Te explicamos qué fue la Restauración en España. Además, su historia, sus etapas y las características de cada una.
¿Qué fue la Restauración en España?
La Restauración fue el período de la historia de España que comenzó con el restablecimiento de la monarquía borbónica en diciembre de 1874 y finalizó con la proclamación de la Segunda República en abril de 1931.
La situación previa a la Restauración, conocida como Sexenio Democrático (1868-1874), estuvo caracterizada por el destronamiento de Isabel II (de la casa de Borbón) en 1868, el nombramiento de Amadeo de Saboya como rey constitucional en 1871 y la proclamación de la Primera República en 1873.
El pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874 puso fin a la Primera República y permitió la restauración borbónica que puso en el trono de España a Alfonso XII.
La Restauración tuvo distintas etapas:
- el reinado de Alfonso XII
- la regencia de María Cristina
- el reinado de Alfonso XIII.
En estas etapas predominaron las disposiciones de la Constitución promulgada en 1876 y el sistema de alternancia de partidos formulado por Antonio Cánovas del Castillo. Sin embargo, en 1923 un golpe de Estado encabezado por Miguel Primo de Rivera suspendió la Constitución e instauró una dictadura. Poco después de la caída de la dictadura, la proclamación de la Segunda República marcó el fin de la Restauración en 1931.
- Ver además: Monarquía española
El reinado de Alfonso XII (1874-1885)
El sistema canovista
El sistema político de la Restauración estuvo ligado a la figura de Antonio Cánovas del Castillo. Este dirigente de la Unión Liberal fue el artífice de la vuelta al trono de los Borbones y buscó el consenso entre las fuerzas liberales para sostener el régimen de la Restauración.
Cánovas era contrario al sufragio universal y partidario del sufragio censitario. Además, defendía la idea de los políticos moderados de que la soberanía debía ser compartida entre el rey y las Cortes, en un punto intermedio entre el Antiguo Régimen y la monarquía democrática de la Constitución de 1869.
Sin embargo, consideraba que era necesario renovar el programa de los políticos moderados. Las novedades que propuso fueron las siguientes:
- Alfonso XII debía reemplazar a la impopular Isabel II (que se había exiliado en 1868). Cánovas consiguió que la reina renunciara a sus derechos al trono en 1870.
- Había que terminar con las continuas intervenciones políticas del ejército, que eran una fuente de continua inestabilidad.
- Había que crear un sistema bipartidista basado en dos partidos burgueses que se fueran turnando pacíficamente en el poder. Estos dos partidos serían el Partido Conservador (creado por Cánovas y que debía sustituir al Partido Moderado) y el Partido Liberal (dirigido por el político progresista Práxedes Mateo Sagasta, que sería el heredero de los ideales de la Constitución de 1869, adaptados a los límites del sistema canovista).
- Puede servirte: Liberales y conservadores
La Constitución española de 1876
El régimen de la Restauración se dotó de una nueva constitución, heredera de la Constitución moderada de 1845. La Constitución española de 1876 fue redactada por unas Cortes Constituyentes con mayoría canovista. En ellas se aprobó un anteproyecto redactado por Manuel Alonso Martínez, aunque su verdadero inspirador fue el propio Cánovas.
Las principales características de la Constitución de 1876 fueron:
- Reconocimiento teórico de derechos y libertades, que en la práctica fue limitado o aplazado durante los gobiernos de Cánovas al frente del Consejo de Ministros.
- No se especificaba el tipo de sufragio para elegir el Congreso de los Diputados. Posteriormente, bajo el gobierno del Partido Conservador de Cánovas, se aprobó la Ley Electoral de 1878 que estableció el voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes.
- Limitación de la libertad religiosa. La religión católica fue declarada religión oficial del Estado.
- Soberanía compartida entre las Cortes y el rey. Esto significaba la negación de la idea de soberanía nacional.
