Revolución Industrial en España

Te explicamos qué fue la revolución industrial en España, el proceso que comenzó a fines del siglo XVIII. Además, sus características e historia.

Cataluña fue una de las regiones industriales de España en el siglo XIX.

¿Qué fue la revolución industrial en España?

La revolución industrial en España fue un proceso de industrialización que comenzó a fines del siglo XVIII, se aceleró a partir de la década de 1830 y experimentó un mayor impulso a mediados del siglo XIX con el tendido de líneas de ferrocarril en la península.

Fue un proceso más tardío que la industrialización iniciada en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII. Las principales zonas industriales de España fueron Cataluña (industria textil), Málaga (industrias textil y siderúrgica), Asturias y el País Vasco (minería e industria siderúrgica). En este período, la industria española dependió en gran medida de la inversión de capital extranjero y de una política comercial proteccionista

Durante el proceso de industrialización se crearon entidades bancarias y se consolidó el papel del Banco de España. Sin embargo, el país siguió siendo mayoritariamente rural hasta comienzos del siglo XX.

Puntos clave

  • La Revolución Industrial en España comenzó a fines del siglo XVIII, pero tuvo su mayor impulso a mediados del siglo XIX. Fue un proceso más tardío que en otros países (como Gran Bretaña) y muy localizado en algunas áreas.
  • La industrialización en España se destacó en las áreas textil (Cataluña), minera y siderúrgica (Asturias, País Vasco). Como parte de este proceso, se construyeron líneas de ferrocarril y se crearon bancos.
  • La Revolución Industrial permitió el ascenso de la burguesía (empresarios textiles de Cataluña, financistas de Madrid y el País Vasco, entre otros) y también la aparición de unas clases medias urbanas (pequeños propietarios, profesionales, entre otros). Las clases bajas siguieron conformadas principalmente por sectores campesinos, pero se fue incrementando el proletariado urbano.

Las transformaciones económicas del siglo XIX

Los cambios en la agricultura

La población española se incrementó a lo largo de los siglos XVIII y XIX, aunque en menor medida que en los países más desarrollados. El descenso de la mortalidad y el mantenimiento de una alta natalidad explican esta tendencia. La mayor parte de la población siguió siendo rural. Se calcula que, en 1865, el 80 % de la población seguía viviendo en el medio rural.

En el siglo XIX, la agricultura vivió una profunda reforma basada en la abolición del régimen señorial, la supresión de los mayorazgos (la sujeción de bienes y tierras a un linaje) y las grandes desamortizaciones impulsadas por Juan Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz. 

Con estas medidas se liberalizó la agricultura y se permitió la libre circulación de la tierra en el mercado. Así, se eliminaron los obstáculos al desarrollo de una agricultura capitalista. La mayor parte de la tierra pasó a manos de propietarios privados individuales.

Las desamortizaciones liberales

Las desamortizaciones permitieron la expropiación de bienes de órdenes religiosas y municipios.

La gran transformación económica de este período fue el proceso de desamortización de las tierras y los bienes eclesiásticos. Fue iniciado en 1835 por el progresista Juan Álvarez Mendizábal (ministro de Hacienda entre 1835 y 1837), quien además suprimió las órdenes religiosas del clero regular, y fue completado por el progresista Pascual Madoz (ministro de Hacienda en 1855), con la ampliación de la desamortización a los bienes de los municipios (como las tierras comunales).

La desamortización consistió en la expropiación de los bienes y su nacionalización para su venta en subasta pública, y tuvo tres objetivos:

  • Un objetivo financiero: conseguir ingresos para pagar la deuda pública del Estado y financiar las guerras carlistas.
  • Un objetivo político: ampliar la base social del liberalismo con los compradores de bienes desamortizados. Además, buena parte del clero regular, que se vio afectado por la desamortización, apoyaba a los carlistas (con quienes el gobierno liberal estaba políticamente enfrentado).
  • Un objetivo social: crear una clase media agraria de campesinos propietarios.

La desamortización no dio todos los resultados que habían esperado sus impulsores:

  • En el terreno financiero, no solucionó el problema de la deuda pública.
  • En el terreno político, el liberalismo ganó adeptos pero también se distanció más de la opinión pública católica.
  • En el terreno social, la mayor parte de los bienes desamortizados fueron comprados por nobles y burgueses urbanos adinerados. Los campesinos pobres no pudieron pujar en las subastas.

La desamortización no sirvió para mitigar la desigualdad social. Incluso, los nuevos propietarios burgueses muchas veces subieron los alquileres, lo que afectó a los campesinos pobres. Por esta razón, la nobleza, en general, apoyó al liberalismo, mientras que muchos campesinos se hicieron antiliberales (carlistas).

Además, la desamortización de 1855 afectó principalmente a las tierras de los municipios y perjudicó a los ayuntamientos y a los vecinos más pobres, que se vieron privados del aprovechamiento libre de las tierras comunales.

