Te explicamos quién fue David Alfaro Siqueiros, cómo llegó a ser uno de los grandes exponentes del muralismo mexicano y por qué intentó asesinar a León Trotsky.
¿Quién fue David Alfaro Siqueiros?
David Alfaro Siqueiros fue un pintor y escritor mexicano, considerado como uno de los máximos exponentes de la escuela muralista mexicana junto a Diego Rivera (1886-1957) y José Clemente Orozco (1883-1949). Su obra mural, en la que se evidencia su fuerte compromiso con el pensamiento político revolucionario, se considera uno de los mayores hitos artísticos mexicanos y latinoamericanos del siglo XX.
Siqueiros, sin embargo, no fue únicamente un pintor, sino también un escritor de reflexiones políticas y artísticas, y un activo militante comunista, cosa que le ocasionó varias visitas a la cárcel en distintos momentos de su vida. A menudo se dice que su entrega a la política interrumpió la carrera artística de Siqueiros, pero él vio siempre una estrecha relación entre estos dos aspectos de su vida.
Por otro lado, Siqueiros fue un hombre de acción. Luchó en la Revolución mexicana y como voluntario en el bando republicano durante la guerra civil española (1936-1939), y de vuelta en México, participó en un atentado contra el líder socialista ruso León Trotsky (1879-1940), asilado en ese momento en la casa de Frida Kahlo (1907-1954) y Diego Rivera.
- Ver también: Historia de México
La juventud de Siqueiros en la Revolución mexicana
José de Jesús Alfaro Siqueiros nació el 29 de diciembre de 1896 en la población de Camargo (en ese entonces Santa Rosalía), en el estado mexicano de Chihuahua. Sus padres fueron el abogado Cipriano Alfaro Palomino, de familia católica y conservadora, y su esposa Teresa Siqueiros Feldman, quien murió cuando Siqueiros era pequeño.
Siqueiros se crio en Irapuato, en el estado de Guanajuato, donde vivían sus abuelos paternos y donde inició su formación educativa. A los catorce años de edad ingresó a una escuela marista en la Ciudad de México y luego a la Escuela Nacional Preparatoria, y a los quince años comenzó a tomar clases nocturnas en la Academia de San Carlos. Allí fue alumno de Gerardo Murillo (1875-1964), el famoso pintor y explorador “Dr. Atl”.
Los enfrentamientos entre Siqueiros y su padre eran cosa cotidiana: este último veía con malos ojos los movimientos revolucionarios en que su hijo se involucraba. La ruptura formal entre los dos se produjo cuando Siqueiros tenía 17 años y se sumó al movimiento obrero y estudiantil en contra del gobierno de Victoriano Huerta (1850-1916), y luego formó parte del ejército Constitucionalista comandado por Venustiano Carranza (1859-1920).
Durante los años siguientes, el joven Siqueiros se dedicó de lleno a la lucha revolucionaria, contra las fuerzas de Francisco “Pancho” Villa (1878-1923) y Emiliano Zapata (1879-1919). Esto le permitió conocer regiones distantes de su país antes de retornar a la Ciudad de México con el grado militar de Capitán segundo, cuando Carranza asumió el gobierno en 1917.
En 1918 Siqueiros organizó el Congreso de Artistas Soldados y a través de un compañero de armas conoció a Graciela Amador (1891-1961), una aspirante a escritora, titiritera y revolucionaria, y ese mismo año se casaron. Apodada “Gachita” por Siqueiros, Graciela fue su compañera hasta 1929 y a ella se le atribuye el origen del nombre artístico de Siqueiros, “David”.
Al año siguiente, Siqueiros recibió una beca de estudios del gobierno, que sirvió también como la luna de miel de la pareja.
La estancia en Europa de Siqueiros
Siqueiros y su esposa llegaron a Europa en 1919, tras una parada en Nueva York, donde visitaron a José Clemente Orozco, a quien Siqueiros había conocido como discípulo del Dr. Atl. Estuvieron en París, donde Siqueiros conoció las obras del cubismo y también a su futuro colega Diego Rivera, con quien luego visitó los museos de Italia y descubrió la tradición renacentista.
En 1920, Siqueiros dejó de recibir temporalmente su beca, cuando el gobierno de Carranza fue depuesto por el de Álvaro Obregón (1880-1928). Esto obligó a la pareja a buscar empleos en Europa: Siqueiros como dibujante industrial y su esposa como articulista de un diario comunista francés. De aquel modo sobrevivieron hasta que Siqueiros recibió una carta del nuevo ministro de educación de México, José Vasconcelos (1882-1959), pidiéndole que volviera a México. Entonces Siqueiros pidió una extensión de su beca que, contra todo pronóstico, le fue concedida.
