Crisis del Imperio español (siglo XIX)

Te explicamos qué fue la crisis del Antiguo Régimen en España a comienzos del siglo XIX. Además, sus causas e historia.

Fernando VII representó el absolutismo español a comienzos del siglo XIX.

¿Qué fue la crisis del Antiguo Régimen en España?

La crisis del Antiguo Régimen en España fue un proceso que comenzó con las repercusiones de la Revolución francesa (1789) en España y se agudizó a comienzos del siglo XIX con la invasión napoleónica de la Península Ibérica (1808) y el impulso de los políticos liberales en las Cortes de Cádiz (1810-1814).

El Antiguo Régimen se caracterizaba por la existencia de una monarquía absolutista, encabezada por los Borbones, que mantenía instituciones como la Inquisición, el régimen señorial y la censura de prensa.

En los años de crisis del Antiguo Régimen, el absolutismo tuvo momentos de restauración, como los primeros años del retorno de Fernando VII al trono de España en 1814 o la llamada “Década Ominosa” entre 1823 y 1833. Sin embargo, la experiencia constitucional de las Cortes de Cádiz (1810-1814), el Trienio Liberal (1820-1823) y los procesos de emancipación en América debilitaron la legitimidad de la monarquía absolutista y fortalecieron a los partidos liberales, que formaron gobiernos a lo largo del siglo XIX.

Preguntas frecuentes

¿Qué fue la crisis del Antiguo Régimen en España?

La crisis del Antiguo Régimen en España fue un proceso que llevó al reemplazo de la monarquía absolutista por un régimen liberal.

¿Cuándo comenzó la crisis del Antiguo Régimen en España?

Comenzó a fines del siglo XVIII, cuando estalló la Revolución francesa, y se profundizó a comienzos del siglo XIX.

¿Cuáles fueron los principales acontecimientos de la crisis del Antiguo Régimen en España?

  • La invasión napoleónica de España (1808) y el aprisionamiento del rey Fernando VII, que personificaba los principios del absolutismo.
  • La formación de las Cortes de Cádiz (1810-1814), que desconocieron a las autoridades francesas, asumieron la soberanía y proclamaron una Constitución liberal en 1812.
  • El establecimiento de un gobierno constitucional durante el Trienio Liberal (1820-1823), posterior a la restauración absolutista impulsada por Fernando VII en 1814.
  • Los procesos revolucionarios en Hispanoamérica, que condujeron a las independencias respecto a las autoridades españolas.
  • La construcción de un Estado liberal a partir de la muerte de Fernando VII en 1833.

Las repercusiones de la Revolución francesa en España

La derrota naval en Trafalgar redujo drásticamente la flota española.

Desde el momento en que comenzó la Revolución francesa en 1789, el rey de España, Carlos IV (1788-1808), y su ministro, el conde de Floridablanca, intentaron evitar cualquier “contagio” revolucionario procedente del país vecino. Para aislar a España de los hechos revolucionarios de Francia aplicaron un severo control en las aduanas y una estricta censura.

En 1792, tras un corto período de gobierno del conde de Aranda, quien sustituyó a Floridablanca, Carlos IV tomó una decisión clave en su reinado: nombró ministro a Manuel Godoy. Este favorito de los reyes se convirtió en la figura más importante durante el resto del reinado de Carlos IV.

La ejecución de Luis XVI de Francia en enero de 1793 provocó la ruptura de la tradicional alianza de la monarquía española con Francia. España se unió a una coalición internacional y participó en la denominada guerra de la Convención contra la Francia revolucionaria. La derrota militar española fue rápida y precipitó la firma de la Paz de Basilea, por la que el gobierno español aceptó la pérdida de la parte española de la isla de Santo Domingo, en el mar Caribe, y el restablecimiento de la tradicional alianza de España y Francia contra Inglaterra. Esta alianza se selló en el Tratado de San Ildefonso, firmado en 1796.

El ascenso al poder de Napoleón en Francia en 1799 y la debilidad del gobierno de Godoy llevaron a España a una creciente dependencia de la política exterior francesa y, por ende, al enfrentamiento con Inglaterra. Las consecuencias pronto se hicieron notar: la victoria española sobre Portugal (aliada de Inglaterra) en la “guerra de las Naranjas” de 1801 y la consiguiente anexión española de Olivenza (una localidad que pertenecía a la corona portuguesa) no sirvieron para compensar la derrota naval de la armada franco-española frente a la flota del almirante inglés Horatio Nelson en Trafalgar en 1805.

La alianza de España con Napoleón

Los resultados adversos de la alianza con Francia no impidieron que Godoy firmara con Napoleón el Tratado de Fontainebleau en 1807. Por este acuerdo se autorizaba la entrada y el establecimiento de tropas francesas en España con el propósito de invadir Portugal.

A estas alturas la figura de Godoy era crecientemente criticada en España. La derrota naval de Trafalgar había desbaratado el poder marítimo español y una crisis económica se había derivado del enorme déficit del Estado y de la drástica disminución del comercio con América.

