Te explicamos quién fue Astor Piazzolla, cuáles fueron sus aportes a la música tradicional argentina y por qué es uno de los músicos más famosos del siglo XX.
¿Quién fue Astor Piazzolla?
Astor Piazzolla fue un músico y compositor argentino, bandoneonista virtuoso y figura clave en la reinvención del tango a partir de la incorporación de elementos del jazz y la música académica, lo que dio lugar a un nuevo estilo denominado nuevo tango o tango de vanguardia. Se lo considera el mayor compositor de tango del mundo.
Piazzolla nació en Mar del Plata pero se formó en Europa y Nueva York. En un principio, los tangueros ortodoxos rechazaron sus innovaciones en este género tradicional, e incluso llegaron a llamarlo “el asesino del tango”. Además, sus piezas no sonaban en la radio y se lo acusaba de esnobista.
Sin embargo, hacia finales del siglo XX su obra fue reivindicada y valorada tanto a nivel nacional como internacional. Asimismo, fue un importante compositor de música cinematográfica. Hoy en día se lo considera el máximo renovador del tango, así como uno de los músicos más importantes de la Argentina.
Ver además: Argentina
Nacimiento e infancia de Astor Piazzolla
Astor Pantaleón Piazzolla nació en la ciudad costera de Mar del Plata, en la provincia de Buenos Aires (Argentina), el 11 de marzo de 1921. Sus padres, Vicente Piazzolla y Asunta Manetti, eran hijos de inmigrantes italianos del sur y el norte de Italia. Eligieron el nombre de Astor en homenaje a un amigo paterno, Astor Bolognini, violonchelista de la Orquesta Sinfónica de Chicago.
Cuando Astor tenía apenas tres años de edad, su familia se mudó a Nueva York (Estados Unidos), y allí pasó el resto de su infancia. Su padre, músico aficionado y practicante del acordeón, le obsequió un bandoneón cuando tenía ocho años, y el niño demostró su virtuosismo aprendiendo a tocarlo por su cuenta.
En Nueva York recibió sus primeras clases de música, en compañía de inmigrantes europeos, amantes de la música académica. Entre ellos, estuvieron el pianista húngaro Bela Wilda, discípulo de Serguéi Rajmáninov, y también el argentino Terig Tucci (1897-1973). Fue durante una breve visita a la Argentina, a los once años, cuando tuvo su primer maestro de bandoneón: Libero Paolini, un inmigrante italiano. Después, continuó su formación con su hermano Homero. Con ellos, Astor aprendió sus primeras polkas, rancheras y valses.
En Estados Unidos, también conoció a Carlos Gardel (1890-1935) y tuvo la oportunidad de mostrarle cómo tocaba el bandoneón. Así fue como lo invitó a colaborar en la que sería su última su gira: El día que me quieras. Al padre de Astor le pareció que su hijo todavía era muy joven para viajar y no se lo permitió, afortunadamente, pues en esa gira latinoamericana la avioneta en la que viajaba Gardel sufrió un accidente que terminó con la vida de él y todos sus músicos.
En 1936, cuando Astor tenía quince años, su familia decidió regresar a su país de origen. De vuelta en Mar del Plata, Astor comenzó a tocar en diferentes orquestas. Tiempo después, con diecisiete años cumplidos, se mudó a la ciudad capital, Buenos Aires.
Piazzolla en Buenos Aires
Piazzolla llegó a Buenos Aires con diecisiete años, donde comenzó a tocar con una orquesta en el cabaret Novelty. Al poco tiempo en la capital, tuvo sus primeros encuentros con bandoneonistas de renombre, como Pedro Maffia (1899-1967), Pedro Laurenz (1902-1972) y, en particular, Aníbal Troilo (1914-1975), apodado “Pichuco”, con quien sostuvo una importante amistad. Cada noche, al salir de su propio concierto, el joven Piazzolla corría al café Germinal, en la avenida Corrientes, donde se reunían los cultores del tango de la época, para escuchar a Troilo y aprenderse de memoria su repertorio.
Su cercanía con el violinista Hugo Baralis, de la banda de Troilo, le permitió suplantar al bandoneonista “Toto” Rodríguez (1919-2004) una noche en que estuvo enfermo. El propio “Pichuco” lo puso a prueba: le entregaron un bandoneón y Piazzolla demostró que sabía todos los temas. Troilo, entonces, se acercó y le dijo: “Ese traje no va, pibe. Conseguite uno azul que debutás esta noche”. Era diciembre de 1939 y Piazzolla superó su bautismo de fuego.
