Te explicamos quién fue Mozart, por qué se lo considera el genio musical del siglo XVIII y cuáles son sus piezas más conocidas.
¿Quién fue Wolfgang Amadeus Mozart?
Wolfgang Amadeus Mozart, conocido simplemente como Mozart, fue uno de los músicos más importantes y reconocidos de la historia, considerado padre del clasicismo musical europeo y el compositor más relevante del siglo XVIII. Se le conocen más de seiscientas creaciones musicales en todos los géneros de su época.
Celebrado desde niño por su enorme talento con el teclado y el violín, Mozart vivió una vida breve pero intensa, en la que se codeó con la realeza y atravesó situaciones tormentosas. Junto con Joseph Haydn (1732-1809) y Ludwig van Beethoven (1770-1827), su obra constituye el punto máximo de la tradición austríaca de la música clásica.
Fue un alumno aventajado de compositores de prestigio como Johann Christian Bach (1735-1782), hijo y discípulo a la vez de Johann Sebastian Bach (1635-1750), o el Padre Giovanni Battista Martini (1706-1784), pero su propia fama superó con creces la de sus más grandes maestros. En vida compuso varias piezas centrales de la tradición musical occidental, y dejó otras tantas inconclusas, que se dieron a conocer tras su muerte.
De carácter excéntrico y caprichoso, Mozart fue odiado y admirado por quienes lo conocieron, y su muerte constituye un misterio que durante mucho tiempo fue objeto de especulaciones. Su obra, sin embargo, sobrevive a los siglos y constituye hoy en día una de las cumbres de la música clásica o académica.
- Ver también: Clasicismo
El nacimiento de un genio musical
Wolfgang Amadeus Mozart nació el 27 de enero de 1756 en la ciudad de Salzburgo, actualmente Austria, que en aquel entonces constituía un principado-arzobispado independiente, adscrito al Sacro Imperio Romano Germánico. Fue el séptimo hijo de Anna María Pertl y Leopold Mozart, y el único junto a su hermana María Anna que alcanzó la edad adulta, debido a la elevada mortalidad infantil de aquel entonces.
Su padre era músico de la corte y segundo maestro de capilla, pero sobre todo maestro de música. El año del nacimiento de Wolfgang publicó exitosamente un tratado musical titulado “Tratado completo sobre la enseñanza del violín” (Versuch einer gründlichen Violinschule), que fue muy utilizado durante el siglo XVIII. Sin embargo, tan pronto Leopold tuvo evidencia del increíble talento musical de su hijo, renunció a su propia carrera y se dedicó enteramente a enseñarle.
Desde niños, Mozart y su hermana, a quien apodaban Nannerl, demostraron una gran capacidad musical. Pero el talento del joven Wolfgang era francamente extraordinario: a los tres años tocaba el clavicordio y a los cinco componía sus primeras piezas. A los seis, tocaba el violín. Era un niño afable y sensible, que leía música a primera vista y contaba con una memoria prodigiosa.
Convencido de que el talento del joven Mozart era un regalo divino, su padre consideró que debía tocar en los principales centros culturales de Europa. Así, cuando apenas cumplía los seis años de edad, Wolfgang se encontró en la corte bávara de Múnich y luego en la de Viena. El tour familiar continuó por Augsburgo, Stuttgart, Mannheim, Mainz, Bruselas, París, Lyon, Londres, La Hague, Ámsterdam y Suiza.
Cuando finalmente volvieron a casa en 1766, el joven prodigio ya era conocido en casi toda Europa. Se había presentado ante los reyes de Francia e Inglaterra, había publicado sus primeras sonatas para teclado y violín, y había sido presentado a Johann Christian Bach, líder de la escena musical londinense, bajo cuya tutela compuso sus primeras sinfonías (K 16, K 19, K19a, y luego K 22 y K45a). Tres años después, Mozart fue nombrado concertino (Konzertmeister) honorario en la corte de Salzburgo.
Las piezas musicales de Mozart se identifican a menudo a través de un código formado por la letra K o KV, seguida de un número específico. Esto responde a la compilación de sus obras que hizo el austríaco Ludwig von Köchel (1800-1877), uno de sus más grandes admiradores y estudiosos. Como Mozart no siempre nombraba o fechaba sus piezas, von Köchel dedicó buena parte de su vida a reunir, organizar e identificarlas en el “Catálogo cronológico y temático de todas las obras musicales de Wolfgang Amadeus Mozart” (Chronologisch-thematisches Verzeichnis sämtlicher Tonwerke Wolfgang Amade Mozarts) que publicó en 1862. Este catálogo fue posteriormente actualizado y agrandado por otros estudiosos de la obra de Mozart, y constituye hoy en día la principal fuente bibliográfica disponible sobre el tema.