- Cortes bicamerales, es decir, formadas por dos cámaras:
El Congreso de los Diputados | Integrado por diputados elegidos por sufragio. |
El Senado | Se representaban las clases poderosas del país. • Senadores “de derecho propio”. Conformados por los “Grandes de España” y las jerarquías eclesiásticas y militares • Senadores “vitalicios”. Nombrados por el rey • Senadores electivos. Elegidos por sufragio censitario de los mayores contribuyentes. |
- Fortalecimiento del poder de la Corona, que se constituyó como eje del Estado:
El Poder Ejecutivo | El rey designaba a los ministros y ejercía el mando directo del ejército. |
El Poder Legislativo compartido con las Cortes | • El rey tenía derecho de veto absoluto sobre las leyes aprobadas por las Cortes. • El rey tenía el poder de convocar, suspender o disolver las Cortes. |
El turno de partidos
Cánovas diseñó un sistema basado en el turno pacífico de dos partidos en el poder: el Partido Conservador y el Partido Liberal.
El sistema de turno permitía la alternancia pacífica en el poder, lo que puso fin durante un tiempo a los pronunciamientos militares. Sin embargo, el turno también mantuvo apartadas del poder a las fuerzas de izquierda, al movimiento obrero y a los regionalismos y nacionalismos.
Los turnos en el poder no eran la expresión de la voluntad de los electores, sino el resultado de pactos entre los dirigentes de los partidos. Una vez acordada la alternancia, se seguía el siguiente orden:
- El rey nombraba un nuevo jefe de Gobierno y le otorgaba el decreto de disolución de Cortes
- El nuevo gobierno convocaba unas elecciones adulteradas en las que se obtenían los resultados mediante el “encasillado” (la asignación previa de escaños para que el partido que debía acceder al poder consiguiera la mayoría).
El turno de partidos se consolidó durante la regencia de María Cristina de Habsburgo, luego de la muerte del rey Alfonso XII en 1885.
La regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902)
La muerte de Alfonso XII
La muerte de Alfonso XII en 1885 inauguró el período de la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), segunda esposa de Alfonso XII, que duró hasta que su hijo, Alfonso XIII, alcanzó la mayoría de edad. Tras la muerte del rey, Cánovas y Sagasta reafirmaron el funcionamiento del sistema de turno en el denominado Pacto del Pardo (1885).
En el “gobierno largo” de Sagasta (1885-1890) se aprobaron diversas reformas políticas:
- Las libertades de cátedra, asociación y prensa (1887), lo que implicaba la eliminación de la censura.
- El sufragio universal masculino (1890).
Sin embargo, el sistema de turno siguió basándose en la adulteración de las elecciones, aunque el sufragio universal masculino permitió que los republicanos obtuvieran algunos diputados en las ciudades, donde no funcionaba el caciquismo.
El caciquismo
El fraude electoral del sistema de turno tuvo lugar en el contexto de un país agrario. La clave de la adulteración electoral estaba en los “caciques”, que eran los encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados por las elites de los partidos.
Los caciques eran personas ricas e influyentes de la España rural (terratenientes, prestamistas, notarios, comerciantes) que seguían las instrucciones del gobernador civil de cada provincia y amañaban las elecciones de acuerdo con el "encasillado" acordado por las elites políticas.
Los métodos de los caciques durante las elecciones fueron muy variados: violencia y amenazas, cambio de votos por favores o simplemente trampas y manipulaciones (método conocido como “pucherazo”).
La oposición al régimen de la Restauración
Varios grupos políticos y sociales se opusieron, inicialmente con escaso éxito, al régimen de la Restauración:
- Los carlistas. Era un movimiento tradicionalista que había renunciado a las armas luego de protagonizar varias insurrecciones a lo largo del siglo XIX y que era fuerte solamente en el País Vasco y Navarra.
- Los partidos republicanos. Eran grupos cuya base social eran las clases medias urbanas y que defendieron la democratización del régimen y diversas reformas sociales. Entre ellos se destacó el Partido Republicano Radical, fundado en 1908 por Alejandro Lerroux.
- El movimiento obrero. Estaba integrado por anarquistas y socialistas que se organizaron en la sección española de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), surgida durante el Sexenio Democrático, y que fueron reprimidos tras el golpe de Estado del general Manuel Pavía en 1874. Al igual que en el resto de Europa, la ruptura entre Karl Marx y Mijaíl Bakunin en el Congreso de La Haya en 1872 propició la escisión de las fuerzas obreras entre:
- Los anarquistas. Conformaban el grupo mayoritario en España, que en 1881 fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española y en 1910 la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
- Los socialistas. Conformaban un grupo minoritario en España, y en 1879 fundaron el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y en 1888 la Unión General de Trabajadores (UGT).
