Te explicamos qué es una escuela y cuál es su importancia para la sociedad. Además, qué requisitos debe cumplir para ser considerada una buena escuela.
¿Qué es una escuela?
Una escuela o colegio es una institución a la cual asisten los niños para formarse en distintas áreas de la vida. Existen distintos tipos de escuelas, con orientaciones educativas diferentes y dirigidas a públicos estudiantiles diversos, pero en general constituyen el peldaño inicial del sistema educativo formal.
Además, la escuela es el lugar de trabajo de los maestros o los profesores encargados de la crianza y la educación de las generaciones más jóvenes. Es por eso que la calidad de la enseñanza de una escuela depende, en buena medida, de su personal educativo, aunque también de otros factores vinculados con las instalaciones físicas y los recursos disponibles.
Etimología de “escuela”
La palabra “escuela” proviene del latín schola y este del vocablo griego antiguo skholé, cuyo significado original aludía a la tranquilidad y el tiempo libre. Posteriormente, al iniciarse las escuelas filosóficas durante el período helenístico, adquirió su sentido de lugar de estudio, que conserva hasta el presente.
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Importancia de la escuela
La importancia de la escuela en la construcción de las sociedades modernas es ampliamente reconocida, ya que a través de ella se transmiten los preceptos ciudadanos y los valores éticos, morales y patrios indispensables para mantener el orden social.
Por esa misma razón, la escuela ha sido considerada uno de los principales territorios en disputa por las ideologías revolucionarias del siglo XX. Según algunos pensadores críticos, como Louis Althusser (1918-1990), la escuela es uno de los “aparatos ideológicos” de los que dispone el Estado para instaurar y reproducir la hegemonía cultural.
Características de una buena escuela
En términos generales, una buena escuela es aquella que posee las siguientes características:
Docentes comprometidos
Una buena escuela debe apostar por una enseñanza académica de calidad, para lo cual requiere de un personal docente comprometido con sus labores, con el propio crecimiento y con la actualización del saber que maneja. Eso implica también la formación en áreas pedagógicas extracurriculares, de manera de disponer de herramientas para la enseñanza que atajen a tiempo las dificultades puntuales y variadas que pueda presentar el alumnado.
La escuela debe ser un lugar especializado, en el que se aprecien los esfuerzos del alumnado y se recompense la importante labor del docente.
Instalaciones propicias
El rasgo elemental de toda buena escuela tiene que ver con sus instalaciones, o sea, con su plantel físico. No debe estar deteriorada ni hacinada, y debe contar con baños suficientes para su número de estudiantes y profesores, de modo de conservar la higiene y la seguridad personal de todos los que la habitan.
Por otro lado, una buena escuela debe contar con un laboratorio que permita la enseñanza de biología, química y física mediante los instrumentos adecuados. También es aconsejable que tenga espacios de recreación y salas de usos múltiples que les permitan a los alumnos descansar y llevar a cabo tareas distintas a las del aula, como educación física, eventos sociales y actividades en grupos grandes.
Reconocimiento de las necesidades especiales
Una buena escuela debe tomar en cuenta que no todo el alumnado presentará similares aptitudes para el aprendizaje, ni provendrá de hogares homogéneamente constituidos, ni ofrecerá las mismas inquietudes de índole social y emocional.
La escuela debe contemplar a sus estudiantes a partir de la pluralidad, la tolerancia y la asistencia especializada que pudiera requerirse. Para eso, debe contar con áreas formadas en psicología y nutrición, entre otras de suma importancia.
Formación integral
En un buen centro educativo, la formación del alumnado no se reduce únicamente al aspecto académico, sino que comprende también otros aspectos que se consideran igual de importantes. Desde este punto de vista, el espacio escolar es mucho más que un sitio al que se asiste para recibir un conjunto de técnicas y conocimientos: es un lugar de aprendizaje integral, cuyo programa involucra tanto aspectos académicos como morales, éticos, físicos y espirituales.
Por ende, una buena escuela debe ser un lugar de socialización positiva, en el que se aprenda a formar lazos y vínculos de la manera más sana posible, y se adquieran herramientas para solucionar los conflictos.
