Cleopatra

Te explicamos quién fue la reina Cleopatra VII, cómo llegó al trono del Antiguo Imperio egipcio y cómo se involucró en la guerra civil que dio origen al Imperio romano.

Cleopatra fue la última reina del Imperio egipcio y una de las más célebres de la Antigüedad.

¿Quién fue Cleopatra?

Cleopatra VII fue la última gobernante del Antiguo Egipto durante su periodo ptolemaico, es decir, antes de que se convirtiera en una provincia romana, y es una de las personalidades históricas más famosas de la Antigüedad. Se le atribuyen amoríos con los líderes romanos Julio César y Marco Antonio, así como un papel importante en la cuarta guerra civil romana (32 a. C. - 30 a. C.), tras la cual surgió el Imperio romano.

Su llegada al trono se produjo en un contexto de enfrentamientos y guerra civil, y luego gobernó Egipto durante veintiún años, compartiendo el trono con sus hermanos Ptolomeo XIII (de 51 a. C. hasta 47 a. C.) y Ptolomeo XIV (de 47 a. C. hasta 44 a. C.), y posteriormente con su hijo Ptolomeo XV o “Cesarión” (de 44 a.C. hasta 30 a. C.). 

A pesar de su importancia histórica, mucho de lo que se dice respecto a Cleopatra suele estar envuelto en la leyenda. Sobreviven pocos testimonios y representaciones de ella y su reinado, y la mayoría de los bustos, monedas y relieves en que aparece responden a la imaginación de sus respectivos autores, sobre todo porque Cleopatra fue objeto de campañas de propaganda y desprestigio, debido a su involucramiento en la política romana.
Tradicionalmente, a Cleopatra se le atribuyen una fuerte personalidad, grandes dotes para la seducción y una belleza sobrecogedora. Numerosas obras literarias, musicales o incluso cinematográficas la tienen como protagonista y han mantenido viva su figura en el imaginario contemporáneo.

La infancia de Cleopatra

Cleopatra Thea Filopator (del griego philopator, “la amada por su padre”) nació en la ciudad de Alejandría, en el Antiguo Imperio egipcio, alrededor del año 69 a. C. Era hija del monarca egipcio Ptolomeo XII Auletes (c. 112-51 a. C.) y, por lo tanto, heredera de la larga dinastía macedónica (esto es, griega) que gobernaba Egipto desde el siglo III a. C. 

Fue la segunda de los cinco hijos del monarca, junto a sus hermanas Berenice IV, Arsínoe IV, y sus hermanos Ptolomeo XIII y Ptolomeo XIV. Al igual que ellos, recibió una educación fundamentalmente helenística, o sea, orientada al legado griego, en su caso en manos de su tutor, Filóstrato el Egipcio. Aun así, Cleopatra se interesó especialmente por la lengua y la cultura egipcia desde niña.

Es probable que Cleopatra haya estudiado en el Museion (donde estaba la famosa Biblioteca de Alejandría), y haya accedido a la vasta tradición filosófica y retórica de la Antigua Grecia, o al registro de otras importantes antiguas reinas egipcias, como Sobekneferu (s. XVIII a. C), Hatshepsut (s. XVI a. C.) o la famosa Nefertiti (s. XIII a. C.).  
Allí también pudo aprender las numerosas lenguas que dominaba, como el árabe, el etíope, el arameo, el siríaco, el parto o el latín, reflejo de la población de la ciudad de Alejandría, capital del Imperio egipcio en esa época, donde los egipcios convivían con minorías segregadas de origen asiático, africano y mediterráneo.

La dinastía ptolemaica fue fundada por Ptolomeo I (c. 366-c.282 a. C.), un antiguo general de Alejandro Magno (356-323 a. C.), quien en 305 a. C. se coronó faraón de Egipto. Cleopatra fue la última descendiente del linaje de Ptolomeo, de modo que fue en realidad una monarca egipcia de ascendencia griega. Su nombre, de hecho, es herencia de la hermana de Alejandro Magno, Cleopatra de Macedonia (c. 353-308 a. C.).

