Te explicamos cuáles fueron los reinos españoles de la Baja Edad Media. Además, la historia y organización de las coronas de Castilla y Aragón.
¿Cuáles fueron los reinos españoles de la Baja Edad Media?
En la Baja Edad Media, la Península Ibérica estaba formada por cinco reinos: las coronas de Castilla y Aragón (que integraban otros reinos, principados y señoríos), los reinos de Navarra y Portugal y el reino nazarí de Granada.
Estos reinos se fueron formando a partir de la integración territorial que resultó de los conflictos, conquistas y uniones del período de la Reconquista (718-1492). Las coronas de Castilla y Aragón adquirieron mayor importancia en los últimos años de la Reconquista y llevaron adelante una expansión que se consolidó con la unión dinástica de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) a fines del siglo XV.
La organización política de las principales coronas de la España cristiana, Castilla y Aragón, tuvo sus diferencias, pues la corona de Castilla se orientó hacia una administración más centralizada mientras que la corona de Aragón recurrió al mantenimiento de leyes e instituciones tradicionales y al “pactismo” con la nobleza.
Preguntas frecuentes
¿Qué reinos había en España en la Baja Edad Media?
En la Baja Edad Media, la Península Ibérica estaba repartida en cinco reinos: por un lado, la corona de Castilla, la corona de Aragón, el reino de Navarra y el reino de Portugal (cristianos); por otro lado, el reino nazarí de Granada (musulmán).
¿En qué año se unificaron los reinos de España en una sola monarquía?
Cuando Isabel I accedió al trono de Castilla (1474) y Fernando II accedió al trono de Aragón (1479) se produjo la unión dinástica entre las coronas de Castilla y Aragón, dado que Isabel y Fernando habían contraído matrimonio en 1469. Así comenzó la primera monarquía centralizada en España, que se consolidó con la conquista e incorporación de Granada (1492), Canarias (1496) y Navarra (1512). Carlos I (1516-1556) fue el primer soberano en gobernar como monarca único de España.
¿Qué crisis atravesaron los reinos de España en la Baja Edad Media?
En la Península Ibérica, la crisis de los siglos XIV y XV fue:
- Demográfica (las malas cosechas y las epidemias provocaron altas tasas de mortalidad)
- Económica (el descenso demográfico provocó el despoblamiento de campos de cultivo y la escasez de mano de obra)
- Social (la disminución de las rentas de la nobleza estimuló un aumento de las cargas señoriales que promovió revueltas campesinas)
- Política (los monarcas, la nobleza y el clero se enfrentaron en guerras civiles y conflictos sucesorios).
- Ver además: Monarquía española
La organización política de la corona de Castilla
La organización política y territorial de Castilla
Las coronas de Castilla y León se unieron y desunieron a lo largo de los siglos XI y XII, pero a partir del reinado de Fernando III de Castilla tuvo lugar la unión definitiva en el año 1230.
La organización territorial de la corona de Castilla era muy compleja: incluía los reinos de Castilla y León, el reino de Galicia, el señorío de Vizcaya y los territorios de Álava y Guipúzcoa. El monarca tenía los títulos de rey de Castilla y León, señor de Vizcaya, entre otros. A medida que avanzaba la Reconquista, se incorporaron otros territorios a la corona.
La historia política de los siglos XIV y XV atravesó múltiples crisis. Al fortalecimiento del poder real conseguido por Alfonso XI con la aprobación del Ordenamiento de Alcalá en 1348, le sucedió una crisis provocada por la guerra civil entre Pedro I el Cruel y Enrique II de Trastámara. La victoria de este último llevó a la dinastía de los Trastámara al poder y provocó el fortalecimiento del poder nobiliario (mediante las llamadas “mercedes enriqueñas”).
La corona de Castilla fracasó en su intento de anexión de Portugal en la batalla de Aljubarrota (1385). Por otro lado, en el siglo XV, los reinados de Juan II y Enrique IV vieron importantes conflictos internos en los que la nobleza reforzó sus posiciones. A Enrique IV lo sucedió su hermana, Isabel de Castilla, la futura Isabel la Católica.
Las instituciones de Castilla
El rey de Castilla era asistido en su acción de gobierno por diversas instituciones centrales: el Consejo Real (principal órgano de asesoramiento en asuntos de gobierno), la Audiencia (encargada de la administración de justicia) y la Real Hacienda (encargada de los impuestos).