Algo similar ocurrió durante la visita del pianista Arthur Rubinstein (1887-1982) a Buenos Aires en 1940. El joven Piazzolla fue hasta el Palacio Álzaga Unzué, donde Rubinstein residía temporalmente, y le presentó un esbozo de concierto para piano. Juntos lo revisaron y fue tal la vocación que Rubinstein percibió en aquel muchacho argentino que se ofreció para tomarlo como discípulo. Sin embargo, finalmente fue el compositor argentino Alberto Ginastera (1916-1983), uno de los más importantes del siglo XX en América, quien asumió la tarea.
Piazzolla tomó clases con Ginastera entre 1939 y 1945, y por recomendación suya asistió a las presentaciones de los grandes músicos europeos que llegaban a Buenos Aires huyendo de la Segunda Guerra Mundial, como el austríaco Erich Kleiber (1890-1956), el alemán Walter Gieseking (1895-1956), el ruso Aaron Copland (1900-1990) y el español Manuel de Falla (1876-1946).
En esa época, Piazzolla conoció a Odette María Wolf (apodada “Dedé”), una estudiante de pintura con quien descubrió las tendencias pictóricas de la vanguardia. Pronto su noviazgo se formalizó y se casaron a finales de 1942, tras lo cual se mudaron a un departamento del barrio de Montserrat. Al año siguiente tuvieron a Diana, su primera hija, y en 1944 el segundo, llamado Daniel.
Piazzolla después de “Pichuco”
Piazzolla formó parte de la banda de Anibal Troilo hasta 1944. Apodado “Gato” por el famoso bandoneonista, debido a la vida casi exclusivamente nocturna que llevaba, Piazzolla forjó con él una relación sumamente estrecha. No solo porque fueron amigos, sino porque Troilo le otorgó cada vez más responsabilidad artística en su orquesta.
Así fue como, debido a una indisposición del arreglista oficial de Troilo, Argentino Galván, Piazzolla se encargó de hacer los arreglos para el candombe “Azabache”, que Troilo presentó en un concurso radial de tango. Para deleite de Troilo, la pieza ganó el concurso y a Piazzolla se le abrieron nuevas oportunidades.
Aun así, entre ambos hubo momentos de diferencia creativa. Aunque Troilo era para Piazzolla un “padre musical”, los arreglos del joven tendían a ser más complejos y ambiciosos: Piazzolla no se conformaba con servir únicamente al entretenimiento, y consideraba que Troilo se había detenido en su repertorio de 1940, que se había negado a reinventarse por motivos puramente sentimentales.
En 1943, apareció el tango “Inspiración”, el primer arreglo que hizo Piazzolla para la banda de “Pichuco” y que fue grabado. La pieza tuvo mucho éxito, a pesar de que evidenciaba los atrevidos arreglos de Piazzolla, muchos de los cuales fueron atenuados por instrucción de Troilo. “De cada mil notas que escribía, me borraba setecientas”, afirmó Piazzolla al respecto años después.
El tema se grabó con varias discográficas y fue uno de los primeros que reprodujo Piazzolla, algunos años después, cuando estuvo a cargo de su propia banda. Esto ocurrió en 1946, dos años después de que se separara finalmente de su maestro y amigo Troilo.
Sus primeros pasos en solitario fueron junto al cantante Francisco Fiorentino (1905-1955), quien se anunciaba en compañía de “la orquesta de Piazzolla”, lo cual deja en claro la relevancia que ya tenía Astor entre los músicos argentinos. Su propuesta conceptual para el tango ya no implicaba tanto el baile, sino más bien la escucha de la música.
Entre 1944 y 1949, Piazzolla tuvo su orquesta independiente y trabajó con el sello discográfico Odeón. En esos años, dedicó sus esfuerzos principalmente a la composición y a los arreglos, sobre todo para bandas como la Orquesta Típica Francini-Pontier, la orquesta de José Hipólito Basso (1919-1993) e incluso para su antigua agrupación, conducida todavía por Troilo. Muchos de estos arreglos le valieron la rivalidad de otros tangueros, que lo acusaban de pretencioso y de alejarse de los fundamentos del tango verdadero.
Durante la década de 1950, Piazzolla disolvió su orquesta y se dedicó por entero a hacer arreglos y composiciones “a medida” para otras bandas y orquestas. En esa época compuso piezas de renombre, como “Contrabajeando”, “Prepárense”, “Triunfal”, “Lo que vendrá” o “Para lucirse”.
