Te explicamos cómo fue la historia de España en el siglo XVII. Además, la crisis económica, los conflictos militares y el esplendor literario.
¿Cómo fue la historia de España en el siglo XVII?
El siglo XVII en España estuvo caracterizado por el reinado de los Austrias menores, cuyos asuntos de gobierno quedaron a cargo de los validos (aristócratas que contaban con la confianza personal de los reyes).
En el siglo XVII, la monarquía española participó en la guerra de los Treinta Años (1618-1648) y protagonizó un conflicto con las Provincias Unidas de los Países Bajos. También atravesó conflictos internos, como la sublevación en Cataluña y una guerra que llevó a la independencia de Portugal.
Durante el siglo XVII, el Imperio español experimentó importantes pérdidas territoriales en Europa y la sociedad española se vio afectada por una crisis demográfica y económica. Simultáneamente, las artes plásticas y la literatura vivieron un período de esplendor, con la realización de las obras maestras del Barroco y la publicación de varias obras literarias fundamentales del Siglo de Oro español.
Ver además: Monarquía española
La España de los Austrias menores (siglo XVII)
El reinado de la Casa de Habsburgo en España comenzó en el siglo XVI con la entronización de Carlos I de España (Carlos V del Sacro Imperio Romano-Germánico) y, posteriormente, de su hijo Felipe II. Estos extendieron las fronteras del Imperio español y fueron llamados los Austrias mayores.
Los siguientes reyes de la Casa de Habsburgo, que reinaron en España durante el siglo XVII, fueron conocidos como los Austrias menores:
- Felipe III (1598-1621)
- Felipe IV (1621-1665)
- Carlos II (1665-1700)
Estos reyes se caracterizaron por dejar las decisiones políticas a cargo de validos, hombres de confianza del rey que no ocupaban cargos institucionales. Entre los más conocidos se contaron el duque de Lerma (en el reinado de Felipe III) y el conde-duque de Olivares (en el reinado de Felipe IV).
Otra característica política del reinado de los Austrias menores fue la venta de cargos, tanto de oficios menores como en órganos importantes como los Consejos (que aconsejaban al rey). Esta práctica, que permitía incrementar los ingresos de la Corte, se generalizó a partir del reinado de Felipe III.
Ver también: Gobierno de los validos
Los conflictos internos en España en el siglo XVII
Las tensiones políticas y económicas en el siglo XVII
Los Reyes Católicos habían construido el Estado español como un conjunto de reinos unidos bajo una sola monarquía pero que mantenían sus propias leyes e instituciones. Desde el siglo XVI se manifestaron conflictos entre una tendencia centralizadora, que trataba de homogeneizar los territorios de la Corona según el modelo del reino más poderoso (Castilla), y una tendencia descentralizadora, que buscaba el mantenimiento de las leyes (fueros) e instituciones particulares de cada territorio.
A estas tensiones de tipo político se les unieron, en el siglo XVII, las derivadas de la crisis económica y social que atravesó la monarquía hispánica. Por ejemplo, en 1609 Felipe III decretó la expulsión de los moriscos (musulmanes convertidos al catolicismo), lo que provocó el despoblamiento de algunas regiones, especialmente en los reinos de Aragón y Valencia, y generó escasez de mano de obra agrícola.
Por otro lado, el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, intentó que todos los reinos de la monarquía española aportaran sus recursos para financiar la guerra, en un período en el que España se había involucrado en la guerra de los Treinta Años (1618-1648). Este proyecto, llamado Unión de Armas, provocó la crisis de 1640.
La crisis de 1640 en España
La guerra de los Treinta Años comenzó en 1618 y las hostilidades de España con los protestantes holandeses se reanudaron en 1621, luego de una tregua de doce años.
El esfuerzo militar (en recursos materiales y humanos) y la Unión de Armas (propuesta por el conde-duque de Olivares en 1626), que demandaba a los reinos que componían la monarquía española que contribuyeran con el esfuerzo militar, precipitaron la crisis de 1640, que tuvo dos escenarios principales: Cataluña y Portugal.
Las instituciones catalanas no aceptaron la Unión de Armas, pero Olivares envió tropas al Principado de Cataluña cuando estalló la guerra con Francia. La presencia de tropas castellanas en Cataluña precipitó el estallido de revueltas entre el campesinado catalán. Finalmente, el día del Corpus Christi de 1640, grupos de campesinos atacaron Barcelona, asesinaron al virrey de Cataluña y provocaron la huída de las autoridades.
