Te explicamos qué es una monarquía centralizada, cuáles son sus características generales y ejemplos de esta forma de gobierno.
¿Qué es la monarquía centralizada?
Las monarquías centralizadas (o autoritarias) surgieron en Europa en los siglos XIV y XV. Representaron un cambio en la organización política respecto al sistema feudal imperante en la Plena Edad Media. El debilitamiento que sufrieron los señores feudales debido a las prolongadas guerras y a la reducción de la población en el campo precipitó la aparición de estos regímenes de gobierno centralizados que concentraron el poder político en la corte real. Los reyes recuperaron las facultades que, durante los cuatro siglos precedentes, habían acaparado en gran medida los señores feudales.
Las monarquías centralizadas antecedieron a las monarquías absolutas y representaron el paso inicial hacia la formación de los Estados nacionales modernos de Europa occidental. La descentralización política característica del orden feudal fue reemplazada por monarquías fortalecidas que disponían de sus propios ejércitos y una administración burocrática. Además ejercían el dominio político sobre un territorio unificado bajo la soberanía del rey y se financiaban mediante la recaudación de impuestos y relaciones con comerciantes y banqueros.
- Ver además: Monarquía parlamentaria
Características de las monarquías centralizadas
- En las monarquías centralizadas europeas el poder político estaba concentrado en el rey y la corte real en detrimento de los señores feudales.
- Los reyes de las monarquías centralizadas dependían de un cuerpo de funcionarios que se ocupaban de la administración del Estado. Habitualmente provenían de la baja nobleza y la burguesía.
- El funcionamiento burocrático de las monarquías centralizadas se basaba en la recaudación de impuestos que permitía pagar a los funcionarios y financiar el ejército. También recurría a la venta de cargos y a la obtención de préstamos que estrechaban la relación de la monarquía con la burguesía urbana.
- Las monarquías centralizadas impulsaron la unificación de sus territorios mediante la acuñación de monedas únicas, la formación de un ejército estatal permanente y la elaboración de símbolos de unidad territorial.
Contexto histórico
Antecedentes
Durante los años de auge del feudalismo en Europa occidental hubo algunas experiencias de concentración del poder en manos de reyes o miembros de la alta nobleza. Por ejemplo, en Francia, tras la disgregación del Imperio carolingio, los reyes tenían menos poder político que sus nobles vasallos, hasta que asumió la Casa de los Capetos (987-1328) que confrontó con los señores feudales e impulsó algunas medidas centralizadoras en materia impositiva y administrativa.
En Inglaterra, el duque de Normandía, Guillermo el Conquistador, se apropió del trono en 1066 y expulsó de sus feudos a los nobles que no lo habían apoyado, instaló a administradores en los señoríos y exigió fidelidad a su persona.
Sin embargo, en esos años el orden feudal seguía siendo preeminente. Muchos señores continuaban controlando las rentas y la justicia, y la dependencia en las relaciones de vasallaje era casi absoluta.
En los siglos XIV y XV la situación comenzó a cambiar. La recuperación del derecho romano desde el siglo XIII devolvía jurídicamente la hegemonía de un reino al monarca. Esto justificaba tanto la superioridad del rey por sobre los señores feudales como su preponderancia política frente al papado y al imperio. Las figuras del rey y el príncipe heredero adquirieron centralidad política y legitimidad religiosa, y simultáneamente se fueron definiendo los límites de los territorios gobernados por los monarcas, en espacios que tiempo más tarde conformaron los Estados nacionales (por ejemplo, Francia, España e Inglaterra).
¿Por qué surgieron las monarquías centralizadas?
En general se admite que el surgimiento de las monarquías centralizadas se debió a varias razones:
- La relativa debilidad de los señores feudales como consecuencia de las guerras recurrentes.
- La falta de mano de obra en los campos, como consecuencia de los efectos demográficos de epidemias, como la Peste Negra (1347-1352), y de las migraciones de campesinos a las ciudades, lo que promovió el abandono de la servidumbre.
- El crecimiento de la burguesía urbana, cuyas actividades mercantiles y financieras contaron con el beneplácito de los monarcas y se beneficiaron de la centralización política, pues ofrecía menos obstáculos a los negocios que el orden feudal. Además, esta burguesía ofrecía ingresos a las monarquías mediante préstamos y la compra de cargos, lo que resultaba necesario para sostener un ejército y una burocracia. Por esta razón, algunos historiadores sugieren que las monarquías centralizadas surgieron como fruto de intereses comunes entre reyes y burgueses.
