Ludwig van Beethoven

Te explicamos quién fue Ludwig van Beethoven, cuáles fueron sus más destacadas obras musicales y por qué se le considera uno de los compositores más importantes de la historia.

Ludwig van Beethoven fue la figura musical predominante durante la transición entre el clasicismo y el Romanticismo en la música occidental.

¿Quién fue Ludwig van Beethoven?

Ludwig van Beethoven, conocido simplemente como Beethoven, fue un músico y compositor alemán, considerado como el mayor compositor de la historia y una de las figuras centrales de la música clásica o académica. Su obra encarna el tránsito entre la época del clasicismo y la del Romanticismo entre los siglos XVIII y XIX.

Heredero de genios anteriores del clasicismo vienés, como Joseph Haydn (1732-1809) o Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), Beethoven compuso numerosas piezas musicales de géneros diversos: música para piano, música de cámara, música sacra, ópera, música incidental, lieder y música de orquesta. Sus obras fueron innovadoras y tuvieron una inmensa influencia en los compositores posteriores del siglo XIX, y continúan siendo sumamente populares hoy en día

La vida de Beethoven, asimismo, es motivo de interés y admiración, ya que a sus 44 años estaba casi completamente sordo, pero incluso así compuso algunas de sus mayores obras y dirigió orquestas con una pasión desenfrenada. Su tumba, emplazada en el Cementerio Central de Viena, es un lugar de peregrinaje para músicos, turistas y amantes de la música clásica.

Nacimiento e infancia de Beethoven

Ludwig van Beethoven nació en la ciudad de Bonn, en la actual Alemania, el 16 de diciembre de 1770. En ese entonces, la ciudad era la capital del principado-arzobispado de Colonia, parte del Sacro Imperio Romano Germánico. 

A pesar de sus orígenes humildes en Flandes (Países Bajos), la familia van Beethoven se dedicaba tradicionalmente a la música. El abuelo paterno, Louis van Beethoven, ocupaba el cargo de maestro de capilla del príncipe-arzobispo Maximiliano Federico von Königsegg-Rothenfels (1708-1784).  A su vez, el padre de Ludwig, Johann van Beethoven, era músico de la corte, pero de escaso talento y poca figuración. 

Ludwig fue el segundo hijo de Johann y su esposa María Magdalena, hija de un cocinero, y el mayor de los únicos tres que alcanzaron la edad adulta, de los cinco que la pareja tuvo en total. Desde niño, su padre lo hizo objeto de la más rigurosa y exigente educación musical, pues deseaba que el joven Ludwig tuviera el mismo genio precoz de Wolfgang Amadeus Mozart, cuya fama de prodigio musical era conocida en toda Europa. 

Esa severidad paterna hizo a Ludwig un niño infeliz. El padre solía sacarlo de noche de la cama para tocar frente a una visita que deseaba impresionar. Se trató de una crianza desafectiva, Ludwig quedaba a menudo al cuidado de los sirvientes, ya que su padre estaba entregado a la bebida.  

Aun así, el joven Ludwig demostró desde temprano sus aptitudes musicales. A los siete años dio su primer concierto en público, en la ciudad de Colonia, donde su padre lo presentó restándole edad para destacar su precocidad y su genio temprano. A los once años, abandonó la escuela y fue adoptado como alumno por el compositor y director de orquesta alemán Christian Gottlob Neefe (1748-1798), recientemente nominado como organista de la corte. 

Bajo la tutela de Neefe, Ludwig compuso a los doce años su primera obra: Nueve variaciones sobre una marcha de Ernst Christoph Dressler (WoO 63), y pronto se convirtió en su asistente en las labores de la corte. Esto le abrió las puertas de la ópera de Bonn en 1783 y lo envió en una primera e infructuosa gira por Holanda. 

En 1784, el nuevo príncipe-arzobispo de la región, Maximiliano Francisco de Austria (1756-1801), decidió enviarlo a Viena para que estudiara con el célebre Wolfgang Amadeus Mozart. Pero la estancia de Ludwig en Viena no duró mucho: su madre enfermó de tuberculosis y su padre le pidió que regresara a Bonn.