El año siguiente encontró a Siqueiros y a su esposa en Barcelona, España, donde el pintor colaboró con diversos intelectuales latinoamericanos en el lanzamiento de la revista Vida Americana. Allí Siqueiros publicó un texto que sirvió de manifiesto para el nacimiento del movimiento muralista mexicano: “Tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación”.
En este escrito, y otro posterior titulado “Una nueva dirección para la nueva generación de pintores y escultores americanos”, Siqueiros llamaba a renovar espiritualmente la pintura y el arte, de modo tal que rescatara los valores clásicos y los adaptara al contexto contemporáneo. Siqueiros quería darle un sentido y un compromiso social al arte, que trascendiera lo meramente decorativo.
El movimiento muralista mexicano
A finales de 1922, Siqueiros y su esposa regresaron a México y se encontraron con un clima de renovación cultural y artística, impulsado en buena medida por Vasconcelos. A Siqueiros, Rivera y Orozco se les asignó emprender un ambicioso plan de pinturas murales en diferentes edificaciones de la Ciudad de México y otras partes del país.
El primero de estos encargos fue la Escuela Nacional Preparatoria, cuyas paredes se distribuyeron entre los tres. Así surgió el primer mural de Siqueiros: Los elementos, pintado en la bóveda de la escalera del Colegio Chico de la ENP.
En 1923, por otro lado, Siqueiros, Rivera y Orozco fundaron el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Mexicanos Revolucionarios, cuyo organismo de comunicación era el diario El Machete. Allí apareció el tercer manifiesto escrito por Siqueiros, en el que abogaba por un arte colectivo que sirviera de vehículo ideológico al proletariado.
El siguiente mural de Siqueiros tuvo lugar ese mismo año en la escalera del Colegio Chico de San Ildefonso y se tituló Entierro del obrero sacrificado. En esta obra su pensamiento izquierdista se hizo mucho más evidente. Y el año siguiente trabajó en Guadalajara junto al también muralista Amado Cueva (1891-1926), en las tallas de la puerta del aula mayor de la Universidad local, así como en la vieja iglesia de Santo Tomás.
En ese entonces, Siqueiros y otros pintores se habían unido al Partido Comunista Mexicano. El pintor, además, formaba parte de diferentes sindicatos y organizaciones obreras, muchas de las cuales no estaban en buenos términos con el nuevo gobierno de Plutarco Elías Calles (1877-1945). Este último, además, había formado alianzas con la burguesía mexicana, cuyo catolicismo era incompatible con el mensaje social de los muralistas.
En 1924, el gobierno les dio a los muralistas un ultimátum: o cesaban sus ataques en El Machete, o lo harían sus contrataciones para pintar nuevos murales. Frente a ello, los muralistas no lograron ponerse de acuerdo. Rivera era partidario de priorizar la pintura, sin importar lo que tuvieran que dar a cambio; Orozco, en cambio, recelaba de la política y prefirió marcharse en 1927 al extranjero. Siqueiros, por su parte, redobló sus críticas al gobierno en El Machete y el gobierno, en represalia, canceló sus contrataciones para futuros murales.
La militancia política de Siqueiros no cesó luego de aquel castigo, pero a partir de entonces se alejó momentáneamente de la pintura; solo publicó algunos dibujos en El Machete. Entre 1924 y 1925 tuvo numerosas apariciones públicas, en mítines políticos y marchas, y en ellos se mostró crítico del gobierno y de sus relaciones con Estados Unidos, que tildaba de “serviles”.
Posteriormente, Siqueiros se dedicó a organizar a los trabajadores mineros y publicó un nuevo periódico, El Martillo, y en 1927 otro más, El 130, cuyo nombre hacía referencia al artículo 130 de la constitución mexicana, referido a la separación de Estado e Iglesia. En esa misma época, comenzó a ser reprimido por la policía y estuvo en la cárcel varias veces.
En 1928, Siqueiros fue invitado a Moscú, donde se reencontró con Rivera, también invitado por la Unión Soviética, y participó como delegado en la Internacional Sindical Roja. La visión de Iósif Stalin (1878-1953) sobre el arte marcó profundamente a Siqueiros. Además, sus diferencias políticas respecto a Rivera, a quien simpatizaban las posiciones políticas de León Trotsky, se hicieron evidentes durante el camino de vuelta a México.
La prisión y el exilio de Siqueiros
En el muelle de Veracruz, a su retorno de Rusia, la policía estuvo esperando a Siqueiros. Fue detenido brevemente, a modo de advertencia. Sin embargo, entre 1928 y 1929 se dedicó a organizar y radicalizar al campesinado mexicano, que veía su calidad de vida mermar nuevamente.
