Te explicamos qué fue la Constitución española de 1931. Además, el contexto histórico, su historia y características principales.
¿Qué fue la Constitución española de 1931?
La Constitución de 1931 fue la carta magna de la Segunda República española. Fue promulgada por las Cortes Constituyentes el 9 de diciembre de 1931 y reemplazó a la antigua Constitución de 1876, que había quedado sin efecto tras ser suspendida por la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930).
La Constitución de 1931 constaba de 125 artículos, distribuidos en nueve títulos (más un título preliminar), y dos disposiciones transitorias. La letra de la Constitución reconocía a España como una república democrática, que ya en abril de 1931, al ser proclamada la Segunda República, había abandonado la dictadura y la monarquía.
Además, proclamaba que la soberanía emanaba del pueblo e incluía derechos políticos y sociales. También garantizaba la libertad de culto, eliminaba el auxilio económico del Estado a las instituciones religiosas y prohibía a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza.
La Constitución de 1931 estuvo vigente hasta el 1 de abril de 1939, cuando el bando franquista venció en la guerra civil española (1936-1939) y la Segunda República dejó de existir.
- Ver además: Constitución española de 1812
El contexto histórico
La proclamación de la Segunda República
La Segunda República fue proclamada el 14 de abril de 1931, tras el triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales de las grandes ciudades de España. La amplitud del movimiento popular provocó que el rey Alfonso XIII, aislado y sin apoyos, se exiliara.
Inmediatamente se creó un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora y formado por republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas. El gobierno debía dirigir el país hasta que unas nuevas Cortes Constituyentes dieran forma al nuevo régimen mediante una constitución.
No obstante, el nuevo gobierno tuvo que responder desde un principio al ansia general de reformas. Adoptó algunas medidas para la reforma agraria, inició reformas laborales y militares, aprobó legislación educativa y puso en marcha el estatuto provisional de autonomía de Cataluña.
La promulgación de la Constitución española de 1931
El ambiente social durante los primeros meses del gobierno provisional se agitó rápidamente. La CNT (Confederación Nacional del Trabajo), de ideología anarquista, promovió una amplia campaña de huelgas, y los enfrentamientos entre la Iglesia y el nuevo gobierno fueron inmediatos.
El sector más conservador de la Iglesia, encabezado por el cardenal Pedro Segura, puso todo tipo de trabas al nuevo ejecutivo. Resurgió el anticlericalismo, que tenía una larga historia en España, y en mayo de 1931 diversas iglesias y conventos fueron asaltados y quemados. La opinión pública católica se alejó desde un primer momento del nuevo régimen republicano.
Finalmente, en junio de 1931, tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes en un ambiente de relativa tranquilidad. Las urnas dieron una clara mayoría a la coalición republicano-socialista. La nueva constitución, aprobada el 9 de diciembre de 1931, reflejó las ideas de esta mayoría.
Características de la Constitución española de 1931
Estas son las principales características de la Constitución de 1931:
- República democrática. Se declaró al nuevo Estado español como una “República democrática de trabajadores de todas clases”.
- Soberanía popular. Se afirmó que todos los poderes de la República emanan del pueblo.
- Bandera. Se confirmó la adopción de la bandera roja, amarilla y morada como bandera nacional.
- Sufragio universal masculino y femenino. Tras un largo debate en las Cortes, se consagró el sufragio universal y las mujeres españolas obtuvieron por primera vez el derecho de voto.
- Extensa declaración de derechos y libertades. Además de proclamarse derechos políticos, se negaron privilegios por razones de naturaleza, filiación, sexo, clase social, riqueza, ideas políticas o creencias religiosas y se afirmaron derechos civiles como el divorcio y la equiparación de hijos legítimos e ilegítimos (es decir, nacidos dentro y fuera del matrimonio).
- Derecho a la educación. Se estableció la obligación y gratuidad de la enseñanza primaria, administrada por el Estado y de carácter laico, así como la competencia exclusiva del Estado en la expedición de títulos académicos y profesionales.
- Protección del trabajo. Se definió al trabajo como una obligación social y se estableció que la legislación estatal debía asegurar condiciones dignas y prestaciones sociales a todo trabajador.
- Poderes del Estado.
- El poder legislativo quedó a cargo de unas Cortes unicamerales, llamadas Cámara de los Diputados.
- El poder ejecutivo recayó, por un lado, en un presidente de la República, elegido por las Cortes y por un número de compromisarios (elegidos por los ciudadanos), y por otro lado, en un jefe del Gobierno (o presidente del Consejo de Ministros), nombrado por el presidente de la República pero que debía contar con la aprobación de las Cortes.
- El poder judicial quedó en manos de los tribunales de justicia y del Tribunal Supremo, cuyo presidente debía ser nombrado por el presidente de la República.
- Autonomía de las regiones. Por primera vez en la historia de España, se estableció el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía. La República fue definida como “un Estado integral, compatible con la autonomía de los municipios y las regiones”.
- Laicismo. En lo relativo a la cuestión religiosa, se estableció un Estado laico: separación de la Iglesia y el Estado, eliminación del presupuesto para el culto y el clero, prohibición a las órdenes religiosas de ejercer la educación, libertad de conciencia y de cultos.
La Segunda República tras la promulgación de la Constitución de 1931
El bienio reformista (1931-1933)
Tras aprobarse la Constitución en diciembre de 1931, se inició un nuevo período con un gobierno constitucional presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierda y socialistas. Niceto Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República. Así comenzó el bienio reformista (1931-1933).
El gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas en un contexto económico desfavorable, marcado por el aumento del desempleo. Estas fueron sus principales medidas:
- Reformas laborales. Iniciadas desde el Ministerio del Trabajo por el socialista Francisco Largo Caballero, buscaban favorecer la posición de los trabajadores y sindicatos con la reglamentación de las relaciones laborales y medidas como la protección del derecho de huelga. Encontraron la oposición de los empresarios y críticas de la CNT (por ejemplo, a los mecanismos de conciliación).
- Reforma educativa. Se inició un amplio programa de construcción de escuelas y contratación de maestros. Se implementó la enseñanza mixta. La religión dejó de ser una asignatura obligatoria, lo que agudizó el enfrentamiento con la Iglesia.
- Reforma militar. Con el objetivo de garantizar la fidelidad del ejército al nuevo régimen republicano y propiciar la reducción del número de jefes y oficiales, se exigió el juramento de fidelidad a la República, y quienes se negaran podían optar por el retiro voluntario con paga completa.
- Reforma agraria. Se aprobó en 1932 la Ley de Bases de la Reforma Agraria. Con ella se buscaba el reasentamiento de campesinos sin tierra en latifundios insuficientemente explotados. Su aplicación fue un fracaso y muy pocos campesinos se beneficiaron de la ley. Esto provocó una decepción generalizada entre el campesinado, en un contexto económico de desempleo creciente.
La oposición al gobierno republicano-socialista
La derecha tradicional quedó desorganizada tras la proclamación de la República y durante los primeros meses del nuevo régimen. La oposición conservadora quedó restringida a las asociaciones patronales, como la Unión Económica Nacional, y al Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux. Este partido de centro-derecha dirigió la oposición al gobierno en las Cortes.
Por otro lado, la izquierda revolucionaria manifestó su descontento con el nuevo gobierno. La CNT, con más de un millón de afiliados, siguió la línea marcada por la Federación Anarquista Ibérica (FAI), y el minoritario Partido Comunista de España (PCE) adoptó una línea radical, defendida en aquel momento por Iósif Stalin (líder de la Unión Soviética) y la Komintern (Internacional Comunista).
La crisis económica, las manifestaciones de descontento propiciadas por la CNT y la negativa de las asociaciones patronales a las reformas promovidas por el gobierno republicano-socialista llevaron a fuertes tensiones sociales. Los enfrentamientos entre huelguistas y la Guardia Civil fueron frecuentes y a menudo violentos.
El desgaste del gobierno republicano-socialista
El debate sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña y la Ley de Reforma Agraria en las Cortes provocó la oposición de las fuerzas de derecha. Los conservadores recurrieron al tradicional método de la insurrección militar.
El general José Sanjurjo intentó un golpe de Estado militar en Sevilla en agosto de 1932, conocido como la Sanjurjada. Mal preparada y con desigual apoyo en el ejército, fracasó. La reacción de las fuerzas que apoyaban al gobierno fue inmediata: las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía de Cataluña. En este territorio, la Esquerra Republicana de Catalunya, dirigida por Francesc Maciá, triunfó en las primeras elecciones autonómicas.
Pese al fracaso de Sanjurjo, el gobierno republicano-socialista daba muestras de un claro desgaste. En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas de enero de 1933, en los que la Guardia de Asalto sitió y asesinó a un grupo de campesinos anarquistas.
El escándalo por los sucesos de Casas Viejas llevó al gobierno a convocar nuevas elecciones en noviembre de 1933. Para estas elecciones, la derecha se había reorganizado. Tres nuevos grupos se presentaron a los comicios:
- Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por José María Gil Robles, que constituía el grupo mayoritario y era auspiciada por la Iglesia católica.
- Renovación Española, dirigida por José Calvo Sotelo, en la que se agruparon los monárquicos.
- Falange Española, la versión española del fascismo, dirigida por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera.
Mientras tanto, la izquierda se presentó fragmentada en múltiples grupos y los anarquistas llamaron a la abstención. Las elecciones dieron la victoria a los grupos conservadores: el Partido Republicano Radical (liderado por Lerroux) y la CEDA.
El triunfo conservador fue desafiado por una insurrección anarquista que fue sofocada y tuvo como resultado más de cien muertos. De este modo se inauguró el bienio radical-cedista (1934-1936).
El fin de la Segunda República y de la Constitución de 1931
Durante el bienio radical-cedista, la CEDA intentó introducir una reforma en la Constitución para, entre otras modificaciones, permitir la enseñanza impartida por órdenes religiosas. Sin embargo, la falta de consenso con el Partido Republicano Radical impidió que la reforma prosperara.
Las nuevas elecciones celebradas en febrero de 1936 dieron la victoria al Frente Popular, una coalición de izquierda, y en julio de 1936, un golpe de Estado contra el gobierno republicano provocó el comienzo de la guerra civil española.
La victoria del bando sublevado, encabezado por el general Francisco Franco, el 1 de abril de 1939 marcó el fin de la Segunda República y dejó sin efecto la Constitución española de 1931. En adelante, el régimen franquista se rigió por las Leyes Fundamentales del Reino, un conjunto de leyes que organizaban el modelo autoritario de gobierno instaurado por Franco.
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Referencias
- Carr, R. et al. (2022). Spain. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Congreso de los Diputados (s.f.). Constitución de 1931. Portal oficial del Congreso de los Diputados. https://www.congreso.es/
- González Calleja et al. (2021). La Segunda República española. Tercera edición. Pasado y Presente.
- Juliá, S. (2009). La Constitución de 1931. Iustel.
- López Villaverde, A. L. (2017). La Segunda República (1931-1936). Las claves para la primera democracia española del siglo XX. Sílex.
- Varela Suanzes-Carpegna, J. (2020). Historia constitucional de España. Marcial Pons.
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