San Pedro

Te explicamos quién fue san Pedro el apóstol, cuándo conoció a Jesús de Nazaret y cómo llegó a ser el fundador de la Iglesia cristiana.

San Pedro
San Pedro fue uno de los primeros apóstoles de Jesús de Nazaret. Pintura de José de Ribera.

¿Quién fue san Pedro?

San Pedro, cuyo nombre secular de acuerdo a la Biblia era Simón, fue uno de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret (c. 7 a. C.-c. 34 d. C.) y uno de sus más destacados apóstoles. Se le atribuye la fundación de la Iglesia cristiana y, por lo tanto, el haber sido el primer papa de la historia.

De acuerdo a las santas escrituras, Pedro fue el discípulo más próximo a Jesucristo y conformó, junto con Santiago “el mayor” y su hermano Juan, el “círculo de los dilectos” del profeta, o sea, su grupo más íntimo. El Mesías, además, lo llamó “piedra de la Iglesia”, pues le confirió la tarea de organizar el culto cristiano. Es por ello que san Agustín (354-430) se refiere a san Pedro como el “cimiento” de la Iglesia católica.

Este rol jerárquico de Pedro ha sido reconocido por las distintas Iglesias cristianas a lo largo de los siglos, aunque de maneras distintas: en el catolicismo se considera al papa como su sucesor directo, mientras que la Iglesia ortodoxa entiende a sus patriarcas como sus representantes honoríficos.

En las representaciones religiosas, san Pedro se muestra usualmente sosteniendo un manojo de llaves (las llaves del reino de Dios), símbolo de su autoridad eclesiástica, o una cruz invertida que alude a su martirio. Se le asocia además con el pez, emblema del mesías, o con el gallo, símbolo de las tres veces que negó conocer a Cristo cuando fue aprehendido por los romanos.

Origen y nombre de san Pedro

De acuerdo con el Nuevo Testamento, Simón bar-Jona (“Simón, hijo de Jonás”) era un pescador judío del mar de Galilea, que trabajaba junto con su hermano, Andrés. Se tiene muy poca información sobre su vida previa al encuentro con Jesucristo, pero se puede asumir que nació en Betsaida, un pueblo de Judea, en algún momento a finales del siglo I a. C.

Su nombre originalmente era Simón o su forma griega, Simeon, aunque en el evangelio se le dice Simón Pedro o directamente Pedro, dado que ese fue el nombre que le otorgó el Mesías. Los textos dicen que al momento de conocer a Jesús, Pedro se había establecido en Capernaúm, al este del río Jordán, y allí vivía con su esposa (de nombre Perpetua, Concordia o María, dependiendo de la fuente) y con su suegra. También sugieren que no conocía muy bien la ley mosaica, ni hablaba griego, por lo que era uno de los apóstoles menos instruidos.

Casi toda la información disponible sobre san Pedro se recoge en los evangelios, así como en las cartas de san Pablo. El libro apócrifo Hechos de Pedro, escrito alrededor del siglo II y hallado mucho después en Italia, le atribuye una hija y también otras acciones que han sido desestimadas por la Iglesia.

Tras su conversión al culto cristiano, Simón o Simeón recibió de parte de Jesucristo el nombre religioso de “Pedro”, que fue la masculinización del griego Cefas (Κηφᾶς, o sea, “Piedra”) que luego pasó a ser Petro en latín y eventualmente Pedro. Visto así, “Simón Pedro” quiere decir “Simón, la piedra”. Esto se debe a que Jesucristo elige a Simón para crear y dirigir su culto, o sea, como su piedra fundacional.

Los “pescadores de hombres”

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Simón Pedro y su hermano Andrés eran dos pescadores del mar de Galilea.

En los evangelios se cuentan dos versiones distintas respecto a cómo conoció Simón a Jesús de Nazaret:

De acuerdo a los evangelistas sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas), Jesús caminaba por la orilla del mar de Galilea cuando divisó a los dos hermanos echando al mar sus redes. Se dirigió a ellos y los invitó a seguirle, para hacer de ellos “pescadores de hombres”, es decir, pescadores de almas para la salvación divina.

En cambio, el evangelio de Juan narra la historia de un modo distinto: Andrés, el hermano menor de Simón, formaba parte del culto de san Juan Bautista (s. I a. C.-c. 29 d. C.), un profeta judío que anunciaba la inminente llegada del mesías y salvador de la humanidad.