Del encuentro en Viena entre Mozart y Beethoven no se tiene demasiada información comprobable, por lo que se trata de un hecho envuelto en rumores y leyendas. El biógrafo Otto Jahn afirma que Mozart estuvo muy impresionado con el talento del joven Ludwig. Otras fuentes, en cambio, afirman que Mozart nunca recibió a Beethoven, que rechazó ser su maestro o que le impartió unas pocas lecciones. Del modo que sea, la obra musical de Mozart fue sumamente influyente en la de Beethoven.

La juventud de Beethoven

A los 18 años de edad, el joven Ludwig van Beethoven era el sostén de la familia.

Ludwig permaneció en Bonn durante los siguientes cinco años. En 1787 su madre falleció y su padre se sumergió en la depresión y el alcoholismo, por lo que el joven tuvo que hacerse cargo del hogar y de sus hermanos. Para ello impartió clases de música a los hijos de la aristocracia local.

La muerte de su madre afectó enormemente al joven Beethoven, quien ya demostraba algo del temple melancólico e intempestivo que lo caracterizó durante su vida adulta. Sin embargo, en aquellos años experimentó los primeros de sus numerosos amores. Y aunque a muchas de esas mujeres les propuso matrimonio, por un motivo u otro, siempre fue rechazado.

En 1789, se inscribió en la Universidad de Bonn, donde cursó algunos estudios de literatura alemana, pues buscaba remediar su falta de educación formal. Allí entró en contacto con el pensamiento revolucionario proveniente de Francia, sobre todo con el profesor Eulogius Schneider (1765-1794), quien años más tarde fue guillotinado en la República francesa. 

En 1790, además, Beethoven enfrentó sus primeros fracasos. Cuando el emperador José II murió en Viena, le fue encargada la composición de una cantata para los elogios fúnebres del monarca, que tardó tres semanas en componer. Pero la pieza a última hora no fue interpretada (y no lo fue, de hecho, hasta 1884). 

Este episodio se repitió seis meses después, a propósito de la cantata celebratoria del nuevo emperador, Leopoldo II. El músico terminó la pieza a tiempo, pero no fue interpretada. Algunos biógrafos de Beethoven afirman que la obra era demasiado compleja para los modestos intérpretes de Bonn.

Esta mala racha se interrumpió en 1791, cuando el joven Beethoven viajó junto con el resto de la orquesta del príncipe de Bonn a Mergentheim, al sur de Wurzburgo, durante dos meses. Allí tuvo oportunidad de demostrar su talento en el piano, a través de improvisaciones y de la ejecución de partes de sus recién publicadas variaciones de Righini

Las primeras obras maestras de Beethoven

Tres tríos para piano, violín y violonchelo fue la primera gran obra de Beethoven. Esta es la versión de Beaux Arts Trio.

Con apenas veinticuatro años de edad, Beethoven comenzó a fraguarse su lugar como un virtuoso del piano y un futuro maestro de la composición musical. Asentado en Viena, en 1795 dio su primer concierto profesional, exponiendo algunas de sus piezas, y entre 1793 y 1795 compuso su primera gran obra: Tres tríos para piano, violín y violonchelo (Opus 1). 

Esta pieza se interpretó por primera vez en el hogar del príncipe Carl von Lichnowsky (1761-1814), conocido mecenas musical y amigo de Mozart, a quien además está dedicada. A partir de entonces, el aristócrata fue uno de los grandes promotores de Beethoven, y en 1796 llevó consigo al músico a Praga, para darlo a conocer

Ese mismo año, Beethoven publicó sus Tres sonatas para piano (Opus 2) y pasó a ser una figura reconocida en los circuitos de la alta cultura vienesa, para la cual la música era su pasatiempo favorito. Esto le abrió las puertas para estudiar con Haydn, con el organista Johann Georg Albrechtsberger, con el maestro de capilla imperial, Antonio Salieri, y con el violinista Ignaz Schuppanzigh.

Conforme el poder del príncipe de Bonn se debilitaba, el patrocinio de Beethoven llegó a su término y con él las obligaciones del músico para con la corte de Bonn. Así, el joven maestro se encontró de pronto libre para seguir sus propios pasos en Viena. Fue hospedado por el príncipe von Lichnowsky y conservó distintos domicilios, un hábito que cultivaría durante el resto de su vida.

