Textos literarios

Te explicamos qué es un texto literario y cuáles son sus características. Además, qué tipos de textos literarios existen y algunos ejemplos.

Textos literarios
El conjunto de los textos literarios de la humanidad conforman la tradición literaria.

¿Qué son los textos literarios?

Los textos literarios son aquellas composiciones orales o escritas que obedecen a fines e intenciones artísticas, es decir, que se leen y se producen con el objetivo de entretener y educar el espíritu. Estos textos se clasifican en los llamados “géneros literarios”, que son las formas literarias reconocidas en un momento dado de la historia, como son actualmente la narrativa, la poesía y la dramaturgia.

La creación de textos literarios es una actividad que ha acompañado al ser humano desde épocas remotas. Su origen se encuentra en los cantos rituales, las dramatizaciones religiosas y las narraciones épicas con las que los pueblos antiguos expresaban su concepción del universo y su punto de vista respecto de sí mismos. Sin embargo, con el tiempo, estas manifestaciones culturales adquirieron mayor sofisticación y acabaron separándose del misticismo y la religión, para convertirse en formas artísticas independientes.

Al conjunto de los textos literarios de la humanidad se los conoce como “literatura” o “tradición literaria”. Como ocurre con otras formas de arte, las grandes manifestaciones literarias universales constituyen parte importante del patrimonio artístico e histórico de la humanidad, pues sus relatos, descripciones y escenarios reflejan no solo la creatividad, la subjetividad y el punto de vista original del autor, sino también las condiciones sociales, políticas y económicas de su época.

Características de los textos literarios

En general, los textos literarios se caracterizan por lo siguiente:

Tienen una intención artística

A diferencia de otras formas de textos, los escritos literarios ofrecen al lector una experiencia de tipo estético, moral o espiritual, en lugar de la adquisición de un conocimiento o una información específica, como ocurriría, por ejemplo, con la lectura de un periódico o de las instrucciones para usar un electrodoméstico.

En este sentido, la literatura carece de fines prácticos, es decir, no tiene una utilidad determinada, más allá del placer estético o la invitación al lector a reflexionar sobre un tema moral, espiritual o social. Por eso, el autor británico Oscar Wilde afirmaba que el arte es “profundamente inútil”, ya que no cumple con cometido pragmático alguno en la vida de sus lectores, como no sea el enriquecimiento espiritual o el entretenimiento.

Son fruto de la subjetividad

El texto literario tiene que ver con dos sensibilidades distintas: la del autor que lo produce y la del lector que lo lee. Ello se debe a que el texto literario se permite libertades y formas de expresión que no tendrían lugar en textos de otra naturaleza, y a que privilegia la transmisión de un punto de vista subjetivo y de símbolos cuya interpretación queda de parte de quien lee.

De allí que un texto literario no tiene un único mensaje ni una verdad última que transmitir, sino que implica un conjunto de símbolos, metáforas e ideas que pueden o no ser captadas por el lector. Es más, pueden o no haber sido planificadas por el propio autor.

Captan el espíritu de la época

Los textos literarios le dan nombre y voz al llamado “espíritu de la época”, que no es más que el sentir colectivo de una comunidad o incluso una civilización entera durante un período específico de la historia. Por ejemplo, las novelas existencialistas de autores como Jean Paul Sartre (1905-1980) y Albert Camus (1913-1960) representan el pesimismo y la depresión posterior a las dos guerras mundiales a mediados del siglo XX.

Hacen un uso particular del lenguaje

En los textos literarios, el manejo del lenguaje es particular, diferente al del lenguaje cotidiano. El lenguaje literario puede permitirse rupturas con la norma gramatical (algo muy frecuente en la poesía, que privilegia el ritmo a la norma) y otras licencias con fines estéticos. En ese sentido, el “estilo” de un escritor es su manera particular y original de emplear el lenguaje.

Esto no significa que el lenguaje cotidiano esté exento de juegos, metáforas y otros giros retóricos y poéticos. La diferencia está en que en el lenguaje cotidiano estos recursos se utilizan con la intención de hacerse entender o fomentar un vínculo más estrecho entre los interlocutores, mientras que en el texto literario se emplean sin otra motivación que el embellecimiento del texto.

Recurren a la imaginación y la verosimilitud

Los textos literarios son, en su mayoría, obras de ficción, esto es, fruto de la imaginación y la inventiva del autor, quien reelabora la realidad conforme a su mirada particular del mundo y sus sensibilidades específicas. Esto se hace muy obvio en la narrativa y la dramaturgia, donde a menudo se cuentan anécdotas que no ocurrieron en la realidad o que tienen lugar en mundos de fantasía. Pero también ocurre en la poesía, ya que las descripciones y elaboraciones del poeta forman parte de una mirada enteramente subjetiva, es decir, imaginaria, alejada de la descripción real de las situaciones.

Por otro lado, a pesar de su naturaleza ficcional o imaginativa, los textos literarios son siempre verosímiles, es decir, creíbles. Su funcionamiento depende de un pacto de suspensión de la incredulidad que se establece entre el autor y el lector: quien lee se compromete a abordar el texto como si fuera cierto, a pesar de que conscientemente sepa que no lo es; y a cambio, el autor le promete construir el texto de manera tal que el artificio se sostenga hasta la última página, sin traicionar sus propias reglas y sin hacer obvio su carácter imaginario.