En la Baja Edad Media se fueron construyendo dos instituciones claves para el poder real: un ejército real permanente y una burocracia cada vez más compleja, integrada por letrados (expertos formados en las universidades).
En el siglo XII (1188) nacieron las Cortes de Castilla, una asamblea estamental formada por representantes de la nobleza, el clero y las ciudades. Este organismo carecía de poder legislativo pero decidía sobre los impuestos extraordinarios y tenía la capacidad de presentar peticiones al rey.
La administración local se basó en la institución de los concejos. Tanto los concejos como los ayuntamientos terminaron bajo el control de las oligarquías urbanas (nobleza, clero, burguesía).
La organización política de la corona de Aragón
La organización política y territorial de Aragón
La corona de Aragón no fue un reino unificado sino una confederación de reinos (Aragón, Valencia y Mallorca) y del principado de Cataluña, que tenían distintas instituciones y leyes.
A menudo se caracteriza la monarquía aragonesa como una “monarquía pactista”, en la que el poder del monarca era débil y el rey debía pactar con los estamentos privilegiados, así como respetar las leyes de cada reino, a la hora de tomar una decisión.
Las instituciones de Aragón
Al frente de cada reino había un lugarteniente del rey que actuaba como su delegado. Otras instituciones eran el Consejo Real y la Audiencia. En el siglo XIII nacieron las Cortes en los reinos de Cataluña, Aragón y Valencia. Fueron organismos independientes en cada reino y fueron adquiriendo un creciente poder.
Las Cortes eran asambleas estamentales donde se reunían representantes de los dos estamentos privilegiados (nobleza y clero) y del patriciado urbano (alta burguesía de las ciudades). Estaban dominadas por la nobleza y el clero, que controlaban el poder del monarca y velaban por sus propios intereses feudales.
Las Cortes catalanas crearon una institución, la Diputación del General del Principado de Cataluña o Generalitat, que se convirtió en una especie de gobierno del principado. En Valencia y Aragón se crearon posteriormente diputaciones del reino, instituciones similares a la catalana.
En Aragón existió la institución del Justicia de Aragón, un cargo asignado a un miembro de la nobleza que velaba por el mantenimiento de los privilegios estamentales frente al poder del rey.
La administración territorial se organizó en merindades o veguerías. El órgano de poder en las ciudades fue el municipio, que a fines de la Edad Media quedó bajo el control de las oligarquías locales (Consell de Cent, o Consejo de Ciento, de Barcelona)
La crisis de los siglos XIV y XV
La crisis demográfica
Los siglos XIV y XV estuvieron marcados por una profunda crisis demográfica, económica y política. En general se la conoce como crisis del siglo XIV y afectó a la mayor parte de Europa. En Castilla la crisis tuvo su apogeo en el siglo XIV, mientras que en Aragón y Cataluña el peor momento tuvo lugar en el siglo XV.
Las malas cosechas se repitieron a lo largo de estos siglos. Las técnicas agrícolas no se habían transformado lo suficiente para evitar los estragos causados por las malas condiciones climáticas.
El ciclo se repitió varias veces: malas cosechas, escasez de alimentos, carestía, hambre. En esas circunstancias de malnutrición y desnutrición, la población era fácilmente afectada por las epidemias. La peste negra (1348-1351) fue la más devastadora, pero no la única. Se estima que en algunas zonas la población descendió entre el 20% y el 40%.
La crisis económica
La crisis demográfica golpeó duramente a la agricultura. Amplias zonas se despoblaron, por lo que se redujeron las tierras puestas en cultivo. En muchas zonas escaseaba la mano de obra campesina. Una consecuencia de esta situación fue el descenso de las rentas de los grandes propietarios, que pertenecían a la nobleza.
La situación de falta de mano de obra, zonas despobladas y tierras no cultivadas que podían ser utilizadas para pastos llevó a que en Castilla se impusiera la ganadería trashumante ovina como principal actividad económica. Los privilegios del Honrado Concejo de la Mesta, asociación de los grandes ganaderos castellanos fundada por Alfonso X el Sabio en 1273, aumentaron notablemente.
La artesanía también entró en declive ante el descenso de la demanda provocado por el descenso demográfico y el empobrecimiento de la población. El comercio fue la actividad menos afectada por la crisis:
- El comercio castellano continuó creciendo. Estaba dirigido principalmente a Flandes y se basaba en la exportación de lana y la importación de productos manufacturados de lujo.
