Te explicamos quién fue César Vallejo, cuáles son sus principales obras literarias y cómo fue su vida en Europa.
¿Quién fue César Vallejo?
César Vallejo fue un poeta y escritor peruano, considerado el mayor poeta de la tradición peruana y uno de los autores más importantes de las letras hispanas del siglo XX. Su poemario Trilce (1922) es un referente central del paso del modernismo al vanguardismo literario en Occidente y una obra destacada en la tradición poética universal.
Vallejo vivió una vida breve y enigmática, buena parte de ella en el exilio, donde formó parte del circuito de autores latinoamericanos asentados en la Francia de entreguerras, muchos de ellos vinculados con el pensamiento de izquierdas. De hecho, la última etapa de la obra de Vallejo evidencia de un modo frontal su posicionamiento ideológico y su postura cercana al marxismo.
Conocido como “el más triste de los poetas” o “el hombre más triste”, Vallejo es una de las voces literarias más importantes del mundo hispano y también de la tradición universal. Fue, además, una figura cercana y admirada por otros poetas de importancia como el chileno Pablo Neruda (1904-1973) o el español Juan Larrea (1895-1980).
- Ver también: Poesía
Nacimiento y juventud de César Vallejo
César Vallejo nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, un pueblo de la región este del Perú. Fue el menor de los once hijos de Francisco de Paula Vallejo Benites y María de los Santos Mendoza Gurrionero, una pareja humilde y campesina, de orígenes mestizos: indígenas quechuas y descendientes de españoles.
Vallejo inició su escolaridad en la Escuela Municipal de Santiago de Chuco, donde fue reconocido como un alumno brillante. A partir de 1905 asistió a la secundaria en el Colegio Nacional de San Blas, en la población de Huamachuco, y allí descubrió la literatura y compuso sus primeras rimas.
En 1910, decidió emprender estudios superiores en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo, pero se tuvo que retirar debido a problemas económicos. De vuelta en su pueblo, asistió a su padre en sus labores recién adquiridas como gobernador de distrito y descubrió las crueles condiciones de trabajo de los mineros de la región.
Al año siguiente, tuvo dinero suficiente para volver a estudiar, y decidió matricularse en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, para estudiar medicina. Pero nuevamente fracasó en el intento y tuvo que volver, varios meses después, y comenzó a trabajar como preceptor de los hijos de un hacendado en Acobamba, en el departamento de Junín.
En 1912 regresó a Trujillo, dispuesto a retomar los estudios, para lo cual consiguió trabajo como cajero asistente en la plantación azucarera “Roma” en el valle de Chicama. Allí estuvo durante varios meses, antes de inscribirse nuevamente en la Facultad de Letras. Entre 1913 y 1915 trabajó como profesor en el Colegio Nacional de Varones N°41 y luego en el Colegio Nacional San Juan, mientras estudiaba. En esa época empezó a escribir sus primeros poemas.
- Ver también: Indígenas
Los inicios literarios de César Vallejo
En 1915 Vallejo culminó con éxito sus estudios y tuvo sus primeras lecturas públicas de poesía. Además, comenzó a frecuentar el grupo intelectual “El Norte”, compuesto por Antenor Orrego (1892-1960), Alcides Spelucín Vega (1895-1976), José Eulogio Garrido Espinoza (1888-1967), Juan Espejo Asturrizaga (1895-1965), Macedonio de la Torre Collard (1893-1981) y Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979).
El intercambio intelectual con este grupo fue decisivo para la formación de Vallejo. Gracias a ellos conoció la poesía de los modernistas Rubén Darío (1867-1916) y Julio Herrera y Reissig (1875-1910), así como la obra del estadounidense Walt Whitman (1819-1892). Estas lecturas influenciaron fuertemente su producción poética y, en esa época, aparecieron sus primeros textos en varios diarios locales, como La Reforma.