En mayo de 1929, Siqueiros partió a Uruguay y Argentina, donde participó en varios congresos de sindicalistas y se enamoró de la poeta uruguaya Blanca Luz Brum (1905-1985). Siqueiros se separó de Graciela, se casó con Luz Brum y regresó a México con ella, para descubrir que el Partido Comunista Mexicano había sido ilegalizado y era perseguido por el gobierno.
Ese mismo año se produjo la ruptura entre Siqueiros y el partido. La organización veía con malos ojos su relación con Luz Brum, a quien consideraba políticamente sospechosa. Siqueiros se negó a romper su relación y en consecuencia fue expulsado del partido.
En marzo de 1930 fue detenido por la policía junto a su esposa. Ella fue liberada tras dos meses, pero Siqueiros estuvo preso durante seis más en la prisión de Lecumberri, el “Palacio Negro” de Ciudad de México. Siqueiros fue puesto en libertad, pero trasladado al pueblo de Taxco, en el estado de Guerrero, en condiciones de aislamiento social y político. Allí vivió varios años junto a Luz Brum y pudo crear nuevamente: una serie de trece xilografías políticas, muchas de las cuales se expusieron en 1932, con el título “Rectificaciones sobre el muralismo mexicano”. Durante ese lapso, Siqueiros volvió a pintar con óleo y produjo alrededor de cien obras y dibujos diferentes.
A dos años de su arresto, el gobierno mexicano le otorgó a Siqueiros permiso para exiliarse en los Estados Unidos. Su destino inicial fue California, donde esperaba poder dar clases de pintura, pues disponían de muy poco dinero. Pronto, sin embargo, tuvo exposiciones allí, en Nueva York y en Los Ángeles, ciudad donde además pintó los murales América tropical, Mitin en la Calle y Retrato actual de la Ciudad de México, todos de 1932.
Durante esos años, Siqueiros viajó también a Argentina, donde pintó el mural Ejercicio plástico (1933), su única obra desprovista de contenido político-social, y publicó el manifiesto “Un llamamiento a las plásticas argentinas” en el diario bonaerense Voz Crítica. También fue invitado de honor a la exposición de Arte Contemporáneo en la galería St. Regis, en Nueva York, ciudad donde condujo una serie de talleres experimentales y de arte político. Allí tuvo alumnos como el estadounidense Jackson Pollock (1912-1956) y el peruano Oscar Quiñones (1919-1987).
Pocos años después, Siqueiros viajó a París ya separado de Luz Brum. En 1936, cuando estalló la guerra civil española, se enlistó como voluntario para combatir en el Ejército republicano, en el que obtuvo el rango de teniente coronel. Esta fue una experiencia dolorosa para Siqueiros y para los más de 500 voluntarios mexicanos en el conflicto, de los cuales lograron huir hacia París tan solo 52.
El intento de asesinato de Trotski
En 1936, Siqueiros fue readmitido en México, en calidad de refugiado de guerra, junto a su tercera esposa, Angélica Arenal Bastar (1909-1989). Esto fue posible gracias a la intermediación de Rivera y su esposa, la también pintora Frida Kahlo, ante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1895-1970). Entonces supo que también se le había concedido el asilo en México al revolucionario soviético León Trotski, líder de la disidencia comunista de la Unión Soviética y enemigo acérrimo de Iósif Stalin.
Leal a la variante estalinista del comunismo soviético, Siqueiros tomó parte en una campaña de difamación contra Trotski, y también, en 1940, en los planes para asesinarlo. El antiguo líder soviético se había residenciado primero en la “Casa Azul” de Rivera y Kahlo, pero desde 1939 estaba en una casa de la calle de Viena, en Coyoacán. Allí sufrió dos atentados. Siqueiros estuvo involucrado únicamente en el primero.
Las discrepancias entre Trotski y Stalin comenzaron en los inicios de la Revolución de Octubre, en 1918, pero se sostuvieron durante décadas hasta que la muerte del líder revolucionario Vladimir Lenin (1870-1924) los enfrentó por el mando de la Unión Soviética. Trotski fue objeto de numerosos ataques políticos por parte de Stalin, entre ellos el borrado de su imagen de las fotografías históricas, y en 1929 fue expulsado de la URSS. Durante su exilio vivió en Turquía y Europa, y llegó a México en 1937, siempre bajo persecución de los agentes del estalinismo. En ese país fue asesinado en agosto de 1940.