- Los anarquistas. Conformaban el grupo mayoritario en España, que en 1881 fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española y en 1910 la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
- La oposición intelectual. Eran pensadores, profesores universitarios y novelistas contrarios al sistema de la Restauración, al que consideraban un obstáculo para la modernización del país.
- El regionalismo y el nacionalismo. Eran sectores que integraban una oposición que se desplegó en Cataluña y el País Vasco.
El regionalismo y el nacionalismo
A fines del siglo XIX, nacieron en Cataluña y el País Vasco movimientos que cuestionaban la existencia de una única nación española. Los movimientos nacionalistas afirmaban que Cataluña y el País Vasco eran naciones (en términos de lengua y cultura) y, por consecuencia, tenían derecho al autogobierno. Estos movimientos oscilaron entre el autonomismo y el independentismo o separatismo.
En Cataluña, el sentimiento nacionalista cobró vigor durante el siglo XIX entre la burguesía, que estaba protagonizando una revolución industrial. El regionalismo y el nacionalismo en Cataluña se fueron construyendo en varias etapas:
- En la década de 1830, se inició la Renaixença, un movimiento intelectual y literario basado en la recuperación de la lengua catalana.
- En 1882, Valentín Almirall creó el Centre Català, una organización política que reivindicaba la autonomía catalana.
- En 1891, Enric Prat de la Riba fundó la Unió Catalanista, un grupo de ideología conservadora y católica que aprobó un programa de autogobierno pero no separatista.
- En 1901, nació la Lliga Regionalista, un partido conservador, católico y burgués con dos objetivos principales: la autonomía política de Cataluña dentro de España y la defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes (mediante políticas proteccionistas).
El nacionalismo catalán se extendió entre la burguesía y el campesinado, mientras que la clase obrera se identificó mayoritariamente con el anarquismo.
En el País Vasco, la burguesía de Vizcaya, enriquecida por la naciente revolución industrial, dio impulso al nacionalismo vasco.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV), en euskera Euzko Alderdi Jeltzalea (EAJ), fue fundado en 1895 por Sabino Arana Goiri, quien formuló los fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco:
- Independencia de Euskadi (País Vasco). El objetivo era la creación de un estado vasco independiente.
- Exaltación de la etnia vasca. Se buscaba el mantenimiento de la “pureza racial” vasca.
- Integrismo religioso católico. Se planteaba la subordinación del Estado a la Iglesia.
- Euskaldunización de la sociedad vasca y rechazo de la influencia cultural española, calificada de extranjera y perniciosa. Se promocionaban el idioma y las tradiciones culturales vascas.
- Idealización y apología de un mítico mundo rural vasco. Se lo contraponía a la sociedad industrial considerada "españolizada".
- Conservadurismo ideológico, tanto en el terreno social como en el político. Esto llevó al enfrentamiento con el PSOE, principal organización obrera en Vizcaya.
El nacionalismo vasco se extendió principalmente entre la pequeña y mediana burguesía, y en el mundo rural. La gran burguesía industrial y financiera se distanció del nacionalismo y el proletariado urbano se vinculó mayoritariamente al socialismo.
El fin del imperio colonial español
El nacionalismo en Cuba y Filipinas
Tras la independencia de la mayor parte de los territorios del Imperio español a inicios del siglo XIX, solo las islas de Cuba y Puerto Rico y el archipiélago de las Filipinas continuaron formando parte del imperio en América y Asia.
Cuba y Puerto Rico eran muy lucrativas para España. Cuba se convirtió en la primera productora de azúcar del mundo (en cuyas plantaciones trabajaba mano de obra esclava), y las leyes arancelarias impuestas por el gobierno español convirtieron estos territorios en un “mercado cautivo” de los textiles catalanes y las harinas castellanas.
En Filipinas, la población española era escasa y tenía muy pocos capitales invertidos. El dominio español se sustentaba en una pequeña presencia militar y en el poder de las órdenes religiosas.
La Guerra Larga o Guerra Grande con Cuba (1868-1878) concluyó en la Paz de Zanjón, que si bien supuso la victoria española fue un primer aviso de las aspiraciones independentistas cubanas.
