Te explicamos qué es la responsabilidad y cuál es el origen de este concepto. Además, las definiciones de responsabilidad según filósofos reconocidos.
¿Qué es la responsabilidad?
La responsabilidad (del latín responsum, “responder”) es un valor moral que se estudia desde la ética. Ser responsable implica la posibilidad de dar una respuesta coherente, por medio de acciones u omisiones, a las decisiones que se toman. La responsabilidad implica poder responder a los propios actos.
Una persona responsable es aquella que, a la hora de tomar una decisión de manera consciente, tiene la capacidad de asumir las consecuencias que dicha decisión conlleve y, así, responder con coherencia, cuando sea necesario.
Para el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), la responsabilidad es la virtud que posee un individuo para concebir de forma libre y consciente la máxima cantidad de actos posibles de su conducta que pueda postular como universales. Esta posibilidad de concebir los actos a fin de universalizarlos se relaciona de manera directa con el imperativo categórico kantiano. Kant postula que el imperativo que debe regir al acto ético o moral debe poder llevarse a máxima universal. Es decir, debe poder ser acatado por todos los individuos.
- Ver además: Ética
Etimología de “responsabilidad”
La palabra “responsabilidad” viene del latín responsum, que significa “responder”. De allí la idea de que la responsabilidad es la “habilidad para responder”. Responsum viene del verbo latino respondere, que significa “dar correspondencia a lo prometido”. El prefijo -re implica la reiteración de -spondere, que es “prometer” y “obligarse a algo”, “comprometerse”.
El significado etimológico de responsabilidad como “responder” se ha conservado en la mayoría de las lenguas latinas. Mientras en castellano se le llama “responsabilidad”, en inglés se le dice responsability, que es un préstamo latino, y en alemán se dice Verantwortung, que viene de Antwort, que significa “respuesta”.
La responsabilidad ética
La responsabilidad ética es una categoría que debe circunscribirse al ámbito moral, por lo que muchas veces se la separa de zonas limítrofes, como puede ser el ámbito social o el derecho penal. Se suele identificar a la responsabilidad con una categoría política o jurídica. Sin embargo, la responsabilidad no es del carácter de lo comunitario, sino que atañe estrictamente al individuo. No puede generalizarse a un colectivo, ya que no se hereda ni se contagia por circunstancia o contexto de pertenencia.
Una forma de caracterizar a la responsabilidad ética es a través de su rasgo activo, es decir, no existe la posibilidad de ser sujeto pasivo de la responsabilidad. Esta requiere necesariamente una participación activa ante un hecho determinado y, en todo caso, la toma de una posición a favor de una u otra perspectiva. Incluso la responsabilidad por omisión, si la omisión es activa, consiste en un acto de responsabilidad ética, en tanto se elige no actuar de una determinada manera por responsabilidad moral.
El filósofo alemán Hans Jonas (1903-1993) sostiene que la responsabilidad tiene al poder como una condición necesaria. El poder es conditio sine qua non del volverse responsable. Jonas señala que, en el caso de la responsabilidad ética, no es suficiente el aspecto volitivo, es decir, del querer o la voluntad, sino que el acto responsable debe ir acompañado por el poder. Volverse responsable implica la capacidad potencial de llevarlo a cabo.
Por otro lado, y en una misma relación con el poder, aunque en sentido adverso, no hay relación entre las intenciones y la responsabilidad. Para que una intención vuelva a un sujeto responsable, debe pasar al mundo de los hechos, es decir, debe fenomenalizarse. Al mismo tiempo, las consecuencias no intencionadas de un acto sí conllevan un grado de responsabilidad, en tanto participan de manera activa en el mundo de los hechos.
La responsabilidad existencialista
Jean-Paul Sartre (1905-1980), filósofo francés y padre del existencialismo, es el autor de la máxima que sostiene que la existencia precede a la esencia. Esto significa que no hay una forma predeterminada de ser humano, sino que se nace a modo de proyecto. La construcción de lo que cada individuo es se da a lo largo de toda una vida de decisiones y actos.
En este sentido, si la existencia precede a la esencia, entonces cada cual es, necesariamente, responsable de lo que es. El primer paso del existencialismo es colocar al ser humano en posesión de sí mismo. Esto implica que cada vez que toma una decisión, la debe hacer con la responsabilidad suficiente de quien está eligiendo cómo quiere ser y, en última instancia, cómo tienen que ser los demás.
De este modo, y como indica Sartre en su obra El existencialismo es un humanismo, la responsabilidad de elegir, bajo esta concepción, es y no es individual. En un sentido lo es, ya que cada cual toma una decisión para sí. Sin embargo, la responsabilidad excede a la propia persona, ya que compromete a la humanidad entera. Para cada individuo, construirse como persona implica cómo cree que cada persona debe ser, y por lo tanto, su responsabilidad es actuar no por lo que más le conviene, sino por el mejor ejemplo que puede dar.
La responsabilidad levinasiana
Emmanuel Lévinas (1906-1995), filósofo lituano que se radicó en Francia, es uno de los pensadores contemporáneos que más ha contribuido a la ética. En muchas ocasiones, sostuvo que la filosofía primera no es la metafísica sino la ética, en tanto la mayor preocupación filosófica que se puede asumir es la de la alteridad (el otro).
En este sentido, su propuesta filosófica constituye un conjunto de relaciones entre la responsabilidad y la alteridad. Lévinas advierte que, para poder salir del ser cartesiano, solipsista, “en sí y para sí”, es necesario el encuentro ético con el “otro”. Esto significa que el ser cartesiano, que es el ser que está encerrado en sí mismo y no tiene acceso a los demás o al mundo, necesita del encuentro con el otro para romper su aislamiento.
Continuando a Fiódor Dostoievski, quien afirma que todos son responsables de todo y de todos ante todos, Lévinas sostiene que el contenido ético originario en la relación de un individuo con el otro es la responsabilidad. Esta responsabilidad, no obstante, debe tener un grado de gratuidad, no debe exigir una reciprocidad: el otro hace a mi yo responsable de él, pero eso no convierte al otro en responsable de mí.
Es por esto que afirma que, para poder sostenerse en la propia persona, para que alguien pueda decir “yo”, debe aceptar que no puede sustraerse a la responsabilidad. Todo el edificio de la creación reposa en las espaldas de cada individuo, sostiene Lévinas. Ya en Ética e Infinito escribe, además, que la responsabilidad es la estructura esencial y primera de la subjetividad. Yo soy, dice, ante todo, responsable infinitamente del otro.
Referencias
- KANT, I. (2002), Fundamentación para una metafísica de las costumbres (ed. R. R. Aramayo), Alianza Editorial, Madrid.
- CRUZ, M. (1999), “Acerca de la necesidad de ser responsable”, en CRUZ, M. y ARAMAYO, R. R., El reparto de la acción. Trotta, Madrid, pp. 11-23.
- Sartre, J. P. (2006). El existencialismo es un humanismo (Vol. 37). UNAM.
- Levinas, E. (1999). Totalidad e infinito: ensayo sobre la exterioridad. In Totalidad e infinito: Ensayo sobre la exterioridad (pp. 315-p).
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