La primera gira internacional de Beethoven se dio en 1796, y consistió en un recorrido por Praga, Dresde, Leipzig, Berlín y Budapest. Y en 1800, con sus estudios ya culminados, se enfrentó en un célebre duelo musical al pianista y compositor Daniel Steibelt (1765-1823). Beethoven tomó algunas de las obras de su oponente y las modificó conforme las interpretaba, con tanta gracia que fue rápidamente declarado vencedor. Steibelt, humillado, anunció públicamente que no pisaría Viena mientras Beethoven residiera allí, y se mudó de inmediato a París.

Ese mismo año, Beethoven ofreció un nuevo concierto en Viena, donde presentó su Septeto en mi bemol mayor (Opus 20) y su Sinfonía N°1 en do mayor (Opus 21), e interpretó trabajos de Mozart y de su maestro Haydn, con quien no tardaría en romper. Otros nobles se sumaron a su mecenazgo y protección, como el barón Gottfried van Swieten. 
Hacia 1802 culminó este primer período de la trayectoria de Beethoven, caracterizado por el predominio del piano y por el compromiso de sus obras con las técnicas y las tendencias musicales del siglo XVIII.

A la hora de nombrar las composiciones de Beethoven (y de la mayoría de los músicos clásicos) se utiliza el término opus (del latín “obra”) o su abreviatura Op. seguido de un número, como una forma de catalogar las piezas.
Existen, sin embargo, obras que no forman parte de esta clasificación, y por eso se agrupan bajo las siglas WoO (provenientes del alemán Werk ohne Opuszahl, “Obra sin número de opus”) y un número. Por ejemplo, la famosa bagatela Para Elisa se clasifica como “WoO 59”.

La sordera de Beethoven

En 1802, una preocupación se sumó a la vida de Beethoven: estaba quedándose sordo. Había percibido algunos indicios al respecto a lo largo de los últimos años, que con el paso del tiempo empeoraron y se hicieron permanentes. 
Así, mientras pasaba el verano en la población de Heiligenstadt (en la actual Austria), el 6 de octubre escribió una carta a sus hermanos Karl y Johann, conocida como el “Testamento de Heiligenstadt”. En esta carta, Beethoven les cuenta a sus hermanos respecto de su creciente sordera y de las preocupaciones que ello le trae sobre su futuro artístico y profesional. La carta no fue enviada y fue encontrada después de su muerte.

En su “Testamento de Heiligenstadt”, Beethoven se refería a su creciente sordera en estos términos:

Sí, he pasado estos últimos seis meses en el campo, aconsejado por mi inteligente médico, para cuidar mis oídos lo más posible. Él previó, casi, mi actual situación, aunque a veces, arrastrado por el instinto de la sociedad, me he dejado desviar del camino señalado. Pero qué humillación cuando alguien a mi lado oía el sonido de una flauta a lo lejos y yo no oía nada, o cuando alguien oía cantar a un pastor y yo tampoco oía nada. Tales situaciones me empujaban a la desesperación, y poco ha faltado para poner yo mismo fin a mi vida”.

Tomado de la revista Clásica2, junio de 2013. El texto original se conserva en la Biblioteca Estatal y Universitaria de Hamburgo desde 1888.

A partir de esa época, la obra de Beethoven dio un vuelco. Atrás quedaron la frescura y ligereza iniciales, para dar paso a composiciones más épicas, grandilocuentes y, sobre todo, turbulentas, que reflejaban además la época de cambios en que el siglo XIX sumergió a Europa. 

Así, aparecieron su Sonata para piano n.º 8 en do menor (Opus 13), conocida como “Grande Sonate Pathétique” o la “patética”; y su Sonata para piano n.º 14 en do sostenido menor, mejor conocida como Sonata de claro de luna (Mondscheinsonate). Y, también, la “Heroica”, Sinfonía n.º 3 en mi bemol mayor (Opus 55), considerada como un punto de inflexión en su carrera. 

Esta última pieza iba a estar dedicada a Napoleón Bonaparte, pero tras enterarse Beethoven de que el militar francés se declaró emperador, optó por dedicar la sinfonía a otro de sus mecenas, el príncipe Joseph Franz von Lobkowitz. Su estreno tuvo lugar el 7 de abril de 1805.

Se desconoce el motivo de la sordera de Beethoven, y sus biógrafos la han atribuido a diferentes causas, desde la sífilis hasta la fiebre tifoidea. Lo cierto es que a partir de 1802 la ejecución musical de Beethoven se fue empobreciendo, por lo que el maestro dedicó sus esfuerzos mayormente a la composición y, sorprendentemente, a la dirección de orquesta. 