- La conformidad de la nobleza que, aunque en algunos aspectos vio afectados sus intereses, obtuvo algunos beneficios de este proceso: los ejércitos al servicio del rey también constituían una garantía de orden frente a rebeliones de campesinos. Además, este sector social mantuvo una buena parte de los privilegios que había tenido durante el auge del feudalismo.
Organización política
Cuerpo de funcionarios
Las monarquías centralizadas organizaron un cuerpo de funcionarios para hacer cumplir las leyes, para administrar justicia y para cobrar impuestos en nombre del rey. A esta organización se la suele llamar “burocracia” y es uno de los fundamentos del Estado moderno, pues concentra en el Estado algunas facultades previamente dispersas en señores feudales o poderes nobles. De esta tarea se ocupaban individuos letrados que eran empleados por la monarquía y que generalmente provenían de la baja nobleza o la burguesía.
De este modo, el ejercicio del gobierno y la justicia se profesionalizaron y se conformaron cargos que dependían tanto de la capacidad técnica de sus funcionarios como de cierta regularidad jurídica. Particularmente importantes fueron las áreas de hacienda y justicia, que no solo requerían la toma de decisiones sino también la gestión cotidiana a lo largo del territorio, siempre bajo la autoridad del monarca.
Asambleas representativas
En las monarquías centralizadas funcionaron asambleas representativas que existían desde hacía un tiempo. Eran convocadas por el rey y las integraban representantes de la nobleza, el clero y el “estado llano” o “tercer estado”.
Este último estamento solía estar integrado por el patriciado urbano, aunque podía arrogarse una representación más general. Del mismo modo, los representantes de los otros dos estamentos solían provenir de la alta nobleza y el alto clero.
En los reinos de España surgieron con el nombre de Cortes en el siglo XII, mientras que el Parlamento en Inglaterra tuvo su primera convocatoria en el siglo XIII y los Estados generales de Francia debutaron a comienzos del siglo XIV.
La función de estas asambleas era el diálogo sobre asuntos reconocidos como de interés de los distintos estamentos, y debían servir como órganos consultivos, sobre todo en materia fiscal (aunque en Inglaterra el Parlamento llegó a tener también un carácter legislativo). Sin embargo, su influencia solía ser limitada por las tendencias autoritarias de los monarcas.
Impuestos y moneda
Las monarquías centralizadas se sostuvieron con recursos provenientes de la recaudación de impuestos, así como de préstamos de banqueros y de la venta de cargos públicos o de bienes de la Iglesia. De este modo, podían financiar la administración burocrática y el ejército permanente, y reducir su dependencia de la nobleza feudal.
Algunas coronas, como la portuguesa y la española, también se beneficiaron de la expansión de ultramar y la circulación de recursos valiosos como el oro y la plata.
Una de las políticas implementadas por las monarquías centralizadas fue la acuñación de monedas únicas dentro de los reinos, como el ducado de los Reyes Católicos que desde 1497 debía utilizarse en todos los territorios de la corona (incluso de ultramar). Esta medida colaboró en el desarrollo del intercambio comercial y las actividades financieras, pues simplificó las transacciones. Y también contribuyó a la afirmación del poder político de las monarquías en sus territorios y en relación con otros Estados.
Ejércitos permanentes
Las monarquías centralizadas organizaron ejércitos estatales permanentes. De este modo dejaban de depender de la lealtad personal de sus vasallos, como sucedía en la época feudal. También recurrían en ocasiones a mercenarios, que combatían al servicio de cualquier rey que los convocara a cambio de una paga. Este sistema dependía fuertemente de la capacidad de financiamiento de la monarquía, no solo para pagar a las tropas o mercenarios sino también para invertir en armamento.
A diferencia de lo que ocurría en la época feudal, cuya característica distintiva era la dependencia en la caballería, el cuerpo más importante de estos ejércitos estaba integrado por la infantería, es decir, soldados a pie que eran entrenados en el uso de la alabarda o el arco. En esta época también comenzó a difundirse el uso de la pólvora en armas de fuego y artillería, como el arcabuz o distintos tipos de cañones de hierro.
Los ejércitos de las monarquías centralizadas también eran instrumentos útiles para asegurar el control interno.
