José Vasconcelos

Te explicamos quién fue José Vasconcelos, cuáles fueron sus obras filosóficas y cuál fue su aporte a la cultura durante la Revolución mexicana.

Vasconcelos fue un importante actor cultural del México del siglo XX.

¿Quién fue José Vasconcelos?

José Vasconcelos fue un abogado, político, filósofo y educador mexicano, autor de influyentes obras literarias y ensayísticas, y un importante funcionario y promotor cultural durante la Revolución mexicana (1910-1917). Entre sus obras destaca La raza cósmica, un ensayo en que propuso a Latinoamérica como la cuna de una “quinta raza” universal que reúne elementos de todas las civilizaciones del mundo. 

Como secretario de Educación Pública del gobierno de Álvaro Obregón (1880-1928), Vasconcelos estuvo detrás de los primeros grandes proyectos del muralismo mexicano, de la construcción del Estadio Nacional y de la creación de una red de bibliotecas, escuelas y centros culturales que se extendió por el territorio mexicano. Asimismo, fue rector de la Universidad Nacional y director de la Biblioteca Nacional.

Vasconcelos fue también un miembro destacado del Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua, y recibió varios doctorados honoríficos de distintas universidades internacionales. Por otro lado, fue candidato a la presidencia en las elecciones de 1929, en las que fue derrotado por Pascual Ortiz Rubio (1877-1963) a través de comicios fraudulentos.

Infancia y años formativos de José Vasconcelos

José Vasconcelos Calderón nació el 27 de febrero de 1882 en Oaxaca, capital del estado mexicano del mismo nombre. Fue el segundo hijo de los nueve que tuvieron Carmen Calderón Conde e Ignacio Vasconcelos Varela, quien se desempeñaba como funcionario público durante el gobierno de Porfirio Díaz (1830-1915).

Debido al oficio paterno, su familia tuvo que cambiar a menudo de residencia, y esto obligó al joven Vasconcelos a realizar sus estudios básicos en distintos lugares, como Texas, Coahuila, Toluca y Campeche. Cuando tenía diecisiete años, su padre falleció y la familia emprendió el retorno a Coahuila, tras un breve paso por la Ciudad de México. Vasconcelos, sin embargo, decidió permanecer en la capital e inscribirse en la recién creada Escuela Nacional Preparatoria.

Posteriormente, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de México (hoy en día conocida como UNAM), donde se graduó de abogado en 1907. Dos años después, en conjunto con otros jóvenes académicos, artistas e intelectuales, fundó el Ateneo de la Juventud Mexicana, luego conocido como Ateneo de México, una asociación cultural en contra del modelo educativo positivista que en ese entonces imponía el Porfiriato.

Empeñados en producir una revolución cultural, los casi cien integrantes que el Ateneo de México llegó a tener criticaron la predominancia de las ciencias por encima de las humanidades en el sistema educativo nacional, así como las ideologías racistas y deterministas biológicas que en él se impartían. Proponían, en cambio, la libertad de cátedra y la libertad de pensamiento.

Entre sus miembros figuraron, además de Vasconcelos, Nemesio García Naranjo (1883-1962), Alfonso Reyes Ochoa (1889-1959) y Diego Rivera (1886-1957), entre muchos otros. Dictaron conferencias, crearon publicaciones y, en 1912, fundaron la Universidad Popular Mexicana. 

La participación de Vasconcelos en este movimiento fue un anuncio de los intereses que persiguió durante toda su vida adulta. El Ateneo de México estuvo en operaciones hasta 1914. 

Los inicios políticos de José Vasconcelos

Vasconcelos formó parte de los fundadores del Ateneo de México en 1909.

Cuando en 1910 estalló la Revolución mexicana, Vasconcelos sumó su apoyo al movimiento maderista. De hecho, se le atribuye la máxima de quienes se oponían a la fraudulenta reelección del régimen porfirista: “Sufragio Efectivo, No Reelección”, una frase rescatada del Plan de la Noria con que a su vez Porfirio Díaz se alzó en 1871 contra la reelección de Benito Juárez (1806-1872).