El viaje a Italia y sus primeras composiciones
La dedicación del padre al talento de Mozart los condujo en 1769 a Italia. Allí padre e hijo visitaron los principales centros musicales, deteniéndose en cualquier lugar donde un noble quisiera deleitarse con el talento del joven prodigio.
Los éxitos de Mozart no escasearon en Italia: en Verona tuvo una audición exitosa en la Accademia Filarmonica y en Milán se le encargó la composición de la primera ópera de la temporada de carnavales. En Bolonia conoció a Giovanni Battista Martini, estudioso de la música, mejor conocido como el “Padre Martini”, a quien dejó impresionado con su talento.
Finalmente se dirigieron a Florencia y luego a Roma, en Semana Santa, donde Mozart escuchó el famoso Miserere mei, Deus de Gregorio Allegri (1582-1652), interpretado por el Coro de la Capilla Sixtina. Esta obra, de profundo valor religioso, se podía interpretar únicamente en ese lugar y la reproducción de su partitura estaba prohibida. Mozart, sin embargo, al regresar a la pensión, procedió a transcribirla enteramente de memoria, algo que deslumbró al papa Clemente XIV, quien lo nombró caballero de la Orden de la Espuela de Oro.
Antes de volver a Salzburgo, Mozart escribió una nueva ópera, Mitrídates, rey del Ponto (KV 87), que se representó con notorio éxito en el Teatro Regio Ducal en 1770. Nuevas óperas y encargos le fueron comisionados, por lo que hicieron falta nuevos y sucesivos viajes a Italia. De esa manera, el joven compuso las óperas La Betulia liberata (“Betulia liberada”, K 118) y Ascanio in alba (“Ascanio en alba”, KV 111) en 1771, Lucio Silla (KV 135) en los carnavales de Milán de 1772, y una de sus obras más famosas y aún interpretadas, el motete religioso Exsultate, jubilate (“Regocijaos, alegraos”, K 165) en 1773, entre otras obras de notorio éxito.
Cuando Mozart y su padre regresaron a Salzburgo en marzo de 1773, supieron que su protector, el príncipe y arzobispo Sigismund von Schrattenbach (1698-1771), había muerto. Y su reemplazo, Hieronymus von Colloredo (1732-1812), se mostraba mucho más severo e inflexible con sus súbditos. Por esta razón, el padre de Mozart decidió viajar a Viena a buscar mayores reconocimientos para el talento de su hijo.
El cambio de aires le vino muy bien al joven Mozart. Allí produjo nuevas piezas, en diálogo con la tradición inaugurada por Haydn, demostrando así una aproximación más consciente a la música. Entre las obras que compuso en ese período figuran su Sinfonía 25 en sol menor (K 183), su Sinfonía 29 en la mayor (K 201) y su Concierto para piano n.°5 (K 175).
Adiós, Salzburgo
A los 21 años de edad, Mozart ya era formalmente un músico de la corte de Salzburgo y recibía un salario más bien escaso de 150 florines. Había tenido oportunidad de producir nuevas piezas en todos los géneros musicales de ese entonces, entre ellas una ópera bufa para los carnavales de Múnich, titulada La finta giardiniera (“La jardinera fingida”, KV 196), una pieza religiosa de nombre Litaniae de venerabili altaris sacramento (“Letanías eucarísticas”, K 243) y una acción teatral en honor al nuevo príncipe-arzobispo, Il sogno di Scipione (“El sueño de Escipión”, KV 126).
El ambiente de Salzburgo, sin embargo, pronto empezó a ser insuficiente para alguien del talento de Mozart. Especialmente tras el cierre del Teatro de la Corte en 1775. De modo que en 1777, el joven genio se dispuso a buscar nuevos horizontes. Esta vez acompañado por su madre, partió inicialmente hacia Múnich, luego a Augsburgo y finalmente a Mannheim, donde estuvieron casi cuatro meses.