Sin embargo, las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz cambiaron de forma radical la situación del campo español y, en algunos casos, liberaron espacio en las ciudades para el crecimiento industrial.

La industrialización en España

La línea Barcelona-Mataró fue la primera línea de ferrocarril construida en la península ibérica.

La Revolución Industrial, que se había iniciado en Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XVIII se extendió en el siglo XIX a otras zonas de Europa. Sin embargo, en España solo se produjo inicialmente de forma muy localizada, en Cataluña, Málaga, Asturias y el País Vasco.

Diversos factores explican este retraso:

  • La escasez de carbón y otras materias primas
  • El escaso desarrollo tecnológico en comparación con otros países (como Gran Bretaña y Alemania) y la dependencia del capital exterior
  • La falta de articulación de un mercado interior, debido a las dificultades de comunicación y al bajo poder adquisitivo de la mayor parte de la población
  • Los factores políticos, como la pérdida del mercado colonial (debida a los procesos independentistas en América), los destrozos provocados por la guerra de la Independencia contra la ocupación francesa de España o la inestabilidad política.

La expansión del tendido ferroviario fue un factor clave de modernización en España, al igual que en el resto del mundo. No obstante, España incorporó con algo de retraso este nuevo medio de transporte. La primera línea férrea en la península fue construida entre Barcelona y Mataró en 1848. 

Curiosamente, el primer ferrocarril en los dominios españoles fue construido en Cuba en 1837, para el trayecto La Habana-Güines. Tras la promulgación de la Ley General de Ferrocarriles en 1855 tuvo lugar un verdadero “boom” del ferrocarril en España. En 1866 la red alcanzó los 5145 kilómetros de extensión. Esto permitió comunicar distintas áreas en un mercado interior.

A partir de la década de 1830, se incorporaron innovaciones mecánicas en la industria textil del algodón en Cataluña, y el tendido ferroviario dio un impulso decisivo a esta rama industrial a partir de la década de 1850. 

En Asturias y el País Vasco se destacó la industria siderúrgica, que se benefició del acceso al carbón y el mineral de hierro en dichas regiones. En Málaga se desarrolló la industria textil y la siderurgia. Estos procesos se aceleraron a finales del siglo XIX, mientras que en Málaga la industria entró en una fase de crisis (en parte por los costos del acceso al carbón).

La política comercial fue en general proteccionista. Las leyes arancelarias de 1841 y 1849 favorecieron los intereses de los industriales del textil catalán y de los terratenientes castellanos cultivadores de trigo. 

Solo durante el Sexenio Democrático (1868-1874) se intentó una política liberal con el Arancel Figuerola de 1869 (una ley que reducía las limitaciones a la importación). Sin embargo, el gobierno de la Restauración volvió al proteccionismo con una ley arancelaria en 1875.

En el terreno financiero, este período se caracterizó por las dificultades de la Hacienda estatal, agobiada por la deuda pública. Pese a estos problemas, se adoptaron algunas medidas importantes:

  • En 1856 se creó el Banco de España, que sustituyó al Banco Español de San Fernando. En 1874 quedó configurado como banco nacional con el monopolio de la emisión de papel moneda.
  • En octubre de 1868 se adoptó la peseta como nueva unidad del sistema monetario.

Las transformaciones sociales del siglo XIX

Las clases sociales

El principal rasgo de España en este período fue la paulatina desaparición de la sociedad estamental y su sustitución por una sociedad de clases, basada en el derecho de propiedad y en la igualdad ante la ley. Esta nueva sociedad permitió una mayor movilidad social, principalmente a través del éxito en los negocios o por las carreras administrativa y militar.

Surgió un nuevo grupo social dominante conformado por la alta burguesía (empresarios textiles catalanes, financieros madrileños y vascos), la oligarquía terrateniente (propietaria de grandes latifundios, especialmente en la España meridional) y los altos cargos del Estado y el ejército.

También emergieron unas clases medias urbanas no demasiado numerosas (pequeños propietarios rurales y urbanos, oficiales del ejército, funcionarios, médicos, profesores).

La población campesina conformaba la mayoría de la población del país y estaba integrada por propietarios, arrendatarios y jornaleros sin tierra.

Por último, el proceso de industrialización fue dando origen a la clase de los obreros industriales.

Los orígenes del movimiento obrero en España

Durante el Sexenio Democrático, la nueva situación política impulsó al movimiento obrero.

La industrialización española del siglo XIX fue un fenómeno lento y muy localizado en algunas áreas. Ello explica la debilidad inicial del movimiento obrero, al menos hasta el Sexenio Democrático (1868-1874). Se calcula que en 1860 había alrededor de ciento cincuenta mil obreros industriales en el país, y más de la mitad vivía en Cataluña.

