Homero

Te explicamos quién fue Homero, cuáles son las hipótesis sobre su identidad y cuál fue su importancia en la historia de la literatura occidental.

Homero
Homero fue el autor de las dos grandes obras literarias de la tradición occidental.

Homero fue un aedo, o sea, un cantor de poesía épica de la Antigua Grecia, a quien se atribuye la autoría de las dos obras fundamentales de la tradición grecorromana y, por lo tanto, también de la tradición occidental: la Ilíada y la Odisea, en donde se narran los eventos de la mítica Guerra de Troya.

A pesar de su enorme importancia, se conoce muy poco acerca de este antiguo compositor literario, y mucho de lo que se sabe pertenece al reino de las leyendas. Todo apunta a que nació, vivió y murió en algún momento del siglo VIII a. C., mucho antes de que la Antigua Grecia viviera su edad dorada en el llamado Período Clásico (del 500 a. C. al 323 a. C.). Su lugar exacto de nacimiento se desconoce y en torno a su muerte existen diferentes versiones.

La importancia de la obra de Homero fue bien comprendida por sus herederos, quienes hallaron en ella la fuente de inspiración para las grandes piezas del teatro griego clásico y una fuente de relatos mitológicos para la educación ciudadana. En ese entonces no había dudas respecto de la existencia del aedo, ni de que hubiera escrito las dos obras que se le atribuyen, ni tampoco de la veracidad de lo que en ellas se contaba, pues se consideraban como un compendio de hechos reales.

Las epopeyas homéricas se encuentran entre las obras literarias más antiguas y populares que se conservan. Compuestas inicialmente para ser cantadas, su relevancia trasciende el contexto de la cultura griega antigua, pues formaron parte también de la herencia cultural del Imperio romano y, por ende, del mundo cristiano y del imaginario del Renacimiento.

Ambas obras han sido apreciadas, traducidas y estudiadas a lo largo de casi tres mil años de historia, lo cual hace de Homero uno de los más grandes autores de la humanidad.

Los orígenes inciertos de Homero

No existe mucha información verificable respecto al nacimiento de Homero. A juzgar por las referencias más tempranas a su obra, que datan al menos del siglo VII a. C., es posible que naciera en algún punto del siglo VIII a. C. o incluso IX a. C. Diferentes ciudades griegas se disputan el honor de ser su lugar de nacimiento, como Esmirna, Quíos o Colofón, pero es probable que Homero fuese oriundo de Jonia, en la actual Turquía, dado que sus obras estaban compuestas mayormente en dialecto jónico.

A la falta de fuentes confiables de la época, se suma una gran cantidad de ficciones y leyendas en torno a la vida de Homero, producidas a lo largo de varios siglos por diferentes autores y estudiosos antiguos. En algunas, se trataba de un poeta ciego. En otras, de un esclavo.

Heródoto de Halicarnaso (484-425 a. C.), por ejemplo, pensaba que Homero debía haber vivido poco después de la Guerra de Troya y que esta debía haber ocurrido alrededor del siglo IX a. C., mientras que Heráclito de Éfeso (c. 540-c.480 a. C.) contaba que Homero había muerto de amargura tras no haber podido resolver el acertijo formulado por un niño.

Muchas de estas fábulas y suposiciones se incorporaron a distintas pseudo biografías de Homero elaboradas a lo largo de los siglos III y II a. C. Las cuales, a su vez, fueron asimiladas y refinadas por los literatos del Imperio romano.

Homero
Es posible que Homero naciera en la Jonia, al este del mar Egeo.

Existen, sin embargo, otras hipótesis respecto a Homero, según las cuales no se trata de un personaje real. A partir de ciertas diferencias perceptibles en el uso del lenguaje entre la Ilíada y la Odisea, filólogos como Friedrich August Wolf (1759-1824) asomaron la posibilidad de que cada texto tenga un autor distinto. De ser así, podría tratarse en realidad de un colectivo y no de un único autor.

De hecho, el poeta lírico Píndaro (c. 518-438 a. C.) contaba de la existencia de los homeridai (“hijos de Homero” en griego), un antiguo clan jónico conformado por los descendientes de Homero, responsables de popularizar sus obras en el resto de Grecia.

Si a ello se suma que el vocablo homeros podría ser una deformación de la palabra jónica homaros, traducible como “rehén”, puede que estos homeridai fueran en realidad un conjunto de prisioneros de guerra, muy ancianos o lisiados (ciegos, por ejemplo) como para trabajar, a quienes se empleaba como recitadores de la poesía épica local. Luciano de Samósata (125-181 d. C.), en ese sentido, afirmaba que en realidad Homero era un rehén babilonio tomado por Grecia, y que de allí provenía su nombre.