Se legitiman históricamente

Los textos literarios perduran en el tiempo, transmitidos de generación en generación, debido a que se los considera valiosos, pertinentes e importantes para la educación de los ciudadanos futuros. Sin embargo, dicha importancia no está establecida por la obra ni por el autor, sino por los lectores especializados y otras instancias de legitimación, como la crítica literaria. Son los críticos literarios y los profesores de literatura quienes eligen qué textos perdurarán y cuáles se dejarán de lado en una época específica; cuáles son valiosos para la sensibilidad del momento y cuáles no. A su vez, este criterio podrá ser modificado en el futuro, y así es posible que muchos textos que no se creían importantes sean más tarde recuperados y revalorados. Por esta razón, puede decirse que la literatura es una construcción de tipo histórico.

Tipos de textos literarios

textos literarios
Los géneros literarios contemporáneos son tres: narrativa, poesía y dramaturgia.

Los textos literarios se suelen organizar, de acuerdo a su contenido y estructura, en un conjunto de géneros, es decir, de categorías convencionales que varían con el tiempo y que responden a la época. En la actualidad, estos géneros son los siguientes:

  • Narrativa. Consiste en la presentación al lector de un relato, mediado siempre por la voz de un narrador. En este relato intervienen personajes principales y secundarios, y la acción tiene lugar en diferentes escenarios a lo largo de un tiempo establecido. El género narrativo comprende varios subgéneros, de los cuales los más importantes son el cuento y la novela.
  • Poesía. Consiste en la descripción subjetiva de un estado anímico, un referente real o un evento de cualquier naturaleza, empleando para eso un lenguaje cargado de imágenes sensoriales, metáforas y otros giros que embellecen el discurso. Se trata del más libre de todos los géneros, ya que el poeta crea un lenguaje propio para nombrar la realidad.
  • Dramaturgia. Consiste en la representación en tiempo real de un relato o un conjunto de situaciones sin recurrir a la figura del narrador, sino mostrando a los personajes hablar y actuar directamente. En principio, el género dramático está pensado para su posterior representación teatral, pero esta condición no siempre se cumple.

¿Cómo elaborar un texto literario?

texto literario
Algunos autores creen en la inspiración; otros prefieren apostar por la constancia.

La creación de un texto literario es siempre una labor compleja y misteriosa, para la cual no existe un método único ni garantizado. Algunos autores creen en la inspiración y aguardan o fomentan su llegada, mientras que otros apuestan por la constancia y el método, por el trabajo continuo, hasta dar con el resultado deseado. Es por eso que existen talleres literarios y escuelas de escritura creativa, donde se busca dar orientación a quienes se inician en el mundo de la literatura.

En todo caso, a la hora de elaborar un texto literario, conviene seguir los siguientes pasos:

  1. Elegir un tema. Los temas para escribir deben ser aquellos por los que el autor sienta predilección, o sea, que le resulten interesantes y trascendentes. De otro modo, no lo serán para el lector tampoco, pues escribir sobre algo que no despierta la pasión del autor tampoco logrará entusiasmar a quien lo lea.
  2. Escoger un punto de vista. Una vez elegido el tema a abordar, el siguiente paso es preguntarse desde dónde o cómo se podrá abordarlo. Esto implica elegir qué aspectos del tema se abordarán primero y cuáles después, pero también si se tratará de un relato, un poema o qué. La elección del género, sin embargo, puede darse de manera posterior, no hace falta proponérselo de entrada.
  3. Escribir libremente. El proceso de escritura de un texto literario debería ser lo más libre posible, es decir, debería producirse sin tomar en cuenta la opinión de terceros, simplemente dejando salir lo que se piensa, se siente o se quiere decir.
  4. Releer y corregir. Una vieja máxima literaria afirma que “escribir es reescribir”, o sea, que un texto literario no se logra a la primera pasada, sino que requiere de trabajo intensivo y profundización de su escritura. Ambas cosas se dan a través de la relectura y reescritura de las partes defectuosas del texto. Para eso, es recomendable dejar pasar algún lapso de tiempo (unos días o incluso unas semanas) entre la primera escritura y la segunda, o entre la segunda y la tercera.
  5. Contar con la opinión de un tercero. Una vez culminado el texto, es posible acudir a la opinión de alguien a quien se le tenga confianza, para recibir algo de feedback. Esta persona debe ser alguien en cuyo criterio confiemos y que tenga los suficientes conocimientos en el área como para brindar una opinión útil. Lo ideal no es recibir halagos, sino críticas constructivas que permitan mejorar aún más el resultado. Asimismo, es importante no acudir a demasiadas personas a la vez: sus criterios serán distintos y a menudo contradictorios, y la opinión final ha de ser siempre la del autor.

Sigue con:

Referencias

  • Barrera Linares, L. (2003). Discurso y literatura. Teoría, crítica y análisis de textos literarios a partir de los aportes del análisis del discurso. Los Libros de El Nacional.
  • Hatzfeld, H. (1973). Explicación de textos literarios. California State University.
  • Moreiro, J. (1996). Cómo leer textos literarios. El equipaje del lector. EDAF.

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Farías, Gilberto (22 de julio de 2024). Textos literarios. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 5 de noviembre de 2024 de https://humanidades.com/textos-literarios/.

Sobre el autor

Autor: Gilberto Farías

Licenciado en Letras (Universidad Central de Venezuela)

Fecha de actualización: 22 de julio de 2024
Fecha de publicación: 11 de mayo de 2017

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