Te explicamos qué fueron las reparaciones de guerra del Tratado de Versalles. Además, su aplicación y consecuencias.
¿Qué fueron las reparaciones de guerra del Tratado de Versalles?
Las reparaciones de guerra del Tratado de Versalles fueron las obligaciones económicas que los Aliados le impusieron a Alemania luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Tras la victoria aliada (encabezada por Francia, el Reino Unido, Estados Unidos e Italia) frente a los Imperios Centrales (Imperio alemán, Imperio austrohúngaro e Imperio otomano), se reunió una conferencia de paz en París en 1919, a la que no fueron invitados los gobiernos de los países vencidos. Allí se acordó la creación de la Sociedad de Naciones (por iniciativa del gobierno estadounidense) y se definieron las cláusulas territoriales, militares y económicas que les fueron impuestas a los países derrotados.
Una de las consecuencias de la conferencia de París fue la firma del Tratado de Versalles con Alemania (que el gobierno alemán se vio obligado a firmar el 28 de junio de 1919). El tratado responsabilizaba a Alemania por la guerra y le imponía condiciones de paz muy duras: el desarme, la pérdida de territorios y la obligación de pagar reparaciones o indemnizaciones de guerra a los Estados vencedores.
El Congreso estadounidense finalmente rechazó firmar el tratado y Estados Unidos nunca ingresó en la Sociedad de Naciones. El Reino Unido y, especialmente, Francia exigieron a Alemania el pago de sus obligaciones, mientras el gobierno alemán declaraba no poder hacer frente a dichas exigencias. Esto provocó diversos conflictos a comienzos de la década de 1920: un intento de golpe de Estado y estallidos sociales en Alemania, la ocupación de la región alemana del Ruhr por parte de tropas belgas y francesas, y problemas económicos en Francia y, especialmente, en Alemania.
La situación comenzó a serenarse cuando un comité auspiciado por Estados Unidos elaboró en 1924 un plan para garantizar tanto el pago de las reparaciones como la estabilidad económica alemana. Aun así, la firma del Tratado de Versalles alimentó el resentimiento de sectores nacionalistas de Alemania contra las potencias aliadas y contra la República de Weimar (gobierno alemán), circunstancia que fue aprovechada por el movimiento nacionalsocialista que adquirió importancia en los años de la Gran Depresión.
Ver además: Período de entreguerras (primera etapa)
El Tratado de Versalles (1919)
El Tratado de Versalles, firmado en 1919, impuso a Alemania unas cláusulas muy severas:
- Las cláusulas militares exigieron una drástica reducción de armamentos y fuerzas militares, además de la formación en Renania (en el oeste de Alemania) de zonas desmilitarizadas y áreas de ocupación aliada.
- Las cláusulas territoriales supusieron la pérdida de amplios territorios alemanes a favor de otros países como Francia, Bélgica y Polonia, además de la pérdida de todas sus colonias.
- Las cláusulas políticas prohibieron el ingreso de Alemania en la Sociedad de Naciones, el organismo internacional para resolver conflictos de manera concertada que se creó con la firma de un pacto anexo al Tratado de Versalles.
- Las cláusulas económicas impusieron a Alemania el pago de indemnizaciones (reparaciones de guerra) a los países aliados en forma de recursos, maquinaria y bonos o metálico.
El tratado justificó las sanciones impuestas a Alemania mediante la inclusión de un artículo en el que se acusó a Alemania de ser responsable de la guerra. Los artículos siguientes declararon que Alemania debía pagar las reparaciones de guerra, aun cuando reconocían que la economía alemana no tenía los recursos suficientes, y establecieron un plazo hasta mayo de 1921 para que una Comisión de Reparaciones definiera el monto total que debía pagar el estado alemán.
"Artículo 231. Los gobiernos aliados y asociados declaran, y Alemania reconoce, que Alemania y sus aliados son responsables, por haberlos causado, de todos los daños y pérdidas infligidos a los gobiernos aliados y asociados y sus súbditos a consecuencia de la guerra que les fue impuesta por la agresión de Alemania y sus aliados.
