Te explicamos quién fue Oscar Wilde, cuáles fueron sus principales obras literarias y por qué su vida fue tan polémica en la Inglaterra victoriana y conservadora.
¿Quién fue Oscar Wilde?
Oscar Wilde fue un periodista, poeta, narrador y dramaturgo irlandés, autor de célebres piezas teatrales y de ficción, y famoso por su ingenio y su agudeza en el contexto de conservadurismo y represión de la Londres victoriana del siglo XIX.
Wilde fue un importante representante del esteticismo inglés y, luego, del decadentismo europeo, a los que contribuyó no solo con piezas teatrales y obras de ficción, sino con ensayos y reflexiones sobre la naturaleza del arte.
Muchos de los escritos de Wilde resultaron polémicos o provocadores para la época, razón por la cual se publicaron bajo los seudónimos “C.3.3” o “Sebastian Melmoth”. Aun así, cuando estaba en la cima de su apogeo, fue acusado de homosexualidad y sentenciado a dos años de cárcel y trabajos forzados en la prisión de Reading, Inglaterra.
Wilde falleció a los 46 años de edad, en estado de indigencia y completamente marginado por la sociedad. Buena parte de sus obras, sin embargo, se consideran clásicos universales de la literatura, y se publican y representan hoy todavía.
- Ver además: Época victoriana
Nacimiento y juventud de Oscar Wilde
Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde, mejor conocido como Oscar Wilde, nació en Dublín, capital de Irlanda, el 16 de octubre de 1854. La ciudad, en ese entonces formaba parte del territorio de Gran Bretaña, de modo que Wilde era británico, aunque en épocas posteriores se le reivindicó como un autor irlandés.
El suyo fue un hogar ilustre: su padre, sir William Wilde, era uno de los más importantes cirujanos de Irlanda, autor de libros sobre arqueología y folclore; mientras que su madre, Jane Wilde, era una poeta publicada (con el seudónimo “Speranza”) y una autoridad en mitología celta.
Oscar fue el segundo de los tres hijos de la pareja: luego de Willie, quien de adulto se dedicó al periodismo, y antes de Isola Francesca, quien murió de meningitis con apenas nueve años. Al igual que su hermano mayor, fue educado en casa hasta los nueve años, donde aprendió a hablar fluido el francés y el alemán.
Cuando cumplió los diez años, Oscar ingresó a la Portora Royal School de Enniskillen, en Irlanda, y estuvo allí hasta los diecisiete años de edad. Entonces recibió una beca para asistir al Trinity College, en Dublín, donde estudió a los clásicos y fue alumno de personalidades reconocidas, como Edward Dowden (1843-1913), Arthur Palmer (1841-1897) y Robert Y. Tyrell (1844-1914).
Oscar demostró ser un alumno excelente y de la mano de su tutor John Pentland Mahaffy (1839-1919) se especializó en la vida de la Antigua Grecia. Esto le valió la medalla de oro de Berkeley, el mayor premio estudiantil de la academia, y una beca para continuar sus estudios en el Magdalen College, de Oxford, de donde se graduó en 1878.
En Oxford, Oscar se dio a conocer como un erudito de los clásicos y como un joven agudo, excéntrico, de un humor arrogante, pero también como poeta. En 1878 recibió el Premio Newdigate por un poema titulado “Ravenna”. Fue su primer éxito literario. En los años sucesivos publicó otros poemas en las revistas universitarias Kottabos y Dublin University Magazine. En esa época, además, falleció su padre.
Una vez culminada la universidad, Oscar regresó a Dublín, donde conoció y se enamoró de Florence Balcombe (1858-1937). La joven, sin embargo, se casó ese mismo año con el escritor irlandés Bram Stoker (1847-1912), por lo que Oscar, despechado, decidió marcharse para siempre al extranjero.
Wilde vivió durante los siguientes seis años entre Londres, París y Estados Unidos, y volvió a su ciudad natal únicamente en dos ocasiones, por motivos de trabajo.
Londres y el esteticismo
El primer destino de Wilde en su destierro autoimpuesto fue Londres. En los circuitos letrados y artísticos de la capital inglesa imperaba la corriente artística y filosófica del esteticismo, de la cual el autor irlandés era devoto desde sus tiempos universitarios. De hecho, su negativa a llevar un corte de cabello “masculino” y su vestimenta extravagante para la época tenían que ver con su afán de cultivar lo estético sin importar otro tipo de consideraciones.
Además, Wilde era un admirador de las obras de John Ruskin (1819-1900) y sobre todo Walter Pater (1839-1894), ambos ingleses, y procuraba obedecer su consigna del arte por el arte. Esto le permitió integrarse a los circuitos cultos londinenses y publicar en 1881 su primer libro, Poemas, donde se hallaban varios de sus textos de la época universitaria.
Este poemario fue muy bien recibido y en poco tiempo agotó sus primeros 750 ejemplares, lo cual permitió su reimpresión en 1882. Costeado por el propio Wilde, este libro dejaba en claro su filiación con poetas ingleses como Algernon Swinburne (1837-1909), Dante Gabriel Rossetti (1828-1882) y John Keats (1795-1821).
