España en el siglo XVI

Te explicamos cómo fue la historia de España en el siglo XVI. Además, el reinado de los Austrias mayores, la administración del imperio y las mentalidades.

Durante el siglo XVI, el Imperio español vivió un período de apogeo.

¿Cómo fue la historia de España en el siglo XVI?

El siglo XVI en España se caracterizó por el reinado de los Austrias mayores: Carlos I (Carlos V del Sacro Imperio Romano-Germánico) y Felipe II. Durante esta época, el Imperio español alcanzó una gran extensión con las conquistas en América y la unión dinástica con Portugal.

Tanto Carlos I como Felipe II hicieron frente a conflictos internos (como las sublevaciones de las Comunidades de Castilla) y externos (como las guerras italianas con Francia). También se destacaron los conflictos por razones políticas y religiosas, como la guerra contra el Imperio otomano o los enfrentamientos con los protestantes (especialmente en los Países Bajos).

En términos culturales, fue una época en la que coincidieron la censura de la Inquisición con los comienzos del Siglo de Oro español en la literatura y las artes plásticas.

La España de los Austrias mayores (siglo XVI)

El reinado de Carlos I de España

La monarquía española se consolidó cuando, en la segunda mitad del siglo XV, se unieron las coronas de Castilla y  Aragón debido al matrimonio entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón (los Reyes Católicos). Posteriormente se incorporaron otros territorios, como los de Granada y Navarra o las áreas que fueron paulatinamente conquistadas en América.

Cuando concluyó el reinado de los Reyes Católicos, ocupó el trono de España la Casa de Habsburgo. Los primeros dos monarcas de esta dinastía, Carlos I y Felipe II, son habitualmente conocidos como los “Austrias mayores” y reinaron durante la mayor parte del siglo XVI. Carlos I fue el primer monarca en gobernar como único rey en España.

Carlos I fue coronado rey de España cuando murió su abuelo materno, Fernando II, en 1516. También fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, con el nombre de Carlos V, en 1520, tras la muerte de su abuelo paterno, Maximiliano I. Por lo tanto, reunió en un extenso territorio que incluía gran parte de Europa y las posesiones españolas en América. Estas últimas se consolidaron con la conquista del Imperio azteca (1521) y el Imperio inca (1532).

En la Península Ibérica, Carlos V, que provenía de Flandes y no sabía hablar castellano, debió hacer frente a sublevaciones de grupos sociales descontentos con el hecho de que los cargos de la Corte y la Iglesia eran ocupados por consejeros flamencos.

Esta y otras razones, como la instauración de nuevos impuestos, provocaron la sublevación de los comuneros o de las Comunidades de Castilla (1520-1522), protagonizada por sectores medios de algunas ciudades de Castilla. También se produjeron las Germanías (1520-1523), una rebelión de sectores medios y populares de los reinos de Valencia y Mallorca contra la nobleza. En ambos casos, las revueltas fueron reprimidas y el poder del rey resultó fortalecido.

Carlos V, que aspiraba a instaurar un imperio universal cristiano, también se enfrentó con Francia por los territorios italianos que permitían controlar el Mediterráneo, con el Imperio otomano que amenazaba a Europa y llegó a sitiar Viena, y con los protestantes alemanes, influidos por la Reforma de Martín Lutero. En 1534, Carlos V creó oficialmente a los tercios, la principal fuerza de infantería del Imperio español.

El reinado de Felipe II

Felipe II unió las coronas de España y Portugal en 1580.

En 1556, Carlos abdicó la corona del Sacro Imperio Romano-Germánico en su hermano, Fernando I, y la corona de España en su hijo, Felipe II.

De este modo, Felipe II reinó sobre un amplio imperio integrado por varios reinos y territorios: Castilla, Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, la América española y Filipinas. En 1580 incorporó también Portugal y su imperio, lo que marcó el auge de la hegemonía española.

Felipe II estableció su Corte en Madrid, que se convirtió en la nueva capital.

Felipe II debió hacer frente a algunos problemas internos, como la muerte del príncipe heredero Carlos en 1568, que dejó sin descendencia masculina al rey hasta su cuarto matrimonio, con Ana de Austria, que resultó en el nacimiento del futuro Felipe III. 