José Rizal en Filipinas y José Martí en Cuba se erigieron como figuras claves del nacionalismo independentista filipino y cubano.
El “Desastre del 98”
En 1895 estallaron nuevas insurrecciones independentistas en Filipinas y Cuba que condujeron a una guerra que provocó que decenas de miles de soldados procedentes de las clases más humildes de España fueran embarcados hacia esas distantes islas.
La gran novedad fue la ayuda estadounidense a los rebeldes cubanos. El gobierno de Estados Unidos tenía dos razones para colaborar con la insurrección:
- Intereses económicos. Cuba era la primera productora del mundo de azúcar pero España impedía el libre comercio de sus productos con Estados Unidos y otros países
- Intereses geoestratégicos. Estados Unidos buscaba extender su dominio e influencia hacia el Caribe y Centroamérica (lo que denominaba su “patio trasero”).
Estados Unidos conquistó Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y España firmó la Paz de París en diciembre de 1898. Por este acuerdo, España cedió a Estados Unidos la isla de Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. Cuba alcanzó la independencia bajo la protección estadounidense.
Desde la perspectiva española, la pérdida de las últimas colonias en América y Asia recibió el nombre de “Desastre del 98” y tuvo una importante influencia en la conciencia nacional. Los gobiernos de la Restauración fueron percibidos como responsables de haber provocado la muerte de decenas de miles de españoles, primero en la guerra contra los insurrectos cubanos, después en la guerra contra Estados Unidos.
Las repercusiones del “Desastre del 98”
Desde una perspectiva económica, los hechos militares de 1898 no fueron propiamente un “desastre” para España:
- El fin de la guerra con Estados Unidos y los insurgentes cubanos permitió al ministro de Hacienda, Raimundo Fernández Villaverde, implementar algunas reformas en el sistema de impuestos y en la emisión de deuda, lo que supuso un saneamiento de la situación de la Hacienda. Por primera vez en mucho tiempo, a comienzos del siglo XX el Estado español tuvo superávit.
- La pérdida de las colonias supuso una importante repatriación de capitales que fueron invertidos en la economía peninsular.
- España no perdió la escasa presencia que tenía en los mercados latinoamericanos.
Sin embargo, la derrota ante Estados Unidos y la pérdida de más de 50.000 combatientes provocó una intensa conmoción en la sociedad española, expresada tanto por políticos del régimen canovista como por opositores socialistas o republicanos y por intelectuales.
Esta conmoción provocó:
- Una profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la obra crítica de los autores de la generación del 98 (como Miguel de Unamuno, Pío Baroja o Ramiro de Maeztu).
- Una propuestas de reforma y modernización política, como el regeneracionismo de Joaquín Costa (con una doble vertiente de reforma política y educativa). El regeneracionismo se basaba en una crítica del sistema de caciquismo, al que se consideraba responsable de impedir la implantación de una verdadera democracia y la modernización social y económica.
- Una mayor presencia de los nacionalismos periféricos, ante una crisis de “la idea de España”.
Para muchos españoles, la derrota de 1898 había puesto de relieve las limitaciones del régimen de la Restauración y su imposibilidad de afrontar los problemas sociales y la modernización del país.
El reinado de Alfonso XIII (1902-1931) y el fin de la Restauración
Cuando Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad en 1902, asumió el trono de España. Durante los primeros años de su reinado, continuó vigente la Constitución de 1876 y el sistema de turno para la alternancia en el gobierno. Sin embargo, en esos años también crecieron los reclamos del movimiento obrero, la agitación política y los cuestionamientos al régimen de la Restauración.
En 1923, un golpe de Estado encabezado por el general Miguel Primo de Rivera instauró una dictadura que contó con la aprobación del rey y suspendió la Constitución. La dictadura cayó en 1930, cuando Primo de Rivera perdió sus apoyos políticos, y en abril de 1931 unas elecciones municipales resultaron en el triunfo de sectores republicanos y socialistas. Esta situación provocó el exilio de Alfonso XIII, la proclamación de la Segunda República y el fin de la Restauración.
Carta de abdicación de Alfonso XIII
Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas.
Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez pero sé bien que nuestra Patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.
14 de abril de 1931
Alfonso, Rey.