Debido a su amor por la poesía y su personalidad triste, los integrantes del grupo le dieron a Vallejo el apodo “Korriscosso”, tomado de un relato del escritor portugués Eça de Queiroz (1845-1900).
En esos días, Vallejo se enamoró de María Rosa Sandoval. La joven, sin embargo, desapareció poco después de la vida del poeta, emprendiendo un viaje a la serranía de Otuzco, donde falleció en 1918 de tuberculosis. Este amor infructuoso inspiró en Vallejo muchos de los poemas que integraron su primera publicación: Los heraldos negros, en 1919.
En 1917, sin embargo, y luego de un segundo despecho con la joven Zoila Rosa Cuadra, Vallejo decidió mudarse a Lima, donde emprendió estudios de Doctorado en Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Los heraldos negros
En Lima, Vallejo frecuentó la intelectualidad capitalina y fue recibido, en general, con entusiasmo. Trabó amistad con Abraham Valdelomar (1888-1919) y frecuentó su grupo Colónida, así como con José Carlos Mariátegui (1894-1930). También publicó algunos poemas en la revista Suramérica.
En 1918 Vallejo ingresó al Colegio Barrós de Lima y pronto se halló en el cargo de director. Ese año falleció su madre y Vallejo inició un tormentoso romance con la joven Otilia Villanueva, familiar de uno de sus colegas. Esta tórrida aventura le costó su cargo en el colegio, por lo que el año siguiente ingresó como profesor de gramática castellana al Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe.
En 1919 apareció su primer poemario, Los heraldos negros, que fue recibido con críticas positivas y elogios de parte de las letras limeñas, que vieron en él una importante renovación de la poesía modernista.
Los heraldos negros es una de las obras más célebres de Vallejo. El poemario consta de seis secciones, antecedidas por un poema con el mismo título del libro, que es su composición más famosa. Sus primeras estrofas son:
“Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma. ¡Yo no sé!Son pocos; pero son. Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Estos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.”Tomado de Obra poética completa (1968).
En noviembre de 1919, falleció su amigo Abraham Valdelomar, y Vallejo, presa de la nostalgia, regresó brevemente a Santiago de Chuco, y se vio envuelto en 1920 en una trama política local, concerniente a las paupérrimas condiciones de trabajo de los obreros indígenas. Los jueces locales lo acusaron de azuzar a las masas a saquear e incendiar la propiedad de una familia de hacendados y fue perseguido y detenido durante tres meses.
Aunque el proceso judicial en su contra nunca se dio por culminado, Vallejo fue puesto en libertad provisional. De regreso en Lima, llevaba consigo los primeros versos de su siguiente gran obra, Trilce (1922).
Trilce y la partida hacia Europa
Tras ganar un par de concursos literarios, Vallejo pudo enfrentar en 1922 la publicación de Trilce, su obra más importante y revolucionaria. Impresa en los Talleres de la Penitenciaría de Lima, tuvo un tiraje de 200 ejemplares, que fueron recibidos con indiferencia por los lectores. La obra, prologada por su amigo Antenor Orrego, llevaba además un retrato del autor en la portada, obra del pintor Víctor Morey Peña (1900-1965).
La importancia literaria de Trilce no fue percibida en su momento de aparición. Se trata de una propuesta poética de un experimentalismo radical, que se anticipó a las innovaciones de las vanguardias europeas de los años 1920 y 1930. En sus versos se rescatan palabras antiguas, se inventan otras nuevas, y se libera al lenguaje de las normas de la sintaxis y la lógica aparente.
El título del poemario constituye ya una provocación: fue inventado por Vallejo como reemplazo del título original, “Cráneos de bronce”, y provino del hecho de que había ya tres páginas impresas. El poeta jugó con la palabra “tres” hasta deformarla y convertirla en un vocablo original, idóneo para bautizar sus innovaciones poéticas, comparable solo con los que luego plantearon Altazor (1931) de Vicente Huidobro (1893-1948) y Finnegans Wake (1939) de James Joyce (1882-1941).