A pesar del entusiasmo que por ellas expresó un amplio sector de la crítica musical, los tangueros más ortodoxos, en cambio, continuaron oponiéndose a Piazzolla. Lo apodaron “el asesino del tango” y lo tildaron de esnob, y lo acusaron de no estar componiendo realmente tangos, sino cualquier otra cosa. A semejantes acusaciones, Piazzolla respondió con una nueva definición de lo que hacía: “música contemporánea de Buenos Aires”. En una entrevista realizada en 1954 para la revista Antena, Piazzolla se expresó de esta manera al respecto:
"Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos."
La estancia en Europa
En 1953, Piazzolla ganó el premio de composición Fabien Sevitzky con la pieza Buenos Aires (tres movimientos sinfónicos). El premio consistía en una recompensa económica y la interpretación de la pieza ganadora por el maestro que da nombre al concurso. Esta presentación tuvo lugar ese mismo año, pero fue en medio de un clima de escándalo, pues los músicos académicos no estaban acostumbrados a ver en escena un bandoneón.
A lo largo de su carrera, Piazzolla se enfrentó al prejuicio respecto a este instrumento, propio de la música popular de Buenos Aires. Quizá por eso nunca grabó el tema premiado y, durante su estancia en Europa, solía esconder su bandoneón para que nadie supiera que lo tocaba. Piazzolla se debatía entre ser un tanguero o ser un compositor de música académica.
Con el dinero del premio, decidió irse a Francia, donde estudió con la compositora, pianista y directora de orquesta Nadia Boulanger (1887-1979), de quien dijo tiempo después: “Me enseñó a creer en Astor Piazzolla, en que mi música no era tan mala como yo creía”. Fue con ella que Piazzolla logró reconciliar sus intereses por el tango y por la música académica: no se trataba de elegir entre uno y otra, sino de cultivar los dos géneros a la vez.
Durante once meses estudió con Boulanger, y a la par formó una orquesta de cuerdas con varios músicos de la Ópera de París, y con Lalo Schifrin (1932-) y Martial Solal (1927-) alternándose en el piano. Allí no solo descubrió que el tango era apreciado y bailado en París, sino también que su pieza “Prepárense” figuraba en los repertorios locales. En 1955 grabó el álbum Two Argentinians In Paris (Dos argentinos en París), con temas como “Picasso”, “Luz y sombra” y “Bandó”.
A partir de ese momento, la producción musical de Piazzolla cambió de un modo radical. Estaba decidido, como le sugirió su amigo Lalo Schifrin, a “hacer Piazzolla”, es decir, a componer sin preocuparse de si rompía o no las reglas del tango tradicional.
En 1955, Piazzolla regresó de París y formó en Argentina el Octeto de Buenos Aires, comprometido con la renovación de la música tradicional. En esta nueva agrupación, incorpora elementos del jazz y del swing, así como el contrapunto propio de la música clásica. Sin cantante, excepto en raras ocasiones, y sin ánimos de invitar a bailar, el Octeto se propuso la consigna de “hacer el tango como se siente”.
En el Octeto estaban Piazzolla y Leopoldo Federico (bandoneones), Enrique Mario Francini y Hugo Baralis (violines), Atilio Stampone (piano), Horacio Malvicino (guitarra eléctrica), José Bragato (violonchelo) y Hamlet Greco (contrabajo), aunque este último fue reemplazado luego por Juan Vasallo. Su primera presentación fue en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, a finales de 1957, y grabaron dos álbumes: Tango progresivo y Tango moderno.
Piazzolla también condujo en esos años una orquesta de cuerdas con otros músicos argentinos. Para esa época, además, propuso un nuevo sistema de lectura del tango, lo que lo ubica como un verdadero teórico del tango.
Sin embargo, en 1958, la situación política en Argentina lo convenció de volver a Estados Unidos, de modo que disolvió sus dos agrupaciones y regresó con su familia a Nueva York. Al año siguiente, mientras realizaba una gira por Centroamérica, recibió la noticia de la muerte de su padre y compuso en su honor “Adiós Nonino”, probablemente el tango más célebre de toda su obra.
El Tango Nuevo y la consagración
En 1960, Piazzolla regresó a Buenos Aires y fundó la orquesta en la que mejor pudo expresar su visión del tango y de la música tradicional porteña: el Quinteto Tango Nuevo, que además de bandoneón y piano contaba con violín, guitarra eléctrica y contrabajo. Lo acompañaron en esta agrupación los músicos Jaime Gosis (1913-1975), Simón Bajour (1928-2005), Kicho Díaz (1918-1992) y Horacio Malvicino (1929-).
Con el Quinteto, Piazzolla dio a conocer muchas de sus grandes obras, como “Adiós Nonino”, las Estaciones porteñas, “Buenos Aires Hora Cero”, la Serie del Ángel y la Serie del Diablo, entre otras.