- Ver también: Crisis de la Restauración borbónica en España
La sociedad en la España de la Restauración
La sociedad en la España de la Restauración era una sociedad dual que incluía:
- Un inmenso interior agrario, con formas de vida y de subsistencia campesinas y tradicionales.
- Unas pocas zonas industrializadas, donde comenzaba a surgir una sociedad moderna.
La pobreza estaba muy extendida y existía una oligarquía burguesa formada por el triángulo de los siderúrgicos vascos, los empresarios textiles catalanes y los cerealistas castellanos.
En el medio rural se distinguían distintos grupos sociales:
- La oligarquía agraria, predominante en las dos Castillas, Extremadura y Andalucía.
- Las clases medias bajas, formadas por medianos propietarios, arrendatarios y aparceros.
- Los campesinos sin tierra (jornaleros o braceros), que sufrían una situación de paro intermitente y recibían bajos salarios. A estos campesinos se les sumaban los pequeños propietarios empobrecidos. Esta población tenía una alimentación deficiente, carencias sanitarias y amplias tasas de analfabetismo.
Esta estructura social desigual promovió estallidos sociales que fueron reprimidos por las autoridades.
En el medio urbano, el desarrollo minero e industrial propició la aparición de una sociedad modernizada. En el País Vasco tuvo preponderancia la industria siderúrgica y la banca. En Cataluña se destacó la industria textil del algodón.
Los grupos sociales de las ciudades eran:
- La alta burguesía industrial y financiera.
- Una heterogénea clase media, en la que se ubicaban los principales defensores de las posturas democráticas y republicanas, pero también sectores apegados a los hábitos tradicionales y fuertemente influenciados por la Iglesia.
- Las clases trabajadoras, que incluían un grupo mayoritario de artesanos (ligados a empleos tradicionales) y un creciente número de obreros que comenzaron a organizarse sindicalmente.
La educación durante la Restauración
Tras el Sexenio Democrático, en el que había existido una amplia libertad de cátedra en las universidades, la Restauración significó el establecimiento de una rígida censura a cualquier manifestación contra la monarquía y el dogma católico. Algunos profesores dimitieron y otros fueron cesados.
Francisco Giner de los Ríos, uno de estos catedráticos, fundó la Institución Libre de Enseñanza en 1876, como centro privado y laico. Esta institución, heredera de los postulados del krausismo (doctrina derivada del pensamiento de Karl Krause), introdujo en España una pedagogía de vanguardia que buscaba la formación integral del individuo en plena libertad y mediante el fomento de la curiosidad científica, el antidogmatismo y la actitud crítica.
La Institución Libre de Enseñanza fue una excepción. Lo que predominó durante la Restauración fue la enseñanza tradicional, sometida a la vigilancia de la Iglesia católica. Más de 50.000 religiosos y religiosas se dedicaban a la enseñanza, sobre todo en la educación primaria. La enseñanza secundaria se limitaba a los hijos de las familias más ricas.
El nacionalismo vasco de Sabino Arana
Se considera a Sabino Arana Goiri (1865-1903) el padre del nacionalismo vasco. Arana fue un político que fundó el Partido Nacionalista Vasco “Euzko Alberdi Jeltzalea” (PNV-EAJ).
En sus discursos y sus obras, para defender la autonomía de la identidad vasca utilizaba argumentos racistas antiespañoles, y por eso es fuertemente criticado, incluso hoy en día. Sin embargo, muchos consideran que su retórica pertenecía a la corriente común de los nacionalismos de la época.
¿Qué somos? es uno de sus textos más conocidos, publicado en la revista Bizkaitarra en 1895. En este texto, Sabina hace una comparación polarizada entre el bizkaino (el vasco) y el español, donde el vasco tiene todos los atributos positivos y el español solo los negativos.
Sabino Arana: ¿Qué somos? (fragmentos)
1895
"La fisonomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español, inexpresiva y adusta.
El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos) o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero).
El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe.
El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un bizcaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos.
El bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español, perezoso y vago (contemplad sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación).
El bizkaino es emprendedor (leed la historia y miradlo hoy ocupando elevados y considerados puestos en todas partes... menos en su patria); el español nada emprende, a nada se atreve, para nada vale (examinad el estado de las colonias).