Artículo 232. Los gobiernos aliados y asociados reconocen que los recursos de Alemania no son suficientes —teniendo en cuenta la disminución permanente de los mismos, que resulta de las demás disposiciones del presente Tratado— para asegurar la reparación completa de todos los expresados daños y pérdidas.
Los gobiernos aliados y asociados exigen, sin embargo, y Alemania se compromete a ello, que sean reparados todos los daños causados a la población civil de cada una de las potencias aliadas y asociadas, o a sus bienes, mientras cada una haya sido beligerante con Alemania, en virtud de dicha agresión por tierra, por mar y por los aires, y, en general todos los daños (…).
Artículo 233. El importe de dichos daños, cuya reparación corresponde a Alemania, será fijado por una Comisión interaliada, que llevará el nombre de Comisión de Reparaciones (…)".
Versalles, 28 de junio de 1919
Ver también: Tratados de paz de la Primera Guerra Mundial
La posición de las principales potencias ante el Tratado de Versalles
Alemania
Alemania aceptó bajo protesta el Tratado de Versalles. Dos aspectos eran especialmente insoportables para el gobierno y la opinión pública alemana: el pago de reparaciones de guerra como país responsable del conflicto y las pérdidas territoriales, muy especialmente las de la frontera oriental.
Alemania se refería al Tratado de Versalles como el diktat (la imposición) y, desde un principio, centró sus objetivos en conseguir su revisión y evitar el cumplimiento de sus costosas condiciones.
La paradoja del Tratado de Versalles fue que era un tratado muy duro que unas potencias no demasiado fuertes (Francia y el Reino Unido) intentaban imponer a un país que aún mantenía gran parte de su potencial económico (Alemania). Esta paradoja se explica por dos razones:
- En primer lugar, por el aislacionismo estadounidense: la negativa de Estados Unidos a firmar el Tratado de Versalles e integrar la Sociedad de Naciones dejó a Francia y el Reino Unido como las únicas potencias a cargo de construir el orden europeo diseñado en la Conferencia de París.
- En segundo lugar, por el agravamiento de la debilidad franco-británica a raíz de la disparidad de ideas entre los gobiernos de Londres y París.
Estados Unidos
El aislacionismo que tradicionalmente conducía al gobierno de Estados Unidos a no implicarse en alianzas permanentes provocó que el Congreso estadounidense rechazara firmar el Tratado de Versalles y el Pacto de la Sociedad de Naciones, a pesar de que había sido el presidente estadounidense, Woodrow Wilson, quien había promovido la creación de la Sociedad de Naciones.
Esto sucedió porque Estados Unidos debía ratificar los tratados en el Senado mediante una mayoría de dos tercios. Wilson pertenecía al Partido Demócrata y tenía que hacer frente a un Senado con mayoría del Partido Republicano. En pleno debate, Wilson debió permanecer en su casa tres meses debido a un accidente cerebrovascular, y se negó a pactar cualquier tipo de enmienda de los tratados con el líder republicano en el Comité de Asuntos Exteriores del Senado, Henry Cabot Lodge.
La propuesta de Wilson fue derrotada en el Senado y, cuando el candidato republicano Warren G. Harding llegó a la presidencia de Estados Unidos en marzo de 1921, fue definitivamente rechazada. En agosto de 1921, el gobierno estadounidense firmó por separado tratados de paz con Alemania, Austria y Hungría.
A partir de ese momento, la tarea de supervisar la ejecución del Tratado de Versalles ocupó solamente a Francia y el Reino Unido, con la escasa ayuda de Bélgica e Italia, aunque posteriormente Estados Unidos se implicó en las conversaciones sobre las reparaciones mediante el auspicio de un comité que elaboró el Plan Dawes en 1924.