En esa ciudad, Mozart se enamoró por primera vez, de la soprano Aloysia Weber, hija de un conocido copista musical. Decidido a viajar con ella y su familia a Italia, Mozart le escribió a su padre al respecto y recibió de él una rotunda negativa: debía dejarse de tonterías y marcharse a París, donde ocuparía un lugar entre los grandes. Y aunque así lo hizo, a partir de entonces el joven músico empezó a resentir la autoridad paterna.
Mozart y su madre Anna María llegaron a París a finales de 1778, y allí el joven continuó su infructuosa búsqueda de empleo. El 18 de junio tuvo su primer estreno abierto en Francia: la famosísima Sinfonía n° 31 en re mayor, París (K 297), que fue muy bien acogida por el público. Su madre, sin embargo, no pudo acudir al estreno, pues se hallaba gravemente enferma. Y semanas después, el 3 de julio, falleció.
Con 22 años de edad, Mozart decidió retirarse a vivir su duelo en compañía de su amigo alemán, el Barón de Grimm, Friedrich Melchior (1723-1807). Allí le escribió a su también amigo y tutor privado el abad Franz Joseph Bullinger (1744-1810) en Salzburgo para que informara a su padre de las malas noticias. Finalmente, la ausencia de grandes oportunidades en París y la oferta de su padre de renegociar su contratación en la corte de Salzburgo llevaron al joven músico de vuelta a casa en 1779.
Mozart tuvo con Salzburgo, su ciudad natal, una relación de continuo descontento, a pesar de que allí fue en donde tuvo más trabajo estable, antes de su partida definitiva hacia Viena. Así lo expresó en su carta de 1778 al abad Joseph Bullinger:
“¡Tú sabes, querido amigo, qué odioso resulta Salzburgo a mi parecer! No solo por las injusticias que mi querido padre y yo hemos sufrido allí, que ya son razón suficiente para olvidar ese lugar y erradicarlo por completo de mi memoria (...) siempre será para mí el mayor de los placeres abrazar a mi amado padre y a mi amada hermana, y cuanto antes, mejor; pero no puedo negar que mi placer y mi dicha serían más grandes si ello ocurriera en otro lugar, pues confío más en vivir plena y felizmente en cualquier otra parte. ¿Es posible que me malinterpretes y pienses que Salzburgo resulta ser poca cosa para mí? En eso te equivocarías; ya le he escrito a mi padre algunas de las razones de mi pensar. ¡Que te baste por ahora con saber que Salzburgo no es lugar para mi talento! Primero, porque aquellos empleados en la música no reciben ningún respeto, y en segundo lugar porque no hay nada que escuchar: ¡no hay teatro, no hay ópera!”
Tomado de Digital Mozart Edition (https://dme.mozarteum.at/en/). Traducción de Etecé.
La ida a Viena
El retorno a Salzburgo no fue grato para Mozart, aunque su padre había negociado un mejor salario para él como músico de la Corte (450 florines). Las obras compuestas en ese período muestran un estilo ambicioso, internacional, que prefería las composiciones dramáticas a la música incidental.
Para su alivio, Mozart recibía aún encargos desde el extranjero, como la composición de la ópera italiana Idomeneo, re di Creta (“Idomeneo, rey de Creta”, KV 366)para Múnich, con libreto adaptado de un texto francés de 1712 por Giambattista Varesco. El estreno de la pieza en 1781, durante una estancia de Mozart y su padre en Múnich, fue un gran éxito. Tanto así que el músico fue invitado a integrar el séquito del arzobispo de Salzburgo en la coronación del emperador José II del Sacro Imperio Romano Germánico, en Viena.
Aún saboreando el éxito y la aclamación recibidas en Múnich, Mozart se encontró en Viena sentado junto a los sirvientes en el alojamiento del séquito del arzobispo, quien además le prohibió tomar parte de los conciertos, especialmente de uno al que asistió el propio emperador, y que le habría valido al músico el pago de medio año de salario en una sola noche.
Furioso y resentido, Mozart exigió una entrevista con el arzobispo, con quien tuvo un enfrentamiento. Finalmente, y para espanto de su padre, solicitó ser liberado de su cargo en la corte, cosa que consiguió no sin sufrimiento en junio de ese mismo año. A partir de entonces, su único objetivo fue abandonar Salzburgo cuanto antes. Y la ocasión se presentó en Viena, donde vivía la familia de su antiguo amor, Aloysia Weber.