Colaboración entre la familia y la institución
Una buena escuela sabe gestionar el rol de los padres en la formación de los alumnos, propiciando el diálogo respetuoso y cercano entre las partes, así como la cooperación del entorno familiar con la institución escolar. A fin de cuentas, la escuela y el hogar son los ámbitos de mayor aprendizaje en la vida temprana de todo individuo, y su conducta en uno se verá necesariamente reflejada en el otro.
Para lograrlo, una buena escuela debe invertir en la formación pedagógica y psicológica de sus docentes, para que estos sepan detectar, atender y resolver los problemas que puedan surgir en el aula. Así también, debe contar con instancias de mediación entre la escuela y el hogar, a cargo de coordinadores y psicólogos.
Administración de la disciplina de un modo justo
En una buena escuela, la gestión debe ser justa y equitativa. Esto significa que debe haber lugar para la disciplina, de modo de no fomentar la impunidad entre el alumnado, pero sin que eso implique transformar la institución en una academia militar, donde la obediencia a las normas esté por encima de todo.
Para que la escuela pueda atajar las conductas indeseables y recompensar las positivas, es indispensable establecer límites y reglas claras, así como sanciones justas y ejemplarizantes. También es importante que existan dentro de la institución espacios de defensa y autorrepresentación del alumnado, de modo que los niños no se sientan indefensos ante la autoridad, sino resguardados por ella. En ese sentido, la comunicación entre alumnos y docentes es fundamental.
Métodos de selección y estímulo al alumnado
La escuela ideal no puede ser indiferente a la comunidad y sus necesidades. Debe pensar un método de admisión que sea acorde a sus necesidades operativas, pero que sea a la vez lo menos discriminatorio posible. Ningún alumno tiene que sentirse segregado por su condición étnica, cultural, sexual o económica, y es responsabilidad de la escuela combatir arduamente semejantes prejuicios dentro de su comunidad.
Además, una buena escuela tiene que contar con programas de becas o estímulos que hagan de la superación, el compromiso y el esfuerzo las directrices vitales de los estudiantes.
Proyecto escolar de conocimiento público
Puesto que existen formas diversas de enseñanza, el método y el programa utilizados en una buena escuela deben ser de conocimiento público dentro de la comunidad escolar. De esta manera, el enfoque pedagógico específico emprendido en la escuela contará con la convalidación y la participación de todos los interesados.
Esto es particularmente valioso en metodologías de enseñanza de aula abierta, de abordajes holísticos o alternativos, e incluso de escuelas para alumnos con necesidades especiales. Lo que ocurre en la escuela no debe ser secreto para nadie.
Educación tecnológica
Si bien ciertas tecnologías contemporáneas pueden interferir de manera disruptiva en el entorno de clases (como los teléfonos celulares y las tablets, por ejemplo), una buena escuela no puede darle la espalda a la creciente carrera tecnológica iniciada a principios del siglo XXI. Por el contrario, las nuevas tecnologías e internet deben contar con su lugar en el contexto escolar, precisamente porque es la mejor oportunidad para aprender a lidiar de un modo positivo con este tipo de herramientas.
Así, una buena escuela debe formar a sus estudiantes en el conocimiento de las herramientas tecnológicas así como en su uso responsable. La escuela es una instancia clave en la formación de una ciudadanía digital activa y positiva, de modo que no solo debe modernizar sus métodos de enseñanza, sino que debe estar a tono con los dilemas morales y éticos de su época.
Formación social y deportiva
Una buena escuela no solo debe contar con espacios fuera del aula para el ejercicio y el deporte, indispensables durante las etapas tempranas de la vida del individuo, sino también con áreas que fomenten libremente el intercambio social y la persecución de los intereses artísticos (musicales y literarios, entre otros).
Además, su programa docente debe estar al día en cuanto a técnicas de desarrollo físico y ejercicios deportivos, y debe estar integrada a los circuitos de competencia deportiva regionales y nacionales.
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Referencias
- Cox, C. (Ed.). (2003). Políticas educacionales en el cambio de siglo. Editorial Universitaria.
- Hopkins, D. (2008). Hacia una buena escuela. Experiencias y lecciones. Área de Educación Fundación Chile.
- Zabala Beraza, M. A. (1996). Calidad en la educación infantil. Narcea Ediciones.
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