Cuando en 1819 acabó por quedarse completamente sordo, la comunicación con sus amigos y familiares se daba por escrito, mediante “cuadernos de conversación” en que anotaban sus preguntas y comentarios.

Los años más fértiles de Beethoven

Conforme avanzaba su sordera, Beethoven centró sus esfuerzos en la composición. Pintura de Carl Schlosser.

Los años siguientes fueron los de mayor figuración y mejores logros de Beethoven, aunque no estuvieron exentos de conflicto. Al comienzo se concretó una breve pero fructífera asociación con el teatro, que incluyó la música para el ballet Las criaturas de Prometeo (Die Geschöpfe des Prometheus), y una infructuosa ópera en colaboración con Emanuel Schikaneder, libretista conocido por su trabajo con Mozart. 

Poco después, en noviembre de 1805, las tropas napoleónicas, victoriosas tras la batalla de Ulm, ocuparon Viena. La presencia francesa interrumpió la vida cultural austríaca y sentenció al fracaso el debut de la única ópera de Beethoven: Fidelio, originalmente titulada Leonore.  

De todos modos, Beethoven cada vez se mostraba menos en público, concentrado en la producción frenética de muchas de sus más grandes obras: 

  • En 1804 acabó su Sonata para piano n.º 21 en do mayor (opus 53), conocida como “Waldstein” o “L’Aurore”. 
  • Entre 1805 y 1806 acabó el Concierto para piano n.º 4 en sol mayor (opus 58) y los tres Cuartetos de cuerda Razumovsky (opus 59). 
  • En 1806 acabó su Sonata para piano n.º 23 en fa menor (opus 57), conocida también como “Apassionata”. 
  • Ese mismo año acabó también la Sinfonía n.º 4 en si bemol mayor (opus 60) y el célebre Concierto para violín en re mayor (opus 61). 
  • En 1807 acabó su Obertura Coriolano (opus 62). Al año siguiente acabó su Sinfonía n.º 5 en do menor (opus 67) y la Sinfonía n.º 6 en fa mayor (opus 68), conocida como “Sinfonía Pastoral”.
  • Poco después, acabó su famosísima bagatela Para Elisa (WoO 59).

A lo largo de estos años, Beethoven ofreció además sus últimos conciertos en vivo, en los que estrenó a menudo algunas de sus obras más recientes. Sin embargo, su situación económica era cada vez más precaria, pues subsistía a partir de la modesta renta que le había concedido el Estado austríaco, tras el revuelo que causó la temprana muerte de Mozart.

En vista de esta situación, Beethoven consideró la oferta hecha por Jerónimo Bonaparte, rey de Westfalia y hermano de Napoleón, para mudarse bajo su reinado. Pero sus amistades vienesas lo convencieron de permanecer, a cambio de otorgarle una renta mensual de 4000 florines. 

Con esa renta se convirtió en el primer artista financieramente independiente de la historia, ya que podía componer lo que quisiera, cuando quisiera, siempre y cuando no abandonara la ciudad. Y, por otro lado, ese ingreso de dinero le permitió acudir al mecánico e inventor alemán Johann Märzel (1772-1838), quien diseñó para él numerosos artefactos destinados a ayudarle con sus dificultades de oído. 

Beethoven y el Romanticismo

El éxito de las piezas de Beethoven, en especial de la quinta y sexta sinfonías, le valió la atención y admiración del naciente movimiento romántico alemán, y en especial de su precursor, Johannes Wolfgang von Goethe (1749-1832). Con este último tuvo un encuentro en el balneario checo de Teplitz o Teplice, en torno al cual existe mucha especulación.

Aun así, no fue poca la contribución de las obras de Beethoven al movimiento romántico, ni la fama que a cambio recibieron. En especial sus Lieder (composiciones basadas en poemas tradicionales alemanes) y su Sonata para piano n.º 29 en si bemol mayor (Opus 106), conocida como Hammerklavier (“piano de martillos”).

En este contexto, además, el maestro acabó en 1814 su séptima y octava sinfonías: la Sinfonía n.º 7 en la mayor (Opus 92) y la Sinfonía n.º 8 en fa mayor (Opus 93), ambas con enorme éxito crítico y comercial. Y el 11 de septiembre de ese mismo año Beethoven dio su último concierto.