La vida del aedo

La palabra aedo proviene del griego aoidós, que significa “cantor”, y se empleaba en la Grecia Antigua para nombrar un oficio similar al de los bardos medievales. Se trataba de artistas itinerantes que recitaban las grandes epopeyas mitológicas de la tradición local, acompañados por un instrumento típico de cuerdas, llamado cítara. Homero fue el más importante y el más conocido de los aedos de la Antigüedad. 

Esto significa que tanto la Ilíada como la Odisea, obras particularmente voluminosas, fueron compuestas para su recitación oral, es decir, sin contar con el apoyo de la escritura. De allí que estén estructuradas en versos, pues la rima evoca en la memoria del poeta los versos siguientes con mayor facilidad. Ello también invita a preguntarse cuándo y de qué modo se transcribió o registró por escrito por primera vez.

Homero
Homero fue el mayor y el más famoso de los aedos de la Antigua Grecia.

Los aedos solían cantar para la aristocracia, en sus cortes o banquetes, o también en reuniones y eventos de la polis. Sus cantos podían consistir en poemas cortos que relatan una anécdota o episodio determinado, como es el caso de los Himnos homéricos dedicados a un dios o una personalidad mitológica específica; o bien cantos de mayor envergadura, demasiado extensos para ser recitados en una sola jornada, como probablemente fue el caso de la Ilíada, donde se narran los acontecimientos del último año del asedio griego de Troya.

Mucho de lo que se sabe de la vida de los aedos, paradójicamente, se sabe gracias a Homero: en sus obras (especialmente en la Odisea) se arroja luz sobre el oficio, a través de los personajes de Demódoco, aedo de la corte del rey feacio Alcínoo, y de Femio, aedo de la corte de Ítaca. Una vez culminada su recitación, el aedo recibía una dádiva de los presentes. Mientras más conmovidos estuvieran por su canto, mayor sería la recompensa.

Algunos de sus biógrafos antiguos afirman que Homero construyó al personaje de Femio a partir del aedo real que le enseñó el oficio, y que fue además el esposo de su madre. Supuestamente, tras la muerte de su padrastro, Homero se dedicó al oficio al frente de una escuela de aedos, antes de quedar ciego por alguna enfermedad.

No se deben confundir los términos aedo y rapsoda, a pesar de que ambos son de origen griego antiguo y se refieren a un tipo de recitador popular. Los aedos recitaban sus propias composiciones, acompañándose con instrumentos musicales, mientras que los rapsodas memorizaban las composiciones ya existentes y las recitaban con la ayuda de un bastón para marcar el ritmo golpeando el suelo.

La muerte y sepultura de Homero

Así como se desconocen los pormenores de la vida de Homero, se ignoran también las condiciones exactas de su muerte. Al respecto, sin embargo, existe un mayor grado de concordancia entre los expertos: Homero murió y fue sepultado en la isla griega de Íos, en el archipiélago de las Cícladas, en el mar Egeo. Sin embargo, como es de esperarse, existen relatos distintos respecto a las condiciones de su muerte.

La historia tradicional afirma que, de joven, Homero consultó al oráculo y le fue vaticinada la muerte. Sería en una isla y a raíz de un acertijo que no podría responder. Años después, hallándose en Íos, Homero se encontró con un grupo de niños acadios que volvían de pescar y les preguntó qué tal les había ido. Los niños, queriendo burlarse del anciano, le respondieron con un acertijo: “Los que pescamos los tiramos; los que no, los trajimos a casa”, refiriéndose a los piojos que tenían en la cabeza. Hay tres versiones sobre lo que entonces sucedió:

  • En la versión más difundida, Homero fue incapaz de comprender el enigma, presintió el cumplimiento de su profecía y de la muerte venidera, y se sumergió en la depresión. Poco a poco dejó de comer, enfermó y al final se cumplió la profecía.
  • Otra versión afirma que Homero llegó a Íos ya muy enfermo, en un barco que encalló en la costa. Allí se encontró con los niños pescadores y recibió el acertijo, que de inmediato entendió como la señal de su muerte inminente.
  • Una tercera versión cuenta que Homero llegó a Íos, donde recibió el acertijo de parte de los niños pescadores y, obsesionado por responderlo y escapar de su profecía de juventud, caminó distraído, resbaló y se golpeó la cabeza con las rocas.

A lo largo de los siglos, ha habido diversas leyendas respecto al hallazgo de la tumba de Homero. En la antigüedad se afirmaba que había sido encontrada en las cercanías de Plakoto, mientras que en el siglo XVIII el explorador holandés Pasch van Krienen afirmó haberla encontrado en otra región de la isla y haber llevado la loza con el epitafio a la ciudad italiana de Livorno, en donde desapareció misteriosamente.

La cuestión homérica

Más allá de los mitos y leyendas, la obra de Homero sigue siendo un importante objeto de estudio por parte de especialistas e historiadores. Se habla, de hecho, de la “cuestión homérica” para referirse al debate en torno a la existencia real o ficcionada del poeta y a su verdadera autoría de la Ilíada y la Odisea.

