde el siglo XIV hasta el siglo XV.

En general, la Edad Media se caracterizó por una fragmentación del poder político y militar como consecuencia de la caída del Imperio romano. También fue una época en la que predominó el sistema económico feudal.

Pero en su fase final, conocida como Baja Edad Media, comenzaron a establecerse poderes estatales más centralizados, fue declinando la dependencia en el feudalismo y se consolidó una serie de cambios sociales, tecnológicos e ideológicos que dieron paso a la Edad Moderna. Algunos historiadores consideran que la Baja Edad Media comenzó en el siglo XI, y rechazan el término Plena Edad Media.

El contexto histórico

Baja Edad Media
En el siglo XIV epidemias, guerras y hambrunas modificaron a la sociedad medieval.

Durante la Plena Edad Media (entre los siglos XI y XIII), Europa occidental vivió una etapa de crecimiento económico. Esto se debió en gran medida a las innovaciones técnicas y tecnológicas en el campo (roturaciones, rotación trienal, mejoras en el arado, molinos), que permitieron producir excedentes productivos. Estos excedentes impulsaron, a su vez, el comercio y la producción artesanal en las ciudades.

Sin embargo, en el siglo XIV se combinaron una serie de factores que transformaron algunos aspectos de la vida social, económica e intelectual de Europa. Quizás el más relevante fue la sucesión de epidemias y hambrunas que afectaron a gran parte de la población europea (y, en algunos casos, también de Asia y el norte de África), y que causaron muchas muertes, como la Gran Hambruna (1315-1317), debida a malas condiciones climáticas que provocaron malas cosechas y pérdidas de cabezas de ganado, o la Peste Negra (1347-1352), que se cobró la vida de al menos un tercio de los habitantes de Europa.

A estas calamidades se sumaron otros hechos, como los conflictos intermitentes de la Guerra de los Cien Años  (1337-1453), que enfrentó a las coronas de Francia e Inglaterra, o las revueltas de campesinos contra la presión tributaria, la violencia y los saqueos derivados del conflicto bélico.

Esta sucesión de eventos generó una disminución demográfica que fomentó:

  • Las mejoras en las condiciones de trabajo de algunas poblaciones campesinas (debido a la disminución de mano de obra en el campo).
  • El abandono de la servidumbre (que era la principal modalidad de trabajo del régimen feudal).
  • Las migraciones del campo a la ciudad.
  • El crecimiento de la burguesía urbana y de las actividades mercantiles, artesanales y financieras.
  • Una relativa disminución del poder de la nobleza feudal.
  • Una progresiva centralización política de las coronas reales, sustentada en el financiamiento de banqueros y en el servicio de nuevos burócratas provenientes de la burguesía.

La vida urbana en la Baja Edad Media

Durante los primeros siglos de la Edad Media, los centros urbanos, que existían en Europa desde las épocas del Imperio romano, decayeron hasta convertirse en meros centros administrativos. Esta etapa se caracterizó por una ruralización casi absoluta de la economía (con excepción de algunas ciudades italianas).

Sin embargo, a partir de fines del siglo XI las ciudades comenzaron a crecer nuevamente a causa del aumento demográfico, las innovaciones agrícolas que permitieron generar mayores excedentes productivos, y la demanda de productos artesanales elaborados en las ciudades, como telas o herramientas. Esto a su vez fomentó el comercio de corta y larga distancia.

A fines del siglo XIII, las grandes ciudades (como Venecia, Florencia, Milán, París o Londres) llegaron a alojar a cerca de 100.000 habitantes. Sin embargo, la mayor parte de las ciudades medievales rondaba probablemente los 5000 habitantes. En estos años, algunas ciudades lograron la conformación de un gobierno autónomo, con sus propias ordenanzas municipales. También se conformaron ligas o confederaciones de ciudades con fines comerciales y defensivos (como la Liga Hanseática del norte de Alemania y alrededores).

Si bien las hambrunas y epidemias del siglo XIV afectaron tanto al campo como a las ciudades, las migraciones de campesinos a recintos urbanos contribuyeron paulatinamente al aumento demográfico en estos espacios. Además, en las ciudades se conformaron talleres y gremios de artesanos, que permitieron la organización corporativa (por oficios) de los trabajadores (especialmente a partir del siglo XIII).

