Te explicamos qué son los recursos literarios, las diversas funciones que poseen y cuáles son sus características principales.
¿Qué son los recursos literarios?
Los recursos literarios o figuras retóricas son los giros especiales del lenguaje empleados por los autores de literatura, con el propósito de imprimir a sus escritos una mayor potencia expresiva. De esa manera pueden transmitir a sus lectores la plenitud de los mensajes de sus obras.
Si bien todas las obras de literatura se encuentran escritas usando un lenguaje fuera de lo ordinario, alejado de lo común, y no solo en verso sino también en prosa, las figuras retóricas imprimen un sello único e irrepetible a la obra literaria, y eso forma parte de lo entendido como el estilo de un escritor.
Ver además: Ensayo.
La metáfora o símil
Consiste en la sustitución de un referente por otro, con el cual existe un nexo específico de semejanza. Así, es posible realizar una comparación entre dos cosas a partir de un rasgo común o definir una a partir de características de la otra.
Así, “el sol radiante de tus mejillas” es una metáfora que otorga a las mejillas las cualidades del sol, y “era alto como el asta de una bandera” compara a una persona con un objeto para describirla mejor.
La metonimia
Semejante a la metáfora (muchos afirman que se trata de un subtipo de ella), la metonimia consiste en el intercambio de referentes, pero siempre a partir de una relación específica y oculta: la parte por la cosa, el efecto por la causa, la cosa por su procedencia.
Algunos ejemplos son: “leer a Shakespeare” (el autor por la obra), “ir a comer italiano” (el lugar de origen por la cosa) o “una boca más que alimentar” (la parte por el todo). A este último caso se le conoce también como Sinécdoque.
La hipérbole
Estaremos ante un caso de hipérbole cuando leamos algún tipo de exageración, cuyo sentido es remarcar mucho más el sentido explícito de la idea. Puede tratarse de un uso metafórico, por ejemplo, al comparar exageradamente una cosa con un atributo que se le atribuye.
Por ejemplo: “Le tomó la vida entera llegar” o “más estirado que una serpiente”. En este último caso hay además una metáfora, al comparar la idea del estiramiento con ciertas condiciones de personalidad.
La personificación
La personificación ocurre al atribuir a objetos inanimados o a vegetales y animales algún rasgo exclusivo de humanidad, con el fin de transmitir mejor la impresión que se supone que causen.
Así, un gato puede ser “orgulloso” o “soez”, una planta puede ser “terca” o “prepotente” e incluso una mesa puede ser “grosera” o “atrevida”.
El oxímoron
También un tipo específico de metáfora, el oxímoron implica siempre la juntura de dos términos antagónicos, es decir, dos sentidos que normalmente no podrían convivir.
De allí: “oscura luminosidad”, “alegre tristeza” o “prístina contaminación”.
El hipérbaton
Esta figura se basa en la alteración del orden tradicional de la oración, para resaltar sintácticamente alguno de los significados contenidos. Se le asocia comúnmente con la poesía, aunque no sea exclusiva de ese género.
Un caso evidente de hipérbaton es este verso del poeta español Miguel Hernández: “Menos tu vientre todo es futuro fugaz, pasado baldío”.
La anáfora
La anáfora es una repetición al inicio de cada frase, que al reiterarse a lo largo del enunciado produce un efecto melódico o enfático.
Por ejemplo, leemos en Rubén Darío, célebre poeta nicaragüense: “y la carne que tienta con sus frescos racimos, / y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos / y no saber adónde vamos”. La repetición de la “y” inicial marca un ritmo específico y una intensidad.
La onomatopeya
La onomatopeya es un recurso ampliamente utilizado en el habla cotidiana, que consiste en representar mediante lenguaje el sonido de alguna cosa o animal. Es muy frecuente en el habla de los niños.
Los ejemplos de onomatopeya abundan: “toc, toc” cuando tocan la puerta, “tic tac” para el reloj y un gigantesco etcétera.
La elipsis
Cuando hablamos de elipsis hablamos de omisión: evitar deliberadamente ciertas palabras o cierta información oracional, cuya falta no hace mella en el sentido de lo dicho, pero aporta agilidad, rapidez o ritmo al texto leído.
Eso omitido puede ser de índole nominal (un nombre, un sujeto), verbal (una acción) o comparativa (un referente ya aludido en un cotejo específico). Tampoco es una figura exclusiva del lenguaje literario.
Una elipsis nominal puede ser: “Hoy veré esta película, mañana aquella” (omisión del sustantivo “película” u “otra”); una verbal sería: “Tomé primero el carril de la izquierda y después el carril de la derecha” (omisión del verbo “tomar”); y una elipsis comparativa: “¿Te gusta el café con leche? No, prefiero el té” (se evita volver a nombrar la primera opción ofrecida).
La aliteración
Recurso meramente fonético, la aliteración supone la construcción deliberada de una frase que contiene la repetición escondida de un sonido. Es un recurso frecuente en trabalenguas, albures y adivinanzas, en los que sólo prestando atención al sonido por encima del significado puede recomponerse los sentidos ocultos. En literatura suele usarse también para imprimir una melodía interior a la oración.
Así, por ejemplo, una aliteración conocida es “agua pasa por mi casa, cate de mi corazón” (adivinanza popular, el aguacate), o “ya se oyeron los clásicos clarinetes” (repetición del sonido consonántico de la primera sílaba de las palabras principales).
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