Se trata de uno de los debates más longevos de la historia, cuyos inicios estuvieron en la Antigüedad, y todavía hoy permanece inconcluso. Diferentes estudiosos de los siglos XVIII y XIX hicieron de este asunto su principal preocupación académica, tales como Francois Hédelin, Giambattista Vico, Friedrich August Wolf, Adolf Kirchhoff, Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff y muchos otros.

En general, los estudiosos contemporáneos de la Ilíada y la Odisea concuerdan en que fueron fruto de una larga tradición de narraciones orales, transmitidas popularmente de generación en generación. Eso, sin embargo, no niega que haya sido Homero quien les dio su forma, estructura y composición más reconocidas, que sirvieron de basamento para las transcripciones y traducciones que han surgido a lo largo de los siglos.

Y, aunque se reconoce desde tiempos antiguos el gran aporte de Homero al haberles dado forma y estructura a estos relatos diversos y tradicionales, aún permanece el interrogante respecto a cómo fueron transcritas en primer lugar: quién acuñó la versión “definitiva” y con qué criterio de autoridad.

Homero
La obra de Homero inspiró una larga tradición literaria, artística y filosófica en Occidente.

Del modo que sea, la obra de Homero jugó un papel fundamental en la tradición grecorromana, considerada como la cuna artística, moral y literaria de Occidente. Sus obras se continúan editando, leyendo y estudiando en la actualidad, y han inspirado la obra de centenares de artistas de diferentes culturas y géneros expresivos.

Las principales obras de Homero

Las principales obras atribuidas a Homero son las siguientes:

La Ilíada

La Ilíada recibe su título del nombre que los griegos daban a la ciudad de Troya: Ilión. Se trata de un largo poema épico de 15693 versos organizados en 24 cantos diferentes, a lo largo de los cuales se relata lo ocurrido durante los 51 días del último año de la Guerra de Troya. En especial lo relacionado con Aquiles, uno de los más grandes héroes de la tradición griega antigua.

En este conflicto no solo se enfrentaron el ejército griego invasor y las tropas troyanas resistentes, sino que los propios dioses del Olimpo tomaron partido por los bandos enfrentados. Así, en el combate de los humanos, los dioses vieron la oportunidad de saldar sus propias rencillas, proteger a sus héroes favoritos y castigar a aquellos que les habían faltado el respeto.

La Odisea

La Odisea relata las desventuras de uno de los principales protagonistas de la Guerra de Troya: el rey de Ítaca, Odiseo (bautizado Ulises por los romanos), en su prolongado viaje de regreso a casa. Se trata de un poema épico de 24 cantos, precursor de todas las novelas de aventuras que se han escrito en la historia.

La trama inicia una vez finalizada la guerra y derrotadas las fuerzas troyanas, cuando Odiseo y su tripulación emprenden el accidentado regreso en bote y sufren toda suerte de calamidades. A lo largo de 10 años de aventura y extravío, Odiseo lucha por regresar junto a su reina, Penélope, quien a duras penas resiste el asedio de sus pretendientes, que dan por muerto al rey y aspiran al trono.

Los Himnos homéricos

Los Himnos homéricos reciben ese nombre porque en épocas antiguas se le atribuyeron a Homero (o, según otras miradas, a los homeridai). Se trata de un conjunto de 32 a 34 poemas épicos cortos, muy disímiles entre sí, en los que se cuenta la historia de los principales dioses olímpicos y de otras personalidades importantes de la mitología griega.

Estos himnos estaban destinados a ser recitados por los aedos como preludio (proemio) a un poema épico más largo. Algunos tienen unos pocos versos, mientras que otros alcanzan los quinientos, pero están compuestos en el mismo estilo métrico que las demás piezas de Homero. Según Hesíodo, se trata de los textos más antiguos de la literatura griega.

Referencias

  • Manguel, A. (2017). El legado de Homero. Penguin Random House.
  • Reyes, A. (1989). Grecia. Fondo de Cultura Económica.
  • S. Kirk, G. (2023). “Homer (Greek poet)”. The Encyclopaedia Britannica. https://www.britannica.com/
  • VV.AA. (1963). Introducción a Homero. Ed. Luis Gil. Ediciones Guadarrama.

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¿Cómo citar?

"Homero". Autor: Gilberto Farías. De: Argentina. Para: Enciclopedia Humanidades. Disponible en: https://humanidades.com/homero/. Última edición: 9 enero, 2024. Consultado: 4 mayo, 2024.

Sobre el autor

Autor: Gilberto Farías

Licenciado en Letras (Universidad Central de Venezuela)

Fecha de actualización: 9 enero, 2024
Fecha de publicación: 11 octubre, 2023

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