El Reino Unido y Francia
El Reino Unido, que era el centro de un imperio mundial, trataba de seguir su tradicional política de equilibrio continental en Europa. Se trataba de que ni Alemania ni Francia fueran demasiado poderosas y así le permitieran centrarse en los crecientes problemas que le planteaban los movimientos independentistas en Irlanda, Egipto y la India.
Con una opinión pública cada vez más influida por las ideas del economista John Maynard Keynes, quien consideraba que la aplicación del Tratado de Versalles tendría consecuencias negativas para Alemania y el resto de Europa, el gobierno británico se convenció de que había que favorecer la prosperidad alemana como una premisa para el progreso económico europeo. Esta postura implicaba una actitud conciliadora frente a las reticencias alemanas para pagar las reparaciones de guerra.
Sin embargo, para el gobierno francés la cuestión prioritaria era aplicar medidas que debilitaran a Alemania y la forzaran a cumplir el Tratado de Versalles. Esta postura se explicaba por la negativa estadounidense a firmar el Tratado de Versalles, que dejó a Francia en una situación de inseguridad en caso de un futuro ataque alemán. La exigencia del pago íntegro de las reparaciones no solo buscaba contribuir a la recuperación económica francesa, sino también debilitar a la economía alemana.
La aplicación del Tratado de Versalles
Las reparaciones como centro del conflicto
Alemania se mostró desde el comienzo contraria a cumplir las cláusulas del Tratado de Versalles. El primer conflicto relacionado con esta negativa se dio en marzo de 1920, cuando se produjo un intento fallido de golpe de Estado contra la República de Wiemar en Alemania, dirigido por el político ultra nacionalista Wolfgang Kapp, que fue sofocado a los pocos días.
Como reacción al intento de golpe, los obreros del Ruhr (una región del oeste de Alemania) proclamaron la huelga general y el ejército alemán entró en la zona desmilitarizada (acción que contravenía el Tratado de Versalles) para reprimir el levantamiento de los trabajadores. La reacción francesa fue inmediata: el ejército francés ocupó Fráncfort, Darmstadt y Duisburgo.
En la Conferencia de Spa de julio de 1920, los Aliados determinaron el porcentaje de las reparaciones alemanas que debía recibir cada estado. El 27 de abril de 1921 la Comisión de Reparaciones, que había sido constituida por el Tratado de Versalles y estaba presidida por el francés Raymond Poincaré, anunció la cantidad total que debía pagar Alemania en concepto de reparaciones: 132.000 millones de marcos-oro. A la reacción indignada del gobierno alemán, los Aliados respondieron con una amenaza de invasión de la cuenca del Ruhr.
Alemania continuó incumpliendo el pago de las indemnizaciones. Por un momento, pareció que el gobierno francés, cuyo primer ministro desde enero de 1921 era Aristide Briand, podría llegar a un acuerdo con el primer ministro británico, David Lloyd George, para flexibilizar el pago de las reparaciones.
Sin embargo, en enero de 1922, cuando Briand y Lloyd George iniciaban un encuentro en Cannes, Briand debió regresar a París, donde se vio obligado a renunciar. El presidente de la República francesa, Alexandre Millerand, convocó para el cargo de primer ministro a Poincaré. De este modo, se había impuesto en Francia la denominada política de ejecución de los tratados: había que forzar a Alemania a pagar.
La Conferencia de Génova y el Tratado de Rapallo (1922)
En mayo de 1922 se celebró en Génova una Conferencia a la que, por primera vez, asistieron no solo los aliados vencedores sino también los dos grandes derrotados de la guerra: Alemania (vencida en la guerra) y Rusia (que había firmado la paz con Alemania luego de la revolución bolchevique y había perdido muchos territorios). Se trataba de abordar los graves problemas económicos y de integrar a la Rusia soviética en el concierto europeo.
La Conferencia de Génova fue un fracaso. Su principal consecuencia fue la firma del Tratado de Rapallo entre Alemania y Rusia, que se realizó por fuera de la conferencia. Los dos grandes derrotados, aunque mantuvieron la desconfianza mutua, iniciaron un período de colaboración económica e, incluso, militar.