También se enfrentó a conspiraciones, como la de su secretario Antonio Pérez, quien fue destituido y huyó a Aragón para protegerse con los fueros aragoneses. Felipe II usó a la Inquisición para eludir los fueros y provocó algunos disturbios. Pérez finalmente huyó del país y ayudó a difundir la propaganda contra Felipe II que algunos denominaron “leyenda negra”.

El reinado de Felipe II estuvo marcado por el ideal de unidad religiosa: intervino contra las incursiones berberiscas y turcas en las costas del Mediterráneo y resultó victorioso en la batalla de Lepanto contra el Imperio otomano en 1571. También reprimió  sublevaciones moriscas, como la rebelión de las Alpujarras en Granada entre 1568 y 1571.

En Europa, Felipe II continuó la guerra contra Francia por los territorios italianos, y obtuvo resultados favorables mediante la firma de la paz en Cateau-Cambrésis en 1559. Por otro lado, Felipe II usó a la Armada Invencible para intentar invadir Inglaterra en 1588 pero fracasó y en los Países Bajos no pudo contener el avance de los rebeldes protestantes que, en el siglo siguiente, alcanzaron la independencia.

La unidad territorial de la Península Ibérica

En 1578, la muerte sin descendencia del rey de Portugal, Sebastián I, provocó un conflicto sucesorio.

Felipe II de España, tío de Sebastián I y descendiente directo del rey Manuel I de Portugal, reclamó su derecho al trono y recibió el apoyo de muchos nobles y comerciantes. Sin embargo, otros sectores sociales, especialmente entre el bajo clero y el campesinado, se oponían, por lo que Felipe II decidió invadir Portugal. Tras llegar a Lisboa en 1580, logró que las Cortes de Tomar lo proclamaran oficialmente rey de Portugal en 1581.

De este modo, se produjo la unidad de la Península Ibérica bajo la autoridad del rey Felipe II de España (Felipe I de Portugal), quien se comprometió a respetar las leyes del reino de Portugal. Esto también supuso la unión de ambos imperios, el español y el portugués, que abarcaba importantes porciones de Europa, América, África y Asia.

El modelo político de los Austrias en el siglo XVI

Los Habsburgo (o Austrias) continuaron y desarrollaron la organización política heredada de los Reyes Católicos. Se rodearon de letrados, funcionarios que no pertenecían a la alta nobleza y eran expertos en leyes. De este modo apartaron a la aristocracia del poder de la Corte. Esto permitió que el poder político permaneciera centralizado, es decir, concentrado en los monarcas.

La alta nobleza siguió teniendo un papel importante, pues detentaba los altos cargos del ejército, de la marina y de la diplomacia, pero quedó subordinada a la Corona.

Castilla se convirtió en el centro del Imperio español. Esto ocurrió en mayor medida durante el reinado de Felipe II. En los demás reinos y posesiones de la monarquía española se establecieron virreyes (Aragón, Indias, Italia) o gobernadores (Países Bajos, Milán). Estos cargos fueron ejercidos por altos nobles o miembros de la familia real.

El rey estaba asesorado por los Consejos (este régimen recibe el nombre de “sistema polisinodial”). Estos podían ser sectoriales (por ejemplo, de Hacienda) o territoriales (por ejemplo, de Castilla, Aragón, Indias o Italia). Estaban formados por letrados, nobles y alto clero y tenían un carácter solamente consultivo. El rey tenía la última palabra.

Carlos V y Felipe II trataban los asuntos cotidianamente con consejeros de su máxima confianza: los secretarios. Estos funcionaban como intermediarios entre el rey y los Consejos. Algunos secretarios, como Antonio Pérez durante el reinado de Felipe II, alcanzaron una gran influencia.

La administración territorial del siglo XVI mantuvo la estructura heredada de los Reyes Católicos. Los corregidores, designados por la Corona, tenían el control de las ciudades. Otros cargos de la burocracia eran los contadores y recaudadores de impuestos, y los alguaciles que cumplían funciones de policía.

Las chancillerías y las audiencias se encargaban de la administración de justicia.