En mayo de 1940, un comando de veinte hombres, dirigido por Siqueiros y su cuñado, asaltaron la casa de Trotski en complicidad con uno de sus guardaespaldas. En la madrugada, dispararon casi 400 tiros a la cama donde Trotski dormía con su mujer, pero no lograron asesinarlo y fueron repelidos por los guardias.
Delatado por uno de sus cómplices, Siqueiros fue perseguido por la justicia y en 1941 emprendió nuevamente el exilio, gracias a su amistad con Pablo Neruda (1904-1973), en ese entonces diplomático chileno en México. Allí pintó el mural Muerte al invasor (1942) y dos años después partió hacia Cuba, donde pintó Alegoría de la igualdad racial en Cuba y Nuevo día de las democracias.
En 1944, Siqueiros pudo volver a México. Allí fundó el Centro Realista de Arte Moderno y el Taller de Ensayo de Pintura y Materiales Plásticos en el Instituto Politécnico Nacional. También pintó su célebre mural Cuauhtémoc contra el mito, donde combinó la pintura y la escultura, y el tríptico mural Nueva Democracia en el Palacio de Bellas Artes. Allí mismo, en 1947, expuso 70 de sus obras más recientes.
Los últimos años de Siqueiros
Las décadas de 1950 y 1960 fueron sumamente productivas para Siqueiros. Muchas de sus grandes obras se produjeron en ese entonces, entre ellas las tres “escultopinturas” que planeaba hacer en la UNAM y de las cuales logró terminar únicamente una: El pueblo a la Universidad y la Universidad al pueblo de 1952. Otras obras producidas para la universidad fueron Nuevo Emblema Universitario y Las fechas de la historia de México. En 1950, además, recibió un premio especial para artistas no italianos de la Bienal de Venecia.
En ese entonces, además, editó la revista Arte Público y pintó los murales El hombre, amo y no esclavo de la máquina (1952) en el Instituto Politécnico Nacional; Por una seguridad completa y al servicio de todos los mexicanos (1952-1954) en el Instituto Mexicano del Seguro Social; Apología de la futura victoria de la ciencia médica contra el cáncer (1958) en el pabellón de oncología del Centro Médico Nacional; y Del Porfirismo a la Revolución (1957-1966) en el Castillo de Chapultepec.
El 9 de agosto de 1960, Siqueiros fue perseguido, aprehendido y acusado de “disolución social”, debido a su militancia en pro de la causa estudiantil y sus denuncias internacionales en contra del gobierno del entonces presidente Adolfo López Mateos (1909-1969). Fue sentenciado a cuatro años de prisión en Lecumberri, durante los cuales continuó pintando.
Una vez en libertad, reunió un equipo artístico para pintar el mural de la sala de convenciones del Hotel Casino de la Selva, titulado La marcha de la humanidad (1965-1971). En 1966, recibió el Premio Lenin de la Paz, que donó al pueblo de Vietnam, entonces en guerra, y ese mismo año ganó el Premio Nacional de Bellas Artes de México.
La muerte y el legado de Siqueiros
David Alfaro Siqueiros murió en Cuernavaca, estado de Morelos, el 6 de enero de 1974. Su cuerpo fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México, donde reposa aún junto a sus compañeros muralistas José Clemente Orozco y Diego Rivera.
La obra de Siqueiros, y en particular sus murales, se consideran una de las cumbres de las artes plásticas latinoamericanas, especialmente del llamado “arte comprometido”, es decir, del arte en función de una causa política. Además, junto a la de sus compañeros muralistas, constituyó la más importante producción cultural del México de la Revolución, cuyo legado artístico es apreciado universalmente.
Las principales pinturas murales de Siqueiros son:
- Los elementos (1922)
- Retrato de la burguesía (1939)
- La nueva democracia (1945)
- El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo (1956)
- Del porfirismo a la revolución (1957-1966)
- La marcha de la humanidad (1965-1971)
Referencias
- Academia de las Artes de México. (s. f.). David Alfaro Siqueiros. https://academiadeartes.org.mx/
- De Larrea Herner, I. (2004). Siqueiros, del paraíso a la utopía. Conaculta.
- Amador, G. (1948). “Mi vida con Siqueiros”. En Hoy (No. 576), pp. 48-49. Tomado del International Center for the Arts of the Americas at the Museum of Fine Arts, Houston, EEUU. https://icaa.mfah.org/
- The Encyclopaedia Britannica. (2023). David Alfaro Siqueiros (Mexican painter). https://www.britannica.com/
- Stein, P. (1994). Siqueiros: His Life and Works. International Publishers Co.
- Sin autor. (2021). “David Alfaro Siqueiros en la prisión de Lecumberri: vida y obra del muralista en el ‘Palacio Negro’”. Infobae. https://www.infobae.com/
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