Andrés presenció la llegada al culto de Jesús de Nazaret y su bautismo en el río Jordán, tras lo cual fue anunciado a los presentes como el hijo de Dios. Entonces, Andrés buscó a su hermano y lo condujo ante la presencia del profeta, quien lo recibió diciéndole: “—Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas —es decir, Pedro” (Juan 1:42)

A partir del llamado del Mesías, los hermanos Andrés y Pedro abandonaron su oficio de pescadores para acompañar al profeta durante su ministerio. Ambos fueron sus primeros apóstoles, a los que luego se sumó otro par de pescadores judíos: Santiago “el mayor” y Juan, y luego el resto de los doce apóstoles de Cristo.

De acuerdo a los evangelios, fue durante la travesía que hizo el grupo por el mar de Galilea, más adelante, que el profeta anunció a Simón como fundador de su Iglesia:

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús.

—Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.

—Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. Yo te digo que tú eres Pedro. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.            

(Tomado de Mateo 16:15-19, Nueva Versión Internacional)

Simón Pedro, en consecuencia, ocupó siempre entre los apóstoles un rol privilegiado: solía hablar y dar la cara por el grupo, era el interlocutor usual de Jesús y era reconocido por terceros como el segundo al mando. Además, tras la muerte y resurrección del Mesías, fue el primero de los discípulos a quienes Cristo se apareció.

La devoción de Simón Pedro por su maestro tuvo su máximo episodio en el mar de Galilea, durante el ministerio de Cristo, cuando el profeta caminó sobre las aguas sin hundirse. Deseoso de acompañar a su mentor, Pedro le pidió que lo hiciera a él también caminar sin hundirse, a lo que Cristo respondió que confiara en él y caminara.

El apóstol obedeció, pero fue presa del pánico y comenzó a hundirse, así que el Mesías tuvo que ir a rescatarlo, no sin antes reprocharle su falta de fe de cara a la adversidad.

La negación de san Pedro

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A san Pedro se le representa con un gallo, símbolo de su negación de Jesús.

Uno de los episodios más importantes en el relato del apostolado de Simón Pedro tiene que ver con su conducta durante la aprehensión de Jesús de Nazaret por parte de las fuerzas del Sanedrín. Esto ocurrió justo después de la última cena y el rezo en el huerto de Getsemaní.

Según los evangelios, durante la última cena Jesús les advirtió a sus apóstoles el destino que le esperaba. Les anunció que sería abandonado por todos ellos, sus discípulos y acompañantes, pero que luego resucitaría para guiar el rebaño de vuelta a Galilea. Pedro, queriendo hacer gala de su amor por su maestro, replicó:

—Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.
—Te aseguro —le contestó Jesús— que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.
—Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré.

Y los demás discípulos dijeron lo mismo.

 (Tomado de Mateo 26:33-35, Nueva Versión Internacional)

Horas más tarde, las autoridades se hicieron presentes y, delatado por Judas Iscariote, Jesús fue apresado y llevado a enfrentar el juicio. Simón Pedro entonces intentó infiltrarse en la sede del Sanedrín para conocer el destino de su maestro. Allí fue reconocido en tres ocasiones distintas, y en cada una negó conocer a Jesucristo y ser su discípulo, cumpliendo así los vaticinios del Mesías.

Este es uno de los episodios más conocidos de la vida de san Pedro y uno de los más representados en el arte. De hecho, se suele mostrar al apóstol apesadumbrado, arrepentido por haber negado a su maestro, y en compañía del gallo de la profecía.

La negación de san Pedro, sin embargo, no empañó el amor que Jesucristo sentía por él, ni le impidió ocupar el lugar principal en el recién nacido culto cristiano. De hecho, luego de que Jesús fuera crucificado y resucitase a los dos días, fue Pedro el primer apóstol a quien se le manifestó, de acuerdo a la primera Carta a los corintios.

Asimismo, según el evangelio de Juan, Jesús se apareció frente a sus discípulos en el lago Tiberíades, y allí le exigió a Pedro que reafirmase su amor por él en tres ocasiones distintas, antes de encargarle la tarea de ser “el pastor de su rebaño”, es decir, el guía del naciente culto cristiano.

San Pedro y la Iglesia cristiana temprana

San Pedro
San Pedro es considerado el primer papa de la historia.

Tras la muerte de Jesús, Pedro pasó a ser una figura central en el culto cristiano. Según Hechos de los apóstoles, fue quien supervisó la sustitución de Judas Iscariote (Hechos 1:15-26), quien se dirigió a los israelitas en Pentecostés (Hechos 2:14-41), quien juzgó a Ananías y a su esposa Safira respecto al dinero que le habían negado al culto (Hechos 5:1-11) y fue juez en el caso de Simón el Mago, quien decía poder invocar al Espíritu Santo (Hechos 8:14-25).