En febrero de 1913 se produjo la Decena Trágica: Francisco Madero (1873-1913) fue derrocado y el poder fue asumido por Victoriano Huerta (1850-1916). Vasconcelos se exilió en los Estados Unidos, donde se dedicó a hacer gestiones internacionales en contra de los huertistas y a favor de los revolucionarios, encabezados entonces por Venustiano Carranza (1859-1920). Cuando Carranza asumió el poder en 1914, Vasconcelos regresó a México, donde asumió la dirección de la Escuela Nacional Preparatoria. 

Sin embargo, no tardaron en producirse importantes discrepancias políticas con el nuevo gobierno, pues Vasconcelos era partidario de Francisco “Pancho” Villa (1878-1923), cuya facción revolucionaria se oponía al gobierno de Carranza. Esta postura lo obligó a exiliarse nuevamente, hasta que en 1920 se sumó a las fuerzas de Álvaro Obregón (1880-1928) cuando se proclamó el Plan de Agua Prieta.  

Ese mismo año, Adolfo de la Huerta (1881-1955) asumió el cargo de presidente interino y le ofreció a Vasconcelos la rectoría de la Universidad Nacional de México. La Revolución mexicana llegaba a su término, y Vasconcelos asumió la tarea de fomentar las artes y las humanidades, así como el espíritu iberoamericano.

El “apóstol de la educación”

Vasconcelos dotó a la UNAM de su escudo y su lema.

Durante su año como rector de la principal universidad de México, Vasconcelos se propuso reflotar los estudios clásicos y las humanidades, y reconciliar a la comunidad universitaria con las necesidades del pueblo mexicano. La educación y la acción social eran, para él, la clave para el desarrollo del México posrevolucionario.

Al mismo tiempo, Vasconcelos dotó a la universidad de su escudo y lema: el escudo muestra al águila mexicana y a un cóndor andino, frente a los cuales se despliega el mapa latinoamericano, y el lema reza “por mi raza hablará el espíritu”. Con estos símbolos, Vasconcelos expresó sus deseos de abrazar la “cultura cósmica” latinoamericana, que más adelante abordó en sus obras filosóficas y ensayísticas.

En 1921, Vasconcelos fue designado por el gobierno de Obregón como secretario de Instrucción Pública, un cargo que él mismo había contribuido a crear, a través de un proyecto de ley que propuso a la cámara de diputados. Su primera medida en este cargo fue una reforma del sistema educativo mexicano

Se trató de un ambicioso plan de promoción educativa y cultural, que buscaba integrar a México al mundo moderno. Para ello, Vasconcelos promovió una vasta red de bibliotecas y escuelas rurales, de ediciones estatales de las grandes obras de la literatura y el pensamiento universales, y un programa de intercambio educativo con otros países, que envió a estudiantes y artistas a “embajadas culturales” en otras naciones de América Latina. 

Según este plan, los maestros rurales pasaban a ser protagonistas de la renovación mexicana, considerados como “apóstoles de la educación”. Este apodo no tardó en emplearse para designar al propio Vasconcelos.

Un punto central en el plan de promoción cultural de Vasconcelos fue el fomento del muralismo como una de las grandes formas de arte revolucionario mexicano. Bajo el incentivo del Estado, los pintores Diego Rivera (1886-1957), José Clemente Orozco (1883-1949) y David Alfaro Siqueiros (1896-1974) pintaron importantes murales en escuelas, institutos y universidades públicas. A partir de entonces el muralismo comenzó su gran proyección internacional.

Otra importante labor llevada a cabo por Vasconcelos durante el gobierno de Álvaro Obregón tuvo que ver con la construcción o reconstrucción de edificios para el disfrute público, como el Estadio Nacional. 