La apuesta, finalmente, le trajo dividendos. Instalado con los Weber en Viena, trabajó primero como pianista concertista y profesor de música, y logró impresionar al emperador, consolidándose así como el mejor intérprete de teclado de toda la ciudad. También inició un amorío con Constanze (1762-1842), la hermana menor de Aloysia Weber, dado que esta última estaba ya casada con el actor Joseph Lange.
En 1782, además, comenzó a componer su ópera Die Entführung aus dem Serail (“El rapto en el serrallo”, KV 384), obedeciendo a las directrices del nuevo emperador, quien ordenó el reemplazo del idioma italiano, el más habitual y tradicional para la ópera en ese entonces, por el alemán. Así tuvo inicio el singspiel o la ópera alemana, y Mozart estuvo entre sus primeros y mayores compositores.
A pesar de la oposición de su padre, quien temía que los Weber quisieran aprovecharse de la fama de Wolfgang, el matrimonio con Constanze tuvo lugar en Viena en 1782. Mozart, para celebrar la ocasión, compuso su Gran misa en do menor (KV 427), cuya primera soprano solista debía ser la propia Constanze. El propósito era demostrar a su padre y su hermana que había sabido elegir a su esposa. Aunque la pieza se estrenó en 1783, Mozart nunca consiguió su objetivo.
Mozart y Constanze tuvieron seis hijos: Raimund Leopold, Karl Thomas, Johann Thomas, Theresia Constanzia, Anna Maria y Franz Xavier. Pero solamente Karl y Franz alcanzaron la edad adulta.
La madurez creativa de Mozart
La llegada de Mozart a Viena representó, además, el inicio de su etapa más fructífera y reconocida. Allí estudió las obras de Georg Friedrich Händel (1685-1759) y sobre todo de Johann Sebastian Bach, que fueron muy influyentes en sus composiciones venideras, especialmente en las célebres Die Zauberflöte (“La flauta mágica”, KV 620) y su Sinfonía n° 41 en do mayor (K 551).
En Viena conoció a Joseph Haydn y entabló una amistad con él, al punto que interpretaban juntos un cuarteto de cuerdas improvisado. En su honor, Mozart compuso entre 1782 y 1785 sus seis Cuartetos de cuerda (KV 387, KV 421, KV 428, KV 458, KV 464 y KV 465), una suerte de respuesta a la obra de su amigo. Haydn se expresó siempre muy elogiosamente respecto del talento de Mozart.
En esa época Mozart fue aceptado por la logia francmasónica y entabló nuevas conexiones y amistades. La popularidad de sus conciertos, mientras tanto, era absoluta: en 1786 se estrenó Las bodas de Fígaro (KV 492), inspirada en la obra de Pierre-Augustin de Beaumarchais (1732-1799), y en Praga al año siguiente Don Giovanni (“Don Juan”, KV 527), ambas con un rotundo éxito. Y por si fuera poco, el emperador José II nombró oficialmente a Mozart como su músico de cámara, en reemplazo del recién fallecido Christoph Willibald Gluck (1714-1787).
Todo ello se tradujo en una bonanza económica inesperada, que le permitió al matrimonio de Mozart una vida lujosa, en un departamento costoso y con sirvientes, y enviar a su hijo Karl al mejor de los internados. Mozart vivía para sus obras, tanto así que comenzó a llevar registro de ellas. Era consciente de su propia trascendencia. Lo único que pareció empañar el éxito de Mozart en 1878 fue la muerte de su padre Leopold en Salzburgo.
Se dice que, durante su paso por Viena en 1878, un jovencísimo Ludwig van Beethoven (1770-1827) quiso estudiar con Mozart, considerado ya como un maestro de la música. Sin embargo, no existe evidencia concreta de que semejante encuentro haya tenido lugar, y las versiones varían mucho respecto a si Mozart y Beethoven se encontraron o no, o si Mozart se negó a tutorar a este otro futuro genio musical.
Crisis económica y nuevas oportunidades
El final de la década de 1780 trajo consigo malas noticias para Mozart. La Guerra ruso-turca de 1787 a 1792 supuso una considerable disminución de los recursos en la sociedad vienesa, y no solo Mozart, sino muchos músicos vieron escasear sus presentaciones y sus ganancias. Además, otros músicos de estilo más atrevido, como Muzio Clementi (1752-1832), comenzaron a cautivar a las audiencias vienesas.
