Te explicamos qué es el conservadurismo y cuáles son los valores que defiende. Además, sus características generales y cómo se clasifica.
¿Qué es el Conservadurismo?
Se conoce como conservadurismo a un conjunto de posturas sociales, ideológicas y políticas contrarias a la noción de cambio radical (Revolución) y de progreso (progresismo), en favor de la defensa y perpetuación de los valores familiares y religiosos del status quo, o a lo sumo de un cambio gradual y muy controlado. Esto, en algunos casos, puede incluso significar el retroceso a regímenes y órdenes históricamente superados (reacción).
En materia económica, las doctrinas conservadoras se opusieron históricamente al libre mercado, posición que cambió en el siglo XX cuando se fusionaron con tendencias económicas liberales, en defensa del sistema capitalista imperante.
En ese sentido, las posturas conservadoras suelen aproximarse al espectro ideológico de la derecha o la centro-derecha, es decir, la resistencia al cambio social. Suelen gozar de popularidad entre los sectores más pudientes de las sociedades, reacios a perder sus beneficios, pero no son posturas exclusivas de ningún estrato socioeconómico.
Ver además: Absolutismo.
Orígenes del término Conservadurismo
El término conservador surge a principios del siglo XIX para describir las posturas contrarias a las ideas libertarias de la Revolución Francesa de 1789, así como a las de la Ilustración, o en defensa del llamado Antiguo Régimen.
Lo habría introducido al vocabulario político de la época el diplomático, político y escritor francés Chateaubriand.
Valores conservadores
Tradicionalmente, el conservadurismo ha defendido ciertas posturas sociales, políticas y morales que podrían resumirse en:
- Centralismo. Conservar una estructura de poder político con un claro núcleo desde el que se tomen las decisiones.
- Religiosidad. La defensa de la Iglesia y la religión como instituciones necesarias para la sociedad.
- Orden. El llamado al orden y la estabilidad es fundamental en la visión conservadora, que a menudo tilda de anárquicos a los movimientos de cambio social.
- Tradición. Los valores familiares y locales suelen tener un lugar privilegiado en el conservadurismo.
- Nacionalismo. La exaltación de lo local a menudo acompaña al pensamiento conservador, opuesto a los cosmopolitismos de la ideología de izquierdas.
Economía conservadora
La postura económica de los sectores conservadores amerita un punto por separado.
Tradicionalmente fue la de una economía proteccionista, que favoreciera a los terratenientes locales y que iba de la mano del nacionalismo.
Sin embargo, los cambios que el capitalismo y la época contemporánea introdujeron en las sociedades propiciaron una nueva postura conservadora, que prefirió el libre mercado y la poca intromisión del Estado en materia económica, en contra de los sectores progresistas que clamaban por medidas de protección social y mediación del Estado frente a los grandes capitales internacionales.
Tipos de conservadurismo
Atendiendo a su postura respecto al papel de la democracia, es posible distinguir entre dos vertientes del conservadurismo, que son:
- Conservadurismo moderado. También llamado de centro derecha o conservadurismo liberal, se supone una tradición conservadora moderna que ha aceptado la democracia como régimen de gobierno, está poco conectado con los valores religiosos y mucho más con los del nacionalismo y el libre mercado.
- Conservadurismo reaccionario o extremo. Constituye la llamada “reacción” contra los movimientos libertarios herederos de la Revolución Francesa y de la Ilustración, más apegada a valores propios del Antiguo Régimen como la religión, la tradición, la autoridad y la fidelidad a las tradiciones.
Corrientes conservadoras
Otra forma de distinguir entre los diversos conservadurismos es aludiendo a su origen, determinado por su momento histórico y su lugar geográfico, de la siguiente manera:
- Conservadurismo inglés. Su figura central fue Edmund Burke, quien propuso la imposibilidad utópica de un Estado como el que perseguía la ilustración francesa, es decir, basado en la razón humana, prefiriendo un retorno a los valores cristianos y al naturalismo social. Sin negar la necesidad del cambio social, este movimiento se cuestiona su velocidad necesaria.
- Conservadurismo francés. Opuesto a la minimización de la Religión y de las instituciones monárquicas que impuso la Revolución Francesa, se aferró a sus valores tradicionales y postulados ultranacionalistas, dando origen a numerosos partidos de derecha.
- Conservadurismo alemán. El primer movimiento conservador “moderno” fue el alemán. Partiendo del principio de la desigualdad social y la pobreza como un elemento que debe resolverse, se promueve un Estado reformista que sepa adaptarse a los tiempos y evitar así cualquier necesidad de cambios violentos.
- Neoconservadurismo. También llamado “neocon”, surge como reacción a la contracultura estadounidense de los años 1960, y después es exportada a otros países como Japón, Reino Unido o incluso la República Checa. Difunde el individualismo, el libre mercado y la defensa de la democracia capitalista a toda costa.
Religión y pensamiento conservador
Como se ha dicho antes, la religiosidad y la institución eclesiástica (sobre todo las grandes iglesias cristianas occidentales) juegan un rol vital en el pensamiento conservador, no sólo porque éste considere que la religión es un actor determinante en la composición de la sociedad y debe garantizarse la continuidad de su papel social (y por ende político), sino además porque el pensamiento conservador, a distintos niveles, se aferra a los valores metafísicos propuestos tradicionalmente por la religión como los valores “intrínsecos” o “transcendentes” del hombre, por encima de los que provengan de los acuerdos políticos y sociales colectivos.
Diferencias con el liberalismo
La oposición entre liberalismo y conservadurismo data del inicio de la edad moderna y ha sido el combustible para numerosas confrontaciones políticas a lo largo de la historia, a menudo conducentes a guerras civiles, como es el caso de las jóvenes naciones americanas a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Las diferencias entre ambos modelos pueden resumirse en:
- El liberalismo parte de la libertad individual y social como ideal de las cosas, mientras los conservadores apuestan por el orden y el control.
- El liberalismo apuesta por los valores cosmopolitas de la igualdad, fraternidad y libertad de la Revolución Francesa, mientras que algunas corrientes conservadoras prefieren los valores tradicionales nacionalistas y el derecho natural.
- El liberalismo y el progresismo promueven el cambio social como un valor per se, mientras los conservadores se aferran a las estructuras tradicionalmente imperantes.
Conservadurismo político
En la actualidad, el término “conservador” puede aplicarse como más o menos sinónimo de algunas de sus ideas fundamentales de respeto a la autoridad y un Estado paternalista, fuerte, contrario al modelo individualista del liberalismo.
En ese sentido, el término se utiliza no sólo para designar ideologías de derecha, sino aquellos sistemas en que se verticaliza, se jerarquiza, se hace rígida, la relación entre el orden político y sus ciudadanos.
Así, es posible tildar de conservador a sistemas de gobierno inicialmente revolucionarios, como la Unión Soviética estalinista o la Cuba de Fidel Castro.
Conservadurismo social
Otra aplicación del término “conservador” tiene que ver con ciertas posturas de rechazo respecto a las libertades individuales vinculadas con lo social, como pueden ser ciertos debates contemporáneos de despenalización del aborto, reivindicaciones sociales a la población homosexual o sexodiversa, o la legalización de la marihuana. Estas posturas no necesariamente están acompañadas de una ideología reaccionaria o un planteamiento económico conservador.
Liberalismo conservador
Se usa este término para aludir al sector más conservador dentro del liberalismo, es decir, la corriente de la derecha contemporánea.
Sus postulados se insertan dentro de una economía liberal de libre mercado (el laissez faire o “dejar hacer”) y la naturalización de las desigualdades sociales como algo intrínseco e inevitable de la condición humana.
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