El exilio de la familia real

Durante la dinastía ptolemaica, la República romana tenía una enorme influencia en el Imperio, por lo que a menudo su política tenía grandes repercusiones sobre lo que ocurría en Egipto. Ptolomeo XII, de hecho, hacía generosos esfuerzos diplomáticos por evitar la anexión de Egipto a los territorios romanos, como a menudo se propuso en el Senado romano de la época.

Es por ello que, alrededor del año 58 a. C., Ptolomeo XII guardó silencio cuando los romanos decidieron anexionarse la isla de Chipre. La pasividad del faraón lo hizo tremendamente impopular, al punto de generar disturbios en su contra y obligarlo a exiliarse en Grecia, Palestina y finalmente Roma. 

El trono vacante fue ocupado por su hija Berenice IV, hermana mayor de Cleopatra, quien de inmediato trabó relaciones con el senado romano y se proclamó faraona, oponiéndose al regreso de su padre al poder. 

Así inició un período de inestabilidad política en el Imperio egipcio, en el que Roma estuvo enormemente involucrada. En 57 a. C., Ptolomeo XII manejó sus contactos para pedir a Roma ayuda militar y así retomar el trono, cosa que se tradujo en una invasión militar desde la provincia romana de Siria, conducida por el gobernador Aulo Gabinio.

La invasión fue exitosa y Ptolomeo XII volvió al poder, su hija Berenice IV fue ejecutada y el Imperio asumió su deuda económica con Roma. Previendo alguna situación similar, el faraón hizo un testamento en el que nombraba como sucesores a sus hijos Ptolomeo XIII y Cleopatra. Esta última, al ser mujer pero ser mayor, actuaría como regente de su hermano hasta que tuviera la edad suficiente para asumir el trono.  

A comienzos de 51 a. C., Ptolomeo XII falleció y sus hijos Cleopatra y Ptolomeo XIII asumieron el trono. La noticia de la muerte del faraón anterior se mantuvo oculta de Roma, para evitar sus intervenciones en la política egipcia, y como era costumbre entre los monarcas ptolemaicos, los hermanos se casaron y aseguraron el trono.

La guerra civil en Egipto

El gobierno de Cleopatra hizo frente, desde el comienzo, a numerosas dificultades. Egipto estaba sumergido en una crisis, causada por la enorme deuda con Roma y por el impacto en la agricultura de la sequía y la baja inundación del Nilo, que trajeron consigo la hambruna. Además, las tropas romanas dejadas en Egipto (conocidas como Gabiniani, pues seguían las órdenes de Aulo Gabino) actuaban de manera incontrolable y anárquica.

Con apenas 18 años, Cleopatra enfrentó este panorama con sagacidad, obteniendo cada vez más poder de Egipto en solitario. Comenzó a firmar sus decretos como la única gobernante y a asimilar su imagen con la de Isis, la diosa egipcia, lo cual desató el resentimiento de su hermano y esposo Ptolomeo XIII, así como de sus aliados en el poder. La guerra civil no tardó en producirse.

En 48 a. C., el balance de las fuerzas se inclinó por el bando de Ptolomeo XIII, y Cleopatra tuvo que huir a la Siria romana. A Cleopatra se le hizo claro que para volver al poder requeriría el apoyo de Roma, sumergida a su vez en una guerra civil entre las fuerzas de Julio César (100-44 a. C.) y el cónsul Pompeyo (106-48 a. C.). 

Mientras Cleopatra comenzaba sus tratos con Julio César, las fuerzas de Pompeyo fueron derrotadas en la batalla de Farsalia (en agosto de 48 a. C.). El cónsul derrotado escapó a Egipto, buscando el apoyo de Ptolomeo XIII, pero en vez de eso fue capturado y ejecutado: su cabeza embalsamada fue ofrecida como obsequio a Julio César, quien se había asentado en Alejandría con un contingente de 4.000 soldados romanos.

Aunque la muerte de Pompeyo puso fin a la Segunda Guerra Civil Romana, Julio César decidió quedarse en Egipto tras constatar el estado crítico en que se hallaba la política del Imperio: no solo se enfrentaban Ptolomeo XIII y Cleopatra, sino que Arsínoe IV tenía aspiraciones al trono

Cleopatra y Julio César

El romance entre Cleopatra y Julio César forjó una alianza política y militar. Pintura de Jean-León Gérôme.