- El comercio catalán en el Mediterráneo se mantuvo durante el siglo XIV, aunque decayó en el siglo XV. Se basaba en la exportación de productos textiles y la importación de sedas y especias.
También hubo importantes innovaciones comerciales: ferias (celebradas en Medina del Campo), consulados catalanes (dispuestos por todo el Mediterráneo) y técnicas bancarias (letra de cambio, sociedades mercantiles).
La crisis social
La disminución de ingresos de la nobleza llevó a que los grupos sociales dominantes intensificaran la explotación del campesinado mediante nuevos y más duros derechos señoriales.
La reacción campesina llevó a diversos levantamientos en el siglo XV:
- Las guerras irmandiñas en Galicia, cuyo nombre deriva de las hermandades formadas para hacer frente a los abusos señoriales.
- Las guerras remensas en Cataluña, protagonizadas por los payeses de remensa (campesinos adscritos de modo forzado a la tierra de un señor). Este conflicto concluyó con la Sentencia arbitral de Guadalupe de 1486 adoptada por Fernando el Católico. La sentencia puso fin a los resabios de la servidumbre medieval en España.
El malestar social dio lugar a otros tipos de conflicto:
- Los conflictos sociales urbanos, como el que enfrentó a la Biga (alta burguesía) y la Busca (artesanos y mercaderes) en la Barcelona del siglo XV.
- El resurgimiento del antisemitismo, que llevó a múltiples pogromos contra las comunidades judías en los siglos XIV y XV. Como resultado de esta violencia, muchos judíos se convirtieron al cristianismo (llamados conversos o cristianos nuevos).
La crisis política
La crisis generalizada tuvo también su expresión política. El foco de conflicto principal fue la pugna entre los monarcas y los grupos privilegiados (nobleza y clero) por la hegemonía política.
En Castilla hubo varios conflictos de gravedad:
- La guerra civil entre Pedro I (llamado “el Cruel”) y Enrique de Trastámara a fines del siglo XIV, que concluyó con el asesinato de Pedro I y la llegada al trono de Castilla de una nueva dinastía, los Trastámara, que significó un triunfo para la nobleza
- Los múltiples conflictos durante los reinados de Juan II (1406-1454) y Enrique IV (1454-1474) en el siglo XV. A Enrique IV lo sucedió su hermana, Isabel de Castilla.
En Aragón estalló una guerra civil que enfrentó al rey Juan II (1458-1479) con la nobleza y el clero catalanes entre 1462 y 1472. La confluencia de esta guerra civil con los conflictos de los remensa en el campo y de la Biga y la Busca en Barcelona dejaron al principado de Cataluña devastado. A Juan II lo sucedió Fernando de Aragón.
La expansión de la corona de Aragón en el Mediterráneo
El expansionismo aragonés en el Mediterráneo se divide en tres etapas principales:
- El expansionismo aragonés en los siglos XIII y XIV. Pedro III el Grande (1276-1285), rey de Aragón, inició una política expansionista en el mar Mediterráneo. La corona de Aragón incorporó tres grandes islas del Mediterráneo occidental: Sicilia, Córcega y Cerdeña.
Esta expansión chocó con los intereses de la corona francesa y del Papa. Se inició así un elemento clave de la política exterior aragonesa, y posteriormente española, que se prolongó durante varios siglos: la lucha con Francia por la hegemonía en los Estados italianos.
Con Jaime II (1291-1327) el expansionismo aragonés experimentó un nuevo impulso. La actividad de los almogávares en el Mediterráneo oriental fue la más notable expresión de este proceso. - Los almogávares. Los almogávares eran soldados mercenarios originarios de tierras de la corona de Aragón. En la primera mitad del siglo XIV recorrieron el mar Mediterráneo como apoyo de diversas campañas aragonesas impulsadas por el expansionismo comercial catalán. Almogavar significa en árabe “el que hace algaradas o correrías” (del vocablo al-mugawar).
En el año 1302, los almogávares embarcaron hacia Bizancio (la antigua Constantinopla y actual Estambul). El emperador bizantino los había contratado para luchar contra los turcos. Al frente iba Roger de Flor (1267-1305), un aventurero con el que obtuvieron grandes victorias contra los turcos en Asia Menor.