Los mercados urbanos hicieron circular cada vez más la moneda y enriquecieron a muchos comerciantes (sobre todo, del norte de Italia), que comenzaron a actuar como banqueros o financistas. Estos burgueses se dedicaron a ofrecer préstamos o comprar cargos a los monarcas, quienes pudieron conformar ejércitos y aparatos burocráticos centralizados (sobre cuya base se constituyeron más tarde los estados modernos).

La arquitectura de la Baja Edad Media

Baja Edad Media
El estilo característico de la Baja Edad Media fue el gótico, empleado en las catedrales.

La arquitectura medieval se destacó principalmente por las obras militares (castillos), civiles (palacios o ayuntamientos) y religiosas (especialmente las catedrales). Algunos de los ejemplares más notables corresponden a la Plena Edad Media y a la Baja Edad Media, cuando el resurgimiento de las ciudades promovió la construcción de grandes edificios para instituciones municipales y para las nacientes universidades.

El estilo arquitectónico más característico de la Baja Edad Media fue el gótico, que derivaba del arte románico. Surgió en el norte de Francia y se expandió luego a la mayor parte de Europa. Fue especialmente empleado en la construcción de grandes catedrales, entre los siglos XII y XV, como la de Notre Dame en París (Francia) o la de Santa María en Burgos (España).

Entre las características más representativas de este estilo se cuentan el arco apuntado (también llamado ojival), la bóveda de crucería (también llamada nervada), los arbotantes o contrafuertes exteriores, los grandes vitrales, y la altura y verticalidad de sus naves y torres.

Innovaciones agrícolas y molinos de viento

Molinos de viento
Los molinos de viento eran utilizados para moler cereales y bombear agua.

En los siglos XI y XII se comenzó a utilizar una nueva forma de arado para abrir surcos y remover el suelo antes de sembrar las semillas. El arado de ruedas y vertederas (que permitían guiar el surco como un timón) reducía el esfuerzo y mejoraba el resultado respecto al arado heredado de la Antigüedad.

Además, en la Baja Edad Media se difundieron mejoras en los correajes para caballos, lo que permitió la sustitución de los bueyes por caballos como animales de tiro.

Otra innovación en la agricultura que se implementó durante la Plena Edad Media y la Baja Edad Media fue la rotación trienal: en cada parcela de tierra, durante dos años se sembraban cereales distintos y un tercer año se dejaba la tierra sin sembrar, período que se denomina “barbecho”. Como la tierra cultivable se dividía en tres parcelas, cada parcela cumplía una etapa distinta del proceso. Esto aumentó significativamente la productividad de las tierras, y la calidad y cantidad de las cosechas, especialmente en Francia, Inglaterra, Países Bajos y Alemania.

Una innovación importante fue el molino de viento: una estructura de piedra con forma de torre con sistema de aspas de madera cubiertas de tela. Los molinos de viento se introdujeron en Europa en los siglos XI y XII y se difundieron especialmente a partir del siglo XIV.

Estos molinos utilizaban el viento, es decir, energía eólica, para poner en movimiento un engranaje que podía utilizarse para moler los granos de cereales o bombear agua. Los granos de los cereales se molían para hacer harina, tarea que previamente se hacía a mano con un mortero o empleando molinos de agua. Con los molinos de viento, esta tarea se realizaba mucho más rápido y en grandes cantidades, y además no se dependía de los cursos de agua, por lo que podían ser construidos en áreas dispares.

El comercio y los viajes

Baja Edad Media
En la Baja Edad Media los comerciantes se enriquecieron.

Las innovaciones técnicas y tecnológicas en la agricultura de la Plena Edad Media permitieron aumentar la producción y destinar los excedentes productivos a la producción artesanal y al comercio. Esto enriqueció a las burguesías urbanas, que en algunos casos se convirtieron en prestamistas y banqueros.

Sobre esta base, en la Baja Edad Media se produjo lo que algunos historiadores llaman “revolución comercial”. Este término alude a cambios que tuvieron lugar a partir de los siglos XIII y XIV, como la formación de sociedades comerciales, nuevas formas de crédito para expediciones mercantiles y la consolidación de guildas (corporaciones de comerciantes de ciudades, similares a los gremios de artesanos). Estas guildas y ciudades comerciales se vincularon en ocasiones en ligas o confederaciones, como la Liga Hanseática.