Decidida a arrear al líder romano hacia su bando, Cleopatra se infiltró en Alejandría para encontrarse secretamente con Julio César en el palacio. Historiadores de la época afirman que lo hizo a escondidas, dispuesta a conquistar el corazón del senador romano. Así comenzó un romance entre los dos líderes políticos.

Julio César intentó mediar entre las dos facciones egipcias, recurriendo al testamento de Ptolomeo XII y, por lo tanto, favoreciendo el liderazgo de Cleopatra. Incluso ofreció el retorno de Chipre a manos egipcias, para que fuera gobernado por Arsínoe IV y el menor de la familia, el aún niño Ptolomeo XIV. Pero el hermano de Cleopatra se negó a estas concesiones y ordenó la toma del palacio por la fuerza. 

Julio César insistió en la paz: envió mensajeros y diplomáticos para negociar con los líderes militares de Ptolomeo XIII, comandados por la propia Arsínoe IV, quien había escapado del palacio para sumarse a los rebeldes. Los emisarios, sin embargo, fueron ejecutados. Así se dio inicio a lo que se conoce como el sitio de Alejandría

En una serie de escaramuzas se enfrentaron las fuerzas de Julio César y Cleopatra, por un lado, y de Ptolomeo XIII y Arsínoe IV, por el otro. En clara desventaja militar, Cleopatra y su amante romano estuvieron atrapados en el palacio de Alejandría hasta el año siguiente, pues retenían a Ptolomeo XIII como prisionero. 

Por su parte, Arsínoe IV se hizo con el mando del ejército rebelde y se declaró a sí misma faraona. A través de una estratagema logró arrancarle a Julio César a su hermano Ptolomeo XIII, pero no pudo hacerse con el poder porque, a comienzos del 47 a. C., los refuerzos romanos llegaron a Alejandría para socorrer a Julio César. 

Las fuerzas romanas persiguieron a los rebeldes hasta las orillas del Nilo. Ptolomeo XIII falleció ahogado y Arsínoe IV fue capturada, conducida a Roma y después sentenciada a vivir en el exilio en Éfeso. Cleopatra entonces fue ratificada como soberana de Egipto con su hermano menor, Ptolomeo XIV, como corregente. Los hermanos celebraron un matrimonio simbólico, pero Julio César continuó visitando a Cleopatra en calidad de amantes durante los meses venideros.

Mucho se ha escrito sobre el amor entre el César y Cleopatra, sobre los viajes que emprendieron juntos por las riberas del Nilo, y del hijo que engendraron y que Cleopatra llamó Ptolomeo XV  Filópator Filómetor César, a quien sus coterráneos apodaron “Cesarión” (“pequeño César”). Julio César, casado con una dama romana, manejó el asunto con la mayor discreción posible.  

La amistad entre Julio César y Cleopatra se extendió a lo largo de los años siguientes. Los monarcas egipcios visitaron Roma a finales del 46 a. C. y fueron recibidos por el Senado con el título de socius et amicus populi Romani (“aliados y amigos del pueblo romano”). Incluso, hubo una estatua de oro de Cleopatra en el templo de Venus Genetrix, construido en el foro de César a finales de ese mismo año.

Cleopatra estuvo en Roma cuando Julio César fue asesinado en marzo de 44 a. C. y permaneció allí hasta el mes siguiente, con la esperanza de que su hijo fuera reconocido como heredero del César. Cuando eso no ocurrió, volvió a Egipto decidida a un nuevo plan: envenenó a su esposo y hermano Ptolomeo XIV, y proclamó en su lugar a su hijo, Ptolomeo XV César, como corregente.

El asesinato de Julio César es uno de los episodios más estudiados de la historia de la Antigua Roma. A pesar de tratarse de un líder hábil y popular, Julio César había acumulado mucho poder en la República, y algunos senadores temían que restaurase la monarquía y se proclamase emperador. Ello motivó la conspiración en su contra que, paradójicamente, condujo a la república en una nueva guerra civil de la cual emergió victorioso Octavio (63 a. C.-14 d.C.), quien bajo el nombre de “Augusto” se convirtió en el primero de los emperadores romanos.