Mozart y su familia se mudaron entonces a la periferia de la ciudad, a un alojamiento más barato, en el barrio de Alsergrund, pero incluso así se vieron en la necesidad de pedir dinero prestado. En este contexto compuso sus tres últimas sinfonías: n.º 39 en mi bemol mayor (KV 543), n.º 40 en sol menor (KV 550) y n.º 41 en re mayor, Júpiter (KV 551), además de su última ópera en colaboración con el libretista Lorenzo Da Ponte: Cosi fan tutte (“Así hacen todas”, KV 588), estrenada en 1790.
Entre 1789 y 1790, además, Mozart intentó revitalizar su fama a través de una serie de viajes largos a Leipzig, Dresde, Berlín, Fráncfort y Mannheim, sin lograr más que postergar su crisis económica brevemente. Finalmente, tanto Mozart como Haydn recibieron una oferta para realizar una gira en Inglaterra, y se acordó que Haydn iría primero, durante la temporada 1791-1792. El turno jamás le tocaría a Mozart.
El año 1971 pareció traerle a Mozart nuevas energías. Compuso frenéticamente las que fueron sus últimas obras: La flauta mágica (KV 620), el Concierto n° 27 en si bemol mayor (KV 595), el Concierto para clarinete en la mayor (KV 622) y, entre otras obras de importancia, su Requiem en re menor (KV 626), que no llegó nunca a concluir.
Por otro lado, nuevas oportunidades surgieron en Ámsterdam y Hungría, y Mozart dejó de pedir dinero prestado. Las cosas parecían mejorar. En marzo de ese año ofreció uno de sus últimos conciertos públicos en Viena y en septiembre, en Praga, estrenó su ópera La clemenza de Tito (“La clemencia de Tito”, KV 621), en medio de sentimientos de debilidad, falta de concentración y fatiga.
Fallecimiento de Mozart
El 20 de noviembre, Mozart se hallaba postrado en cama. Sufría dolores, fiebre, hinchazón y vómitos, y los cuidados de su esposa, su hermana menor Sophie y el médico de la familia no parecían ayudarle. A las doce y cincuenta y cinco del 5 de diciembre de 1791, Wolfgang Amadeus Mozart falleció a la edad de 35 años.
La causa de su repentina muerte se desconoce todavía. Algunos afirman que fue envenenado por sus rivales, otros que contrajo alguna enfermedad misteriosa. Fue enterrado en una tumba comunitaria con la presencia de su familia y apenas unos pocos músicos y allegados.
En los años posteriores a su muerte, paradójicamente, su fama no paró de aumentar. Su viuda Constanze vendió sus manuscritos y anotaciones, y en la primera mitad del siglo XIX ya existían colecciones importantes de sus obras, así como un par de biografías. Sus obras continúan interpretándose en la actualidad y tanto Viena como Salzburgo le rinden honores todavía.
Las principales obras de Mozart
La obra musical de Mozart es demasiado extensa para listarse toda, e incluso para elaborar un resumen que le haga verdaderamente justicia. Aun así, es posible citar algunas de sus piezas más conocidas, como son:
- Eine Kleine Nachtmusik (“Pequeña serenata nocturna”, K 525)
- Die Zauberflöte (“La flauta mágica”, KV 620)
- Requiem en re menor (KV 626)
- Don Giovanni (“Don Juan”, K)
- Sinfonía n° 40 en sol menor (K 550)
- Le nozze di Figaro (“Las bodas de Fígaro”, KV 492)
- Exsultate, jubilate (“Regocijaos, alegraos”, K 165)
- Rondo alla Turca (“Marcha turca”, K 331)
- Concierto para clarinete en la mayor (K 622)
- Cosí fan tutte (“Así hacen todas”, KV 588)
Referencias
- Gutman, R. (2011). Mozart: A Cultural Biography. Random House.
- Internationale Stiftung Mozarteum. (s. f.). “Mozart to abbé Joseph Bullinger, Salzburg”. Digital Mozart Edition. https://dme.mozarteum.at/
- Ministerio de Cultura de Argentina. (2020). “Wolfgang Amadeus Mozart: a 229 años de su muerte”. https://www.cultura.gob.ar/
- Sadie, S. (2023). “Wolfgang Amadeus Mozart (Austrian composer)”. The Encyclopaedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Tortella, J. (2023). “Mozart, el gran genio de la música del siglo XVIII”. National Geographic Historia. https://historia.nationalgeographic.com.es/
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