Esta situación alimentó la oposición de la nobleza, descontenta con el favor real a un “advenedizo” como Godoy, y del clero, asustado ante la propuesta de desamortización de bienes eclesiásticos.

Este descontento favoreció la formación de un grupo de oposición en torno al príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, que se propuso acabar con el gobierno de Godoy y del rey que lo había nombrado.

La guerra de la Independencia española y las Cortes de Cádiz

La entrada de las tropas napoleónicas en España se convirtió pronto en una ocupación militar. El ministro Godoy y la familia real se trasladaron a Aranjuez, donde un motín provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo, Fernando VII, en marzo de 1808. Sin embargo, Napoleón obligó a abdicar a Fernando VII en Bayona y proclamó como nuevo rey de España a su hermano, José Bonaparte, quien reinó como José I.

En este contexto de crisis del Antiguo Régimen estalló la guerra de la Independencia española (1808-1814), coordinada por las juntas provinciales y, luego, por la Junta Central Suprema, con sede en Sevilla, que asumió la soberanía y desconoció la legitimidad de José I. Mientras tanto, Fernando VII permanecía prisionero en el castillo de Valençay, en Francia.

Dada la situación de “vacío de poder”, la Junta Central Suprema, que en 1810 dio paso al Consejo de Regencia de España e Indias establecido en Cádiz, convocó a Cortes extraordinarias. Las Cortes de Cádiz redactaron una Constitución liberal en 1812, que reconoció a Fernando VII como rey legítimo pero abolió los principios absolutistas del Antiguo Régimen.

La guerra contra la ocupación francesa tomó mayormente la forma de una “guerra de guerrillas” y contó con el apoyo del ejército británico, al mando del duque de Wellington. Las victorias de los insurgentes españoles y del ejército británico a partir de 1812 forzaron a Napoleón a restablecer a Fernando VII como rey de España en diciembre de 1813 y a retirar las tropas francesas de la península.

Cuando Fernando VII retornó a España en 1814, suspendió la Constitución de 1812, disolvió las Cortes de Cádiz y restableció el absolutismo.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El pronunciamiento de Riego

Rafael del Riego encabezó el pronunciamiento que inauguró el Trienio Liberal.

En 1820, triunfó un pronunciamiento liberal. Un ejército distribuido en Cabezas de San Juan (Sevilla) marchó hacia América a luchar contra los independentistas, liderado por el teniente coronel Rafael del Riego. Se proclamó la restitución de la Constitución de 1812. La insurrección se generalizó y, el 9 de marzo de 1820, Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución de 1812. Así comenzó el Trienio Liberal (1820-1823).

Por primera vez, se aplicaba la Constitución de 1812 en una situación de paz y con el monarca en el país. Sin embargo, Fernando VII, convencido absolutista, trató de obstruir la labor de los gobiernos liberales y el funcionamiento constitucional. Esta actitud del rey provocó una fractura política entre los liberales que se extendió durante décadas. 

Los liberales se dividieron en:

  • Los “doceañistas”, que aceptaban la Constitución de 1812 pero pretendían modificarla para establecer una negociación con el rey. Para ello, defendieron la concesión de más poder al monarca y la creación de una segunda cámara reservada a las clases más altas. Tras 1833, los “doceañistas” se convirtieron en los “moderados”.
  • los “veinteañistas”, que buscaban la aplicación estricta de la Constitución de 1812. Estos fueron conocidos también como los “exaltados”, y tras 1833 fueron denominados “progresistas”.

La división de los liberales introdujo una gran inestabilidad política durante el Trienio Liberal.

El gobierno del Trienio Liberal

Durante el Trienio Liberal, los liberales en el gobierno aplicaron una política anticlerical:

  • expulsión de los jesuítas
  • abolición del diezmo
  • supresión de la Inquisición
  • desamortización de los bienes de las órdenes religiosas.

Estas medidas trataban de debilitar a la Iglesia, una poderosa institución que se oponía al desmantelamiento del Antiguo Régimen. El enfrentamiento con la Iglesia fue un elemento clave de la revolución liberal española.

Durante el Trienio Liberal surgieron movimientos de protesta contra el gobierno liberal en Madrid, alentados por las conspiraciones del rey y estimulados por la crisis económica. La contrarrevolución realista llevó a la aparición de partidas realistas”, es decir, grupos armados de campesinos influenciados por la Iglesia en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña.

Alentada por estas protestas, la oposición absolutista creó en 1822 la Regencia Suprema de España en Urgel, cerca de la frontera francesa. Trataba así de crear un gobierno español absolutista, alternativo al liberal de Madrid. El fracaso de la Regencia de Urgel hizo evidente para Fernando VII y los absolutistas que la única salida para acabar con el régimen liberal era la intervención de las potencias absolutistas europeas.