Los años siguientes los dedicó a luchar por la custodia de su sobrino de nueve años, tras la muerte de su hermano Karl. Hasta que, tras la derrota napoleónica en 1815, dedicó algunos esfuerzos a su novena y última sinfonía, la Sinfonía n.º 9 en re menor (Opus 125), conocida como “Coral”. Esta última pieza la finalizó en 1823.

Muerte y legado de Ludwig van Beethoven

La novena fue la última sinfonía compuesta por Beethoven. Aquí la interpreta la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela.

Beethoven pasó sus últimos años en estado de aislamiento, debido a que se hallaba ya completamente sordo. Asimismo, emprendió un modo de vida austero, para dejarle a su sobrino la mayor herencia posible. Tras mudarse a casa de su hermano Johann, comenzaron otros padecimientos de salud: hinchazones, diarreas frecuentes, problemas hepáticos y falta de apetito. 

A finales de 1826, decidió volver a Viena con su sobrino. El viaje resultó ser catastrófico, dado que por la falta de recursos tuvieron un viaje precario y al llegar a la capital austríaca la salud de Beethoven había empeorado notoriamente. Los siguientes meses fueron agónicos para él.

Ya en su lecho de muerte, el maestro recibió la visita de amistades y allegados, y el 24 de marzo le fueron dados los últimos sacramentos cristianos. Esa misma tarde entró en coma y falleció tres días después. Al momento de su muerte tenía 56 años.

Su funeral tuvo lugar el 29 de marzo en la Iglesia de la Santa Trinidad, con la asistencia de más de 20.000 personas y la ejecución en el lugar del Réquiem en re menor de Wolfgang Amadeus Mozart. Sus restos descansan actualmente en el Cementerio Central de Viena.

El legado de Beethoven, por su parte, se considera uno de los mayores de la historia de la música: nueve sinfonías, treinta y dos sonatas para piano, cinco conciertos para piano, una ópera, dos misas, tres cantatas, dieciséis conciertos de cuerda, cinco sonatas para violoncelo, e innumerables obras más. 

El genio musical de Beethoven es uno de los mayores de la historia y sus obras han sido empleadas en la cultura popular, el cine y el teatro. Su figura, asimismo, ha sido homenajeada en monedas, sellos postales y estatuas, y ha inspirado numerosas biografías y relatos ficcionales.

El legado musical de Beethoven es enorme, pero entre sus obras más populares y celebradas se encuentran:

  • Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor (op. 55), conocida como la “Tercera Sinfonía” o “Heroica”.
  • Sinfonía nº 5 en do menor (op. 67), conocida como la “Quinta Sinfonía”.
  • Sinfonía nº 6 en fa mayor (op. 68), conocida como la “Sexta Sinfonía” o la “Sinfonía Pastoral”.
  • Sinfonía nº 9 re menor (op. 125), conocida como la “Novena Sinfonía” o “Coral”.
  • Concierto para piano nº 5 en mi bemol mayor (op. 73).
  • Para Elisa (WoO 59)
  • Sonata para piano n.º 14 en do sostenido menor, conocida como “Sonata de claro de luna”
  • Missa solemnis en re mayor (op. 143).

Sigue con:

Referencias

  • García, I. (2007). Ludwig van Beethoven. Deutsche Welle en Español. https://www.dw.com/ 
  • Márquez, W. (2020). Beethoven: cómo se quedó sordo (y aun así pudo crear algunas de las mejores obras de la historia de la música). BBC News Mundo. https://www.bbc.com/ 
  • Massin, J. (2016). Ludwig van Beethoven. Trad. Isabel de Asumendi. Turner.
  • Medforth Budden, J. (2023). Ludwig van Beethoven (German composer). The Encyclopaedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Zannos, S. (2019). The Life and Times of Ludwig van Beethoven. Mitchell Lane Publishing.

¿Cómo citar?

"Ludwig van Beethoven". Autor: Gilberto Farías. De: Argentina. Para: Enciclopedia Humanidades. Disponible en: https://humanidades.com/ludwig-van-beethoven/. Última edición: 6 noviembre, 2023. Consultado: 26 abril, 2024.

Sobre el autor

Autor: Gilberto Farías

Licenciado en Letras (Universidad Central de Venezuela)

Fecha de actualización: 6 noviembre, 2023
Fecha de publicación: 6 noviembre, 2023

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