Tres años después, formó también el Nuevo Octeto, con el cual se dedicó a musicalizar las obras del escritor Ernesto Sabato (1911-2011) y recibió el Premio Hirsch por su Serie de tangos sinfónicos. En 1965 musicalizó, además, varios poemas de Jorge Luis Borges (1899-1986).
En 1966, Piazzolla se separó de su esposa Dedé Wolff. En esos años, comenzó una fructífera asociación con el escritor uruguayo e historiador del tango Horacio Ferrer (1933-2014). Juntos compusieron la operita María de Buenos Aires, estrenada en 1968, con la cantante argentina Amelita Baltar (1940-), con quien Piazzolla inició además una relación sentimental que duraría algunos años. En 1970 partió nuevamente de Argentina rumbo a París, acompañado por Ferrer, para realizar una serie de conciertos en Europa.
En 1973, Piazzolla sufrió un infarto. Decidió asentarse en Italia y bajar el ritmo de trabajo. Allí permaneció por cinco años, durante los cuales formó un nuevo octeto, llamado el Conjunto Eléctrico, junto con reconocidos músicos italianos de la época. Allí, además, se enteró de la muerte de su amigo Aníbal Troilo en 1975 y compuso en su honor la Suite troileana, una obra en cuatro movimientos que grabó con el Conjunto Eléctrico.
Al año siguiente, inició una relación amorosa con Laura Escalada, con quien pasaría el resto de sus días. En esos años, además, compuso algunas de sus piezas más famosas, como “Libertango” (1974) y Le Grand Tango (1982), esta última con el Quinteto Tango Nuevo.
En la cima de su consagración, durante la década de 1980, Piazzolla recibió el título de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y el Premio Konex de Platino como el mejor músico de tango de vanguardia de la historia en Argentina. En 1983 fue invitado por primera vez a presentarse en el Teatro Colón de Buenos Aires.
La muerte y el legado de Astor Piazzolla
Astor Piazzolla fundó en 1960 el Quinteto Tango Nuevo, con el que popularizó algunas de sus piezas más célebres.
A finales de la década de 1980, la salud de Piazzolla había empezado a dar señales claras de desmejoría. En 1988 tuvo que ser operado del corazón y recibió un cuádruple bypass, poco antes de formar su última agrupación, el Sexteto Nuevo Tango.
En 1989 compuso, además, el famoso tango “Vuelvo al Sur”, con letra del director argentino Francisco “Pino” Solanas (1936-2020), para su filme Sur. Este tema constituye también un homenaje al tango “Sur” de su maestro y amigo Aníbal Troilo.
Durante una estancia en París, en 1990, sufrió una trombosis y fue ingresado en un hospital con un infarto cerebral del cual nunca se recuperó. Fue trasladado a Buenos Aires en agosto de ese mismo año, donde falleció dos años después, el 4 de julio, a la edad de 71 años.
Durante sus últimos diez años, Piazzolla compuso alrededor de trescientos tangos y varias decenas de bandas sonoras para películas. Muchas de estas piezas han recibido fama y reconocimientos póstumos, como la nominación al Premio Grammy en 1992 a la mejor banda sonora por su composición “Oblivion”, de 1982.
Hoy en día se lo considera el máximo renovador del tango y una figura central en la cultura contemporánea de Buenos Aires. Numerosos grupos de tango interpretan y reversionan sus piezas y le rinden abierto homenaje al hacer nuevas variantes del tango, de la mano de la electrónica y de otros estilos musicales contemporáneos.
Algunas de las piezas más destacadas de la obra de Astor Piazzolla son:
- “Adiós Nonino” (1959)
- “Buenos Aires Hora Cero” (1963)
- “Balada para un loco” (1969)
- “Libertango” (1974)
- “Whisky” (1975)
- Le Grand Tango (1982)
- “Vuelvo al Sur” (1988)
- María de Buenos Aires (1968)
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Referencias
- Azzi, M. (2020). Astor Piazzolla. El Ateneo.
- Fundación Astor Piazzolla. (2023). Acerca de su vida y obra. Astor Piazzolla (1921-1992). https://fundacionastorpiazzolla.org.ar/
- Pintos, G. (2021). Astor Piazzolla, el hombre que rompió los límites del tango y creó una nueva sensibilidad. Infobae. https://www.infobae.com/
- Presidencia de la Nación Argentina. (s. f.). Astor Piazzolla. Museo del Bicentenario. https://www.argentina.gob.ar/
- The Encyclopaedia Britannica. (2023). “Astor Piazzolla”. https://www.britannica.com/
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