A pesar de su brillante labor de funcionario, a Vasconcelos se le hizo cada vez más complicado equilibrar su trabajo en el gobierno con sus pasiones literarias y ensayísticas. Por eso, cuando el período político de Obregón culminó en 1924 y Plutarco Elías Calles (1877-1945) fue elegido presidente, Vasconcelos se dedicó de lleno a la escritura. 

La obra escrita de Vasconcelos

El grueso de la labor cultural de Vasconcelos tuvo lugar durante el gobierno de Álvaro Obregón.

La obra escrita de Vasconcelos es de importancia para la cultura de México y de América Latina. Sus primeros escritos fueron de índole académica y filosófica, como tratados sobre Pitágoras (1916), metafísica (1929), ética (1932) y estética (1935). En 1918 bautizó su perspectiva filosófica como “monismo filosófico”, que representaba el intento por lidiar con el mundo como una unidad cósmica. Así lo expuso, por ejemplo, en su Todología (1952). 

Vasconcelos, además, fue un devoto de la divulgación: publicó Estudios indostánicos (1921), Historia del pensamiento filosófico (1937), Breve historia de México (1937) y Manual de filosofía (1945), entre otros libros destinados a formar al lector en diversos temas de interés cultural. 

Asimismo, escribió libros de crítica literaria y su famoso ensayo La raza cósmica (1925). En este propuso que la cultura latinoamericana, fruto del mestizaje entre corrientes étnicas distintas (europea, africana y aborigen), constituye una cultura universal en sintonía con la pluralidad de la humanidad. Muchos de estos puntos se retomaron luego en Bolivarismo y monroísmo (1934).

Vasconcelos, por otro lado, desarrolló también una obra literaria, en la que destaca su serie autobiográfica El Ulises criollo (1935), La tormenta (1936), El desastre (1938), El proconsulado (1939) y La Flama. Los de Arriba en la Revolución. Historia y Tragedia (1959). También escribió el drama Prometeo vencedor (1916) y los relatos de La sonata mágica (1933). Póstumamente se publicaron también sus Cartas políticas (1959).

En 1940, Vasconcelos editó la efímera Revista Continental Timón, en la cual publicaron artistas e intelectuales mexicanos como el Dr. Atl (1875-1964) y Andrés Henestrosa (1906-2008), muchos de los cuales habían sido seducidos por el fascismo europeo. A menudo se critica la paradójica simpatía de Vasconcelos por el régimen racista del nazismo alemán, cuando él fue un antirracista consumado y un defensor de los valores del mestizaje.

La candidatura presidencial de Vasconcelos y el exilio 

En 1928, en el contexto de la Guerra Cristera, Álvaro Obregón anunció sus intenciones de reelegirse en la presidencia de México y el 17 de julio de ese año fue asesinado. Vasconcelos decidió anunciar su candidatura presidencial, con el apoyo de numerosos intelectuales y artistas mexicanos y extranjeros. 

Debía enfrentarse al candidato apadrinado por Plutarco Elías Calles, Pascual Ortiz Rubio (1877-1963). Esto significaba hacer frente al aparato de propaganda del Estado y, además, a la violencia que a partir de entonces se puso en marcha en su contra. Muchos de sus líderes políticos y sociales fueron asesinados y el propio Vasconcelos sufrió distintos atentados.   

El resultado de las elecciones fue de un 93 % de apoyo al candidato de Elías Calles, lo cual ha sido interpretado por los historiadores mexicanos como una evidente demostración de fraude electoral. Vasconcelos, entonces, convocó a la población a sumarse al Plan de Guaymas, con el fin de derrocar al gobierno ilegítimo y otorgarle el poder

Pero su llamado fue ignorado por el pueblo mexicano, fatigado luego de casi una década de guerras civiles, y Vasconcelos fue encarcelado. Posteriormente, tuvo que exiliarse de nuevo en Estados Unidos y Europa. Su expatriación fue dolorosa pero productiva, pues pudo dedicarse de lleno a cultivar su obra filosófica y literaria.   