En 1561, Felipe II fijó su residencia en Madrid, que se convirtió en la capital de la monarquía. Entre los factores que explican esta decisión se cuentan la ubicación central de la ciudad en la península y las ventajas ambientales (como la abundancia de agua y la amplitud sus cotos de caza). 

Esta decisión provocó el rápido crecimiento de Madrid (“la Villa y Corte”), a la vez que ocasionó la decadencia de ciudades como Valladolid o Toledo, que anteriormente habían sido con frecuencia la sede de la Corte.

El gobierno y la administración del imperio colonial en el siglo XVI

La conquista de los imperios azteca e inca llevó a la creación de dos virreinatos.

A medida que avanzaba el proceso de conquista en América, los españoles fueron creando ciudades habitadas por colonos y fueron desarrollando una administración. En las ciudades se creó un cabildo (municipio), que consistía en un concejo (asamblea de los colonos) y era administrado por dos alcaldes, un grupo de regidores, un alguacil mayor, un alférez real y un fiel ejecutor.

Desde 1502, la Corona fue estableciendo gobernadores, que desde las Antillas enviaron expediciones de conquista al continente. En 1524, durante el reinado de Carlos I de España, se estableció en Castilla el Consejo de Indias, encargado de todos los asuntos referidos a América.

Una vez consolidada la conquista, tras la derrota de los imperios inca y azteca, el territorio de América controlado por la monarquía española se dividió en dos grandes virreinatos: Nueva España (México) y Perú.

Los virreyes fueron la máxima autoridad en América (designados entre los miembros de la gran nobleza o de la familia real). Su actuación estuvo sometida a inspecciones periódicas, llamadas “visitas”, aunque en la práctica tuvieron mucha autonomía, facilitada por la enorme distancia entre España y América que generaba largos períodos sin comunicación.

Por debajo de la autoridad de los virreyes estaban las reales audiencias, un órgano administrativo y tribunal de justicia que tenía jurisdicción sobre los distritos en los que se dividían los virreinatos.

La cultura y las mentalidades en la España del siglo XVI

Cultura y educación en el siglo XVI

En la España del siglo XVI, la mayoría de la población no estaba alfabetizada. La cultura escrita era monopolio de una minoría culta, formada por clérigos y nobles o burgueses instruidos. No obstante, la cultura popular oral estaba influida por la cultura erudita, especialmente a través del clero.

Las instituciones que se crearon con el objetivo de impartir una educación solo alcanzaron a las clases medias y altas, y en muy raros casos a las clases bajas (campesinas o urbanas).

Las universidades, entre las que destacaba la de Salamanca (fundada en el siglo XIII), siguieron enfocadas en la enseñanza de la teología o las humanidades, y dejaron relativamente de lado los estudios científicos. No obstante, instituciones como la Academia de Matemáticas, creada a instancias de Felipe II, o la Casa de Contratación, con una cátedra de Cosmografía, se preocuparon por la difusión de las ciencias en España.

El pensamiento y la literatura en el siglo XVI

En cuanto a las mentalidades, España vivió en el siglo XVI el paso de una cultura humanista a nivel de la Corte, influenciada por pensadores como Erasmo de Rotterdam (que defendía la tolerancia) y patrocinada por Carlos V, a una tendencia represiva que tuvo su mayor concreción en el ideario del Concilio de Trento (1545-1563), que se reunió como respuesta a la Reforma protestante, y en la labor de la Inquisición.

La creación literaria estuvo sometida a la censura religiosa, administrada por la Inquisición. En 1559, el inquisidor general Fernando de Valdés y Salas publicó el “Índice de libros prohibidos”, que prohibió muchas obras clave del siglo XVI.

Pese a ello, la cultura española vivió una época de apogeo en el siglo XVI. Un género típicamente hispano como la picaresca alcanzó su esplendor con obras como El Lazarillo de Tormes (de autor anónimo) o Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Aunque El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha fue publicado a principios del siglo siguiente, su autor, Miguel de Cervantes, inició su labor literaria en el siglo XVI.

Las artes plásticas en el siglo XVI

Durante el reinado de Felipe II se construyó el monasterio de El Escorial.