Cuando murió el virrey, representante de la monarquía, la Generalitat de Cataluña se puso al frente de la rebelión. Ante el avance de tropas castellanas, los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. Un ejército francés entró en Cataluña y derrotó a las tropas castellanas en Montjüic. El Rosellón y Lérida fueron conquistadas por Francia en 1642. Sin embargo, en 1652 la monarquía española reconquistó Barcelona y el Principado de Cataluña.
La crisis catalana incentivó levantamientos en Andalucía, Aragón y Nápoles, que fueron sofocados, pero también, en diciembre de 1640, una rebelión en Portugal, que en ese momento formaba parte de la monarquía española.
La falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocaron que las clases dirigentes portuguesas promovieran la rebelión, organizada en torno a la dinastía de los Braganza, que se extendió rápidamente.
Francia e Inglaterra buscaban debilitar a España y apoyaron a Portugal. Finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) terminó reconociendo la independencia de Portugal en 1668.
El ocaso del Imperio español en Europa en el siglo XVII
La guerra de los Treinta Años
El siglo XVII fue testigo de la consolidación de un nuevo orden internacional en Europa. Las guerras fueron una constante, como demuestran la guerra de los Treinta Años (1618-1648) y, ligada a la anterior, la guerra franco-española (1635-1659).
El reinado de Felipe III (1598-1621) fue más bien pacífico. España y sus enemigos estaban agotados tras las continuas guerras del siglo anterior, y se paralizaron los conflictos con Francia, Inglaterra y los rebeldes de los Países Bajos, con quienes se firmó la Tregua de los Doce Años.
Con Felipe IV (1621-1665) y su valido, el conde-duque de Olivares, España volvió a implicarse en los grandes conflictos europeos. La monarquía española participó en la guerra de los Treinta Años (1618-1648), en apoyo de los Habsburgo de Austria (que gobernaban el Sacro Imperio Romano-Germánico) y de los príncipes católicos alemanes. El fin de la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos en 1621 añadió un nuevo frente al conflicto.
La guerra de los Treinta Años se inició con victorias de los Habsburgo, como la toma de Breda a los holandeses (1625) y las victorias de la Montaña Blanca (1620) y Nördlingen (1634) en el conflicto germánico. Pronto cambió el signo del conflicto y se sucedieron las derrotas, como en Rocroi ante Francia (1643), mientras que franceses e ingleses atacaban las posesiones españolas en América.
La Paz de Westfalia
La impotencia de los Habsburgo llevó finalmente a la firma de la Paz de Westfalia (1648) por la que se puso fin a la guerra de los Treinta Años y España reconoció la independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos. La Paz de Westfalia supuso el fin de la hegemonía europea de los Habsburgo (Austrias).
La Paz de Westfalia no marcó el fin de las hostilidades. La guerra con Francia continuó hasta 1659. Finalmente, con la Paz de los Pirineos (1659), Felipe IV aceptó importantes cesiones territoriales (como Rosellón y Cerdaña) a la Francia de Luis XIV.
La débil monarquía de Carlos II (1665-1700) fue incapaz de frenar el expansionismo francés de Luis XIV. España cedió diversos territorios europeos en los tratados de Aquisgrán (1668), Nimega (1678) y Ryswick (1697). La muerte sin descendencia de Carlos II en 1700 provocó la guerra de Sucesión (1701-1713) al trono español, en la que el conflicto interno se superpuso con un conflicto europeo general. La Paz de Utrecht en 1713 significó el fin del Imperio español en Europa.
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La situación económica y social en la España del siglo XVII
El siglo XVII fue un período de crisis económica en Europa en general y, especialmente, en la Península Ibérica. En la Corona española la crisis fue más temprana y más profunda que en el resto de Europa
En la primera mitad del siglo XVII aparecieron serios problemas demográficos. Esta crisis, que afectó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos de la monarquía española, se debió a varios factores:
- Algunas epidemias, como las de peste, se repitieron periódicamente y coincidieron con épocas de carestía y hambre. Por ejemplo, Sevilla perdió 60.000 habitantes en la peste de 1647.
- La expulsión de los moriscos en 1609 supuso la pérdida del tres por ciento de la población del reino, y tuvo efectos particularmente graves en Valencia y Aragón.
- Las frecuentes guerras exteriores generaban tasas de mortalidad y destrucción de recursos.