Vasconcelos regresó a México poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1897-1955). Fue escogido como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua en 1939 (obtuvo su número correspondiente en 1953) y como director de la Biblioteca Nacional en 1940. Tres años después, fue miembro fundador del Colegio Nacional.

En la historia de México, se conoció como el “maximato” al período comprendido entre 1928 y 1934, durante el cual el destino político del país estuvo sometido al control directo e indirecto de Plutarco Elías Calles, considerado entonces el “Jefe Máximo de la Revolución”. Este período culminó con el destierro de Elías Calles y el inicio del llamado “cardenismo”.

Muerte y legado de José Vasconcelos

Vasconcelos es una figura importante para la cultura de México y América Latina.

Durante sus últimos años, la importancia de Vasconcelos en la cultura mexicana y latinoamericana fue ampliamente reconocida. Recibió el Doctorado honoris causa de la Universidad Nacional y también de parte de universidades de Chile, Guatemala y otros países latinoamericanos. 

Asimismo, en 1952 recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y la Federación de Estudiantes de Colombia lo nombró “Maestro de la Juventud de América”, título con el que aún se le recuerda.

Vasconcelos falleció el 30 de junio de 1953 en la Ciudad de México. Su cuerpo fue hallado sobre el escritorio en el que trabajaba en su última obra literaria: Letanías del atardecer (1959, póstuma). Su cuerpo reposa en el Panteón Jardín de la capital mexicana.

En su honor se edificó la Biblioteca José Vasconcelos, en la Ciudad de México, inaugurada en 2006. Esta institución cubre 37.962 metros cuadrados y puede atender hasta a 5000 usuarios por día.

Los principales libros de José Vasconcelos son:

  • El monismo estético (1918)
  • La raza cósmica (1925)
  • Sonata mágica (1933) 
  • Bolivarismo y monroísmo (1934)
  • Ulises criollo (1935)

Sigue con:

Referencias

  • Fell, C. (1989). José Vasconcelos: los años del águila, 1920-1925: educación, cultura e iberoamericanismo en el México postrevolucionario. Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
  • Filosofía.org. (2004). José Vasconcelos Calderón (1882-1959). https://www.filosofia.org/ 
  • Secretaría de Educación Pública del Gobierno de México. (2018). José Vasconcelos, Maestro de la Juventud de América. https://www.gob.mx/ 
  • The Encyclopaedia Britannica. (2023). José Vasconcelos (Mexican educator). https://www.britannica.com/ 
  • Trejo Villalobos, R. (2010). Filosofía y vida: el itinerario filosófico de José Vasconcelos. Universidad de Salamanca.

¿Te interesan nuestros contenidos?

Sigue nuestra cuenta de Instagram, donde publicamos contenidos exclusivos.

¿Cómo citar este artículo?

Citar la fuente original de donde tomamos información sirve para dar crédito a los autores correspondientes y evitar incurrir en plagio. Además, permite a los lectores acceder a las fuentes originales utilizadas en un texto para verificar o ampliar información en caso de que lo necesiten.

Para citar de manera adecuada, recomendamos hacerlo según las normas APA, que es una forma estandarizada internacionalmente y utilizada por instituciones académicas y de investigación de primer nivel.

Farías, Gilberto (8 de enero de 2024). José Vasconcelos. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 4 de octubre de 2024 de https://humanidades.com/jose-vasconcelos/.

Sobre el autor

Autor: Gilberto Farías

Licenciado en Letras (Universidad Central de Venezuela)

Fecha de actualización: 8 de enero de 2024
Fecha de publicación: 8 de enero de 2024

¿Te fue útil esta información?

No

    ¡Genial! Muchas gracias por visitarnos :)