Tras la derrota de Napoleón en 1815, las grandes potencias absolutistas (Prusia, Austria, Rusia y la Francia de Luis XVIII), reunidas en el Congreso de Viena y coaligadas en la Santa Alianza, se habían comprometido a intervenir ante cualquier amenaza liberal que surgiera en Europa contra los principios de la Restauración (es decir, contra el absolutismo y el Antiguo Régimen). Así, reunidas en 1822 en un Congreso en Verona, las potencias acordaron la intervención en España.

El 7 de abril de 1823, un ejército francés, conocido como los “Cien Mil Hijos de San Luis”, entró en España y, sin encontrar resistencia popular, conquistó fácilmente el país. El 1 de octubre puso fin al último foco de resistencia del gobierno liberal en Cádiz y repuso como monarca absolutista a Fernando VII. 

La “década ominosa” (1823-1833)

El período que siguió al Trienio Liberal fue llamado por los liberales “década ominosa” (1823-1833). Comenzó cuando, debido a la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, Fernando VII fue liberado (luego de haber sido obligado por los liberales a viajar a Cádiz) y restauró el absolutismo. Para esto, promulgó un decreto por el que anuló todo lo legislado durante el Trienio Liberal.

Inmediatamente se inició la represión contra los liberales. En noviembre, Rafael del Riego fue ahorcado en Madrid, y aunque la Inquisición no llegó a ser restablecida, se crearon Juntas de Fe que ejercieron la función inquisitorial y represiva. El maestro valenciano Cayetano Ripoll fue la última víctima legal de esta institución.

Pese a la represión, las conspiraciones militares liberales continuaron. El peligro de nuevos pronunciamientos llevó a Fernando VII a tomar una medida extrema: la disolución del ejército. El monarca pidió al gobierno francés que se mantuvieran en la península los Cien Mil Hijos de San Luis mientras se reorganizaban las fuerzas armadas españolas. Alrededor de 22.000 soldados franceses se mantuvieron en España hasta 1828.

Paralelamente, el régimen absolutista llevó adelante una depuración de la administración, lo que supuso la expulsión de miles de funcionarios, especialmente docentes.

En materia económica, el gobierno absolutista implementó una reforma de la Hacienda, emprendida por el ministro Luis López Ballesteros. La reforma permitió un cierto equilibrio presupuestario, al que también contribuyó la reducción de los gastos militares tras la independencia de las colonias.

La emancipación de las colonias americanas

La batalla de Ayacucho marcó el fin de la dominación española en América continental.

Los movimientos revolucionarios e independentistas en las colonias americanas del Imperio español se debieron a diversos factores:

  • El creciente descontento de los criollos, descendientes de españoles nacidos en América, quienes pese a su riqueza y cultura tenían vedado el acceso a los grandes cargos políticos en las colonias, reservados para los peninsulares.
  • Las limitaciones al libre comercio y al desarrollo económico de las colonias impuestas por el régimen colonial, que perjudicaban económicamente a la burguesía criolla.
  • La influencia de las ideas ilustradas y el ejemplo de la independencia de Estados Unidos.
  • La crisis política producida por la invasión napoleónica de España, que quitó legitimidad a las autoridades que representaban a la monarquía de José I en las colonias.

En el proceso de independencia se pueden distinguir dos grandes etapas:

1808-1814

Los territorios americanos desconocieron la autoridad de la monarquía napoleónica, pero en general mantuvieron sus lazos con las autoridades de Cádiz, a cuyas Cortes enviaron representantes. Sin embargo, en muchos lugares se establecieron juntas de gobierno que desconocieron la autoridad del Consejo de Regencia refugiado en la isla de León.

Cuando Fernando VII fue repuesto en el trono en 1814, casi todas las colonias, excepto las Provincias Unidas del Río de la Plata, volvieron a ser sometidas por la Corona española.

1814-1824

La vuelta al absolutismo provocó levantamientos independentistas entre los criollos. Esta tendencia llevó a una guerra entre patriotas (o independentistas) y realistas (españoles y americanos partidarios de la monarquía española).

Entre los caudillos independentistas sobresalieron las figuras de José de San Martín y Simón Bolívar. Las guerras de independencia siguieron una trayectoria compleja y culminaron con la derrota realista en Ayacucho en 1824. Esta batalla puso fin a la dominación española en América. Solo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico siguieron ligadas a la metrópoli.

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Referencias

  • Aymes, J.-R. (2008). La guerra de la Independencia en España (1808-1814). Siglo XXI.
  • Carr, R. et al. (2022). Spain. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Castells, I. & Moliner, A. (2000). Crisis del Antiguo Régimen y Revolución Liberal en España (1789-1845). Ariel.
  • La Parra, E. (2018). Fernando VII. Un rey deseado y detestado. Tusquets.
  • Rújula, P. & Chust, M. (2020). El Trienio Liberal. Revolución e independencia (1820-1823). Catarata.

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Gayubas, Augusto (24 de octubre de 2024). Crisis del Imperio español (siglo XIX). Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 5 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/crisis-del-imperio-espanol-siglo-xix/.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 24 de octubre de 2024
Fecha de publicación: 28 de septiembre de 2023

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