Alemania buscaba inquietar a las potencias occidentales y así lograr rebajar sus exigencias en el tema de las reparaciones. Rusia intentaba reinsertarse en la política internacional europea. El Tratado de Rapallo fue profundizado con un nuevo tratado germano-soviético en 1926.
Poincaré, inquieto por las posibles consecuencias del acercamiento germano-ruso, se fue convenciendo de la necesidad de tomar decisiones drásticas que forzaran a Alemania a cumplir sus obligaciones. Una nueva solicitud alemana de moratoria en el pago de las reparaciones en julio de 1922 precipitó la decisión francesa de ocupar la región del Ruhr.
La ocupación del Ruhr (1923)
El 11 de enero de 1923, tropas francesas y belgas ocuparon la cuenca del Ruhr, el corazón minero e industrial de Alemania. La intención era cobrarse así las reparaciones de guerra adeudadas. Los británicos se negaron a unirse a la acción, pero sus protestas fueron, en un principio, tibias.
La reacción del gobierno alemán, presidido por el canciller Wilhelm Cuno, fue decretar la resistencia pasiva. Las fábricas cerraron y el gobierno sufragó a los huelguistas. La situación provocó el colapso de la economía alemana, que fue duramente castigada por la hiperinflación.
El marco (moneda alemana) había perdido prácticamente todo su valor, y en septiembre de 1923 el nuevo canciller alemán, Gustav Stresemann, ordenó el cese de la resistencia pasiva.
Por su parte, Francia había quedado aislada debido al creciente distanciamiento británico, y su propia economía estaba atravesando serias dificultades. Su moneda, el franco, se estaba debilitando y necesitaba de forma urgente créditos estadounidenses, pero el gobierno de Estados Unidos era muy crítico de la política de Poincaré en relación con la aplicación del Tratado de Versalles.
El Plan Dawes (1924)
La mediación estadounidense llevó a que todos los estados afectados aceptaran la creación de un comité para estudiar el tema de las reparaciones. El comité, reunido durante 1924, fue presidido por un banquero estadounidense, Charles Dawes, y dio como resultado la elaboración del Plan Dawes: un programa que favorecía la estabilidad económica alemana y establecía un plan de pagos para garantizar el cumplimiento de las obligaciones alemanas.
La debilidad financiera de Francia la forzó a aceptar la integridad territorial de Alemania y a firmar el plan junto con las otras potencias, lo que condujo a la retirada de las fuerzas ocupantes francesas y belgas del Ruhr en agosto de 1925.
Progresivamente se fue extendiendo la idea de que era necesario abordar la solución de los problemas de la posguerra desde el diálogo y la cooperación (y no desde el enfrentamiento y la imposición). Este era el caso de Alemania, donde Stresemann hacía gestos conciliatorios, y de Francia y el Reino Unido, donde habían llegado al poder en 1924 nuevos gobiernos de centro-izquierda, presididos por hombres más proclives a la negociación: Édouard Herriot (del Partido Radical francés) y Ramsay MacDonald (del Partido Laborista británico).
El giro hacia la conciliación ya se había definido en febrero de 1924, cuando Stresemann comunicó al gobierno francés que Alemania estaba dispuesta a firmar con Francia un acuerdo que garantizase las fronteras franco-alemanas marcadas en Versalles, incluida la zona desmilitarizada. A partir de ese momento, las relaciones internacionales entraron en un corto período de concordia.
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Referencias
- Britannica, Encyclopaedia (2019). reparations. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Britannica, Encyclopaedia (2022). Treaty of Versailles. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Cabrera, M., Juliá, S. & Martín Aceña, P. (comps.) (1991). Europa en crisis. 1919-1939. Editorial Pablo Iglesias.
- Sevillano Calero, F. (2020). La Europa de entreguerras. El orden trastocado. Síntesis.
- Stone, N. (2013). Breve historia de la Primera Guerra Mundial. Ariel.
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