Por otro lado, los 77 poemas sin título que componen la obra, numerados con dígitos romanos, conforman una serie continua que no permite a simple vista una diferenciación temática o estructural. Cada poema, así, debe apreciarse como una unidad en sí misma y a menudo requiere de un esfuerzo interpretativo y lingüístico para poder ser comprendido.
La importancia de Trilce en la literatura latinoamericana fue tal, que influenció numerosas obras literarias, musicales e incluso pictóricas de artistas posteriores, como el grupo literario y la revista homónimos que el poeta chileno Omar Lara (1941-2021) fundó en 1964.
A la publicación de Trilce prosiguieron otras obras de Vallejo, como Escalas melografiadas (1922), una colección de relatos breves, y Fabla salvaje (1923), una novela corta de tipo psicológico, ambientada en la serranía norte del Perú.
La escasa recepción de Trilce y la sensación de no pertenecer del todo a la cultura limeña condujeron a Vallejo hacia nuevos horizontes. Así, a mediados de 1923 partió en un barco a vapor hacia Europa, continente del cual nunca regresó.
La vida de César Vallejo en París
El 13 de julio de 1923, César Vallejo llegó a París. Su capital se resumía en una moneda de quinientos soles y la posibilidad de ofrecer artículos y traducciones a distintos medios periodísticos: el diario El Norte y la revista Amauta en Perú, la revista francesa L'Amérique Latine y las revistas españolas España y Alfar.
Sus primeros años en Francia fueron difíciles. Su vida transcurrió de hotel en hotel y su economía fue siempre precaria, por lo que a veces tuvo que dormir en la calle. Al mismo tiempo estableció relaciones con importantes escritores, como Juan Larrea (1895-1980) y Vicente Huidobro (1893-1948), y a través de ellos con otros importantes intelectuales como Pablo Neruda (1904-1973) y Tristán Tzara (1896-1963).
El año 1924 fue particularmente duro para Vallejo: se enteró del fallecimiento de su padre y él mismo sufrió problemas de salud que lo obligaron a ingresar a un sanatorio de la caridad, donde luego fue operado y logró reponerse. Al año siguiente consiguió empleo en una empresa publicitaria, Les Grands Journaux IberoAméricains, donde estuvo hasta 1926.
Ese año fundó junto a su amigo Larrea la revista Favorables París Poema y junto al peruano Pablo Abril de Vivero (1894-1987) el semanario La Semana Parisién, ambas publicaciones de muy corta existencia. Al año siguiente, conoció a la joven francesa Georgette Marie Philippart Travers, con quien se mudó un par de años después y alcanzó por fin cierta estabilidad.
Durante estos años, Vallejo no dejó de escribir, aunque las obras producidas entre 1923 y 1929 se publicaron después de su muerte. Entre ellas están sus Poemas humanos (1939), sus ensayos de Contra el secreto profesional (1973) y una novela corta e inconclusa titulada Hacia el reino de los Sciris (1944).
Conforme los años pasaron en París, Vallejo estudió las ideas del marxismo y realizó una primera visita a la Rusia soviética en 1927. Al volver, fundó en París una célula del Partido Socialista, y en 1929, en compañía de Georgette, emprendió un segundo viaje a Rusia durante el cual visitó además Alemania, Austria, Checoslovaquia, Italia y Hungría. A raíz de estos viajes comenzó a escribir un conjunto de crónicas que publicó un par de años más adelante.
En 1930, Vallejo y Georgette viajaron a Madrid para la reedición de Trilce y, al volver, al poeta le fue negada la entrada a Francia. Se le acusó de realizar propaganda comunista en suelo parisino. A partir de entonces, Vallejo tuvo que rehacer su vida en España.