En poco tiempo, Wilde se convirtió en un personaje célebre y extravagante del circuito cultural londinense, y a la vez en el objeto de burla de quienes se oponían al esteticismo por considerar su compromiso supremo con el arte como algo “poco masculino”.
Así, por ejemplo, en el periódico Punch se publicaron sátiras en contra de Wilde, y los creadores de operetas W. S. Gilbert (1836-1911) y Arthur Sullivan (1842-1900), mejor conocidos como Gilbert & Sullivan, basaron en él su personaje Bunthorne, un “poeta carnal” (fleshly poet, en inglés), de su obra Patience de 1881.
El esteticismo fue un movimiento artístico inglés de finales del siglo XIX, cuyo postulado central era que el arte debía estar comprometido única y exclusivamente con la belleza; de modo que en su búsqueda debía pasar por encima de cualquier consideración de otra índole, ya sea moral, ética e incluso política. Este movimiento surgió como reacción a la corriente del utilitarismo que trajo consigo la Revolución Industrial y rescataba las consideraciones sobre la estética del filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804).
La gira en Estados Unidos de Oscar Wilde
Fue tal el éxito en Nueva York de Patience de Gilbert & Sullivan, opereta en la que hacían mofa del esteticismo, que el agente de talentos inglés Richard D’Oyly Carte (1844-1901) convenció a Wilde de asistir a un ciclo de conferencias en los Estados Unidos. Así, en 1882, Wilde llegó por primera vez a Nueva York, donde dictó la conferencia “El renacimiento inglés” (The English Renaissance) el 9 de enero en el Chickering Hall.
Las conferencias de Wilde, que se dieron también en Filadelfia, Boston y otras ciudades estadounidenses y de Canadá, tuvieron una acogida mediocre. En los diarios de la época se le tildó de “producto extranjero” que “difícilmente tendrá éxito en este país” (según The Nation).
Luego de un año en Estados Unidos, Wilde volvió a Londres y organizó sus propias conferencias, en las que disertaba respecto de su experiencia norteamericana. Allí, además, conoció a la hija del consejero de la Reina, Constance Lloyd (1859-1898) y durante una breve visita a Dublín en la que ambos coincidieron, le propuso matrimonio.
La boda tuvo lugar en Londres, en mayo de 1884, y la pareja tuvo dos hijos: Cyril (nacido en 1885) y Vyvyan Oscar (nacido en 1886). Wilde y su esposa estuvieron juntos hasta 1895.
De 1887 a 1889, Wilde trabajó como revisor del periódico vespertino Pall Mall Gazette, y después se convirtió en el editor de la revista femenina Woman’s World. En este lapso publicó El príncipe feliz y otros relatos, una colección propia de cuentos de hadas, y en 1890, una de sus obras más famosas: su única novela, El retrato de Dorian Grey. Esta última se publicó por partes en la revista Lippincott's Magazine y, al año siguiente, en forma de libro.
Las comedias de sociedad de Oscar Wilde
Entre 1890 y 1895, Wilde tuvo un éxito rotundo en el mundo de la dramaturgia, gracias a sus comedias de sociedad, con las que rescató y reformuló la moribunda comedia francesa y el pièce bien faite (“pieza bien hecha”). Con su enorme ingenio y su capacidad para el humor, Wilde creó una forma nueva de comedia que arremetió de lleno contra las hipocresías de la moral victoriana.
Su primera pieza ofrecida fue El abanico de Lady Windermere, de 1892, con la que obtuvo su primer éxito como dramaturgo. Ese mismo año intentó producir su obra escrita en francés, Salomé, en la que reinterpretaba de manera muy personal el mito bíblico, pero la censura victoriana se lo impidió. La pieza no se estrenó en Londres sino hasta 1931.
En 1893 apareció Una mujer sin importancia, luego Un esposo ideal y, en 1895, La importancia de llamarse Ernesto, considerada su obra maestra en el género. En esta pieza Wilde se burlaba de la moral victoriana a través de epigramas satíricos de apariencia falsamente trivial, tales como: “No pareces darte cuenta de que en la vida matrimonial tres son una compañía y dos no son nadie” (acto I, p. 33) o “Los parientes son simplemente un montón de gente aburrida, que no tienen ni el más remoto conocimiento de cómo hay que vivir ni el más leve instinto de cuándo deben morir” (acto I, p. 49).
En ese momento, Wilde se hallaba en la cima de su fama y popularidad como autor dramático.
El proceso contra Oscar Wilde y la cárcel de Reading
En 1891, Wilde había conocido al también escritor Lord Alfred Douglas (1870-1945), un noble escocés con el que trabó una relación sumamente estrecha. El padre de Douglas, el noveno marqués de Queensberry, veía con malos ojos la influencia de Wilde sobre su hijo y lo acusó públicamente de sostener con Alfred una relación homosexual, lo cual era no solo motivo de escándalo en la sociedad de la época, sino ilegal.