Estos cambios beneficiaron a algunas familias burguesas de las ciudades comerciales, como los Médici en Italia o los Fugger en Alemania, que obtuvieron derechos monopólicos y se convirtieron en grandes banqueros. Además, la Baja Edad Media se caracterizó por la ampliación de las rutas y volúmenes de intercambio: ciudades como Venecia, Génova y Pisa competían por el control del Mediterráneo, mientras que los comerciantes de Flandes fabricaban tejidos de lana para la exportación.

La búsqueda de bienes exóticos (como los que provenían de Asia), la circulación de relatos como los de Marco Polo (c. 1254-1324) y las innovaciones náuticas de la época, motivaron a su vez los viajes de exploración que, a comienzos de la Edad Moderna, permitieron a los portugueses llegar al sur de África y luego a la India, y a los españoles atravesar el Atlántico.

La declinación del feudalismo

Baja Edad Media
Los cambios demográficos del siglo XIV debilitaron a la nobleza feudal.

Durante la mayor parte de la Edad Media, la economía estuvo regida por el sistema feudal: los “señores feudales” (reyes o nobles) cedían porciones de sus tierras (“feudos”) a sus vasallos, quienes les debían a cambio fidelidad y obligaciones (generalmente militares). Además, las tierras solían ser trabajadas por siervos, que estaban atados a la tierra y debían pagar rentas al señor feudal.

A partir del siglo XIV, se dieron cambios demográficos por causa de las muertes por hambrunas, epidemias y guerras. Esto provocó un relativo debilitamiento de la nobleza feudal en Europa occidental, pues la escasez de mano de obra campesina permitió la exigencia de mejores condiciones de trabajo y el abandono de la servidumbre. A su vez, el creciente impulso de la burguesía urbana y la tendencia a la centralización política de las monarquías europeas determinaron la declinación del sistema feudal.

La Iglesia católica y el Cisma de Occidente

Durante la Baja Edad Media, la Iglesia atravesó una serie de conflictos con los poderes seculares. Sin embargo, el más significativo fue el que derivó en el Cisma de Occidente (1378-1417), por el que llegó a haber dos (y hasta tres) papas de la Iglesia católica simultáneos.

En Francia, el rey Felipe IV había decidido imponer impuestos a los bienes eclesiásticos, lo que provocó un conflicto con el papa, Bonifacio VIII, quien amenazó con excomulgarlo. La respuesta del rey fue enviar unos mercenarios a Italia para arrestarlo. Estos encontraron y golpearon al papa en la localidad de Anagni, pero debieron liberarlo.

Cuando fue ungido papa Clemente V, de origen francés, cambió su sede de Roma a Aviñón, en Francia. Este papa y sus sucesores fueron considerados por algunos cardenales demasiado serviles a los monarcas franceses. En 1377, el entonces papa Gregorio XI regresó a Roma pero murió al año siguiente, y el cónclave que debía elegir al nuevo papa se celebró en medio de tumultos de la población romana que reclamaba la elección de un papa italiano. Las diferencias entre los cardenales provocaron que resultaran elegidos dos papas, Urbano VI, que permaneció en Roma, y Clemente VII, que se instaló en Aviñón.

Esta situación provocó que los distintos reinos de Europa reconocieran a uno u otro papa, hasta que se restableció la unidad de la Iglesia católica con sede en Roma en 1417. Algunos historiadores consideran que estos episodios incidieron en cierta pérdida de legitimidad de la Iglesia, que llevó a fenómenos como el pensamiento humanista y la Reforma protestante. En estos años, también se persiguió a nuevos movimientos considerados herejes, como los husitas de Bohemia, seguidores de Jan Hus (quien fue quemado en la hoguera en 1415).

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Referencias

  • Álvarez Palenzuela, V. A. (Coord.) (2002). Historia universal de la Edad Media. Ariel.
  • García de Cortázar, J. A. & Sesma Muñoz, J. A. (2014). Manual de historia medieval. Alianza.
  • Hunt, L., Martin, T. R., Rosenwein, B. H. & Smith, B. G. (2016). The Making of the West. Peoples and Cultures. 5th edition. Bedford/St. Martin’s.
  • Britannica, Encyclopaedia (2022). Middle Ages. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com

¿Cómo citar?

"Baja Edad Media". Autor: Augusto Gayubas. De: Argentina. Para: Enciclopedia Humanidades. Disponible en: https://humanidades.com/baja-edad-media/. Última edición: 24 marzo, 2024. Consultado: 23 abril, 2024.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 24 marzo, 2024
Fecha de publicación: 3 octubre, 2018

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