No obstante, ya desde la década de 1830 nacieron algunas asociaciones (como las “sociedades de socorros mutuos”), se produjeron protestas de carácter ludita (es decir, contra las máquinas, como los conflictos en 1835 en la fábrica El Vapor de Barcelona en 1835 o las protestas contra las “selfactinas”, máquinas de hilar, en 1854), y también aparecieron los primeros periódicos obreros. Estas primeras manifestaciones del movimiento obrero fueron duramente reprimidas por los gobiernos de la época.

Durante el Sexenio Democrático, las libertades políticas dieron un importante impulso al movimiento obrero. En 1864 se había creado en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), y la nueva situación en España permitió la creación de la sección española de la AIT, fundada por el impulso del anarquista italiano Giuseppe Fanelli. 

Desde un principio, entre los "internacionalistas" españoles hubo un claro predominio de la ideología anarquista, inspirada en el pensamiento de Mijaíl Bakunin. El movimiento anarquista tuvo una especial presencia en Cataluña, donde la industrialización era cada vez más pujante.

Por otro lado, Paul Lafargue propagó en España las ideas del marxismo, y en 1872 creó un pequeño grupo madrileño que, poco después, dio lugar al PSOE (Partido Socialista Obrero Español).

Las desamortizaciones de Mendizábal

Entre 1835 y 1837, el progresista Juan Álvarez Mendizábal ejerció como ministro de Hacienda y promovió lo que se conoció como “las desamortizaciones liberales”. Con el objetivo de obtener dinero para pagar la deuda pública y ampliar la base social del liberalismo, Mendizábal organizó una expropiación masiva de bienes y su posterior venta en subasta pública. 

En 1836, envió su propuesta a María Cristina de Borbón (la reina regente de España). En ella, se justifica la desamortización como una estrategia para mejorar la economía y el progreso de España. La propuesta de Mendizábal se publicó como un decreto real al día siguiente.

Comunicado oficial de Juán Álvarez Mendizábal a su Majestad la Reina Gobernadora

19 de febrero de 1836

"Señora, vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad de la Nación, no es tan sólo cumplir una promesa solemne y dar una garantía positiva a la deuda nacional, es abrir una fuente abundantísima de felicidad pública; vivificar una riqueza muerta, desobstruir los canales de la industria y de la circulación; apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo propio; ensanchar la patria, crear nuevos y fuertes vínculos que liguen a ella; es, en fin, identificar con el trono excelso a Isabel II, símbolo de orden y de la libertad. No es, señora, ni una fría especulación mercantil, ni una mera operación de crédito.

El decreto que vaya a tener la honra de someter a la augusta aprobación de V. M. sobre la venta de bienes adquiridos ya por la nación, así como en su resultado material ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda pública, es menester que en su objeto y aun en los medios por donde aspire a aquel resultado, se encadene, se funde en la alta idea de crear una copiosa familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoye principalmente en el triunfo completo de nuestras actuales instituciones.

Artículo 1º. Quedan declarados en venta desde ahora todos los bienes raíces de cualquier clase que hubiesen pertenecido a las comunidades y corporaciones religiosas extinguidas, y los demás que hayan sido adjudicados a la nación por cualquier título o motivo, y también todos los que en adelante lo fueren desde el acto de su adjudicación.

Artículo 2º. Se exceptúan de esta medida general los edificios que el gobierno destine para el servicio público o para conservar monumentos de las artes o para honrar la memoria de hazañas nacionales (...)"

Sigue con:

Referencias

  • Carr, R. et al. (2022). Spain. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Carretero, I. M. (2007). Textos legales de las desamortizaciones eclesiásticas españolas y con ellas relacionados. La desamortización: el expolio del patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España: actas del Simposium 6/9-IX-2007. Ediciones Escurialenses.
  • González Enciso, A. & Manuel Matés, J. (coords.) (2013). Historia económica de España. Ariel.
  • Nadal, J. (dir.) (2003). Atlas de la industrialización en España, 1750-2000. Crítica.
  • Paredes, J (coord.) (2008). Historia contemporánea de España. Siglo XIX. Ariel.

¿Te interesan nuestros contenidos?

Sigue nuestra cuenta de Instagram, donde publicamos contenidos exclusivos.

¿Cómo citar este artículo?

Citar la fuente original de donde tomamos información sirve para dar crédito a los autores correspondientes y evitar incurrir en plagio. Además, permite a los lectores acceder a las fuentes originales utilizadas en un texto para verificar o ampliar información en caso de que lo necesiten.

Para citar de manera adecuada, recomendamos hacerlo según las normas APA, que es una forma estandarizada internacionalmente y utilizada por instituciones académicas y de investigación de primer nivel.

Gayubas, Augusto (24 de octubre de 2024). Revolución Industrial en España. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 17 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/revolucion-industrial-en-espana/.

Sobre el autor

Autor: Augusto Gayubas

Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

Fecha de actualización: 24 de octubre de 2024
Fecha de publicación: 28 de septiembre de 2023

¿Te fue útil esta información?

No

    ¡Genial! Muchas gracias por visitarnos :)