Sin embargo, tras el asesinato de Roger de Flor en 1305 se dedicaron a la devastación y al saqueo como forma de venganza. Posteriormente, se pusieron al servicio del duque de Atenas, pero en 1311 ocuparon dicho ducado. Su entrada en la capital ateniense al grito de “Aragón, Aragón” marcó el punto culminante de la dominación catalano-aragonesa en el mar Mediterráneo. En 1319 crearon el señorío de Neopatria. - El expansionismo aragonés en el siglo XV. El coste económico de estas empresas imperialistas forzó a los reyes de Aragón a pedir ayuda continuamente a la nobleza y al clero. Este es uno de los factores que explican que la monarquía aragonesa fuera una “monarquía pactista” (es decir, que basaba sus políticas en pactos).
El último impulso del expansionismo catalano-aragonés en el Mediterráneo llegó con Alfonso V el Magnánimo (1416-1458), quien anexionó el reino de Nápoles en 1443, en lucha contra los franceses y las potencias italianas (Venecia, Florencia y el Papa). A partir de este momento, Alfonso V estableció su corte en Nápoles, convirtió la ciudad en un gran centro humanístico y se dedicó por completo a la política italiana.
Las rutas atlánticas de castellanos y portugueses
La expansión atlántica de Castilla
Desde el siglo XIII se estaba produciendo un lento desplazamiento geográfico desde el Mediterráneo hacia el Atlántico, debido a numerosos factores políticos, económicos y tecnológicos.
Las costas atlánticas de Portugal y Andalucía ocupaban una posición estratégica. En el transcurso del siglo XV la corona de Castilla conquistó las islas Canarias y durante los siglos XV y XVI se expandió por la costa noroccidental de África, ya fuera para explotar sus pesquerías o para realizar un lucrativo comercio.
En esas actividades participaban los grandes linajes de la nobleza de Andalucía (como los Guzmán o los Ponce de León) y un amplio número de navegantes y pescadores.
La conquista castellana de Canarias y las expediciones portuguesas
La conquista castellana de las islas Canarias duró cerca de un siglo, desde 1402 hasta 1496. Varios factores explican esta extensión temporal:
- La falta de medios económicos por parte de los conquistadores.
- La fuerte resistencia que ofrecieron los habitantes de algunas de estas islas.
- El hecho de que las islas no eran tan ricas en recursos como muchos europeos suponían, lo que en algunos casos disminuyó el afán conquistador.
La conquista de las islas Canarias puede dividirse en dos fases:
- Primera fase. Estuvo encabezada por Jean Béthencourt (un explorador normando al servicio de la corona castellana), quien, a partir de 1402, sometió a las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, y posiblemente también La Gomera. Béthencourt recibió el título de “señor de las islas Canarias”, por lo que esta fase es conocida como “conquista señorial”.
- Segunda fase. El reinado de los Reyes Católicos llevó a la conquista de Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Esta fase culminó con la conquista definitiva de Canarias (tras vencer la resistencia de los habitantes de Tenerife) en 1496. Dado que fue dirigida directamente por las coronas de Castilla y Aragón, suele ser conocida como “conquista realenga”.
El navegante Cristóbal Colón encontró en las islas Canarias tanto el aliento como las bases materiales para llevar a cabo su proyecto de viaje a las Indias mediante el cruce del Atlántico, lo que desembocó en el descubrimiento y la posterior conquista y colonización de América.
Por su parte, los portugueses avanzaron de forma decisiva en la exploración y la instalación de enclaves comerciales en las costas africanas y el Atlántico. Los archipiélagos de las Azores y la isla de Madeira son ejemplos de esta expansión que llevó a fines del siglo XV a las expediciones de Bartolomé Diaz, que dio la vuelta al cabo de Buena Esperanza, y Vasco de Gama, quien consiguió llegar a la India costeando el continente africano.
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- Impacto del descubrimiento de América en Europa
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- Siglos XVI en España
Referencias
- Álvarez Palenzuela, V. A. (coord.) (2011). Historia de España de la Edad Media. Ariel.
- Carr, R. et al. (2022). Spain. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- García de Cortázar, J. A. & Sesma Muñoz, J. A. (2014). Manual de historia medieval. Alianza.Hunt, L., Martin, T. R., Rosenwein, B. H. & Smith, B. G. (2016). The Making of the West: Peoples and Cultures. 5a edición. Bedford/St. Martin’s.
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