Te explicamos qué es el clientelismo y cómo es su clasificación. Además, cuáles son sus características generales, causas y consecuencias.
¿Qué es el Clientelismo?
Se llama clientelismo político o simplemente clientelismo al manejo selectivo de los recursos del Estado por parte de algunos funcionarios, favoreciendo a los intereses de terceros (sus clientes) a cambio de apoyo electoral. Se trata de un intercambio no oficial de favores, que está tipificado hoy en día como una forma reconocible de la corrupción.
Así, el clientelismo favorece intereses privados mediante los recursos públicos, inclinando la balanza a su favor en decisiones administrativas, fallos judiciales, concesiones, licitaciones, etc. A la vez, estos funcionarios corruptos suelen emplear el poder adquirido mediante la práctica clientelar como una forma de castigo, para perjudicar a los que no respondan a sus intereses o se opongan al sistema.
Este fenómeno suele darse en regímenes poco institucionalizados o con contralorías deficientes, a menudo en torno a los grandes medios comerciales de comunicación y los grandes conjuntos empresariales.
Ver además: Demagogia.
Significado del término Clientelismo
El término clientelismo surge en el marco de la persecución de la corrupción, para referir que el Estado no está operando en base a la imparcialidad y equidad de la Ley, sino en base a una relación directa con uno o un grupo de clientes, es decir, algo más cercano a un trámite comercial que a uno estrictamente burocrático o administrativo. En pocas palabras: el Estado favorece a sus clientes, en vez de al todo de la sociedad.
Discrecionalidad del clientelismo
La discrecionalidad en la asignación de recursos públicos es un síntoma clave del clientelismo. Esto se traduce en que las designaciones que tendrían que ocurrir mediante concurso público y abierto, imparcialmente, tienen lugar en cambio “a dedo”, o por elección de los propios funcionarios, para favorecer así los intereses privados que representan. El clientelismo supone una piedra de tranca en el correcto funcionamiento de las instituciones públicas.
Retribución del clientelismo
A cambio de dichas prebendas, los terceros favorecidos retribuyen al funcionario sus favores, a través de diversos mecanismos de apoyo: financiaciones electorales, pagos directos e indirectos, o simplemente apoyo político abierto.
Esto también tiene lugar cuando un político utiliza los recursos del Estado para promocionar su imagen, imprimiendo su nombre o su rostro en productos de beneficencia, de planes sociales, etc., sugiriendo explícita e implícitamente que dicha ayuda no es una labor del Estado sino una muestra de generosidad de parte del funcionario, que tendría que ser retribuida luego. El votante deviene así en cliente y debe pagar la ayuda con su voto.
Tipos de clientelismo
Usualmente se distinguen tres formas de clientelismo, conforme a sus condiciones específicas:
- Clientelismo forzado. Tiene lugar cuando el “cliente” se halla en condiciones precarias, de miseria o necesidad, que lo ponen en desventaja frente al funcionario cuya ayuda precisa. Así, se trata de una forma de dominación más que de favoritismo.
- Clientelismo ilusionario. Ocurre cuando la corrupción genera cierto grado de identificación y lealtad entre cliente y funcionario, aunque ésta no sea más que consecuencia de un beneficio mutuo.
- Clientelismo moderno. Aquel que tiene lugar sin que el solicitante de la ayuda maneje la identidad del funcionario que la otorga, pero aun así se da la discrecionalidad en base a otro tipo de razones, no siempre explícitas o reconocidas.
Sinónimos de clientelismo
Algunos sinónimos de clientelismo son: favoritismo, corrupción, nepotismo (cuando se trata de insertar familiares en el poder), amiguismo, tráfico de influencias o compra de conciencias.
Causas del clientelismo
Para que relaciones clientelares se den hace falta un conjunto de necesidades desatendidas que puedan ser capitalizadas en votos; o bien márgenes importantes de poder invisible o incontrolable en la sociedad, como las fuerzas empresariales, el narcotráfico, etc., frente a los cuales la institucionalidad del Estado se debilite.
Consecuencias del clientelismo
Al entorpecer el correcto funcionamiento del Estado y de las instituciones democráticas, el clientelismo supone una disminución de los índices de Desarrollo Humano, ya que los recursos que tendrían que ir hacia la satisfacción de los más necesitados, van en cambio hacia terceros poderosos, sumando así a la tasa de desigualdad de la nación.
Por otro lado, el clientelismo puede ayudar a que un partido político se perpetúe en el poder mucho más allá de lo que le correspondería, ya que muchos insumos del Estado pasan a hacer campaña indirecta o silenciosa a favor del partido de los políticos que los asignan.
Lucha contra la corrupción
La lucha contra el tráfico de influencias, el peculado y el clientelismo es un tema arduo en la mayoría de los países, especialmente en aquellos cuyas instituciones son débiles, como es el caso de la mayoría de las democracias del llamado Tercer Mundo. Únicamente una contraloría minuciosa y una persecución ejemplarizante de la corrupción pueden combatir este flagelo político.
Dominación y dependencia del clientelismo
El clientelismo forma parte de los vicios republicanos que generan mecanismos de dependencia y que enturbian las fronteras de la ética política y profesional.
Los clientes, la mayoría de las veces, no están en posición de igualdad respecto al funcionario, sino que están de alguna manera sometidos a él por la necesidad; aunque en otros casos, como ocurría en la Colombia del narcotráfico en los años 90, el funcionario es presionado o comprado por sus clientes, a los que beneficiará durante su gestión.
Ejemplos de clientelismo
Dos ejemplos clásicos de clientelismo son:
- Un partido de gobierno asigna más recursos a las alcaldías o municipalidades que administran candidatos de su mismo tinte político, y menos a las administradas por la oposición.
- Una empresa constructora financia la campaña de un candidato presidencial, y una vez electo éste, designa a uno de los ejecutivos de la empresa como asesor y le concede a la empresa una licitación para las obras públicas de su gestión.
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