Con respecto a las artes plásticas, el Renacimiento español tuvo un recorrido complejo. Durante el siglo XV y principios del XVI, las formas góticas se fueron intercalando con elementos renacentistas italianos. Este primer Renacimiento suele ser denominado “estilo plateresco”, por su minuciosa y rica decoración que recuerda el trabajo de los orfebres y plateros.

A partir del primer tercio del siglo XVI se produjo una transformación con el triunfo definitivo de las corrientes renacentistas, cuya mejor muestra es el Palacio de Carlos I construido dentro de la Alhambra de Granada.

A partir de mediados del siglo XVI se comenzaron a apreciar influencias manieristas, como en las obras de El Greco.

Algunas obras representativas de este período son las siguientes:

  • La fachada de la Universidad de Salamanca. Construida hacia 1529, es una fachada-retablo con formas decorativas góticas enmarcada con elementos arquitectónicos renacentistas. Es un típico ejemplo del llamado arte plateresco.
  • El patio del Palacio de Carlos V. Iniciado por Pedro Machuca en 1527, en la Alhambra de Granada, este palacio es representativo del más puro estilo renacentista. Se destaca el juego de las dos formas geométricas ideales de la arquitectura renacentista: el cuadrado (la planta) y el círculo (el patio interior), en los que se alternan los órdenes clásicos.
  • El monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Fue realizado por Juan de Herrera en las proximidades de Madrid. Felipe II mandó construir este enorme conjunto arquitectónico: palacio, panteón, iglesia y monasterio de 206 metros de fachada y 161 metros de fondo. Edificado entre 1563 y 1584, representa el apogeo del Renacimiento español. De una simetría clasicista y fachada austera, su estilo se conoce también como escurialense o herreriano.
  • La Virgen con el Niño. Es un óleo sobre lienzo realizado por Luis de Morales, apodado “el Divino”, en 1568. De estilo manierista, en la actualidad se exhibe en el Museo del Prado (Madrid).
  • El entierro del conde de Orgaz. Fue realizado por Doménikos Theotokópoulos, mejor conocido como El Greco (“el griego”, por su origen cretense), entre 1586 y 1588. Se halla en la iglesia de Santo Tomé, en Toledo.

La Inquisición española en el siglo XVI

La Inquisición fue una institución judicial creada por el pontificado en la Edad Media, con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas consideradas culpables de herejía (es decir, de profesar ideas religiosas distintas de las del dogma oficial de la Iglesia católica).

El papa Sixto IV expidió una bula en 1478 que autorizó a los Reyes Católicos a nombrar inquisidores y renovarlos a perpetuidad. El objetivo era combatir las prácticas consideradas “judaizantes” de los judeoconversos españoles. La principal diferencia de la Inquisición española respecto a la Inquisición pontificia o papal fue que, en España, los inquisidores eran nombrados por la Corona y sus decisiones no podían ser apeladas a Roma.

En 1492, la Inquisición española forzó la conversión o expulsión de los judíos de España y, a principios del siglo XVI, la conversión al catolicismo de los musulmanes que permanecían en la península. Esto alentó la persecución de conversos sospechosos de mantener en secreto sus prácticas religiosas.

La represión inquisitorial también se orientó hacia los pocos protestantes que había en los reinos hispánicos. Los principales procesos contra grupos luteranos tuvieron lugar entre 1558 y 1562, a comienzos del reinado de Felipe II, en las ciudades de Valladolid y Sevilla.

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Referencias

  • Cabañas, J. M. (2017). Breve historia de Felipe II. Nowtilus.
  • Ferdinandy, M. de (2023). Charles V. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Koenigsberger, H. G. (2022). Philip II. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Parker, J. (2019). Carlos V. Una nueva vida del emperador. Planeta.
  • Rodríguez-Salgado, M. J. (1992). Un imperio en transición: Carlos V, Felipe II y su mundo. Crítica.

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Gayubas, Augusto (24 de octubre de 2024). España en el siglo XVI. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 5 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/espana-en-el-siglo-xvi/.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 24 de octubre de 2024
Fecha de publicación: 28 de septiembre de 2023

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