- El incremento de los miembros del clero provocó un descenso de la tasa de natalidad.
En la segunda mitad del siglo XVII, la crisis continuó y se agudizó. A la decadencia de la agricultura, agravada por la expulsión de los moriscos que eran una importante fuerza de trabajo, se le unió la de la ganadería lanar, que encontró graves dificultades para la exportación, y la de la industria, incapaz de competir con las producciones extranjeras.
El comercio también entró en una fase recesiva. La competencia francesa en el Mediterráneo y la competencia inglesa y neerlandesa en el Atlántico agravaron una coyuntura marcada por el creciente autoabastecimiento de las Indias y el agotamiento de las minas americanas. Como consecuencia de la crisis comercial, disminuyó la circulación monetaria.
La política económica de los gobiernos de la Corona agravó los problemas con el envilecimiento de la moneda (menos plata en su contenido), la devaluación monetaria y el aumento impositivo.
Esta crisis económica llevó al empobrecimiento del campesinado (que constituía la mayor parte de la población), la debilidad de la burguesía y las clases medias, y el crecimiento numérico de los grupos sociales improductivos (como la nobleza y el clero, en un extremo, y los marginados, en el otro). En este contexto, el hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en arquetipos sociales de la literatura y el arte del Barroco.
La cultura española en el siglo XVII
La mentalidad de la nobleza española
En el siglo XVII, la sociedad española siguió marcada por los valores aristocráticos y religiosos del siglo anterior. El honor y la dignidad fueron reivindicados por los grupos sociales. Un ejemplo fueron los duelos, costumbre generalizada que tenía la finalidad de resolver ofensas contra el honor de un noble mediante el uso de espadas. Los duelos se prohibieron legalmente en el siglo XVIII.
Entre los nobles fue también característico el rechazo a los trabajos manuales, considerados “viles” (es decir, que manchaban el “honor” y la “dignidad” de quien los ejercía).
Esta mentalidad se apoyaba en los privilegios que detentaba la nobleza: exención de pagar impuestos directos, de ser encarcelados por deudas, de ser torturados o de ser ejecutados en la horca (solo podían ser decapitados).
El predominio de esta mentalidad, con excepción de ciudades mercantiles como Cádiz o Barcelona, llevó a algunos investigadores a considerar que no se puede hablar de la existencia de una burguesía (mercaderes, fabricantes) con mentalidad empresarial, del estilo de Inglaterra o los Países Bajos.
Las personas con medios económicos no se dedicaban tanto a hacer inversiones productivas en la agricultura, el comercio o la artesanía como a buscar el medio de ennoblecerse, mediante la adquisición de tierras y la adopción de formas de vida nobles.
El Siglo de Oro español
En el siglo XVII, el arte y la literatura en España vivieron una época de esplendor sin precedente. El Siglo de Oro español comenzó antes de la época de los Austrias menores, pero durante el siglo XVII se destacaron las obras de algunos de los escritores más importantes de la historia de la literatura española, como:
- Miguel de Cervantes (1547-1616), autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha (1605 y 1615) y otras novelas
- Francisco de Quevedo (1580-1645), autor de obras poéticas y en prosa, mayormente del género satírico
- Lope de Vega (1562-1635), poeta y dramaturgo que compuso, por ejemplo, la obra teatral Fuenteovejuna (1619)
- Luis de Góngora (1561-1627), autor de poemas y piezas teatrales.
- Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), autor de dramas y comedias, como La vida es sueño (1635) y El alcalde de Zalamea (1636).
La mayor parte de estos escritores dieron forma a lo que se llamó literatura barroca, que expresaba un profundo pesimismo. Por otro lado, la pintura española del Barroco fue una de los momentos claves de la historia de la pintura mundial. Los nombres más destacados del Barroco español son:
- Francisco de Zurbarán (1598-1664)
- Diego Velázquez (1599-1660)
- Alonso Cano (1601-1667)
- José de Ribera (1591-1652)
- Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682).
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Referencias
- Britannica, Encyclopaedia (2022). Golden Age. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Britannica, Encyclopaedia (2022). Thirty Years’ War. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Lynch, J. (1993). Los Austrias (1598-1700). Crítica.
- Simón Tarrés, A., Contreras, J. & García Cárcel, J. (1999). Historia de España. La España del siglo XVII. Espasa.
- Taranilla de la Varga, C. J. (2018). Breve historia del Barroco. Nowtilus.
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