Simón, además, fue el primer apóstol en realizar milagros, como sanaciones (Hechos 3:1-10) y resurrecciones (Hechos 9:36-43), a lo largo de sus misiones evangélicas hacia Samaria, Palestina, Lida, Jaffa y Cesarea. En esa última localidad, Pedro realizó el primer bautismo y conversión a la fe cristiana de un no judío: el centurión romano Cornelio y su familia (Hechos 10:34-48), a quienes no se les exigió la conversión al judaísmo como paso previo para ser cristianos.

Esto último ubica a Pedro entre los apóstoles de postura más liberal dentro del cristianismo temprano, junto con Pablo de Tarso (5-10 d. C.​-58-67​). De hecho, san Pedro y san Pablo defendieron una visión más universalista del culto cristiano durante el Concilio de Jerusalén (c. 50 d. C.), donde se discutió si los cristianos gentiles debían seguir la ley mosaica.

Asimismo, Pedro protagonizó el llamado Incidente de Antioquia, que tuvo lugar en esa ciudad a mediados del siglo I d. C., cuando se sentó a comer con los gentiles convertidos al cristianismo, en una comunidad religiosa libre de leyes judías, fruto de la labor evangélica de san Pablo.

Todo cambió cuando llegó a Antioquia de Jerusalén una comitiva cristiana conservadora, enviada por Jacobo el justo (Santiago), y en su presencia Pedro comenzó a actuar con más recato y a apartarse de los gentiles. San Pablo, entonces, le reprochó su hipocresía y sostuvieron un debate que los distanció el uno del otro, y al término del cual Pablo abandonó la ciudad.

Después de fundar la Iglesia de Antioquia alrededor de 45 d. C., Pedro se marchó a Roma, en ese entonces capital del Imperio romano, a predicar el evangelio. Allí fundó el culto cristiano local y fue el primer obispo cristiano de Roma, por lo que puede considerarse también como el precursor del papado o bien como el primer papa de la historia. En esa ciudad, además, fue apresado por los romanos y martirizado.

El martirio de san Pedro

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Al igual que Jesucristo, san Pedro murió crucificado. Pintura de Caravaggio.

De acuerdo a la tradición cristiana, Pedro ejerció como obispo de Roma durante veinticinco años, hasta que en su vejez fue apresado y martirizado por las autoridades romanas en el circo de la colina vaticana. Esto ocurrió durante el mando del emperador Nerón (37-68 d. C.).

El relato cuenta que Pedro, percibiendo la creciente hostilidad en su contra, decidió abandonar Roma, y en las afueras de la ciudad se le apareció Jesucristo, caminando en sentido contrario. Pedro, entonces, se dirigió a su maestro y le preguntó hacia dónde se dirigía (Quo vadis, domine?, “¿Adónde vas, señor?” en latín). La visión le respondió que iba a Roma, donde sería crucificado nuevamente. Entonces Pedro, decidido, regresó a la ciudad para enfrentar su propio martirio.

Según el texto apócrifo Hechos de Pedro, el martirio del santo se produjo por crucifixión, pero en una cruz invertida, o sea, con la cabeza hacia abajo. También existen indicios respecto a este destino en el evangelio de Juan. De acuerdo a san Jerónimo (c. 340-420), Pedro fue enterrado en el Vaticano, cerca del camino triunfal. Otras versiones suponen que fue sepultado en las catacumbas de la ciudad.

En todo caso, fue el emperador Constantino I (272-280) quien ordenó la construcción de una gran basílica en su lugar de sepultura. En ese lugar, en 1939, comenzaron las excavaciones para intentar dar con los restos del santo, sin que se haya dado con hallazgos convincentes.

Referencias

  • Biblia. Nueva Versión Internacional. https://www.biblegateway.com/
  • De Inclán Valdés, J. (1829). Vidas históricas cronológicas y geográficas de los santos apóstoles San Pedro y San Pablo: sacadas de los cuatro evangelistas, de las Actas Apostólicas, de los Santos Padres, escritores eclesiásticos y profanos. Ibarra, Impresor de S. M.
  • O’Connor, D. W. (2023). St. Peter the Apostle (Christian Apostle). The Encyclopaedia Britannica. https://www.britannica.com/
  • Skinner, C. A. (2002). “Peter—the Chief Apostle”. Go Ye into All the World: Messages of the New Testament Apostles, pp. 187–219. Deseret Book.
  • Vatican News. (s. f.). S. Pedro, apóstol patrón de la ciudad de Roma. https://www.vaticannews.va/

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Farías, Gilberto (24 de diciembre de 2023). San Pedro. Enciclopedia Humanidades. Recuperado el 4 de octubre de 2024 de https://humanidades.com/san-pedro/.

Sobre el autor

Autor: Gilberto Farías

Licenciado en Letras (Universidad Central de Venezuela)

Fecha de actualización: 24 de diciembre de 2023
Fecha de publicación: 24 de diciembre de 2023

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