El bizkaino no vale para servir, ha nacido para ser señor ("etxejaun"); el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo (pulsad la empleomanía dentro de España, y si vais fuera de ella le veréis ejerciendo los oficios más humildes).
El bizkaino degenera en carácter si roza con el extraño; el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que le civilice.
El bizkaino es caritativo aun para sus enemigos (que lo digan los lisiados españoles que atestan las romerías del interior y mendigan de caserio en caserio); el español es avaro aun para sus hermanos (testigo, Santander cuando pidió auxilio a las ciudades españolas en la consabidas catástrofe).
El bizkaino es digno, a veces con exceso, y si cae en la indigencia, capaz de dejarse morir de hambre antes de pedir limosna (preguntádselo a las Conferencias de San Vicente de Paúl); el español es bajo hasta el colmo, y aunque se encuentre sano, prefiere vivir a cuenta del prójimo antes que trabajar (contad, si podéis, los millares de mendigos de profesión que hay en España y sumidlos con los que anualmente nos envía a Euskeria).
Interrogad al bizkaino qué es lo que quiere y os dirá "trabajo el día laborable e iglesia y tamboril el día festivo"; haced lo mismo con los españoles y os contestarán pan y toros un día y otro también, cubierto por le manto azul de su puro cielo y calentado al ardiente sol de Marruecos y España.
Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civil y sentiréis regocijarse el ánimo al son del "txistu", la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la loca más alegría; presenciad un baile español y si no os acusa náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza.
En romerías de bizkainos rara vez ocurren riñas, y si acaso se inicia alguna reyerta, oiréis sonar una media docena de puñetazos y todo concluido; asistid a una romería española y si no veis brillar la traidora navaja y enrojecerse el suelo, seguros podéis estar de que aquel día el sol ha salido por el Oeste.
El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres hermanas les llevaban recorriendo a pie la distancia); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año.
La familia bizkaina atiende más a la alimentación que al vestido, que aunque limpio siempre es modesto; id a España y veréis familias cuyas hijas no comen en casa más que cebolla, pimientos y tomate crudo, pero que en la calle visten sombrero, si bien su ropa interior es "peor menealla".
El bizkaino que vive en las montañas, que es el verdadero bizkaino es, por natural carácter, religioso (asistid a una misa por aldea apartada y quedareis edificados); el español que habita lejos de las poblaciones, o es fanático o es impío (ejemplos de los primero en cualquier región española; de los segundo entre los bandidos andaluces, que usan escapulario, y de lo tercero, aquí en Bizkaya, en Sestao donde todos los españoles, que no son pocos son librepensadores).
Oídle hablar a un bizkaino y escuchareis la más eufónica, moral y culta de las lenguas; oídle a un español y si solo le oís rebuznar podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias.
El bizkaino es amante de su familia y su hogar (cuanto a lo primero, sabido es que el adulterio es muy raro en familias no inficionadas de la influencia maketa, esto es, en las familias genuinamente bizkainas; y cuanto a lo segundo, si el bizkaino por su carácter emprendedor se ausenta de su hogar no le pasa día en que no suspire por volver a él); entre los españoles, el adulterio es frecuente así en las clases elevadas como en las humildes, y la afección al hogar es en estas últimas nula porque no la tienen.
Por último, según la estadística, el noventa y cinco por ciento de los crímenes que se perpetran en Bizkaya se deben a mano española, y de cuatro de los cinco restantes son autores bizcainos españolizados.
Decid, pues, ahora si el bizkaino es español por su tipo, carácter y costumbres,"
Páginas 627 y 628
Sigue con:
Referencias
- Arana, S. (1965). "¿Qué somos?". Obras Completas. Editorial Sabindiar-Batza
- Carr, R. et al. (2022). Spain. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Casanova, J. & Gil, C. (2012). Breve historia de España en el siglo XX. Ariel.
- Congreso de los Diputados (s.f.). Constitución de 1876. Portal oficial del Congreso de los Diputados. https://www.congreso.es/ Suárez Cortina, M. (2006). La España liberal (1868-1917). Política y sociedad. Síntesis.
- Al país [Alfonso XIII renuncia al trono español], 14 de abril de 1931, en: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. https://www.cervantesvirtual.com/
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