Cleopatra y Marco Antonio

Cleopatra y Marco Antonio se conocieron en el barco de la reina, en Anatolia. Pintura de Lawrence Alma-Tadema.

Tras la muerte de Julio César, el Segundo Triunvirato romano se dedicó a pacificar la república y perseguir a sus asesinos. El encargado de esta labor fue el antiguo cónsul Marco Antonio (83-30 a. C.), uno de los más estrechos colaboradores de Julio César, convertido en ese entonces en el hombre fuerte de la política romana. Sin embargo, la república estaba nuevamente dividida: Marco Antonio controlaba el oriente y Octavio el occidente del territorio romano.

A comienzos del 41 a. C. Marco Antonio solicitó la presencia de Cleopatra en su cuartel general de Tarso, en Anatolia (actual Turquía), para determinar su papel en la muerte del César. La reina vio en la ocasión la oportunidad de limpiar su nombre, pues se decía en ese entonces que había apoyado la conspiración contra el César.

Cleopatra zarpó rumbo a Anatolia y recibió al general romano en su barco, donde le ofreció un lujoso banquete durante dos noches. Sus encantos no solo convencieron a Marco Antonio de su inocencia en la conspiración contra el César, sino también de la conveniencia de ejecutar a su hermana Arsínoe IV, exiliada en Éfeso. Además, lo invitó a visitarla en Alejandría, cosa que el romano hizo a finales de ese mismo año.

En Egipto, Marco Antonio fue muy bien recibido, sobre todo porque no trató a Cleopatra como una reina vasalla, sino como a un monarca independiente. Así comenzó el romance clandestino entre Marco Antonio y Cleopatra, fruto del cual la reina egipcia dio a luz a dos gemelos: Alejandro Helios y Cleopatra Selene II, a quienes el romano reconoció formalmente. 

En 40 a. C. Marco Antonio partió de Egipto. En el interín, la esposa de Marco Antonio, Fulvia, y su hermano Lucio Antonio iniciaron la Guerra de Perusia, con el plan de derrotar a Octavio y hacer de Marco Antonio el único gobernador del territorio romano. Ambos fracasaron y fueron exiliados, tras lo cual Fulvia murió en Grecia, tratando de volver a Siria con su marido. 

Se produjo entonces una paradójica negociación de paz entre Octavio y Marco Antonio: los caudillos redistribuirían el territorio bajo su control, pero Marco Antonio debía casarse con la hermana de Octavio, Octavia la menor. El matrimonio se produjo y Octavia quedó pronto encinta. Esto fue vivido por Cleopatra como una humillación.

Aun así, la reina egipcia acudió al llamado de Marco Antonio en 37 a. C. Convencido de que la paz con Octavio era imposible, Marco Antonio solicitó el apoyo de Egipto para conquistar el Imperio parto. A cambio, Cleopatra pidió el retorno a manos egipcias de grandes porciones de Siria, Fenicia y Jericó. 

Este acuerdo y estas cesiones territoriales jugaron en contra de Marco Antonio. Octavio capturaba la opinión pública, alegando que su rival ganaba favores con una reina extranjera sacrificando territorio romano. Además, la campaña contra los partos fue un completo desastre, tras la cual Marco Antonio regresó a Alejandría, a tiempo de conocer a su tercer hijo con Cleopatra, llamado Ptolomeo Filadelfo.

En algún momento, en los años siguientes, Marco Antonio y Cleopatra finalmente se casaron. Su vida en pareja se dio entre los más extravagantes lujos, conforme expandían su influencia conjunta hacia los territorios del este, como Armenia.

La derrota de Marco Antonio

Las tensiones entre los dos bandos políticos romanos, el de Octavio y el de Marco Antonio, continuaron en rápido ascenso durante los años siguientes, hasta desencadenar en una mutua guerra de propaganda encarnizada. Cleopatra también se vio atacada, comparada con Helena de Troya y acusada de hechicería. Por su parte, Marco Antonio intentó convencer a la opinión pública de que Cesarión, el hijo de Cleopatra, era el verdadero heredero de Julio César. 

Finalmente, en 32 a. C., la guerra civil se desató y los ejércitos se enfrentaron. En el conflicto se vieron involucrados no solo el Imperio egipcio, sino también otros reinos vasallos en el este. La batalla final por el control de la república romana, entonces, tuvo lugar en la localidad de Accio, frente al golfo de Ambracia en el noroeste de Grecia.