Aconsejado por su amigo y amante, Wilde entonces demandó al marqués por calumnias, esgrimiendo en su defensa la amoralidad del arte. Sin embargo, cuando la evidencia comenzó a marchar en su contra, el autor desestimó la demanda, pero fue después acusado de “sodomía y grave indecencia”. Aunque sus amigos lo instaron a exiliarse en Francia, Wilde se negó y enfrentó los cargos que se hacían en su contra.
En mayo de 1895, el jurado lo declaró culpable y lo sentenció a dos años de labores forzadas, la mayor parte de los cuales los sirvió en la cárcel de Reading (Reading Gaol). Allí ocupó la celda C-3-3 (identificación que luego usó como seudónimo) y, entre otras cosas, presenció el ahorcamiento de Charles Thomas Wooldridge (c. 1866-1896), un soldado de caballería que había asesinado a su esposa. Estos eventos marcaron profundamente a Wilde.
En Reading también escribió su De profundis: una carta dirigida a su amigo Douglas, en la que admite y relata con detalles la relación homosexual que tuvieron y le recrimina a su amante haber actuado en contra de sus intereses. Una versión muy editada de esta carta fue publicada póstumamente en 1905.
En 1897, tras ser liberado, Wilde se marchó a Francia. Estaba en bancarrota y su mujer se negaba a verlo o dejarle ver a sus hijos. Durante su exilio en Berneval o en Dieppe escribió su célebre Balada de la cárcel de Reading, un largo poema sobre las atroces condiciones de la cárcel de la época. Esta obra se publicó en 1898 bajo el seudónimo C33.
La sentencia de Wilde por homosexualidad fue particularmente severa porque se aspiraba a hacer de ella un ejemplo para Gran Bretaña y para el resto de Europa. En ese entonces, numerosos artistas homosexuales, como el pintor alemán Paul Höcker (1854-1910), sufrieron represalias similares y tuvieron que exiliarse de sus respectivos países.
La muerte y legado de Oscar Wilde
En Francia se reencontró y se reconcilió con Alfred Douglas, para indignación de los familiares de ambos. Vivieron unos meses en Nápoles, hasta que la familia del joven noble amenazó con cortarle los fondos y lo obligó a retornar a Gran Bretaña. Wilde, en cambio, pasó el resto de sus días en París, bajo el alias de Sebastian Melmoth.
En 1900, Wilde contrajo una infección de oído que se transformó en una aguda meningitis, y falleció inesperadamente el 30 de noviembre de 1900. Se dice que en sus momentos finales aceptó la fe católica y recibió los sacramentos.
Su obra, sin embargo, le sobrevivió. En 1908 se publicaron por primera vez sus textos completos, y al año siguiente su hijo Vyvyan Oscar, dedicado también a las letras y la traducción, publicó la parte inédita del De profundis.
Ese mismo año los restos de Wilde fueron trasladados al cementerio de Pére Lachaise, en París, que se ha convertido en un lugar de peregrinación. Su lápida ha sido cubierta de marcas de besos con lápiz labial.
La obra de Wilde se considera el punto cumbre de la literatura de la época victoriana, y está entre los clásicos más traducidos y publicados del mundo. Sus inteligentes críticas al conservadurismo y la hipocresía de la sociedad británica del momento han sido comprendidas y apreciadas tiempo después, y a pesar de su muerte miserable en el exilio, su figura ha sido reivindicada tanto en lo personal como en lo literario.
Frases célebres de Oscar Wilde
Algunas de las frases más célebres que se conservan de los escritos de Wilde son:
- “La única forma de librarse de la tentación es caer en ella”.
- “El hombre es menos él mismo cuando habla en su propia persona. Dale una máscara y te dirá la verdad”.
- “Algunos causan felicidad dondequiera que van; otros cuando se van”.
- “Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones”.
- “En este mundo solo hay dos tragedias: una, no conseguir lo que se necesita; otra, conseguirlo. Esta última es la verdadera tragedia”.
- “Ser natural es una pose muy difícil de mantener”.
- “La única diferencia entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho dura un poco más”.
- “El dandismo es la declaración de la absoluta modernidad en la belleza”.
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Referencias
- BBC News Mundo. (2022). “El trágico final de Oscar Wilde y otras cosas que quizás no sabías de uno de los autores más célebres de la historia”. https://www.bbc.com/
- Beckson, K. (2023). “Oscar Wilde (Irish author)”. The Encyclopaedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Douglas, Lord A. (2019). Oscar Wilde y yo. Trad. Marcelo Garguilo. Ediciones Granica.
- Harris, F. (1928). Vida y confesiones de Oscar Wilde (vol. 1). Trad. Ricardo Baeza. Biblioteca Nueva.
- Wilde, O. (1993). La importancia de llamarse Ernesto, El Abanico de Lady Windermere. Trad. Alfonso y José Sastre. Edaf.
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