Símbolos de unión “nacional”
Además de acuñar monedas únicas, los reyes adoptaron escudos y banderas para manifestar la autoridad monárquica y representar la unidad de sus territorios. Por ejemplo, el escudo de los Reyes Católicos se formó con la incorporación de las armas de Castilla, León, Aragón y Granada, y una bandera blanca con la cruz de Borgoña pasó a identificar el dominio de Felipe “el Hermoso” y Juana I de Castilla sobre toda España. De todos modos, la posibilidad de considerar estos emblemas como “nacionales” es motivo de discusión, pues no dejaban de ser símbolos de la monarquía más que de una identidad nacional moderna.
Aun así, los historiadores suelen reconocer que, entre los siglos XIV y XV, surgió la noción de una identidad colectiva que incluía a los habitantes de un extenso territorio pero que no estaba definida principalmente por la subordinación a la Iglesia católica. El monarca pasó a representar, aunque fuera de modo teórico, a un amplio grupo de súbditos que habitaban en un territorio con límites más o menos precisos y que compartían una lengua y una historia común.
El uso de lenguas vernáculas en ámbitos religiosos y en la literatura estimuló este proceso.
Ejemplos de monarquías centralizadas
Portugal
Tal vez la primera experiencia de monarquía centralizada que surgió con la declinación del feudalismo tuvo lugar en Portugal a fines del siglo XIV. Una serie de conflictos sucesorios puso en tensión los intereses de la nobleza, que apoyaba a Juan I de Castilla, con los de la burguesía mercantil, que apoyaba a Juan de Avís.
El ascenso de la dinastía de Avís a partir de la proclamación como rey de Juan I en 1385 llevó a una concentración monárquica del poder. Juan I impulsó el cobro centralizado de impuestos y fomentó desde el Estado las actividades mercantiles y la exploración marítima que tuvo como protagonista al príncipe Enrique el Navegante (1394-1460).
España
También en la península ibérica, el matrimonio de Fernando II de Aragón con Isabel I de Castilla (es decir, los Reyes Católicos) a fines del siglo XV llevó a la unión dinástica de ambas coronas, que se amplió luego con la incorporación de Granada, Navarra, Canarias y otras regiones.
Así se consolidó la primera gran unificación de España bajo una monarquía que concentró el poder político y organizó una burocracia sostenida en el sistema impositivo. Esta unidad facilitó la expansión marítima que permitió la conquista de territorios americanos y la ampliación mundial del comercio.
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Francia
En Francia, tras arduas batallas, la monarquía de Carlos VII se fortaleció al conseguir la expulsión de los ingleses de Normandía (1450) y Aquitania (1453), lo que representó el capítulo final de la Guerra de los Cien Años y la recuperación de la unidad de Francia. El resultado fue una reorganización política que se basó en un ejército permanente creado por Carlos VII y medidas centralizadoras implementadas por su sucesor Luis XI.
Entre estas medidas se cuenta la recaudación centralizada de impuestos y la promoción de la actividad mercantil que favorecía a la burguesía por sobre la antigua aristocracia. También fue importante la Pragmática Sanción de Bourges (1438) por la que Carlos VII resolvió que el rey de Francia debía controlar el nombramiento de obispos en territorio francés, en detrimento del Papa.
Inglaterra
En Inglaterra, luego de la Guerra de los Cien Años se desató una contienda civil entre las casas de Lancaster y York, que se disputaban el trono. Con el triunfo de Enrique Tudor (en adelante, Enrique VII) en 1485, la monarquía dio los pasos hacia una centralización que fue de la mano de la prosperidad económica, derivada en parte de la industria textil y la actividad de los mercaderes.
Algunos de estos mercaderes (especialmente italianos) llegaron a ejercer también como banqueros de los reyes. Enrique VII instaló en el territorio tribunales de paz con el objetivo de ejercer un mayor control jurídico e implantó la unidad de pesos y medidas.
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Referencias
- Álvarez Palenzuela, V. A. (Coord.) (2002). Historia universal de la Edad Media. Ariel.
- Anderson, P. (1979). El estado absolutista. Siglo XXI.
- Hunt, L., Martin, T. R., Rosenwein, B. H. & Smith, B. G. (2016). The Making of the West. Peoples and Cultures. 5th edition. Bedford/St. Martin’s.
- Matthew, D. (1994). Europa medieval. Raíces de la cultura moderna. Folio.
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