El 2 de septiembre de 31 a. C., la flota de Cleopatra y Marco Antonio hizo frente a la de Octavio, comandada por Marco Agripa (c. 63-12 a. C.). El resultado del encuentro fue desastroso para los egipcios, y Cleopatra y su esposo romano tuvieron que batirse en retirada. Cleopatra volvió a Alejandría, y Marco Antonio partió a Cirene con la intención de reclutar más tropas y reemprender la lucha.

Mientras Octavio tomaba las ciudades griegas y avanzaba hacia el Este, muchos de los reinos aliados de Marco Antonio comenzaron a desertar su bando y a plegarse al bando victorioso. Cleopatra intentó infructuosamente negociar una tregua, pero las tropas octavianas se dispusieron a invadir Egipto en la primavera del 30 a. C

La derrota egipcia fue veloz: el 1 de agosto, ya la flota y la caballería de Marco Antonio se habían rendido. Cleopatra se retiró a su tumba y le envió un mensaje a su esposo anunciándole su inminente suicidio. Desesperado, Marco Antonio se quitó la vida con su puñal. Se dice que aún estaba vivo cuando fue arrastrado al sarcófago de Cleopatra, y que antes de morir le pidió a la reina que hiciera las paces con Octavio.

Cleopatra embalsamó y sepultó a Marco Antonio en su tumba, poco antes de que las tropas de Octavio tomaran por asalto Alejandría. 

El suicidio de Cleopatra

Según la leyenda, Cleopatra se suicidó dejándose morder por una serpiente venenosa. Obra de Guido Cagnacci.

Cuando Octavio tomó el palacio real de Alejandría y arrestó a los hijos de Cleopatra, la reina no tuvo más alternativas que la rendición. Su única petición fue no ser exhibida en Roma como un trofeo de guerra, a lo que inicialmente Octavio accedió. 

Sin embargo, días después, supo por un confidente que Octavio preparaba su traslado a Roma. Cleopatra, entonces, optó por el suicidio, ingiriendo veneno o, según otras versiones, dejándose morder por una áspid o cobra egipcia. La última reina del Imperio egipcio falleció en agosto de 30 a. C., a los 39 años de edad.

Tras la muerte de Cleopatra, el Antiguo Imperio egipcio pasó a ser una provincia romana más. Cesarión, hijo de Cleopatra y Julio César, fue engañado para hacerle volver a Alejandría, bajo falsas promesas de coronación por parte de Octavio. Allí fue capturado y ejecutado. En el año 27 a. C., menos de tres años después, Octavio asumió el nombre de Augusto y se convirtió en el primer emperador romano. 

El suicidio de Cleopatra ha sido motivo de numerosas especulaciones y representaciones artísticas. Su imagen, además, se conserva en monedas, estatuas y frescos desde la antigüedad, aunque casi siempre a la luz de la propaganda romana en su contra. 

Hoy en día, Cleopatra es considerada como una importante lideresa del mundo antiguo y una mujer hábil, inteligente, que supo manejarse en un mundo dominado por los hombres para favorecer sus ambiciones.

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Referencias

  • Blakemore, E. (2023). ¿Quién fue realmente Cleopatra? National Geographic. https://www.nationalgeographicla.com/ 
  • García de Quevedo, M. (2004). “Cleopatra VII, de Cicerón a Shakespeare: desarrollo del mito romántico”. Gerión Anejos (VIII), pp. 125-139.
  • Novillo López, M. (2013). Breve historia de Cleopatra. Nowtilus.
  • Tyldesley, J. (2023). Cleopatra (queen of Egypt). The Encyclopaedia Britannica. https://www.britannica.com/ 
  • Roller, D. (2010). Cleopatra: A Biography. Oxford University Press.

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Farías, Gilberto (30 de diciembre de 2023). Cleopatra. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 5 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/cleopatra/.

Sobre el autor

Autor: Gilberto Farías

Licenciado en Letras (Universidad Central de Venezuela)

Fecha de actualización: 30 de diciembre de 2023
Fecha de publicación: 7 de noviembre de 2023

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