- Ver también: Revolución Rusa
España, aparta de mí este cáliz
En Madrid, Vallejo fue testigo de la caída de los borbones y la formación de la Segunda República. Su situación económica volvió a ser precaria, a pesar de que allí se codeó con importantes escritores e intelectuales de la Generación del 27, como Miguel de Unamuno (1864-1936), Federico García Lorca (1898-1936) o Rafael Alberti (1902-1999).
En España publicó otra novela, titulada El tungsteno, y un libro de crónicas y ensayos sobre la Rusia revolucionaria, titulado Rusia en 1931. Este último fue un éxito de ventas, que agotó tres ediciones en apenas cuatro meses. A finales de 1931, además, se sumó formalmente al Partido Comunista y emprendió un tercer viaje a Rusia, como invitado al Congreso Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen soviético.
De regreso en Madrid, Vallejo emprendió la escritura de una serie de obras de marcada militancia comunista, que le resultó imposible publicar. Se trata de dos obras de teatro: Entre las dos orillas corre el río y Lock-out, un libro de crónicas titulado Rusia ante el segundo plan quinquenal y un compendio de ensayos titulado El arte y la revolución.
En 1932, a Vallejo le fue permitido el reingreso a Francia. Dos años después se casó por civil con Georgette y terminó otra obra teatral que ningún editor se animó a publicar: Colacho Hermanos o presidentes de América, una crítica contra los gobiernos latinoamericanos, que consideraba lacayos del imperialismo estadounidense.
Cuando en 1936 estalló la guerra civil española, Vallejo colaboró junto a Pablo Neruda en el Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española y en el boletín que esta entidad emitía: Nueva España. En 1937 realizó su último viaje a Madrid, donde asistió al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, y luego visitó Barcelona, Valencia, Jaén y otras ciudades españolas.
De vuelta en París, compuso su célebre poemario sobre la guerra civil, España, aparta de mí este cáliz. Se trató de un conjunto de quince poemas, en los que el poeta contempla el sacrificio del pueblo español republicano frente al ejército de los insurrectos. Este libro fue publicado de manera póstuma en 1939, y constituye uno de los más célebres poemarios de Vallejo.
La muerte de César Vallejo
A inicios de 1938, la salud de Vallejo comenzó a deteriorarse. El 24 de marzo ingresó a un hospital y falleció el 15 de abril, víctima de tuberculosis. Se le hizo un elogio fúnebre a cargo del poeta francés Louis Aragon (1897-1982) y sus restos fueron trasladados a la Mansión de la Cultura, inicialmente, y luego al cementerio de Montrouge, en los suburbios de París.
En 1970, su viuda Georgette trasladó los restos del poeta al cementerio parisino de Montparnasse, donde actualmente reposan. Buena parte de su obra se publicó póstumamente y se ha traducido y vuelto a editar conforme han pasado los años.
La importancia de la obra de Vallejo en las letras hispanoamericanas y universales fue reconocida después de su muerte, a pesar de que en vida el poeta gozó del reconocimiento y la admiración de muchos de sus contemporáneos. Actualmente se le considera entre los más importantes poetas del siglo XX.
Las principales obras literarias de César Vallejo son:
- Los heraldos negros (1918)
- Trilce (1922)
- España, aparta de mí este cáliz (1939, póstuma)
- Poemas humanos (1939, póstuma)
Referencias
- Bellini, G. (2008). “Vallejo-Neruda: divergencias y convergencias”. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. https://www.cervantesvirtual.com/
- Gigena, D. (2022). “César Vallejo, el escritor “más triste del mundo” que ascendió al paraíso de la literatura”. La Nación.
- Hart, S. (2013). César Vallejo. A literary biography. Tamesis Books.
- The Encyclopaedia Britannica. (2023). César Vallejo (Peruvian poet). https://www.britannica.com/
- Vallejo, A. y Plaza Morón, S. (2019). César Vallejo. Verbum.
- Vallejo, C. (1968). Obra poética completa. Francisco Moncloa Editores.
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